Dios nos convoca para dar frutos de vida
DOMINGO VIGESIMOSÉPTIMO - "A"
5 de octubre
Eduardo de la Serna
Resumen: en un canto el profeta contrasta el amor de Dios a su pueblo con la respuesta que este ha dado. Es todo lo contrario de lo que él esperaba y las consecuencias son evidentes, dios se desentenderá de aquello a lo que tanta dedicación había puesto.
Para comprender bien este texto poético, presentado como una “canción de amor”, resulta útil ver cómo está conformado:
[A] Voy a cantar a mi amigo la
canción de su amor por su viña.
[título]
[B]
Una viña tenía mi amigo en un fértil otero.
[C] La
cavó y despedregó, y la plantó de cepa exquisita.
Edificó una torre en medio de ella, y además excavó en
ella un lagar.
[D] Y
esperó que diese uvas, pero (y) dio agraces.
[E] Ahora, pues, habitantes de
Jerusalén y hombres de Judá, vengan a juzgar entre mi viña y
yo: ¿Qué más se puede hacer ya a mi viña, que no se lo haya
hecho yo?
[D’] Yo esperaba que diese uvas. ¿Por
qué ha dado agraces?
[C’]
Ahora, pues, les hago saber, lo que pienso hacer con mi viña:
quitar su seto, y será quemada; desportillar su cerca,
y será pisoteada.
[B’]
Haré de ella un erial que ni se pode ni se escarde, crecerá la zarza y
el espino, y a las nubes prohibiré llover sobre ella.
[A’]
Pues bien, viña de Yahvé Sebaot es la Casa de Israel, y los hombres de Judá son
su plantío exquisito.
Esperaba
de ellos justicia, y hay iniquidad; honradez, y hay alaridos.
[conclusión]
La
forma concéntrica muestra (A) un título y una conclusión que aluden a Israel
como viña de Yahvé. Una viña plantada para obtener frutos. En segundo lugar (B)
el contraste entre el principio y el final a partir de los (no) frutos
conseguidos (fertilidad / desierto). Todo lo que fue preparado (C) para que la
viña logre su cometido es desarticulado. La causa es que si bien el objetivo
eran las uvas, lo conseguido fueron frutos agrios. En el centro se ubica la
invitación a los oyentes a “juzgar”, es evidente que más no se podía hacer. El
objetivo no cumplido, sino malogrado es el que ha llevado a toda la inversión: lo
preparado para proteger la viña ahora es desarticulado, lo que era fértil ahora
es erial.
Y
la razón de todo es la diferencia entre el fruto esperado y el fruto logrado.
La ironía entre uno y otro se percibe mejor en hebreo: esperaba “derecho”
(mispat) pero hubo “crímenes” (mispah), esperaba “justicia” (tzedaqa‘) y hubo
“clamores” (tze’aqa‘). El “derecho y la justicia” es algo fundamental en
Israel. El texto nos afirma que “para eso” Dios lo eligió. Pero lo que han dado
es lo opuesto: derramamiento de sangre y clamores (gritos de dolor, un término
muy frecuente en la Biblia, cf. Ex 3,7.9. Dios no es indiferente a esos
clamores (Ex 22,22) como al clamor de la sangre de Abel (Gen 4,10). Tal es el
mal fruto que la viña ha dado a aquel que ha dedicado todos sus esfuerzos de
amor a la viña, tantos que todos pueden juzgar ¿qué más se podría hacer que no
lo haya hecho?
Resumen: A modo de conclusión de la carta, Pablo recurre nuevamente a los afectos que son claros entre él y la comunidad de Filipo. Para ello los exhorta a vivir conforme a lo que ha enseñado en una nota marcadas por la alegría y la paz.
La
conformación de la carta a los filipenses es muy discutida. Varios autores
suponen que hay varias cartas originales en su seno (se suele hablar de dos
cartas y una nota breve). El texto que presenta hoy la liturgia es,
precisamente lo que relaciona esta nota (4,10-20) con la segunda carta
(3,1b-4,3). Forma parte, se dice, de la conclusión de la primera carta donde no
hay un tema organizado. Más bien se parece a una suerte de temas genéricos que
se desean a los destinatarios al concluir.
