Un círculo vicioso más
Eduardo de la Serna
Tengo ante mí el ejemplar de fin
de año del semanario peruano “Somos”. Es la revista dominical del diario El
Comercio, el diario “hegemónico” de Perú. El número, como es frecuente en todas
las publicaciones findeañeras hace un balance del año y mira algunas
perspectivas para el próximo 2015. Como es habitual también, además de una
mayoría de noticias sobre Perú, hay farándula, chistes, horóscopos y
predicciones… e internacionales. Las próximas elecciones en Argentina son aquí un
tema importante. Sobre esto escribe ¡un periodista de Clarín! (Facundo Landivar), y allí afirma tres
cosas [que quizás no diría con tanta nitidez en la prensa argentina]: que el
candidato Scioli es "un oficialista no oficialista" [1], que los
otros candidatos, Massa y Macri uno es un globo desinflado y el otro no hace
pie fuera de la ciudad capital y unos pocos distritos más [2] y que el desafío que
enfrenta el ganador (y acá mi punto) es “deshacer todo lo hecho en esta década de
gobiernos kirchneristas” [3]. Ese es el desafío del que gane según el
periodista de Clarín, eso es lo que (el periodista de) Clarín desea. Eso es lo
que leen en Perú los que quieren “saber algo de América Latina”, y (des)informarse.
Siendo que en Colombia el
hegemónico diario El tiempo, en Chile El Mercurio y demás engendros de la “pluma
y la palabra” en otros países de la Patria Grande dicen cosas semejantes
provenientes de fuentes similares, no es muy difícil saber – en cualquier medio
del mundo – qué dicen sobre tal o cual tema de Argentina. No es difícil, por
eso de “discurso único”, porque “en el exterior se nos mueren de risa”. Por tanto,
leer luego, sea por las declaraciones infelices – por decir poco – de Nisman, o
por cualquier cosa que sirva para sembrar cizaña, para deshacer lo hecho en
estos 10 años de populismo, es como decir: “miren, afuera dicen lo mismo que
acá decimos nosotros, no lo que dicen los del ‘relato’…”. Para eso también sirve
cierta “libertad de expresión”, y si no, siempre hay un juez cautelar, un fiscal
oportuno o una “Organización Mundial” del imperio que esté de nuestro lado. La
cosa es que ‘digan lo que decimos’. Al fin y al cabo “una mano lava la otra…”.
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