¿Cardenales?
Eduardo de la Serna
El papa Francisco ha elegido unos
nuevos cardenales para la Iglesia. Pero, ¿qué son los cardenales?
Propiamente hablando son títulos
honoríficos, una suerte de corte papal, de príncipes. Elegidos –estos- pocos días
después de que el Papa dijera que no habría
más títulos honoríficos en la Iglesia salvo el de “monseñor”, resulta un tanto
contradictorio. Pero se ha de reconocer
que es un “título” con mucha tradición y que no ha de ser fácil desarticular.
Para ser precisos, dentro de los
ministerios no hay –o no debería tenerse como si hubiera- escalafón, y sólo hay
tres grados que son sacramento, y por tanto, la Iglesia considera “instituidos
por Jesús”: diaconado, presbiterado y episcopado. Por eso, insistimos, el Papa
no es “un grado más”, él es “obispo” de la diócesis que preside en la caridad a
las demás: Roma (cuando decimos que la Iglesia es católica, apostólica y “¡romana!”,
a eso nos referimos).
La renovación en la Iglesia nunca
será verdadera sino volviendo atrás, a los “tiempos fundacionales”, a fin de
despojarse de todo lo que en la historia y los tiempos, la cultura y los
pecados ha ido agregando, adhiriendo a la comunidad sin ser esencial, pero
pareciéndolo. Recién después de mirar “la
Iglesia que Jesús quería” podremos intentar “encarnar” ese modo de ser a nuestro tiempo. De otro modo, no sería
sino “seguir modas” que en nada aportan densidad y profundidad a cualquier
cambio deseado; los cambios no debieran ser “cosméticos”, por cierto. En este
caso, una buena pregunta sería –para comenzar- reconocer que el título de
cardenal no pertenece, evidentemente, a nada vivido ni conocido en los tiempos
fundacionales y los primeros siglos dentro de la Iglesia. Tratándose de títulos
honoríficos, además, no se parece demasiado a la actitud constante y
sistemática de Jesús de señalar que todos y todas en la comunidad deben ser y
vivir como hermanos y hermanas, sin nadie que sea puesto en el primer lugar. ¿Debe
haber en el grupo de Jesús, ese del “discipulado
de iguales” alguien que ostente títulos, particularmente “honoríficos”? ¿Qué es lo que da “honor” en la comunidad
cristiana? Para Jesús, lo que da más “honor”, el “primero” es aquel que se hace
el último (y la imagen del esclavo debe conservarse en toda la crudeza que tiene
el tema, y debe evitarse una lectura “piadosa” del término, tan cruel en todos
los tiempos). El mismo teólogo Joseph Ratzinger señalaba lo “honorífico” y poco
conforme a Jesús que es el título “papa”,
cuando para Jesús nada es más importante que ser “hermanos”. Sólo Dios es “papá” (abba).
En su origen, además, el título de
“cardenal” se remonta a los párrocos romanos, por eso es habitual que los
elegidos cardenales sean a su vez “honoríficamente” nombrados párrocos de
alguna parroquia tradicional de Roma. Y por eso son ellos los que eligen al
futuro Papa. Pero ¿esto no puede cambiar? En lo personal, no sólo creo que sí,
que puede, sino que sería bueno que de hecho cambie. En lo personal desearía
que las conferencias episcopales en comunión con Roma elijan al Papa, con
participación de laicas y laicos en ese Cónclave. Es por eso que no quisiera que
haya “cardenalas”. No porque no deban mujeres participar de la elección papal,
sino porque debería haberlas como laicas, y creo que no debería haber cardenales, ni
varones ni mujeres (es obvio que si hay cardenales, no se ve por qué no pueda
haber mujeres a las que se otorgue ese “título honorífico”, como tampoco se
entiende por qué no puede haber “nuncias”… más allá de que desearíamos que
tampoco haya nuncios).
Pablo VI puso como límite máximo
los 80 años para que los cardenales puedan elegir papa a fin de evitar que
pudieran participar en el futuro Cónclave varios miembros de la curia romana
claramente opuestos a los cambios del Concilio Vaticano II (como el cardenal Ottaviani,
por ejemplo). Es por eso que en muchos casos se nombran cardenales meramente
honoríficos al ser mayores de 80, con lo que se les quita la capacidad electoral
(y con lo que no queda claro qué tan honorífico es ese título, entonces). Es
cierto que –tal como está estructurada la Iglesia hoy- hay diócesis que son “cardenalicias”
y es obvio que el obispo de la misma será cardenal en el consistorio siguiente
a su elección (como es el caso del obispo de Buenos Aires o de Rio de Janeiro
en los nombramientos del día de hoy).
No ha de ser fácil lidiar con una
institución que en tantos estamentos tiene una preocupante esclerosis múltiple.
Y seguramente no ha de ser en el
cardenalato el frente principal donde se han de introducir los cambios en la
Iglesia de hoy. Pero no deja de ser un signo anacrónico que haya quienes ostenten
vestimentas extrañas, con el rojo de la sangre de quienes casi seguramente
jamás deberán dar la vida por el reino; y que además reciban un signo de honor,
cuando el mayor honor debiera ser alimentar a los pobres, atender enfermos, dar
de beber a sedientos porque tenemos el honor de que ellos nos permitan
descubrir y servir en su sufrimiento a Cristo mismo. A ese Jesús que desde la cruz nos
muestra que su honor mayor es dar la vida porque no es rey de palacios, de
capelos y vestimentas lujosas sino “rey” (= INRI) desde la desnudez del
deshonrado crucificado que nos revela que los que son tenidos por “señores” y “príncipes”
son precisamente los que le quitan la vida.
Foto tomada de smfdiario.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario