Los tiempos nuevos están
llegando
EL
BAUTISMO DEL SEÑOR – “B”
11 de enero
11 de enero
Eduardo de la Serna
Resumen: el descenso de la palabra de Dios parece ser el motivo de la incorporación del texto en la liturgia. Palabra que no vuelve al cielo sin haber producido el fruto para el que fue enviada.
Si bien es bastante debatido hoy en día la
existencia de un gran profeta al que se conocía como “Segundo Isaías” [cuya
obra se encuentra en los caps. 40 – 55 del libro del profeta Isaías] y muchos
prefieren ver aquí una obra colectiva, se sigue sosteniendo, en general, que el
libro presenta palabras pronunciadas durante el exilio y ante la inminencia del
final del exilio (o primeros momentos del post-exilio; sea como fuere se sigue
hablando del “Segundo Isaías”). El mensaje de liberación dirigido a aquellos
que se encontraban en la situación de opresión es ciertamente un grito de
esperanza. Las personas en ese contexto son obviamente pobres, oprimidos, sin
dinero, y con hambre. El contexto económico, entonces, del texto sin duda es
esperanzador y no conviene leerlo espiritualmente.
La sed es una temática frecuente en el ambiente del
desierto (Ex 17,3; Neh 9,15.20) y también en el asedio militar (Dt 28,48; Lam
4,4) incluso existen, en algunos poblados, vendedores de agua que vocean por
las calles o es frecuente que por la tarde las mujeres fueran a los pozos a
buscar agua para el día que comienza. Se utiliza también metafóricamente
(“tierra sedienta”) para referir a los lugares áridos (Dt 29,18; Is 44,3). En
varios textos de Isaías se hizo referencia al agua (41,17; 43,20; 44,3; 48,21;
49,10). También ya se ha encontrado en el libro la referencia al banquete. Pero
si en 25,6 el acento estaba puesto en la calidad de los manjares, aquí el
acento está puesto en la gratuidad. Los verbos lo repiten con insistencia:
Los “que no
tienen plata”, “sin plata y sin pagar”,
por qué “gastar dinero”, “(gastar) salario”… si v.1 insiste en lo gratuito,
v.2 en el sinsentido de usar el jornal en lo que no alimenta (puede aludir al
dinero que no alcanza, a causa de la opresión o la inflación, o al pago
usurario o las tasas imperiales), lo cierto es que el acento está puesto en la
fiesta y la comida. El fin del versículo podría traducirse “escúchenme
escuchando” y lo que Dios quiere es que coman cosa buena (tôb), disfrutar algo sustancioso (con grasa) para la vida (néfes, vida, garganta, alma).
Inclinar el oído está en continuidad con lo que dijo
(“háganme caso”) y es lo principal a continuación (inclinar el oído, acudir a
mí, oigan y vivirá su néfes). Esta
vida, añorada y amenazada por los exiliados es ahora una nueva promesa de Dios,
una alianza reconfirmada (literalmente “cortada”, como se cortan los animales
con los que se “sella” la alianza amenazada por los buitres; cf. Gen 15,7-11).
Como aquella firmada con David (ciertamente dirigida a un pueblo que ya no
tiene rey por lo cual en este caso es una invitación a la esperanza). Pero es
la vieja alianza reformulada, precisamente; alianza cuya característica es el
amor (jésed) y la fidelidad (ne’eman) [cf. 2 Sam 7,15-16; Sal 89].
Sin embargo, precisamente esta imagen de la alianza,
que es calificada de “eterna”, del venir a Dios, del banquete ha de entenderse
en el sentido liberador del Dios que da la vida a su pueblo y a los exiliados,
a diferencia de los dioses de los otros pueblos – de Babilonia especialmente –
que dan la muerte. Esta vida está expresada en el banquete de la gratuidad.
