Los leprosos de Villa 31 [*]
(Mugica de nuevo
asesinado) [1]
Eduardo de la Serna
Pasados ya los días de
"calentura", queremos hacer espacio a la reflexión. Los
acontecimientos de la villa 31 son relativamente conocidos, pero es bueno hacer
un breve resumen, no de todo lo ocurrido -no es esa la intención- sino de
algunos acontecimientos centrales.
La villa 31, del barrio de Retiro
llegó a ser una de las más grandes del país. Planes de erradicación, topadoras
y otras circunstancias mediante, la fueron achicando hasta albergar las 2.100
familias que hoy viven allí. Diferentes planes de gobierno, en los cuales no
parece disimularse un enorme negocio inmobiliario llevan a que hoy se vea como
"necesario" que la villa sea erradicada. No queremos aquí hacer
referencia a los proyectos de solución (que no solucionan nada), ni a las
mentiras y/o desconocimiento total de parte de los funcionarios, empezando por
el Presidente de la Nación. Lo que nos importa, para esta reflexión, es el
desenlace que tomaron los acontecimientos (de lo anterior pueden informar muy
bien los sacerdotes que trabajan en villas miserias en la Capital Federal que
emitieron 18 documentos anunciando las verdades y mentiras de las soluciones o
caminos tomados por el Gobierno). Las topadoras y la fuerza pública tiraron
abajo las casas de familias de la Villa 31 y golpearon salvajemente a los vecinos
que, obviamente, se opusieron a este atropello. Faltando absolutamente a la
verdad (= mintiendo) el secretario Pereyra de Olazábal afirmó que los culpables
(= los villeros) quisieron aparecer ante la opinión pública como víctimas,
mientras que las víctimas (= la sociedad, la fuerza pública) aparecían como
culpables. Bastan ver los videos de ese momento dramático, con tanto atropello
de los elementales derechos humanos, [2] o basta saber que los que comandaron
el operativo sabían perfectamente a quienes buscar y golpear ("este es
fulano", "dale a mengano" afirman los vecinos de la villa que
decía quien comandaba el operativo) para saber dónde están las víctimas. Como
siempre, los pobres.
Pero esto es "historia
pasada", lo que nos interesa en este momento (para que no sea historia
pasada) es reflexionar lo que allí vivimos esos días los que estuvimos en la
villa hasta que la mesa de negociaciones ocupó el lugar de las topadoras o la
policía montada. [3]
La lepra
Es sabido que durante siglos la
lepra fue una enfermedad "maldita". En la Biblia, sin embargo, es más
que eso. El leproso era un muerto viviente. Era alguien que debía retirarse de
la vida comunitaria, "vivir" fuera de la ciudad, no podía participar
del culto, era absolutamente "impuro" y transmitía la impureza a
quien entrara en contacto con él. Sólo otro leproso podía acercársele, motivo
por el cual era frecuente que se juntaran entre sí, aunque tuvieran pocas cosas
en común en su "vida pasada". Debía andar con una campana por los
caminos fuera de la ciudad gritando públicamente su impureza y debía, también,
apartarse humillantemente del paso de los "sanos". Evidentemente era
un excluido (ver Lev 13 y 14).
La sociedad moderna tiene, lo
sabemos, nuevos excluidos, pero algunos son notablemente parecidos a los
leprosos de Israel. Los villeros no tienen derecho a vivir en la ciudad, la
contaminan (= desvalorizan [4]), son un insulto agresivo ("negro" y
"villero" son insultos para calificar lo más bajo de una persona;
algo obviamente dicho por los que se califican como más "altos",
"blancos", "puros"); a ellos se atribuyen las mayores
lacras sociales: vagos, borrachos, ladrones... como si los millones en cuentas
en Suiza (u otros "paraísos" [sic] fiscales), los funcionarios
corruptos, las ventas de droga y armas, los empresarios coimeros y/o coimeados,
los narcotraficantes, los inmorales de millonarias fiestas veraniegas donde
muchos pasean impunemente sus borracheras fueran "negros villeros"...
Pero veamos un poco más en detalle la cuestión.
"Activistas
políticos"
Con esa nada feliz frase, como suele
hacerlo cada vez que alguien se opone a sus sueños de "sutil
emperador", calificó el Presidente de la Nación al grupo de sacerdotes
que, frente al atropello, frente a la sordera y ceguera de los funcionarios,
empezaron una huelga de hambre. Otras veces -no pudo hacerlo aquí por motivos
obvios- habló de infiltración marxista. Lamentamos sentirlo cada día más en
sintonía del discurso y la praxis del Proceso militar; los indultos, el apoyo
al general Bussi y a Pinochet sólo confirman esto.
