El amor a Dios es inseparable del amor
a los hermanos
DOMINGO TRIGÉSIMO - "A"
DOMINGO TRIGÉSIMO - "A"
26 de
octubre
Eduardo de
la Serna
Resumen: Una serie de normas legales de Israel se orientan hacia el accionar ante los desprotegidos (forasteros, huérfanos, viudas, pobres) resaltando que Dios toma partida por ellos y actúa movido por la compasión ante su dolor.
Siendo
que la primera lectura se escoge en función del Evangelio, no es evidente – en
este caso –la razón de la elección. El texto es un fragmento menor dentro de
una serie de normas legales relativas a la convivencia (20,22 – 24,33; el texto
comienza con “Yahvé dijo a Moisés” y
recién vuelve a repetirse en 24,1). Entre ellos hay muy diversos mandamientos,
tanto normativos (“no harás…”) como casuísticos (“si hicieras…”). De ambos
casos encontramos en el texto litúrgico de hoy: “no maltratarás”, “no harás
daño” y “si prestas”, “si tomas”… El segundo y el cuarto
mandato suponen una reacción de Dios ante el hecho motivada por el “clamor” (vv.22.26). Lo común en los
cuatro mandatos refiere a la actitud frente al débil o al pobre: forastero,
viuda-huérfano, pobre.
El
primer texto alude al forastero en un característico contraste: “ustedes fueron forasteros en Egipto”
(v.10; cf. 23,29; Lev 19,34; Dt 10,19); supieron allí lo que fue el maltrato,
por lo que no han de maltratar a los emigrantes. El dolor causado por el
faraón, motivo – y aquí está supuesto – el “clamor” del pueblo que motivó la
acción liberadora de Dios.
La
norma prohíbe, a continuación, “oprimir” a la viuda y al huérfano que son
paradigma de pobres por desprotección en Israel. “Oprimido” fue el pueblo en
Egipto (Ex 1,11). Y el grito de los oprimidos (¡clamor!) llega a los oídos del
Dios compasivo de Israel (Ex 2,23; 3,7.9). Y Dios dará a los opresores lo mismo
que ellos producen (“ojo por ojo”, cf. Ex 21,24; Lev 24,20; Dt 21,19), sus
mujeres quedarán “viudas” y sus hijos “huérfanos”.
El
préstamos a usura está seriamente condenado en el seno de Israel (= “prójimos”;
no así a los extranjeros, Dt 23,21). El préstamo al “hermano” ha de ser
simplemente préstamo, no negocio. Del mismo modo, una “prenda”, un objeto
tomado en garantía, no puede ser lo que el “prójimo” precisa para vivir. El
manto del pobre es lo único que posee, por lo que le ha de ser devuelto. Si no,
¿dónde dormirán los pobres? Las necesidades de los hermanos, los pobres, están
por encima del derecho del prestamista. Y Dios oficia de “garante”. El frío
nocturno provocará un nuevo “clamor” que conmueve al “Dios compasivo”. Es
propio de Israel reconocer esa característica de Dios: la compasión (Ex 34,6; 2
Cro 30,9; Neh 9,17.31; Sal 86,15; 103,8, 111,4, 112,4; 116,5; 145,8; Joel 2,13;
Jon 4,2). Y esta compasión lleva a Dios a actuar ante el sufrimiento del
necesitado, ante su clamor, siempre en su favor y confrontando con los
causantes del mismo. Dios no es indiferente, y el obrar de Israel ante el
prójimo, particularmente los desprotegidos, debe ser en la misma sintonía.
Lectura
de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica 1, 5c-10
Resumen: El paso de Pablo por Tesalonica, y sus sufrimientos han dado ejemplo a los destinatarios, y la propia tribulación de estos ha servido de ejemplo a los pueblos vecinos. Ejemplo de su aceptación del Dios de Israel que ha enviado a su Hijo, que ha resucitado y que volverá para la salvación.
Resumen: El paso de Pablo por Tesalonica, y sus sufrimientos han dado ejemplo a los destinatarios, y la propia tribulación de estos ha servido de ejemplo a los pueblos vecinos. Ejemplo de su aceptación del Dios de Israel que ha enviado a su Hijo, que ha resucitado y que volverá para la salvación.