La oferta de 1-3 se concreta a continuación en 4-5. El lenguaje es
el de la alianza, como se dijo. Esa alianza “para ustedes” extiende a toda la comunidad lo que se había dicho de
David. El centro de su interés es Israel (tanto los exiliados en Babilonia o
por el resto del mundo, como los habitantes de Jerusalén). No es seguro si el
texto habla de las promesas / beneficios “a” o “de” David. La semejanza con Sal
132,10 y 2 Cr 6,42 revela que se pide a Yahvé que tenga en cuenta lo que él
había prometido. El Salmo 89 se mueve en un mismo horizonte lingüístico. Puesto
que ya no hay “David” lo que se pide es una renovación creativa de aquellas
promesas divinas. Él “había sido
constituido” caudillo de su pueblo y las naciones. El pueblo es testigo
ante las naciones. Probablemente esté pensando, el autor, en el grupo (o parte
de) que se encuentra en el cautiverio babilónico señalando que serán los que “conducirán” la restauración. El párrafo
se cierra aludiendo a la intervención liberadora de Dios (algo propio en el
“Segundo Isaías”).
El
profeta había comenzado su texto invitando a los sedientos y a los que no
tienen dinero a recibir sus dones sugiriendo que la sabiduría consiste en
escuchar el mensaje del profeta y regresar a la reconstrucción de Jerusalén
donde se cumplirá lo anunciado a David. Pero el único apoyo que tienen para
creer radica en la confianza en la “palabra” de Dios, ya que las instituciones
visibles de Israel (el rey, la tierra, el templo) han desaparecido. Esa palabra
“cumple” aquello para lo que fue enviada.
En
este caso, como es frecuente en varios profetas el acento está puesto en que
Yahvé está cerca (ver Am 5,4; Os 10,12; Is 9,12; 31,1; Jer 10,21; 29,13).
Siendo que el tema se encuentra también en Jeremías, Deuteronomio y Crónicas
(cf. 2 Cr 12,14; 14,3.6; 16,12; 19,3; 22,9; 26,5) parece tratarse de un tema
común ante el fin del exilio.
Dt 4:29
|
Jer
29:13-14
|
Is 55:6
|
Desde allí buscarás a Yahveh, tu Dios; y le encontrarás
si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.
|
Me buscarán y me encontrarán cuando me soliciten de todo corazón me
dejaré encontrar de ustedes (– oráculo de Yahveh–; devolveré sus cautivos,
los recogeré de todas las naciones y lugares a donde los arrojé– oráculo de
Yahveh– y los haré tornar al sitio de donde los hice que fuesen desterrados).
|
Busquen a Yahveh mientras se deja encontrar, llámenle
mientras está cercano
|
Esa
búsqueda – cosa extraña en el Segundo Isaías – se manifiesta con connotaciones
morales y utiliza el verbo “perdonar”.
Esto implica abandonar los otros dioses (notar la fuerza de “nuestro Dios”,
v.7). «Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan
grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios siempre
que le invocamos?» (Dt 4:7).
Sin embargo, esta cercanía de Dios con su pueblo se
contrapone a la distancia impresionante entre los planes de Dios y los planes
de los oyentes. Esto queda diagramado de un modo concéntrico donde se resalta
la distancia:
A.- Mis pensamientos no son sus
pensamientos
B.- Ni sus caminos son mis caminos
C.- Porque cuanto más alto son los
cielos que la tierra, así son más altos
B’.- Mis caminos que sus caminos
A’.- Y mis pensamientos más que sus
pensamientos.
Pero
estas palabras y planes – como se ve en vv.10-11 – son de salvación, de vida y
de alegría.
El discípulo de Isaías se dirige a los cautivos en
Babilonia (la elite del pueblo), les afirma desde el comienzo que se aproxima
el momento, y es inminente, en que podrán volver a la tierra de Israel. La
situación de los cautivos es terrible. Allí, cada año deben escuchar el canto
triunfal del relato Babilónico de la Creación que les repite, cada año nuevo,
que
Tú (Marduc) eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu orden es Anú (el dios del cielo); tú, Marduc, eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu palabra es Anú. Desde este día, inalterable será tu sentencia; ensalzar o humillar estará en tu mano; tu palabra será inmóvil, tu mandamiento será indiscutible (Enuma Elis, tabl. IV, líneas 3-9).
