Los consensos de la mediocridad
Eduardo de la Serna
Insaurralde se diferenció de los espacios que ayer
plantearon “Patria o buitres” diciendo que “todo lo que sea dividir” no le
gusta. “Me gusta buscar los consensos, buscar los acuerdos, dentro de las
diferencias que tenemos todos, buscar las coincidencias”, dijo.
Primero
empezaron con la crispación, más tarde, con la grieta… ahora, el mediático
diputado afirmó que hay que buscar coincidencias…
¡Muy bien! ¡Qué
lindo que suena! Me parece muy bien: ¡hay que buscar consensos! No todo puede plantearse
como “BLANCO” o “NEGRO”. En la vida hay GRISES.
Crispación es crear enojo,
molestia, desacuerdos. Aunque por cierto que no es fácil imaginar que no se
enojara la persona que es víctima, por ejemplo, de la injusticia, de la
violencia, del abuso de poder… La grieta
es separarse unos de otros, separar lo que está unido. Claro que es difícil
imaginar que no quiera separarse una mujer golpeada, que uno quiera seguir
unido a quien lo ha traicionado, o vendido…
Porque,
reconozcámoslo, a veces enojarse, separarse de alguien, no es síntoma de
enfermedad sino de salud.
Y negar ambas
dimensiones es o bien ingenuo, o bien publicidad, o – más bien, probablemente –
complicidad con la otra parte. Uno a veces escucha a gente que le dice a la
mujer golpeada, “si te pega es porque te quiere”, o “es tu marido, no te
separes… pensá en tus hijos”, etc… Y personalmente me espanta escucharlo.
Ahora resulta
que uno que figura en la lista de los diputados de la Nación (no me costa que
tenga una buena participación en el recinto, para ser precisos), quizás
descontento por no haber sido invitado a un acto (o que a lo mejor le enviaron
la invitación, pero no la recibió por estar en Canal 13) afirma, cada vez más
parecido a otro diputado, como él ex intendente, y que como él peregrina los
canales de la TV hegemónica sin pasar demasiado por el recinto para el que fue
votado, afirma que busca “consenso”.
Dejemos de lado
que consenso significa “sentir juntos”, algo difícil de afirmar de quienes no
manifiestan sentimiento alguno, sino pasión por el dinero; y dejemos de lado
también que es difícil – si no imposible – buscar consensos con quienes no
buscan consensos.
¿Sería tan
amable el diputado, cada vez más semejante a la detestable política de los 90,
que se gestaba con mujer bella al lado, mucha presencia mediática, desprecio por
la política, y contando con el apoyo de los formadores de imagen, de explicarnos
qué significa buscar consenso con las vinchucas que nos chupan la sangre, nos
cagan y nos enferman? ¿Sería tan simpático en explicar cómo lo haría,
concretamente, sin que signifique hundirnos, sin renunciar a nuestra libertad,
sin también en eso volver a los 90? ¿Estaría dispuesto a explicar cómo se busca
consenso con detestables personajes, rodeadas de juez detestable (y que se
molesta si hablan mal de él, ¡pobrecito!, casi como que le va a prohibir a la
presidenta que lo nombre, ¡desacatada ella!) y alentados por no menos
detestables especímenes de estas tierras que frecuentan los mismos estudios que
el diputado?
Sintetizando:
buscar consenso con esos abominables personajes es como pretender “quedar bien
con Dios y con el diablo”. Y – obviamente – quien eso pretendiera logra eficazmente
alcanzar la segunda parte del dicho, y está en las antípodas de la primera.
Abrazará al diablo, quedando en la vereda de enfrente de Dios. ¿Qué esto se
parece a grieta, o crispación? ¡Obviamente! Se trata de dignidad. Pero a lo
mejor, saltar de vereda, cambiar de camiseta, “pertenecer”, tenga sus privilegios.
¿Que esto es GRIS, ¡muy gris!? Sin dudas. Pero si hasta a lo mejor consiga
canje para el casamiento y logre que lo posicionen como candidato renovador a
la Provincia… Esos son los consensos que interesan. Lo que quede fuera, que se
lo coman los buitres… ¡A mí qué me importa!
Foto tomada de mitampico.blogspot.com
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