Literariamente
es una conclusión (los retóricos la llaman peroratio),
y hay elementos interesantes a tener en cuenta en este punto: es frecuente que
se caractericen – como aquí – por lo afectivo [propiamente la unidad abarca los
vv.4-9]. La ausencia de adversarios o conflictos, que sería de esperar
habitualmente, revela la excelente relación de Pablo con la comunidad, y que lo
dicho en el c.3 frente a quienes predican la circuncisión o bien es posterior a
esta unidad – como pensamos – o que Pablo está confiado en que los filipenses
no darán crédito a la predicación judaizante. Es interesante que toda esta
serie de elementos de la vida cristiana a los que Pablo alude comienzan con la
alegría y terminan con la paz.
La
insistencia en la alegría (v.4)
retoma lo dicho en 3,1a; quizás sea su continuación interrumpida (sea por el
añadido posterior, o sea por razones retóricas), por la unidad referida a los
predicadores de circuncisión: 3,1b-4,3. Pero aquí la alegría – tema principal
de la carta – aparece como mandato, ¡y en plural!, la comunidad toda debe vivir
en alegría, no es un “consejo de piedad individual”. Lo siguiente que se dice
es la “clemencia” (epieikês), que contrasta con la fría
justicia estricta, es la magnanimidad, y junto con la “mansedumbre” es
característica de Cristo (2 Cor 10,1; ver Sal 85,5 LXX), pero esta cualidad es
algo que todos los de fuera deben ver como característica de los cristianos. La
frase “el Señor está cerca” puede
entenderse o bien en un sentido cristológico (y hacer referencia temporalmente
a que está próxima su venida) o en sentido teo-lógico: “el señor está cerca de
aquellos que lo invocan” (Sal 145,18; ver 34,19; 119,151 y el contraste: “no
estés lejos”, 22,2.20). Siendo que la referencia que viene a continuación alude
a la oración está última lectura es posible. Puesto que Dios se ha vuelto
cercano, no hay motivo para “angustiarse”
por razón alguna. Ciertamente Dios es más grande que cualquier dificultad que
la comunidad tuviera. La referencia a la oración la remarca con tres términos
que se acompañan mutuamente: oración, petición y pedidos (proseujê, deêsei y aitêmata) todo esto acompañado de
“acción de gracias” (lo que revela el estar libre de ansiedades). Todo esto
conducirá (en futuro) claramente a la “paz” (eirênê) de Dios. La idea “paz de Dios” se suma a que “sobrepasa”
todo, lo que tiene una marcada nota de contraste con la “pax” romana. Filipos
es ciudad militarizada (colonia romana), y señalarle a los destinatarios la paz
que es “de Dios”, que está asegurada como fruto de la oración y que está por
encima de todo, sin duda libera a los destinatarios de toda angustia (la
metáfora militar de la paz tiene connotaciones contraculturales en el contexto).
La paz no es instituida por la violencia y la presión sino por el amor.
Precisamente por esto señalará cualidades morales, con connotaciones
greco-romanas y también específicamente cristianas en los versículos que siguen
(vv.8-9).