Pablo continúa la acción de gracias que había comenzado la semana pasada. Allí se introducen brevemente elementos que se desarrollarán extensamente en el cuerpo de la carta. Puesto que se trata de una continuidad, se recomienda volver al texto anterior para ver la relación.
Como señalará en la carta, Pablo remarca cosas que
los tesalonicenses “saben” (1,5; 2,1.2.5.11; 3,3.4; 4,2; 5,2). Con excepción
del último texto, todos los “saben” aluden a cosas que remiten al paso de Pablo
por Tesalónica (el último a la predicación que de él han escuchado). A ese
conocimiento refiere Pablo, al conocimiento de la experiencia. Esta
experiencia, tanto en cuanto a Pablo cuanto a la posterior recepción está
estrechamente ligada a las “tribulaciones” o “dificultades”. Ese es el
“ejemplo” que han imitado, y – como Pablo – da testimonio a las demás
comunidades de Grecia.
La fe que tienen, y por la que Pablo ha dado gracias
es – a su vez – impulso para el surgimiento o crecimiento de la fe de otras
comunidades. Sin embargo, es interesante que en su primer escrito podemos
afirmar que Pablo es más teo-lógico que cristo-lógico, cosa que se desarrollará
más claramente en los siguientes escritos. Se ha dicho a veces, y creemos que
no es exacto, que el “kerigma” (primer mensaje) de Pablo refiere a la muerte y
resurrección de Cristo (cf. 1 Cor 15,3-4), sin tener en cuenta – como en todas
las cartas – el contexto en el que Pablo afirma esto. En el texto que
comentamos, Pablo alude a otro aspecto que, sin duda, ha de haber sido anterior
al anuncio de Cristo: el abandono de los ídolos
(si Pablo predica a paganos, sin duda el monoteísmo parece anterior y
prioritario al anuncio de la muerte-resurrección “según las escrituras”,
dirigido a politeístas que, además, no aceptaban las escrituras) “para servir a Dios vivo y verdadero”
(v.9). Una vez aceptado el Dios único sí cabe “esperar” a su hijo que ha “de
venir”, ya que “lo resucitó” y “nos salva”. Se ha dicho – aunque puede
discutirse, o al menos relativizarse – que Pablo no tiene en cuenta el “Jesús
histórico” sino al Cristo de la fe. Es cierto que Pablo no hace mucha alusión
al Jesús de la historia, pero en algunos párrafos lo destaca, y pareciera,
además, que la referencia a la muerte y la resurrección han de tenerse como una
alusión a su vida aunque concentrada para destacar lo escatológico, pero no
como un desentenderse de esto.
La
mención a la Venida merece un párrafo aparte. Pablo alude a esto especialmente
en sus primeras cartas (1 Tesalonicenses y 1 Corintios; el término parousía alude a la venida de Cristo en
1 Tes 2,19; 3,13; 4,15; 5,23 y en1 Cor 15,23, pero en adelante aludirá a la
visita de alguna persona o incluso de Pablo mismo: 1 Cor 16,17; 2 Cor 7,6.7;
10,10; Fil 1,26; 2,12). Sin duda el entusiasmo y consagración misionero de
Pablo se encuentra reforzado por la expectativa en una venida inminente de
Jesús.
Resumen: Un fariseo quiere poner a prueba a Jesús preguntándole sobre el mandamiento mayor. El amor a Dios y al prójimo sostienen todas las Escrituras
En el Evangelio de Marcos el tercer diálogo que se le presenta a Jesús al
llegar a Jerusalén es con un escriba; se
trata además, en este caso, simplemente de una pregunta sin intencionalidad polémica. En cambio Mateo, como es
propio de su teología señala que el interrogador proviene de uno de entre los
fariseos que se habían reunido “en grupo”. La pregunta, se destaca
expresamente, es “tentándolo”. No es evidente cuál sería la “tentación” ya que
la pregunta es normal y hasta razonable. Siendo que los judíos tienen un número
muy grande de mandamientos [613], tratar de saber cuál es el “más grande” (megalê) de la Ley es comprensible. El texto de Mateo
reduce ligeramente el de Marcos donde el mandamiento (con una ligera
modificación, que Mateo mantiene: se agrega “toda
tu mente”) es más extenso, tomado de Deuteronomio 6,5. La pregunta de
Marcos por “el primero” no parece que sea sustancialmente diferente de la
pregunta por el “mayor” (por eso en
la respuesta Jesús afirma que es “el
mayor y el primero”, v.38). De hecho Jesús alude luego al "segundo” (en Mt y en Mc) aunque Mateo
destaca que “es semejante”,
reforzando el paralelismo que Marcos solo señalaba al ponerlos juntos.
