Jesús camina a nuestro lado y estamos invitados a reconocerlo, y a seguirlo
DOMINGO SEGUNDO - "A"
19 de enero
Eduardo de la Serna
Resumen: Un personaje desconocido que se define como “siervo” de Yahvé, y por momentos se identifica con Israel, y en otros en relación a este, aparece como luz de los demás. El grupo que vuelve del exilio se muestra ante los judíos e israelitas dispersos por toda la diáspora como una lámpara que señala los caminos de liberación.
Se
habla con frecuencia de los cuatro (o quizás más) cantos del Siervo sufriente
de Yahvé que se encuentran en el llamado Segundo Isaías. El texto litúrgico
forma parte del segundo de estos “cantos”. Un personaje desconocido se dirige a
los lejanos (“islas” y “pueblos lejanos”; es posible que con
estas imágenes se refiera a los judíos dispersos por el mundo, por exilio o por
cautiverio. Ya hemos conocido algunas de estas ideas en las páginas anteriores
de Isaías (“llamar”, “recordar el nombre”, cf. 42,6: 45,3.4; 48,12).
La
imagen de la protección divina sobre el personaje se ve en una serie de
metáforas: espada, saeta, carcaj, sombra de su mano y recurriendo a elementos
que caracterizan por una parte a los profetas (la boca, la palabra, el llamado
“desde el seno materno”, que relee en primera persona el texto de Jer 1,5). El
siervo es expresamente señalado como “Israel” (cf. 43,1.21; 44,2.21.24; 45,11).
Sin embargo, tiene a su vez elementos personales (por ejemplo en relación con
el mismo pueblo de Israel, v.5) lo cual invita a pensarlo diferente. Quizás un
pequeño grupo (¿los deportados que regresan?, ¡un “resto”?, ¿los exiliados?) se
presente a semejanza del gran profeta. La alusión en más de una ocasión a
“Jacob” y a “Israel” (v.5.6) y también a otros grupos: “las gentes” (vv.6.7),
los “confines de la tierra” (v.6), y a los adversarios de Israel (dominadores,
reyes y príncipes, v.7). Sin embargo, el contrasto viene dado en que para
estos, Israel es “despreciado”, “abominado”, “esclavo”, mientras que es
“valioso a los ojos de Yahvé y mi Dios ha sido mi fuerza” (v.5). Esta actitud
violenta y de rechazo es lo que caracteriza el sufrimiento del siervo que se
irá acentuando en los restantes cantos; pero este sufrimiento no quedará sin
producir un efecto: será rescatado, se pondrán de pie los reyes y se postrarán
los príncipes a causa de haber sido “elegido”· por Dios, que es leal (v.7). El
siervo tiene una misión liberadora que produce su efecto en Israel. Encontramos
elementos reales, elementos proféticos y de ese modo el siervo será “luz de las
naciones”. El grupo liberado del cautiverio en Babilonia que regresa a su
tierra entre sufrimientos tiene una misión clara para los demás miembros del
pueblo de Judá y de Israel para ser luz y hacer volver.
Resumen: con un esquema habitual Pablo da comienzo a la carta a los Corintios. Para ello saluda ecuménicamente a los miembros de la comunidad y los reconoce como miembros del pueblo de Dios.
Las cartas de Pablo suelen tener todas un esquema semejante (puede verse esquemáticamente lo que hemos señalado al presentar Romanos 1 en http://blogeduopp.blogspot.com.ar/2013/12/comentario-adv4a.html). Digamos brevemente que este viene presentado como:
1. Remitente/s
2. Destinatario/s
3. Saludo de “gracia y
paz”
4. Una acción de gracias
(sólo omitida en Gálatas, precisamente a causa del enojo que Pablo tiene con
los destinatarios) que concluye el saludo y a su vez inicia el corazón de la
carta.
Luego
lo sigue el “cuerpo” de la carta. Lo que hoy presenta la liturgia es,
precisamente, los tres primeros elementos de este esquema. Pero aprovechemos
esta ocasión para destacar algunos elementos.
La
carta presenta como colaborador de Pablo en el envío de la carta a un tal
Sóstenes que desconocemos, lo llama “hermano”, es decir que se trata de uno que
es miembro pleno de la comunidad. Hay otro personaje con el mismo nombre
mencionado en Hch 18,17 pero nada invita a pensar que se trate de la misma
persona.
Pablo
se presenta a sí mismo como “llamado a ser apóstol”, algo que repetirá en
9,1-2. Para Pablo el apóstol es uno que se ha visto beneficiado con una
aparición del resucitado y a partir de ese momento tiene la responsabilidad de
anunciarlo vivo.
