8 de octubre (*)
Eduardo de la Serna
«El justo muerto condena a los impíos vivos, y la juventud pronto consumada, la larga ancianidad del inicuo». (Sab 4:16)
El texto del libro de la
Sabiduría que he escogido pretende responder a una pregunta típica de la
humanidad: ¿Por qué a veces mueren jóvenes los buenos? ¿Por qué murió Benja, y
sus compañeros? Y no pretendo aparentar tener una respuesta de la que carezco. Sé
que Dios no tuvo nada que ver en esto, sé que Dios pretende que seamos
nosotros, los humanos, sus hijos, los que ejecutemos (o no) sus proyectos que
son siempre de vida. Y sé que muchas veces somos capaces de hacer todo lo
contrario, y de conducir alcoholizados o de obrar de manera tal que nuestras
acciones lastimen a otros, los marquen de por vida, o seamos capaces hasta de
matar. Nuestras acciones y nuestras omisiones tienen siempre repercusiones en
terceros. Cercanos o no. Y obrar según Dios, o no hacerlo es el desafío de los
creyentes.
Y cuando estas cosas suceden, ¡porque suceden!... ¡porque
hacemos que sucedan!, toca simplemente enfrentarlas de la mejor manera que sepamos
o podamos. En este caso trabajando, buscando que nunca más esto le ocurra a
nadie. Uno puede elegir hundirse o derrumbarse en el dolor (¿¡y quién se
atrevería a juzgar a esos tales!?) o también tomar las banderas de la
solidaridad de aquellos que dejaron su vida recién comenzada al borde de un
camino.
Hubo un tiempo que miles y miles de jóvenes fueron “arrancados”
de la vida, y sus madres y abuelas sembraron sus banderas de «Nunca Más», sin
buscar odio, buscando vida y justicia. Otros familiares, años más tarde,
también hemos trabajado para que «Nunca Más» las calles argentinas sean el
lugar más peligroso para estar. Y hay también cientos de otros «Nunca Más» que
nos rodean y nos invitan a “Conducir a Conciencia” nuestra vida. Porque “sin clientes
no hay trata”, porque “sin cipayos no hay buitres”, “sin abusadores no hay
víctimas…”
Cuando mi sobrina hizo pública la noticia de su
abuso supe dónde tenía que estar. Y dónde no. Pero eso no me impide hoy, y cada
día hacer memoria agradecida y dolorida por Benja, sus compañeros y seguir
buscando en cada lado el “nunca más” que apueste por la vida.
(*) el 8 de octubre de 2006 un grupo de estudiantes del colegio ECOS (Buenos Aires) falleció en la ruta proveniente del Chaco cuando fueron embestidos por un camionero alcoholizado. Entre ellos estaba mi sobrino Benjamín.
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