Dejemos de lado que es lamentable
que un dirigente político use la palabra "política" como quien dice
una mala palabra. Eso es escupir al cielo. Sería, por otro lado, la primera vez
que una huelga es una "actividad"... Pero, analicemos un detalle
sencillo:
Ninguno, absolutamente ninguno,
de los candidatos o pre-candidatos a intendente de Buenos Aires se acercó o
habló de la Villa 31; obviamente la lepra es contagiosa y no era cuestión de
aparecer como impuros para los habitantes de la ciudad. Acercarse al leprosario
de Retiro es como cavar la tumba política. Para una ciudad que se cree
"blanca" y "europea" nada más sucio que imágenes que nos
recuerden que somos Latinoamericanos (mal que le pese al canciller Di Tella [5]).
Pasaron los tiempos en que el partido gobernante le ofrecía al padre Carlos
Mugica encabezar la lista de candidatos a diputados, precisamente por su apoyo
a los villeros (y particularmente, de Villa 31); ni el mismo partido, ni
ninguno de la oposición quiso arriesgarse al contagio de aparecer junto a los
leprosos. Y los sacerdotes eran los que hacían política, según los políticos...
Ironías del lenguaje.
Éramos los que estábamos allí los
que debíamos soportar los insultos de algún auto importado paseando por la
autopista (y también algún gesto de apoyo, debemos decirlo); los de debíamos
soportar la seudo-catolicidad basada en la mentira, el uso de la fuerza y la
calumnia (por decir poco) del secretario Pereyra de Olazábal (y el silencio del
Intendente al principio, [6] y la mentira después). Pero sobre todo eran los
vecinos (= hermanos) de la Villa 31 los de debieron soportar los palos, las
topadoras, quedarse sin trabajo por defender sus casas -como es el caso de
Patricia-, los insultos, las piedras nocturnas contra las casas, y además, el
desprecio de sus hermanos (que se llaman cristianos) de la ciudad.
Curiosa calificación de
"política" a la actitud de acompañar a la gente, en especial a los
más pobres en sus angustias y tristezas. A esa actitud el Concilio Vaticano II
la llamó actitud de la Iglesia (GS 1). ¿Cómo llamar, en cambio, el silencio
cómplice o cobarde de aquellos "políticos" que por miedo a la
contaminación siguieron paseándose y mostrándose "pornográficamente"
en sus vacaciones a pesar del atropello de los derechos humanos de habitantes
de la ciudad? ¿Habrá que llegar a la ironía extrema de proponer como futuro
candidato al hipopótamo del zoológico, como se hizo en un país cercano? ¿Por
qué será que nuestro jardín zoológico no tiene ejemplares de gorilas?
La
(in)comunicación social
La noticia, después del desastre
primero, desapareció de los Medios de Comunicación. Sólo un recuadro parecía
quedar en el espacio: "9 sacerdotes iniciaron una huelga de hambre".
El conflicto seguía, más casillas estaban amenazadas [y alguna se tiró abajo,
mal que le pesara a una mujer (claro, Marisa era boliviana) con sus dos hijos,
que también vivía en esa casa]; pero la noticia eran los 9 sacerdotes, no las
2.100 familias que se tutean con el hambre cada día [7]. Con algunas
excepciones, la situación quedó en un "silencio de radio". ¿A quién
le importaba un leprosario? Pero la huelga siguió, el Presidente se fue de boca
y apareció el Cardenal Quarraccino. Los Medios no pudieron callar...
No seríamos justos si no reconocemos
que algunos estuvieron cerca desde el primer día; no sabríamos si fue algo
personal de los/las periodistas o de los Medios a los que representan [8], la
actitud de dos jóvenes periodistas radiales y uno escrito fue, evidentemente,
más allá de la búsqueda de una noticia o de una primicia. Otros medios
empezaron a aparecer cuando los días pasaban y las fuerzas de los sacerdotes
empezaban a flaquear; otros jamás aparecieron; otros, sistemáticamente
mintieron o deformaron la noticia. El calificativo de "ocupantes
ilegales" con que el diario La Nación se refería frecuentemente a los
villeros no es muy lejano del de "leprosos" [9], la actitud de
algunos periodistas en la villa, tampoco [10]. Resulta extraño que un país
levantado gracias a la ocupación ilegal de tierras excomulgue hoy lo que
bendijo ayer [11].
El
"desde" dónde eclesial
Esa sencilla preposición,
"desde", marcó un hito pastoral en la Iglesia argentina.
"Que
la Iglesia ha de discernir acerca de su acción liberadora o salvífica desde
la perspectiva del Pueblo y de sus intereses, pues por ser éste sujeto y agente
de la historia humana, que "está vinculada íntimamente a la Historia de la
Salvación", los signos de los tiempos se hacen presentes y descifrables en
los acontecimientos propios de ese mismo Pueblo o que a él afectan. Que por
tanto la acción de la Iglesia no debe ser solamente orientada hacia el Pueblo,
sino también, y principalmente, desde el Pueblo mismo" [12].