Es
interesante el contraste entre los vv. 8 y 9. Mientras en v.8 no hay un “y” (kaì) que relacione todo y se dice
literalmente: “cuanto es verdadero, cuanto venerable, cuanto justo, cuanto
puro, cuanto agradable, cuanto admirable, si virtuoso y si valioso, ténganlo en
cuenta”, en v. 9 el “y” (kaì) aparece
frecuentemente: “y lo que aprendieron, y recibieron, y escucharon, y vieron en
mí, eso practíquenlo y el Dios de la paz estará con ustedes”. Se ha señalado
que los primeros refieren a virtudes características entre los moralistas
greco-romanos, mientras los segundos son virtudes propias de los cristianos:
las más importantes virtudes sociales (del ambiente) ¡y estéticas!, alcanzan su
plenitud “en Cristo”. Es posible. Vv. 8-9 completan lo preparado en 4-7 y
nuevamente – como allí – la conclusión está dada por “la paz”. La fe cristiana,
para Pablo, no niega los valores de las culturas sino que los valora; aunque la
excelencia se obtiene imitando a Cristo, lo verdaderamente valioso. La paz de
Cristo no se asemeja en nada a la “pax romana”; el Emperador no puede cambiar
los corazones; la paz de Cristo dura “por siempre”
Resumen: En una parábola, a la que Mateo añade un versículo muy importante (v.43) destaca la importancia de que el pueblo de Dios le dé a su “propietario” los frutos que le pertenecen. La violencia de los antiguos tenedores, ejercida sobre el hijo, hará que ese “pueblo" cambie de manos.
La parábola llamada
de “los viñadores homicidas” se encuentra en Marcos, y Mateo la retoma
haciéndole algunos interesantes añadidos que refuerzan su teología.
Destacaremos especialmente estos elementos:
Por lo que parece, la
parábola ya tenía elementos alegóricos por su obvia referencia a Isaías 5
(primera lectura), pero Mateo profundiza esta alegoría reforzando la semejanza
con el texto.
Is 5
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Mt 21
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Una viña tenía mi amigo en un
fértil otero. La cavó y despedregó, y la plantó de cepa exquisita. Edificó
una torre en medio de ella, y
además excavó en ella un lagar. Y
esperó que diese uvas, pero dio agraces. (vv.1-2)
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«Escuchen otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y
se ausentó. (v.33)
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Ahora, pues, voy a hacerles saber, lo que hago yo a mi viña: quitar su
seto, y será quemada; desportillar su cerca,
y será pisoteada. (v.5)
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Una breve nota sobre
la “alegoría” y la “parábola”. Una parábola es un texto narrativo en el que se
pretende resaltar un elemento que se ha de tener en cuenta. La alegoría, en
cambio, presenta muchos aspectos que han de entenderse simbólicamente y se
dirigen a la comprensión. Hay algunos casos de parábolas que presentan algún
elemento alegórico, como es el caso de la que comentamos, pero eso no significa
que todo el texto sea una alegoría. Leerlo de este modo puede implicar forzar
el sentido, y perder de vista el sentido principal.
El contexto lleva a un agravamiento progresivo del
conflicto que desde la expulsión de los vendedores (v.12-17), el debate sobre
la autoridad (v.23-27) y la referencia a que “publicanos y prostitutas los
precederán en el reino” (v.28-32) se va acentuando a cada momento. El texto
tiene dos grandes partes que comienzan cada una por "cuando"
(vv.34.40) y tienen "frutos" formando una inclusión (vv.34. 43,
cf.41); la primera se centra en la infidelidad y la constancia de Dios, la
segunda acentúa el castigo.
Al decir “escuchen”,
Mt la dirige a los jefes que es a quienes interpela. El personaje es un "propietario"
(cf. 13,27; 20,1.11; cf. Mc 14,14) que alude a las relaciones entre Dios y la
humanidad como "señor-siervos" (cf.10,25; 13,27; 20,1.11). No se
trata entonces tanto de la viña sino de la propiedad, la propiedad de Dios, y
su alejamiento subraya la responsabilidad de los viñadores.
Presentado el tema, comienza el desarrollo de la
parábola presentado con el primer “cuando”.
La alegorización que se va descubriendo permite sospechar que el "tiempo de frutos" (cf. 13,30) aluda
a su vez al Reino se acerca: 3,2; 4,17; 10,7; cf. 26,45s; 12,28); cf. 24,32s donde
se acerca el tiempo escatológico. El tema refiere a entregar a Dios los frutos
del Reino; se remarca la fidelidad o infidelidad a la alianza como puede verse
en Sal 1,1-3.
El envío de los "siervos" [Marcos había dicho “un siervo”] en dos turnos puede
aludir a los profetas (23,34.37/ Lc 13,34) o a profetas y justos (13,17),
aunque no conviene alegorizar excesivamente. Narrativamente es razonable que
haya más de un envío antes del último.