El
término “Iglesia” (ekklêsía) es
sumamente interesante ya que en la Biblia griega con cierta frecuencia se
utiliza para traducir el hebreo qahal
(= asamblea; cf. Dt 4,10; 9,10; 18,16…), por tanto el pueblo de Dios reunido.
Pero a su vez, el término es usado en el ambiente greco-romano para señalar a
aquellos “ciudadanos” que se reúnen y toman decisiones para el funcionamiento
de la ciudad; son súbditos del Emperador, le deben fidelidad, pero son a su vez
importantes en su ambiente. En este caso, Pablo la está utilizando de un modo
contra-cultural para señalar que hay otra ciudadanía, que no se trata de elites
sino de los “llamados” por Cristo en el bautismo.
Lo
que destacará de esta Iglesia son dos elementos: primero, que han sido “hechos santos” a partir de algún momento
(por lo tanto, antes no lo eran; cf. 6,9-11). El paralelo invita a pensar en el
bautismo. Esta separación invita a los corintios a saber que deben llevar una
vida distinta a la que se vive en Corinto. Son miembros de Cristo, y no
clientes del César. El segundo elemento toma lo dicho y lo resalta: “llamados a ser santos” (cf. 1,26) y ser
–por lo tanto- miembros de la Iglesia (v.9) en una comunión (koinônía); Israel es un pueblo llamado a
ser santo (Ex 23,22; Num 16,3; Jl 2,16; 2 Cr 30,17; Sal 88,6 y es frecuente en
Qumrán).
Finalmente
Pablo “otorga / desea” la “gracia y la paz”. Es sabido que el saludo propio del
ambiente hebreo es el Salom (que suele traducirse, un poco incompletamente, por
“paz”, en griego eirênê). Los
griegos, en cambio, suelen comunicarse la “alegría” (jaire; cf. Lc 1,28). La alegría y la gracia son palabras semejantes
(incluso en castellano fuera del campo teológico, algo que “causa gracia” se
asemeja a la “alegría”) jaire y jaris. Con el saludo de “gracia y paz”
Pablo parece abrir ecuménicamente el mensaje de sus cartas a todos los miembros
judíos y griegos de la comunidad.
Así,
con este (y otros saludos) Pablo se prepara para comenzar la carta.
Resumen: Juan el Bautista da testimonio de Jesús a sus discípulos y así también a nosotros para que reconozcamos quién es este Jesús que camina en nuestra historia. Una serie de títulos e imágenes con fuerte tradición judía empieza a presentarse, cosa que continuará a lo largo del Evangelio para profundizar en la revelación de Jesús en el Cuarto Evangelio.
Después
del prólogo poético, el Evangelio de Juan comienza su evangelio con un “prólogo
histórico”. Así como el prólogo poético comienza con las mismas palabras del
libro del Génesis (“en el principio”), el prólogo histórico presenta una
primera “semana” narrativa en la que “todo” comienza:
Primer día (v.19)
Segundo día (v.29)
Tercer día (v.35)
Cuarto día (v.43)
Séptimo día (“tres días después”, 2,1)
Como
se ve, el texto litúrgico de hoy está formado por el “segundo día”. El primer día presenta a Juan el Bautista, el
segundo, Juan habla de Jesús, el tercero Juan envía a sus discípulos tras Jesús
y en el cuarto (Juan ya ha desaparecido) Jesús empieza a reunir discípulos
junto a él. Estos discípulos, con Jesús y su madre son testigos del primer
signo en Caná el día séptimo.
Juan Bautista, que no hablaba
de sí mismo (vv.20-21), se vuelve presto para hablar (dar testimonio) de Jesús;
lo cual demuestra que el acento de la misión del Bautista es el testimonio. Por
medio de una serie de títulos se empieza a desarrollar una cristología: Cordero
de Dios (29), preexistente (30), portador del Espíritu (32-34).
La fórmula es común a Jn: un
mensajero de Dios ve a una persona y dice: "(Miren!"; a esto sigue una descripción que
revela el misterio que esconde esta persona (1,35-37; 1,47-51; 19,24-27); tiene
sus raíces en el AT (cfr. 1 Sam 9,17).
Ve... venir: Mirando
los Evangelios sinópticos se piensa en Jesús que viene a bautizarse; la
construcción deja suponer que esto ya se ha realizado pero en Juan no se lo
menciona (propiamente hablando, no hay bautismo de Jesús en el Evangelio de
Juan). Jesús viene hacia Juan Bautista cumpliendo lo dicho en Is 40,10, viene
para el sí de Dios. Nada nos dice de dónde viene ni a dónde va.