Y esto fue reafirmado en nuestros
días por los mismos Obispos [13]... Siempre será importante, por eso, saber
"desde dónde" se hace una reflexión. La enorme discusión que se
suscitó en España en el 1.500 por la actitud frente a las Indias ya lo
afirmaba:
"Nuestros teólogos en España,
por muy célebres e ilustres que sean, caen, sin embargo, en no pocos errores
cuando dictaminan sobre asuntos de las Indias. Pero los que la tienen cerca,
las ven con sus propios ojos y palpan con sus manos, aunque ellos sean teólogos
menos famosos, sin embargo, razonan con mucha más lógica y más acertadamente.
Mucho, sin duda, sirve la experiencia directa y facilita grandes ocasiones de
conocimiento" [14]
La Iglesia, en su pastoral y,
obviamente en su reflexión teológica, cree que debe pensar y partir desde
el que sufre. No fue otra la perspectiva desde la que partió Jesús de Nazareth.
Eso no significa, lamentablemente, que siempre se haga así. Desde la
perspectiva de la villa partió la actitud de los sacerdotes; "tienen
razón, no es lo mismo ver la realidad desde un escritorio, que desde la
villa" afirman que dijo un obispo porteño...
Cuando el "desde"
es desde el poder (sea mirando desde el poder o desde las ambiciones de poder)
las cosas se ven distintas. Como Caifás (Jn 11,49). Sólo "desde el
poder" puede mirarse como "política" la actitud de los
sacerdotes, sólo "desde el poder" puede hacerse una defensa pública
de la "catolicidad" del gobierno en pleno conflicto [defensa que sí
fue evidentemente política], sólo "desde el poder" puede optarse y
hablarse contra hermanos obispos y a favor de los poderosos [15].
Durante el tiempo que duró la huelga
de hambre, y a pesar de ser tiempo de vacaciones, fue incontable el apoyo de
los diversos sectores eclesiales, hermanos protestantes y de otras confesiones
(judíos, particularmente); el pastor pentecostal de la villa estaba
constantemente con nosotros; un sacerdote de la Iglesia católica no romana
disidente participó (con menos prensa) íntegramente de la huelga de hambre [16];
la misa de solidaridad contó con la participación de más de 60 sacerdotes y un
centenar de religiosos, además de un grupo muy numeroso de laicos; las
adhesiones llegaban en cantidad diariamente (más de 150 sacerdotes de todo el
país reclamaron justicia para sus hermanos villeros, y sin duda hubieran sido
muchos más en otra época del año) [17]. La Iglesia estaba de pie.
No se puede negar, en este contexto,
que la presencia del Cardenal fue importante. No se manifestó ni de acuerdo ni
en desacuerdo. Es posible lo segundo, pero su presencia convaleciente desmintió
gestualmente toda lectura del hecho como "activistas políticos"; su
presencia no pudo interpretarse políticamente y resultó un franco aval al
"desde dónde" poner la mirada y la reflexión eclesial.
¿Y la
gente?
Mientras la ciudad permanecía
impávida frente al (nuevo) rechazo a los leprosos, la proverbial solidaridad de
la gente no se hizo esperar. Era difícil tener un momento de soledad; las
bebidas aparecían a cada rato; y nunca faltó una viejita o una monjita de
pretendió "bajo cuerda" pasar algo sólido "para que tengan
fuerzas". Tampoco faltaron las actitudes vampirezcas que ofrecían casas a
bajo precio, o los curiosos que querían tener su propia opinión, alguno que
venía a ofrecer sus escritos o un conjunto musical... Las misas, cada tarde,
estaban llenas de gente, de la villa y también visitantes (de otras villas o
porteños inmunizados frente a la lepra)...
Hay textos bíblicos suficientemente
claros para iluminar nuestra reflexión: «Los malvados remueven los mojones, se
apoderan del rebaño y del pastor. Se llevan el asno de los huérfanos, toman en
prenda el buey de la viuda; arrancan al huérfano del pecho materno y toman en
prenda al niño pequeño del pobre. Desvían al indigente del camino, y los pobres
del país tienen que esconderse». (Job 24,2-4); «Hay gente que maldice a su
padre, y a su madre no bendice, gente que se cree pura y no está limpia de su
mancha, ¡gente de qué altivos ojos, cuyos párpados se alzan!; gente cuyos
dientes son espadas, y sus mandíbulas cuchillos, para devorar a los desvalidos
echándolos del país y a los pobres de entre los hombres», (Pr 30,11-14). Y toda
semejanza con la realidad no es pura coincidencia.
La gente sigue en la villa; la
huelga de hambre terminó. Muchos lo recordarán, si lo recuerdan, como un hecho
más del verano o de un grupo de "curas locos" o activistas políticos.