La violencia de los encargados alude al agravamiento
de las relaciones que hemos destacado: golpear
y matar lo destaca; el apedreamiento, en cambio tiene otras
connotaciones (cf.
2 Cr 24,21; Heb 11,37; Lc 13,34; Mt 23,37; sobre el destino de los profetas (cf. Jer 26,23; 20,8; cf. Neh 9,26).
Al enviar el hijo,
el propietario juega toda su autoridad, reforzando la relación (Marcos había dicho
“un hijo amado”, Mateo destaca que es “su”
hijo). Esto lo hace "finalmente"
(hysteron) lo que indica que se trata
de la última oportunidad (4,2; 21,30; 25,11; 26,60). "Hijo" es común
en Mt (2,15; 3,17; 4,3; 8,29; 14,33; 16,16; 26,63; 27,43.54). La reflexión del
padre sospechando que "respetarán" supone que habrá respeto al padre/propietario
en la persona del hijo.
Cuando los labradores afirman que "es el heredero" eso supone
reconocimiento, es decir que no hay error. Con esto se revela la gravedad de
rechazar a Dios en la persona del hijo; Cristo está en conexión con el envío de
los profetas, pero más que eso, como "hijo"
y "heredero" (16,16; cf. Hb
1,1s), con lo que aparece como profeta escatológico. Hay, además, una ironía en
que Israel no se reconoce como el heredero.
El orden: sacado
fuera-asesinado (= Lc; en Marcos era matado y echado fuera, 12,8) no
implica un saber histórico de que Jesús fue matado fuera de la ciudad (cf. Lv
24,14-16.23; Nu 15,36; Dt 22,24; Hch 7,58 y también Lev 16,27) pero de todos
modos la referencia acentúa la alegoría.
La parábola propiamente finaliza aquí, pero
partiendo de ella – y suponiendo que los interlocutores siguen con la imagen
mental y han comprendido a qué/quiénes se ha referido, pasa a la segunda parte
del relato con el segundo “cuándo”.
Que haya una respuesta de los interlocutores es
común en Mt. En este caso "hará
perecer" ¿refiere a la caída de Jerusalén o implica alegorizar
demasiado? Esos "otros" a los que se entregará la viña se especifican
en v.43, no se trata de un simple cambio de jefes: ¿es el reino y el pueblo
representado por los jefes?, ¿es el templo y los sacerdotes expulsados por los
pobres y los justos con los que Jesús se identifica? No debemos forzar la
alegoría, refiere a que quienes reciban al hijo entrarán al servicio de Dios;
Jesús les revela su responsabilidad.
La frase preguntando si "nunca han leído" revela
que el contexto es evidentemente apologético y polémico (ver 12,3.5; 19,4;
21,16; 22,31).
Con la cita del Salmo 118 se da un paso del interés
del reino en la obra de Dios al tema de la resurrección de Jesús (un cambio cristológico),
un paso del tema de la viña / propiedad al tema del hijo. El "rechazo"
es el término técnico de una moneda juzgada falsa por un experto (Jer 6,30)
pero es utilizada con frecuencia en el NT para aludir al rechazo que ha
padecido Jesús por parte de las autoridades (“constructores”) cf. Mc 8,31; Lc
17,25; 1 Pe 2,4. Al aludir a la "piedra angular" no es importante
saber si refiere a la piedra del ángulo de la casa – a la base – o a la piedra
que remata el arco en la superficie, lo que cuenta es que se trata de la piedra
principal.