El Cordero al que se
hace referencia sin dudas tiene sentido mesiánico; no es improbable que
provenga de la liturgia de la comunidad joánica: es a partir de esto que Andrés
declara a Simón: "encontramos al
Mesías" (1,41); pero ¿por qué "Cordero"?; no es evidente a qué tipo de “cordero” se refiere;
hay diferentes opiniones (todas con elementos interesantes, pero ninguna
totalmente satisfactoria):
1.- En la apocalíptica judía
el cordero victorioso aniquilará el mal, los lobos... Es la paradoja de la
debilidad que -con Dios- triunfa sobre el mal (TesJos 19,8; Ap 6,10; 7,17;
17,14.
"Las ovejas eran todas blancas, y su lana espesa y pura. todos los que habían perecido y habían sido dispersados... El dueño de las ovejas se alegró muchísimo pues todos eran buenos y habían vuelto a su casa. Vi que depusieron la espada que había sido entregada a las ovejas... Vi que se trasmutaban las especies y se convertían todas en toros blancos..." (Henoc 90,38)
Quizá Juan Bautista saludó a
Jesús como el cordero de la expectativa apocalíptica, suscitado para destruir
el mal (Ap 17,14).
2.- Como Siervo doliente. El Siervo
aparece en 4 cantos del Segundo Isaías. La relación con otros justos del AT que
sufren es normal que fuera hecha en el cristianismo primitivo. Es probable que
el evangelista lo interpretara así. En vv. 32-34 hay dos temas que pueden
referir al Siervo: el Espíritu que reposa sobre él y Jesús como Elegido: Is
42,1 (cfr. 61,1); la supresión del pecado es característica de los tiempos
mesiánicos; Jesús hace triunfar la justicia y el derecho en una ansiada
victoria escatológica.
3.- Como Cordero pascual.
Mientras el Siervo es una figura, el Cordero pascual es real; el simbolismo
pascual es frecuente en Jn (19,14; la referencia y la cita de Jn 19,36 es de Ex
12,46; Nu 9,12 pero también Sal 34,21 que refiere al justo que sufre, cfr.
8,29; 16,32 y Zac 12,10); en el Apocalipsis (que es de la escuela joánica)
junto al Cordero aparece el tema pascual (en 5,6 es degollado; 15,3 el canto de
Moisés es el del Cordero; 7,17 y 22,1 es fuente de agua viva; 5,9 su sangre es
de rescate). Pero el cordero pascual no era un sacrificio. Pero si los
cristianos ven a Jesús como Cordero, sí vale decir que este Cordero los quita.
De todos modos empezaba a unirse a este tema: es sacrificado por sacerdotes, y
se daba importancia a su sangre... Cuando los cristianos compararon a Jesús con
este cordero pascual, no dudaron en usar lenguaje de sacrificio (1 Cor 5,7). En
1 Pe 1,18-19 se dice que los cristianos fueron rescatados por una sangre como
de cordero sin mancha.
No se ve motivo para negar que
quiera hacer ambas alusiones. Ambas son coherentes con la cristología de Juan (¿y
de 1 Pe? cfr. 2,22-25= Is 53,5-12). No es imposible que a esto se unan ecos de
Juan Bautista referidos al cordero apocalíptico.
4.- Puede, igualmente, referir
a los sacrificios de Israel, de comunión, de reconciliación... al sacrificio
cotidiano en el Templo (Salmos de Salomón 8,28). En el tiempo de la esperanza,
Israel debe renovar cotidianamente su lugar existencial frente a Yahvé. La
promesa es realidad con la presencia del Mesías, el pecado fue redimido (Is
40,2), con Jesús, por tanto, Dios otorga la plenitud del perdón a Israel y al
mundo. Jesús no es una nueva víctima, es por quien Dios interviene
reconciliando al mundo. La esperanza de Israel, ¿no llega a su fin?
5.- Otras opiniones: uso de
Jer 11,19 ()diferente de Is 53?); cordero del sacrificio (Ex
29,38-46) o del pecado (Lev 4,32) [explicaría por qué quita el pecado del
mundo; pero eran más frecuentes el toro o el macho cabrío]; otros lo refieren
al chivo expiatorio (Lv 16,7ss); la referencia a Moisés como cordero (Targum de
Jerusalén) y la referencia a Isaac: "Dios proveerá el cordero" 22,8
son importantes si tenemos en cuenta los paralelos Jesús/Moisés y Jesús/Isaac
(cfr. 3,16 y Gn 22,2; 19,17 y Gn 22,6. De todos modos, algo nuevo ha comenzado
entre Dios y los hombres, una nueva economía de salvación.