En este texto, el discípulo de Isaías les anuncia
una suerte de parábola sobre la palabra de Dios que se puede ver en cómo está
armado el texto:
a.
Como desciende la lluvia o la nieve de los
cielos
b.
Y no vuelve sin haber saturado la tierra
c.
Sin haberla fecundado y
hecho germinar (…)
a’. Así será mi palabra, la que saldrá de mi
boca;
b’. No volverá a mí vacía
c’. Sin
haber hecho lo que yo desee (…)
La lluvia o la nieve (a.b.c.) son metáfora que
ilustra la segunda parte (a’.b’.c’.), la referencia a la palabra. El campesino
sabe que los campos jamás serán productivos y fecundos sin la lluvia. Pero, de
todos modos, la lluvia no es suficiente para producir el pan: es necesario el
trabajo campesino que es el que cosecha y produce el pan. Este pan es el que da
la vida; la obra de la lluvia es el primer paso. Cuando el agua – como el
enviado a anunciar la palabra, el profeta – vuelva a los cielos ya ha fecundado
los campos. Ahora falta la tarea del campesino para que haya pan. Del mismo
modo, la palabra que Dios ha pronunciado por intermedio del profeta no quedará
sin producir liberación. Como el pan, la liberación es vida para el pueblo.
Como se insinuaba en Gen 1, la palabra de Dios es creadora de historia, y esta
es “historia de salvación”. Como con el trigo y el pan, este paso liberador,
anunciado por la palabra, deberá ser realizado por la humanidad en la historia.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5, 1-9
Resumen: la fe y el amor nos unen plenamente a Dios como hijos sujos. Y nos hacen vencer sobre el mundo, el ambiente hostil a Dios y sus proyectos. La muerte de Jesús y su resurrección nos llevan a creer, de eso son testigos los sacramentos.
Una serie de elementos marcan el texto litúrgico. En realidad hay
muchos temas que pertenecen a la teología de la carta, pero que no hacen
–expresamente – al sentido de su elección para esta fiesta litúrgica. Sin duda
la referencia al “agua” y al “espíritu” son las razones que deben destacarse.
En la primera parte se pone “amar” y creer” en paralelo ya que si
en 4,7 había dicho que “todo el que ama ha nacido de Dios”, ahora señala que
“todo el que cree… ha nacido de Dios” (5,1). Lo cuan ahonda al señalar a
continuación que “todo el que ama al que da el ser (= Dios) amará también al
que ha nacido de él (= ¿Cristo?, ¿los creyentes?, ¿ambos?)”. a continuación
destaca que el que cree “vence al mundo” (v.4). No hay que olvidar que en la
literatura joánica, el “mundo” no se refiere a la “tierra”, en contraste con
“el cielo”, sino al ambiente adversario de Jesús y su comunidad [por eso el
diablo es el “príncipe de este mundo” (Jn 12,31; 14,30; 16,11), o el reino de
Jesús “no es de este mundo” (18,36); el “reino de Dios” – en el aquí y ahora –
se vive en la fe y el amor]. Ya Jesús ha “vencido al mundo” (Jn 16,33), y es la
fe-amor la que lo vence.
Decir que “vino con agua y con sangre” puede aludir a la muerte de
Jesús y su costado traspasado (Jn 19,34). Jesús el Mesías vino en su pascua
para ser recibido por la fe y el amor a semejanza suya. Agua y sangre pueden
también aludir al bautismo y la eucaristía (3,5; 7,37-39; 19,30; y 6,53-56).
Lo propio del agua, la sangre y el espíritu es dar testimonio.
Testimonio “de Dios acerca de su hijo” (v.9) para que crean (v.10). La fe es el
objetivo del testimonio, fe en Jesús a quien se ha de creer. Lo que Dios
testimonia sobre Jesús es su resurrección como triunfo sobre la muerte.
