La Biblia y la Teología de la Liberación. Un desafío. (*)
Eduardo de la Serna
Hace
40 años la Teología de la Liberación hizo su “presentación en sociedad”. Una
serie de escritos, entre los cuales el libro con el mismo título de Gustavo
Gutiérrez irrumpió en el ambiente teológico internacional. De diversas maneras
se intentó desacreditarla, sea minimizándola o focalizando-distorsionando algún
aspecto (“es teología pastoral”; o “es marxista”, decían), pero la TL se siguió
abriendo camino en el pensamiento teológico latinoamericano, y muy rápidamente
ingresando en el pensamiento africano, asiático, negro, indígena, femenino,
etc.). Esto no implica que mermaran las críticas, más bien, se le sumaron a
esto incluso persecuciones y martirios.
Pero
limitándonos al estricto plano teológico, la cuestión fundamental de la
oposición, radicaba y radica en que, según los adversarios, esta no es
verdadera -o recta- “teología”. Por eso, en un primer momento los diferentes
escritos de la Teología de la Liberación se concentraron en la pertinencia de
tal pensamiento teológico. Uno de los principales interrogantes era si
estábamos ante una “teología de genitivo” (teología acerca de la liberación;
así como había teologías de la esperanza, o teología del desarrollo), o si se
estaba pretendiendo algo más. Con el tiempo, empezaron a surgir distintos
escritos sobre los grandes temas teológicos, presentados “desde” la teología de
la liberación: cristología, eclesiología, antropología, sacramentos, pastoral, espiritualidad,
pneumatología, etc... con lo que iba quedando cada vez más claro que se trataba
de un pensar teológico integral que no quiere limitarse a un tema, la
liberación, sino que desde la experiencia creyente de la liberación, pretende
“hacer teología”.
La
teología de la liberación (TL) pretendió y pretende hacer teología “desde” un
lugar, desde “el lugar del pobre”, “desde el reverso de la historia”, “desde
las víctimas”. Por eso se presentó a sí misma desde los comienzos como “acto
segundo”, como un hablar a partir de la praxis, un “intellectus amoris”, un
“principio misericordia”.
Sin
duda este “hablar desde” fue diferente según el propio “lugar” en el que se
vive. O -para decirlo simplemente- no es la misma la realidad del indígena en
Guatemala que en Uruguay, el afro en Brasil que en Chile, las víctimas de la
violencia en El Salvador que en Venezuela... y así como no son las mismas las
realidades de opresión e injusticia, son también distintas las experiencias
integrales o parciales de liberación: los Sin Tierra son brasileños, el
sandinismo es nicaragüense, el peronismo es argentino, el EZLN es mexicano y el
sumak qawsay es andino. En el mismo sentido, las praxis pastorales son
diferentes en sus expresiones y sus planteos. Es “desde” aquí, desde estas
praxis creyentes, que la TL empieza a “hablar de Dios”.
Pero
la teología de la liberación, precisamente porque “es teología”, tiene su
método. Afirmar que este es “ver-juzgar-actuar” es cierto, pero es a su vez
relativo. [1] Relativo porque todo ver ya
tiene introyectado un juzgar -un pre-juicio- y se realiza desde un actuar; el juzgar, a su vez, es siempre desde “un
lugar”, no existe un juzgar “químicamente puro”, y el actuar es siempre a su vez un ver... Señalemos, además, que este
método se vio complementado por otros métodos, como es el caso de la
“hermenéutica de la sospecha”, aportada por la teología feminista.
Digamos
brevemente, entonces, que el método ver-juzgar-actuar, con estos matices, es el
método propio de la teología de la liberación. Pero hay más:
Clodovis
Boff trabajó intensamente el tema del método de la teología de la liberación. [2]
Allí intentó -y a mi juicio logró- dar respuesta a un interrogante fundamental:
¿hacen teología los pobres? Porque si se
piensa “desde los pobres”, ¿cómo se hace?, ¿qué dicen? Así presenta este breve
esquema que parece fundamental para entender el pensamiento teológico y su
método: [3]
TL profesional
|
TL pastoral
|
TL popular
|
|
Descripción
|
Más elaborada y rigurosa
|
Más orgánica con relación a la
praxis
|
Más difusa y capilar, casi
espontánea
|
Lógica
|
De tipo científico: metódica,
sistemática y dinámica
|
Lógica de la acción: concreta,
profética, propulsora
|
Lógica de la vida: oral,
gestual, sacramental
|
Método
|
Mediación socio-analítica,
mediación hermenéutica, y mediación práctica
|
ver - juzgar - actuar
|
Confrontación Evangelio y vida
|
Lugar
|
Institutos teológicos,
Seminarios
|
Institutos pastorales, centros
de formación
|
Círculos bíblicos, CEBs, etc.
|
Momentos privilegiados
|
Congresos teológicos
|
Asambleas eclesiales
|
Cursos de entrenamiento
|
Productores
|
Teólogos de profesión
(profesores)
|
Pastores y agentes pastorales,
seglares, religiosas, etc.
|
Participantes de las CEBs con
sus coordinadores
|
Producción oral
|
Conferencias, aulas, asesorías
|
Discusiones, evangelio
|
Comentarios, celebraciones,
dramatizaciones
|
Producción escrita
|
Libros, artículos
|
Documentos pastorales,
mimeografiados varios
|
Itinerarios, mapas
|
Sin
duda que se podría completar el cuadro, ya que faltan -por ejemplo- canciones,
papelógrafos, en las producciones populares; y falta también una reflexión
acerca de dónde se “nutre” la TL, pero valga esto a modo de esquema.
