Macri, ‘un hombre de trabajo’... jajaja
Eduardo de la Serna
Trabajo, conchabo, yugo, laburo... Son una serie de palabras y sinónimos coloquiales, lunfardos o habituales para referirse a una misma actividad. El Diccionario de la Real Academia, presenta muchas acepciones del término, y quisiera detenerme en tres:
4. m. Obra, resultado de la actividad humana.
6. m. Esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a capital.
12. m. pl. Estrechez, miseria y pobreza o necesidad con que se pasa la vida.
La primera pone su acento en la actividad; la segunda en el esfuerzo y la tercera en el padecimiento. Veamos: por cierto que no toda actividad y su fruto puede calificarse de “trabajo”; caminar es una actividad, comer también, y difícilmente sean trabajo, a no ser que “caminemos hacia el trabajo” o tengamos “almuerzos de trabajo”. Del mismo modo, no todo esfuerzo es trabajo; subir escaleras suele ser esfuerzo, y no trabajo. Y tampoco todo padecimiento es trabajo, como no lo es la enfermedad. Esto no significa que las definiciones propuestas sean falaces, simplemente sí que se corre el riesgo de que se pueda pensar o hablar de “trabajo” donde no lo hay.
Cuando se inundaba Buenos Aires y Macri estaba en el recital de Kiss, además de demostrar su mal gusto musical, hacía patente su desidia. Y ante las quejas por “no estar donde debiera” dijo “estaba haciendo mi laburo”. Ahora, ante los comentarios sobre lo desproporcionado e insensible del aumento del boleto de subte, le dice a la Presidenta de todos los argentinos que “me deje hacer mi trabajo”. Dejo de lado la evidente influencia de Durán Barba que se trasluce en los dichos para mostrar a alguien que trabaja; como en su momento mostró a un “ejecutivo” con el lema “haciendo Buenos Aires”; mi interrogante es -en este momento- otro:
¿Alguien vio, o por lo menos imagina, a Macri con actividad, esfuerzo o -peor aun- estrechez? Si hay algo que no puedo ni siquiera imaginar a Macri es trabajando. Ni Durán ha logrado hacernos suponer eso.
Y -peor aún- todavía la cosa se “complica” si miramos otras dos partes de las acepciones del término: la última habla de la miseria, pobreza y necesidad, y nadie sería capaz de siquiera insinuar algo de esto hablando del hijo de Franco (por no recordar que algunos hablan de la riqueza de la Presidenta, pero nadie habla de la riqueza de Macri; ¿tan naturalizado lo tenemos? ¿será síndrome de Estocolmo, acaso?).
Y -mucho peor aún- si miramos la segunda acepción aquí consignada, y es el trabajo como opuesto al capital. ¿Será acaso una suerte de irrealismo mágico el que quiera mostrarlo al niño Maurizio como hombre del trabajo, diferenciado (cuando no opuesto) al mundo del Capital? Porque si hay alguien que indudablemente es hijo del Capital en la Argentina, es Macri. Y esto significa -y se ve- competencia, cuando no conflicto, con el mundo del trabajo. ¿O no es enfrentar el trabajo en nombre del capital su re-veto a las fábricas recuperadas?, ¿o no es enfrentar al trabajo su enfrentamiento con los metro delegados, los docentes, el personal de la salud? Con frecuencia habla -le hacen decir- de “trabajo en equipo”, lo que tiene toda la apariencia de “otros trabajan, yo dirijo”. Lo cierto es que la imagen de trabajador “no le pega” a “Mauricio”; mucho esfuerzo tendrá Durán para sacar “un conejo de la vieja chistera”.