Otros, preferiremos mirarlo desde Jesús, desde el Nazareno que tocaba leprosos,
quería limpiarlos y -sobre todo- acercarles la vida nueva que Dios les trae: la
salvación. Los que tienen un mundo organizado donde los leprosos sólo pueden
existir en leprosarios, fuera de la ciudad, seguirán sin entender que la
Iglesia de Jesucristo no tema contaminarse sino que prefiera mirar la
misericordia de Dios desde la mirada del leproso, desde el perdonado que
muestra mucho amor (Lc 7,47); que prefiera mirar la historia desde un pesebre y
no desde un escritorio, desde la cruz y los crucificados y no desde los ídolos
que siguen exigiendo sacrificios humanos. La historia de la villa 31 nos
recordó que muchos preferimos mirar el amor de Dios desde el leprosario donde
el amor de Dios se sigue haciendo universal, y donde el hombre se vuelve
verdaderamente humano.
[*] artículo
publicado originalmente en la revista Nueva tierra 30 (1996) pp. 36-39
Notas:
1 - Por si hiciera
falta señalarlo, el autor quiere recordar que este trabajo no representa el
pensamiento de la revista sino el suyo propio.
2 - Esperamos que
esto aparezca, en las estadísticas de las violaciones de derechos humanos de
nuestro país, mal que le pese a la "imagen argentina en el exterior".
3 - La cual, a pesar
de órdenes de la presidencia siguió estando hasta el final. No fue la única
intimidación: desde principios del conflicto se suspendió la recolección de
basura, se prohibió el ingreso de camiones atmosféricos, se prohibió a los
sacerdotes el uso del único teléfono, de propiedad municipal (la generosidad
del MEDH cediendo un teléfono celular permitió romper la incomunicación)...
4 - Frente al dios
dinero, codicia y mercado, es evidente que la moderna "pureza" está
dada por el raiting, por lo que se posee (y muestra), el desfile obsceno de
sonrisas y cuerpos perfectos, rubios y de la mano (es una forma de decir) del
empresario o la modelo de moda...
5 - "Los pobres,
esa gente fea", "Argentina no es totalmente latinoamericana" son
algunas de sus más célebres frases...
6 - No deja de ser
una nueva ironía de los acontecimientos que el Intendente Domínguez
"firmara" el decreto 110/96 autorizando la demolición de
"viviendas precarias" y autorizando el uso de la fuerza estando en
los EE.UU. Resulta una enorme ironía semejante abuso de un
"Intendente precario" y "de facto"...
7 - "Yo puedo
hacer huelga de hambre, ellos no, porque nadie hace huelga con su propio
hambre" rezaba el padre Mugica.
8 - No los nombramos
para que la lepra no les impida mantener su trabajo o seguir creciendo
(esperamos, que con el mismo amor a la verdad).
9 -
Resultó pintoresca la actitud de este diario que tomó franca posición contra la
Villa y la actitud de los sacerdotes mientras en su número de la revista del 4
de febrero exaltaba la figura de un sacerdote misionero en el África que, entre
otras cosas, para defender a la gente los acompañó en una huelga de hambre. ¿El
título? "Por amor a la gente". Los pobres están en el África o Calcuta,
acá son "ilegales" y los curas hacen política...
10 - La preocupación
de un funcionario por sus zapatos sucios con barro de la villa mostró en su
máxima expresión el grotesco.
11 - La proliferación
de indios tobas en villas del Gran Rosario no hace más que mostrar aún más la
crueldad de esta barbarie. "¿Por qué será que los defensores de la
propiedad privada empiezan cuando se hizo el Registro Civil y no desde que los
mismos que lo hicieron le robaron las propiedades a los indios?" afirmaba
el P. Mugica.
12 - Conferencia
Episcopal Argentina (SM VI:56-57).
13 - Líneas
Pastorales para la Nueva Evangelización 32 y 58.
14 - J. de Acosta, De
Procuranda Indorum salute 1, IV c.11.
15 - Mientras un
obispo, desde la villa, se solidarizó con la situación de la
villa 31, otro obispo, conocido por sus cercanías al poder (y a los dineros del
poder) hizo una opción totalmente distinta (no ciertamente una opción por los
pobres).
16 - Lo cual sirvió a
una radio oficial, a un funcionario municipal y hasta a un conocido sacerdote
que frecuenta la TV a afirmar que los sacerdotes en huelga de hambre no estaban
en comunión con el Papa...
17 - No negamos el
silencio de otro gran grupo, movido por la incomprensión, la cobardía, las
ambiciones de "progresar" eclesialmente, el desconocimiento, o la
incapacidad de entender que la opción por el pobre es opción a dar la vida.
Foto tomada de www.radionovainternacional.com
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