Violencia
Eduardo de la Serna
El tema frecuentemente emergente de
la llamada “inseguridad” me parece que amerita una breve reflexión en este caso
con la intención de aclarar o –al menos- distinguir para entender, para
mensurar y, eventualmente, apaciguar.
La fuerte repercusión que la
miniserie “Escobar, el patrón del mal”
tiene en Argentina ayuda a entender qué entendemos por “violencia” e “inseguridad”.
Las bombas, por ejemplo, en supermercados o aviones no eran entonces algo
impensado. Todavía hoy el aeropuerto de Bogotá es insoportable en las medidas
de seguridad, y todavía hoy cuando se entra en un shopping o supermercado con
estacionamiento subterráneo se debe abrir el baúl del auto para que un perro
labrador pueda detectar eventuales explosivos (por insoportable no deja de ser
razonable, obviamente). Esa sensación de inseguridad sigue reflejada en grandes
rotweilers con bozales enormes de los guardias privados que patrullan la
ciudad, los retenes del ejército en las calles (aunque en este caso se deba más
a la sensación de guerra interna a causa de las guerrillas de las FARC y el
ELN), las camionetas blindadas, etc…
Esto me sirve sencillamente de “disparador” (valga la ironía) para lo
que sigue.
Diferentes tipos de violencia
- · La violencia doméstica es violencia
- · Los accidentes y muertes de tránsito evitables son violencia
- · La muerte de niños por hambre es violencia
- · Los niños soldados son violencia
- · El maltrato o abuso laboral es violencia
- · El abuso de menores y la pederastia es violencia
- · La exposición opulenta de autos, casas, ropas lujosas a los ojos de los pobres es violencia
- · Las colas interminables para conseguir trabajo o un turno en el hospital es violencia
- · La desigualdad es violencia
- · El robo o asalto callejero es violencia
- · La guerra es violencia
- · Las minas antipersonales son violencia
- · El tráfico de personas, en especial de niñas y niños, es violencia
- · El trabajo esclavo es violencia
- · La trata de personas es violencia
- · El arrebato callejero es violencia
- · La desocupación es violencia
- · El robo de autos es violencia
- · El tráfico de drogas es violencia
- · El secuestro es violencia
- · El insulto es violencia
- · El machismo es violencia
- · La desaparición forzada es violencia
- · La venganza es violencia
- · La represión es violencia
- · El racismo y la discriminación son violencia
- · La migración forzosa es violencia
- · El genocidio es violencia
- · El asesinato es violencia
Y se podría seguir… la violencia
tiene muchas caras. Demasiadas. Cuando se habla críticamente de la violencia o
de la inseguridad, ¿se habla de todo esto? ¿O –por el contrario- se limita a
unos pocos de estos ítems? Y si es así, como parece… ¿quién determina qué ítems
tener en cuenta y cuáles no?
La violencia parece constitutiva
del ser humano. Ya desde Caín. Una buena reflexión teológica, pastoral y
liberadora puede verse en la carta pastoral de mons. Oscar A. Romero en El
Salvador el 6 de agosto de 1978, Fiesta de la Transfiguración del Señor donde
señala seis tipos diferentes de violencia, Carta que recomendamos leer. Algo
semejante ya había ocurrido antes de la asamblea de Medellín (1968) cuando el
grupo de curas del Tercer Mundo, recién gestado envió una carta a los obispos
que se reunirían con un número muy importante de firmas a las que se añadieron
muchísimos de América Latina pidiendo que no se condene un solo tipo de violencia
sin tener en cuenta la violencia institucionalizada que la genera. El tema es
importante y la respuesta no la darán los Medios de Comunicación Social que
esconden algunos y destacan otros tipos, sin duda defendiendo sus propios
intereses. Tampoco la darán los poderosos, que tantas veces (¿siempre?) son
gestores de la violencia primera. Un ejemplo de ambos puede ser la demonización
del narcotráfico “hasta que” un narcotraficante es “amigo”. Eso ocurrió cuando Álvaro
Uribe pudo ser candidato a la presidencia de Colombia. Allí todos olvidaron que
figuraba entre los narcotraficantes señalados expresamente por la DEA (“Narcotraficante
Nº 82”) y pasó a ser “bueno”. Su combate acérrimo a las FARC parece más que
ideológico (que también) una búsqueda de eliminar competencia. Lo que nos
recuerda los dichos de Kissinger sobre Pinochet, cuando criticaba la dictadura
de Fidel Castro y le dijeron que Pinochet también era un hijo de puta y dijo, “Sí, pero es nuestro hijo de puta”.
La violencia en Argentina
La situación de violencia es
innegable, y no se aclara ni soluciona con datos estadísticos. Quien ha
padecido alguno de los puntos señalado más arriba –o algunos más de los tantos
que faltan- ha quedado más o menos marcado por él. Pero a la hora de buscar
soluciones, no tiene sentido mirar precisamente el malestar de las víctimas, o
de los que son incentivados o motivados por los MCS. La reciente promesa de
Massa de hacer una consulta popular sobre la reforma del Código Penal, además
de ignorante, demagógica, ilegal y mentirosa es ciertamente falaz. Difícilmente
los participantes en esa eventual consulta leerán (y de hacerlo no todos
entenderán) un código Penal que por eso tiene tantos y muy serios comentadores.
No lo leerán como el mismo Massa ha demostrado no haberlo leído. La violencia
tiene una serie de elementos que ameritarían un abordaje multidisciplinar:
sociológico, antropológico, psicológico, político, educativo, económico, por
ejemplo. Si es evidente –por ejemplo- que ciertos índices de violencia
disminuyen notablemente cuando hay trabajo, o con la educación, no será un
código o la represión la que solucionará el tema. Es análogo a aquello que el
gran sanitarista decía: "el éxito de
la política de salud, son los hospitales vacíos” (Ramón Carrillo). El éxito
de una política de seguridad son las cárceles vacías, mal que le pese a Granados,
Duhalde, Massa, Casal, Scioli y Macri, por ejemplo… No es abriendo nuevas cárceles
sino nuevas fábricas que habrá más seguridad. No es saturando las calles de policías
o de cámaras sino de maestros (bien pagos, por cierto). Pero todo esto sólo da
respuesta a ciertos puntos de la violencia, y quedan miles todavía sin abordar. A menos que
se considere –por ejemplo- que la violencia doméstica no lo es. Una vez le
escuché decir a un señor que él les había pegado siempre con palos y cintos a
sus hijos porque así lo habían tratado a él. “Mucho después me di cuenta que así no era la cosa”, en este caso se
dio cuenta en un retiro popular. Y allí mismo lo dijo a los asistentes entre
los que me contaba. Sin duda las violencias son cientos y otros cientos son las
soluciones. Pero no es negando, no es disimulando o tapando que se encontrará
la solución. No sea cosa que sin ver, o porque no nos lo muestran los que
defienden a “sus violentos amigos” terminemos mañana votando a los que llevarán
agua para su molino y terminemos víctimas de más violencia. El 2001 está muy
cerca, por ejemplo Conocer la violencia y mirarla de frente es el primer paso.
Buscar ayuda, o confrontarla será el segundo. Y evitar que crezca el espiral de
la violencia será lo fundamental. De eso se trata la vida.
foto tomada de www.ultra.com.mx
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