Pero este cordero es
“de Dios”: ¿calcada de Siervo de Yahvé
o cordero pascual dado por Dios?
Y el cordero quita (presente; )con valor
de futuro?). En LXX, airein
relacionado al pecado equivale a afiénai,
perdonar (cfr. Ex 28,38; 34,7; Nu 14,18; 1 Sam 15,25; Sal 32,5; 85,3; Mi 7,18).
Pero, ¿quién quita? el Cordero-de-Dios o Dios? Puede ser “de” en sentido de
“dado por”, es el Cordero que Dios da para quitar el pecado.
El pecado está en
singular (cfr. 1 Jn 3,5 en plural; 1 Sam 15,25; 25,28 LXX) refiere a la
condición pecaminosa. En 1 Jn 1,7; 2,2; 4,10; 5,6 debemos pensar que se trata
de una muerte expiatoria vicaria. No es el pecado en el mundo sino del
mundo, por lo que debemos pensar en la cruz. Parece referir a la desaparición
del pecado al final de los tiempos: cfr. Ez 36,25-28; 37,23-28; Za 13,2; Is
11,9; 1QS 4,20-21; ApBar 63,1-4; 1 Jn 3,5. Pero Juan Bautista no habla de los pecados de los seres humanos sino del
pecado del mundo. Su misión es vencer
el imperio del pecado. La hamartía (pecado)
alcanza su profundidad escatológica en la anomía
(1 Jn 3,4), el mundo separado de Dios. Refiere a un sacrificio (cordero) nuevo
y superior a todo (es común en Jn que todas las instituciones de "los judíos" sean superadas en
Jesús: 2,19; 4,21; 5,17.39.47; 6,4; 10,1; 13,34).
Juan dice que “detrás de mí”: )es espacial?
En ese caso se refiere al discipulado; para los rabinos es propio del discípulo
que el discípulo vaya detrás (Mc 1,17.20; 8,34; Lc 14,27)] ¿o es temporal?; el
paralelo con v.27 parece referir al tiempo. ¿Y el "delante"? puede referir a superioridad, o a que Jesús pasa a
ser Maestro; el que -en cuanto Palabra- puede decir la voluntad de Dios. El
motivo es su dignidad que está más allá de todo lo concebible.
"Existir
antes" alude a la preexistencia (cf. 1,1) Palabra preexistente que aporta
la plena revelación de Dios.
La preexistencia (cfr. 8,58;
17,5). El texto tiene paralelos en la tradición sinóptica y, por tanto, encaja
con la tradición a Juan Bautista. El problema radica en la tercera expresión:
"existía antes que yo". Puede partir de una polémica con los
seguidores de Juan Bautista: Juan Bautista vino primero y eso indicaría mayor
rango (cfr. Gn 48,20). El Bautismo de Juan Bautista no se asocia al perdón de
los pecados (como sí en Mc 1,4) sino en revelar al que va a venir. Los judíos
hablan de 7 (o 6, según las tradiciones) cosas que existen desde antes de la
creación: la Torah, la penitencia, el Gan-Edén, el gehinnom (la Gehena), el
trono de gloria, el Templo y el nombre del Mesías. Es una preexistencia en la
mente de Dios, no "real". En la apocalíptica, el Hijo de hombre
aparece como preexistente (Hen 39,7s; 52,9; 62,7; cfr. 4Esd 13,26. 52ss)
"Antes de que se creara el sol y las constelaciones, antes de que se hicieran los astros del cielo, su nombre fue invocado ante el Señor de los espíritus... Por eso fue elegido y escogido junto a él antes de crearse el mundo y por la eternidad" (Hen 48,3.6;).
Juan bautiza “con
agua”; descubriendo quien es Jesús, Juan Bautista descubre más plenamente su
propia misión. El espíritu señala a Jesús y, asimismo, hace posible el nuevo
bautismo.
“He visto” (en tiempo
perfecto: perdura en sus efectos); implica que el Espíritu permanece todavía.
El doble "he visto" refleja la profecía (Is 40,5). Supone la acción
del bautismo sin mencionarla. Hay una evolución desde Mc, a Lc, que la menciona
tangencialmente y Mt que trata de explicar el por qué. Hay, de todos modos
vestigios de la tradición: la paloma, el Espíritu, el reconocimiento de Jesús
como Hijo... Juan Bautista no lo conocía (v.31a) pero puede manifestarlo porque
"ha visto".
La referencia a la
paloma que se posa sobre él alude al descenso del Espíritu.