+ Evangelio según san Marcos 1, 7-11
Resumen: las antiguas expectativas alcanzan su cumplimiento, llega el “día del Señor”, y Jesús comenzará, en su bautismo, su ministerio.
Antes de comenzar
el ministerio de Jesús, Marcos (y luego lo seguirán Mateo y Lucas) presenta una
triple secuencia: presentación de Juan, el bautista, bautismo de Jesús y
tentaciones en el desierto. Cada uno tiene sus elementos propios e interesantes
para el comentario. Veamos aquí lo que se destaca en el texto de Marcos.
Para comenzar señalemos que el texto litúrgico no comienza en v.9
donde da origen la escena del bautismo sino que viene preparado por una breve
presentación de la predicación de Juan. Luego de la expresa mención al
cumplimiento de las escrituras (vv.2-3) Marcos presenta a Juan señalando el
lugar de su acción bautista (v.4), los destinatarios (v.5), vestimenta y
alimentación (v.6) y el contenido de su anuncio (vv.7-8). Esta última es tenida
en cuenta en el texto.
La frase “detrás de mí”
debe entenderse en sentido temporal, no espacial. Y lo que afirma de ese que
viene es que es “más fuerte”, término
que no es frecuente en los Evangelios. Es posible que aluda al guerrero divino
y sus agentes en la batalla.
Lo que afirma es que a este ni siquiera es capaz, apto o
competente para “inclinarse” para
desatar sus sandalias, algo que es de esperar que hagan los esclavos. Por
ejemplo Lev 25,39-40 afirma que si un israelita debe entregarse como esclavo de
otro, no se lo tratará como un esclavo. A la luz de 1 Sam 25,41, lo que dicen
los rabinos que no ha de hacer es lavar los pies de su patrón. En ese sentido
afirman:
“R. Joshua b. Levi dictaminó: Toda clase de servicio que un esclavo debe rendir a su amo un discípulo debe rendir a su maestro, excepto el de desatar su calzado.” (Talmud de Babilonia, Kethuboth 96a)
Juan
está afirmando que es menos que un esclavo ante “el que viene”.
A
continuación Juan hace una correlación entre dos tipos de bautismo, uno con
agua y otro con Espíritu Santo. La relación entre agua y espíritu se remonta a
Ezequiel, y es interesante su relectura en la regla de la comunidad de Qumrán:
Eze 36:25-27
|
1
QS 4,20-23
|
Los rociaré con un agua pura que los purificará: de todas sus inmundicias
e idolatrías los he de purificar. Les daré un corazón nuevo y les infundiré
un espíritu nuevo; arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un
corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y haré que caminen según mis
preceptos y que cumplan mis mandatos poniéndolos por obra.
|
Entonces
purificará Dios con su verdad todas las obras del hombre, y refinará para sí
la estructura del hombre arrancando todo espíritu de injusticia del interior
de su carne, y purificando con el espíritu de santidad de toda acción impía.
Rociará sobre él el espíritu de verdad como aguas lustrales para purificarlo
de todas las abominaciones de falsedad y de la contaminación del espíritu
impuro.
|
Parece
que en Marcos, el espíritu es presentado como una etapa superadora del agua.
Y
a continuación irrumpe en la escena “el
que viene”, algo que ocurre en un cambio de tiempo (“por aquellos días”). Sorpresivamente, no se dan datos biográficos
de Jesús más que decir que viene de Nazaret
de Galilea.
Se
afirma que el cielo se “rompió” (sjizomenous; el mismo verbo usado para
el velo del templo en la muerte de Jesús, 15,38).