La unión de ambos textos bíblicos (Dt 6,5 y Lev
19,18.34), del amor a Dios y al prójimo, no es algo exclusivo del Nuevo
Testamento:
“Guarden la ley de Dios, hijos míos, y consigan la sencillez; caminen sin malicia, no indagando indiscretamente en los mandamientos de Dios ni en las acciones del prójimo. Amen, por el contrario, al Señor y al prójimo y tengan compasión del pobre y del débil” (Testamento de Isacar 5,1-2).
“Amé al Señor con todas mis fuerzas, e igualmente a los hombres como a mis hijos”. (Test. Isacar 7,6)
“Guarden, pues, hijos míos, los mandamientos del Señor y observen su ley (…) Amen al Señor durante toda su vida, y unos a otros con un corazón verdadero” (Testamento de Dan 51-4).
Sin embargo, la novedad que trae Jesús viene dada
por la comprensión del “prójimo”. Para el mundo judío – en la tradición de
máxima – “prójimo” es todo judío; o solamente los “buenos judíos” (en los
grupos más estrictos, como por ejemplo los manuscritos del Mar Muerto donde se
habla de “odiar” al que no es “hijo de la luz”; a esto alude Mt 5,43).
“…amar a todos los hijos de la luz, cada uno según su lote en el plan de Dios, y odiar a todos los hijos de las tinieblas, cada uno según su culpa en la venganza de Dios” (Regla de la comunidad, 1QS 1,9-10)
“Y estas son las disposiciones de conducta para el Instructor en estos tiempos, sobre el amor y su odio. Odio eterno con los hombres de la fosa…” (Regla de la comunidad, 1QS 9,21-22)
En cambio, en el Evangelio, "prójimo" incluye al
enemigo (5,43-48).
Señalando algo que ya sabemos desde el Sermón de la
montaña, donde Jesús destaca que ha venido “a dar cumplimiento” a “la Ley y los
Profetas” (5,17), y que hacer a los demás “cuanto quieren que los hombres les
hagan”, eso “es la Ley y los Profetas” (7,12). Ambos aspectos aluden sin duda
al “amor”, que es su “cumplimiento” (7,13), la “justicia mayor” (7,20), “ser
perfectos” (7,48) como se venía insinuando (5,43-46; 6,24); en 19,19 pareciera
que el amor al prójimo resume todos los mandamientos. Así lo afirma la carta de
Santiago (cercana ideológicamente al Evangelio de Mateo): «Por lo tanto si ustedes cumplen la
ley del reino, según lo escrito: amarás a tu prójimo como a ti mismo,
procederán bien» (2:8); Pablo destaca que el amor es la ley en plenitud (cf.
Rom 13,8.10; Gal 5,14). La Ley y los Profetas – es sabido – es el modo en el
que los judíos refieren a la misma Biblia [hoy suelen hablar de la “TaNaJ” que
son las letras de Torá – Ley -, Nebiîm – Profetas – y Jetubim – los demás
escritos]. Toda la Biblia, entonces, está “colgada”
de estos dos mandamientos [extrañamente, el verbo “colgar” (kremánnumi) se
utiliza con frecuencia para los “colgados” de un madero, o crucificados: cf.
Gen 40,19; Dt 21,22; Jos 8,29; 10,26; Lc 23,39; Hch 5,30; 10,39; Gal 3,13].
Foto tomada
de desdemilibertad.wordpress.com
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