" ...el Señor levantará un nuevo sacerdote sobre quien las palabras del Señor serán reveladas. Efectuará sobre la tierra el juicio de la verdad muchos días. Su estrella se levantará en los cielos como un rey ...los ángeles de la gloria de la presencia del Señor lo llenarán de gozo. Los cielos se abrirán y del templo de la gloria descenderá sobre él santificación... El espíritu de entendimiento y santificación permanecerá sobre él en el agua..." (Testamento de Leví 18,2-11)
cumpliendo así el anuncio de Is 11,2; 61,1; Jesús no lo
recibe para cada caso (como es el caso de los jueces) sino de una vez para
siempre. El testimonio, que será tan importante en Juan, llega a través de Juan
Bautista (en 5,33-35 se lo nombrará entre los que testimonian a favor de Jesús.
La teofanía (descenso del Espíritu, voz del cielo) es más sencilla que en los
Sinópticos. Pero, de todos modos, es coincidente que el descenso del Espíritu
lo señala como instrumento singular de Dios (Is 11,2)
"Luego de esto, se levantará una estrella de Jacob en Paz; un hombre surgirá como Sol de justicia de mi posteridad, caminando con los hijos de los hombres en dulzura y justicia, y en él no se encontrará pecado. Los cielos se abrirán sobre él depositando el espíritu como bendición del Padre Santo. El pondrá el espíritu de gracia en ustedes, y ustedes serán hijos en verdad y caminarán en el primero y el último de sus decretos" (Testamento de Judá 24,1-3).
“Bautizará con
Espíritu Santo”, no coincide con los Sinópticos: Mt y Lc hablan de "con
Espíritu Santo y fuego" (cfr. Is 4,4: fuego como purificación
destructiva). El espíritu es considerado purificador (Is 32,15-18; 44,3-5; Ez
36,25-27; Jub 1,23; 4 Esd 6,26; TestJud 24,3; 1QS 4,20s). Juan Bautista
comprende que su actividad prefigura el verdadero bautismo. El suyo es un acto
de conversión y renacimiento en las simbólicas aguas del Jordán; Juan Bautista
está anticipando la afirmación de que para entrar al Reino hace falta renacer
del agua y el Espíritu. Y es Jesús mismo quien es la fuente del Espíritu para
los creyentes; sobre él permanece, él lo da (3,5.34; 7,38-39; 14,16; 20,22).
Pero Juan va a referir a un nacimiento (3,5), el bautismo que eleva a la
condición de hijos de Dios (1,12). Sólo el que viene de lo alto (3,31) puede
hacer nacer de lo alto (3,6-8). El Mesías aportará el don por antonomasia, el
Espíritu (3,34; 6,63; 7,37-39).
“He visto...” es “he
dado testimonio” (el tiempo es perfecto y por tanto la acción persiste); su
testimonio, valedero para siempre, es estable, se basa en el ver.
Algunos manuscritos leen
“elegido” y muchos otros dicen “hijo”. Resultaría extraño que cambiaran
"Hijo" por "Elegido", mientras que lo contrario es probable
(cambiado en la discusión contra los adopcionitas).
Un texto de Qumrán refiere "elegido" a un
personaje providencial:
" todos sus cálculos sobre él fracasarán, aunque la oposición de todos los vivientes será grande. ... sus proyectos, porque él es el elegido de Dios. Su nacimiento y el soplo de su aliento sus proyectos existirán por siempre" [4QMess aram (4Q534) o 4QNoé I,10].
Aunque Dios eligió a muchos,
la referencia a Is 42,1 recuerda la relación bautismo-Siervo (cfr. 1 Hen 49,2;
50,5).
"En aquel día, mi Elegido se sentará en el trono de gloria..." (1 Hen 45,3
La referencia es al Siervo, sobre
quien reposa el Espíritu.
Relacionándolo con el Prólogo
y la conclusión se atribuye a Juan Bautista la plenitud de inteligencia del
misterio. La frecuencia del verbo "ver" invita a releer: a los ojos
de Juan Bautista el Espíritu permanece en Jesús quien, dada la palabra de Dios,
bautiza en Espíritu. El testigo concluye: es Hijo de Dios; rey de Israel,
delegado de Yahvé, manifestado en términos de filiación (Sal 2,7). Juan
Bautista continúa hablando el lenguaje del AT. Juan Bautista puede no haber
pasado la perspectiva accesible a sus oyentes, pero Juan Evangelista incluye
toda otra perspectiva La referencia a la "voz", a pesar de su
paralelo sinóptico tiene una diferencia: no es, aquí, una voz del cielo, sino
la de un hombre; es un acontecimiento revelador, el testigo, de no saber pasa a
anunciar la palabra divina. La fe lo transforma en la más íntimo de su ser.
Foto tomada de www.antenamisionera.org
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