La
comparación del Espíritu con una paloma no se encuentra en la biblia hebrea
aunque hay pequeñas referencias: El rabino Ben Zoma afirma que el espíritu de
Dios volaba sobre las aguas (refiere a Gen 1,2) como una paloma; y el tárgum
del Cantar de los cantares afirma que el arrullo de la tórtola es “la voz del
Espíritu Santo de salvación que habla en Abraham…” (2,12). En general, el
espíritu actúa en personas dándoles una fuerza extraordinaria (Jue 14,6.19),
provocando un éxtasis (Num 11,25; 1 Sam 10,6.10), transporta personas de un
lugar a otro (1 Re 18,12; 2 Re 2,16; Ez 3,12.14; 8,3; 11,1.24; 43,5) o les da
el carisma de conducción (Jue 3,10; 1 Sam 16,13) o de profecía (Mi 3,8; Neh
9,30) o de realeza (Is 11,1-9). No es improbable que el texto de Is 61,1-2 esté
en el sustrato del texto (algo que Lucas explicitará).
La
voz del cielo remite a textos bíblicos:
«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (v.11).
La
referencia al Hijo señala el cumplimiento de lo dicho en Sal 2,7: «Voy
a anunciar el decreto de Yahveh: Él me ha dicho: «Tú eres mi hijo; yo te he
engendrado hoy». No
necesariamente el término indica adopción en su formulación, pero es evidente
que así es leído por los lectores de Marcos.
El
“amado” puede aludir a Isaac, el hijo “amado” de Abraham (Gen 22,2) pero es más
probable que aluda a Is 42,1 (el paralelo entre 42,2 y 41,8 muestra que “amado”
y “elegido” son paralelos). Pero la referencia que sigue a la “complacencia” es
más explícita referencia a Is 42,1: «He aquí mi siervo a quien yo
sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre
él: dictará ley a las naciones». La imagen de la complacencia y la donación del
espíritu invitan a notar que Is 42 ilustra lo dicho por la voz del cielo. Is 42
constituye el primero de los así llamados “cantos del siervo sufriente de
Yahvé”.
De este modo, la voz del cielo alude al mesianismo real (el rey
que es elegido) y el justo que sufre. En cierta manera los dos títulos de
Cristo que serán el programa del Evangelio: el Cristo, el hijo de Dios (que
será reconocido en la pasión) son introducidos por la voz del cielo. No se
trata de un mesías militar y armado sino sufriente y crucificado.
Una nota sobre el posible marco anti-imperial de la escena: siendo
que los emperadores han accedido al poder siendo “hijos adoptivos” (Octaviano,
Tiberio, Nerón…) pero que estos desplegaron un poder caracterizado por el
águila imperial que despliega su poder, no es extraño que Marcos quiera
contrastar con otro hijo adoptivo que se caracteriza por la presencia de una
paloma. Es algo para tener en cuenta.
Para una mejor comprensión del texto es bueno recordar (se lo ha
comentado en días anteriores) que Juan el Bautista es presentado en Marcos (y
Mateo) como “Elías que ha de venir”.
El texto de Malaquías 3 afirmaba que el “mensajero”,
que es Elías vendrá previamente al “día del
Señor”. En el esquema tradicional de “siete
cielos” Dios se encuentra en el más alto, y en una “revelación” (=
apocalipsis) es habitual que los celos se abran (no que se rasguen, como en
Marcos; pero sí en Mateo [3,16]).
“En el más alto habita la Gran gloria, en el Santo de los Santos superior a toda Santidad” (Testamento de Leví 3,4).
“Los cielos se abrirán sobre él para verter las bendiciones del Espíritu del Padre Santo. Él mismo derramará también su gracia sobre ustedes. Serán sus hijos en la verdad y caminarán por el sendero de sus preceptos, los primeros y los últimos” (Testamento de Judá 24,2-4, pero este texto – si no todo el libro – tiene probables influencias cristianas).
El espíritu ha sido retirado, por eso – por ejemplo – ya no hay
más profetas.
Pero en este momento, súbitamente, nos encontramos con un profeta,
y más aún, el mismísimo Elías, con que el cielo se rompe, que desciende el
espíritu, que Dios habla… ¡Ha llegado “el
día del Señor”! Con este signo Jesús comienza su ministerio.
Foto tomada de fondospaisajess.com
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