Aquí Mateo interrumpe el tema de la “piedra”, que
continuará en v.44 para insertar un dicho que le es propio y que refleja un
elemento central de su teología:
Los sacerdotes no han creído; otros – el Nuevo
Israel – dará fruto. Explicita el v.41, el rechazo de Israel relacionando este
versículo con un Nuevo Pueblo; la viña designa el Reino, por tanto los
viñadores designan a Israel. Se les quitará “el reino” para darlo a otro “pueblo”
(no usa laos sino ethnos) quizá
designa una nueva generación (Jer 7,28-29); "nación” fiel serán los que
den frutos (cf. Rm 9,25; 1 Pe 2,10). La "viña" designa la obra de la
salvación confiada a Israel por la alianza el centro está claro: pide cuentas
al judaísmo incrédulo y anuncia la sustitución por un nuevo Pueblo de Dios. La
referencia a Isaías lleva a remontarse a Israel, pero se da una nueva dirección
en este versículo: en la parábola ya no es Israel sino el Reino (cf. Jer
7,24-26; Mt 23,34-36; cf. 27,25). Los frutos del Reino son una justicia
superior a la de los fariseos (5,20). Sugiere castigo y promesa: recusación del
antiguo pueblo y formación del Nuevo. Llegando al tema del Reino, Mateo dio con
el sentido original y de allí dio un paso eclesiológico: con esto subordina la
cristológico a lo eclesiológico.
Que el reino sea "de Dios" (y no de los
cielos), que los frutos se produzcan y no "entreguen" (cf. 21,41) y
que se hable de "un" pueblo invita a pensar que el texto es propio de
Mateo; la viña designa el reino; "dar-quitar" es también de Mt 13,12 (cf.
25,29). Al utilizar el singular (a “un pueblo”) no designa a "las
naciones", sin duda se refiere a "la Iglesia" (cf. 1 Pe 2,9
donde ethnos y laòs están en paralelo); es una sentencia cristianizada (cf. Jer
7,28-29).
La parábola con el añadido de Mateo apunta al
destino del reino en perspectiva eclesial que engloba lo cristológico: el
advenimiento del nuevo pueblo de Dios va ligado al destino del enviado-hijo, es
importante ponerse de su lado. De todos modos es importante notar que cuando
Mateo escribe esto ya era un hecho, la Iglesia se sabía “nuevo pueblo”, por lo
que el mismo juicio a los labradores puede caer sobre la iglesia: el criterio
es la fidelidad, todos deben dar a Dios los frutos que le pertenecen.
El v.44 retoma el tema de la piedra en un dicho formado
con Dn 2,44 + Is 8,14. El versículo es omitido en algunas Biblias – suponiendo
que está tomado de Lucas – pero hay que mantenerlo. El juicio será según sea la
respuesta dada en relación a la aceptación o rechazo de la piedra-Jesús
(nuevamente pasa a lo cristológico). Retoma – para concluir – el auditorio,
pero a los “sumos sacerdotes” les añade a los "fariseos" lo que es
anacrónico para tiempos de Jesús (cf. también 27,62), pero es coherente para tiempos
del evangelista. El pueblo (ojlos,
multitud) una vez más le sirve a Jesús de escudo ante los que intentan
capturarlo (14,5; 21,26).
Una breve nota sobre la Iglesia, el “nuevo pueblo” e
Israel en Mateo. En la comunidad de Antioquía – donde Mateo escribe – hay una
comunidad judía muy importante, ligada estrechamente a los “fariseos”, al grupo
rabínico. La comunidad de Mateo parece “pequeña” en ese entorno (notar el uso
de “pequeños” en Mateo) pero entra en conflicto con ellos por reconocerse unos
y otros como los “verdaderos” hijos de Israel. La insistencia en Mateo de que
las escrituras se “cumplen” o la pregunta acerca de si “¿no la han leído?” debe
entenderse en este sentido. Lo mismo que el texto, que tantos conflictos causó
por su mala comprensión, de 27,25: “su sangre sobre nosotros y nuestros hijos”
(y el lavado de manos de Pilatos). El texto debe entenderse en el conflicto
mutuo de reconocerse (y no reconocer al otro) como verdadero pueblo de Dios
(“se le dará a otro pueblo”). Lamentablemente esta mala lectura causó estragos
en nuestras relaciones con los judíos (y en sus vidas), nuestros “hermanos
mayores” las que, es de desear, jamás vuelvan a repetirse.
Foto tomada de tallerdebelenismo.forocreacion.com