Es
precisamente desde este cuadro que parece pertinente mirar el lugar de la
Biblia y los estudios bíblicos en y para la TL.
1. La Biblia y la Teología de la Liberación
Sin
duda alguna los estudios bíblicos también pueden presentarse en estos mismos
tres niveles: popular, pastoral y profesional, o académico. Pero antes de
avanzar, es necesario destacar que estos tres niveles no pueden funcionar como
compartimentos estancos, y que deben nutrirse mutuamente, inspirarse,
acompañarse. Es verdad que no deberían entremezclarse, ya que un libro
académico difícilmente “diga algo” en ambientes populares, o una dramatización difícilmente sea tenida
en cuenta en la academia. Pero a su vez, también, sería grave que un nivel o
modo de pensar se considerara “superior”, excluyente o considerara irrelevante
a otro, ya que los tres son necesarios e importantes en el pensar teológico.
La
Lectura popular de la Biblia es, sin duda alguna, un modo claro de un hacer
teología (= Biblia, en este caso) en un sentido popular. Del mismo modo, la colección “Comentario Bíblico
Ecuménico”, o la revista RIBLA, por ejemplo, tienen una clara intencionalidad pastoral. Esto no significa que no haya
interconexiones: las magníficas obras de Carlos Mesters, se dirigen a la
lectura “popular” de la Biblia, pero
son textos “pastorales”, y muchas
obras del DEI (Costa Rica), o escritos
en RIBLA son claramente académicos, o profesionales.
Sin embargo, quizás debamos decir que desde la muerte de Milton Schwantes y
José Severino Croatto se extraña en el pensamiento bíblico latinoamericano,
importantes obras académicas que
sigan una metodología “profesional”, pero pensando y escribiendo “desde” la
praxis de liberación de América Latina.
Demos
todavía un paso más. Si miramos con atención algunas obras teológicas
fundamentales de la TL deberíamos concluir que los estudios bíblicos
latinoamericanos desde una perspectiva académica son todavía una deuda en la
TL.
La
obra “fundacional” de Gustavo Gutiérrez,
“Teología de la Liberación”, al hablar de la pobreza en su
multidimensionalidad, al analizar los textos bíblicos, [4] cita con frecuencia
a A. Gelin, A. George, J. Dupont, Van der Ploëg, J. González Ruiz, entre otros.
Lo mismo puede
decirse de su excelente: “Hablar de Dios desde el Sufrimiento del Inocente. Una
reflexión sobre el libro de Job” [5] cita a N. C. Habel, W. Vogels, J. L.
Sicre, J. Lévéque, R. Gordis, C. Westermann, entre otros.
Podemos
señalar también que Jon Sobrino en
“Jesucristo liberador”, para mirar el Jesús histórico, recurre con frecuencia
especialmente a Rafael Aguirre; Victor
Codina en “Para comprender la Eclesiología desde América Latina” recurre a
Norbert Lohfink, Raymond Brown, Rafael Aguirre; L. Boff, que escribe antes de la “tercera pregunta” sobre el Jesús
histórico, en “Jesucristo liberador”, recurre a Rudolf Bultmann, H. Zimmermann;
Ignacio Ellacuría, en “Conversión de
la Iglesia al Reino de Dios”, al comentar las bienaventuranzas, recurre a M. E.
Boismard, P. Bonnard... [6]
La
lista podría seguir, pero simplemente se pretende aquí señalar un primer
objetivo: al recurrir a fuentes bíblicas para “hablar de Dios”, los teólogos de
la liberación no recurren a biblistas latinoamericanos. Es probable que la
razón se deba a que la inmensa mayoría de los biblistas en América Latina se
dediquen con entusiasmo y ardor pastoral a los otros campos teológicos (pastoral y popular), y por lo mismo son realmente pocos los trabajos y artículos
académicos de biblistas
latinoamericanos que piensan y estudian “desde” el lugar del pobre.
Y
aquí surge un interrogante. Es cierto que hay una importante cantidad de
biblistas europeos y norteamericanos que tienen una interesante apertura a lo social,
lo latinoamericano, y la realidad del pobre. Algunos están citados más arriba.
Pero es importante tener presente que la característica principal de la TL
radica precisamente en el “desde” dónde se piensa, se vive, se escribe... No
deja de ser, a su vez, cierto que hay muchos teólogos y biblistas en América
Latina que no escriben y reflexionan desde la realidad de los pobres, sino
desde la academia, las ciencias, “desde un escritorio”; pero en nuestro caso,
se echa de menos la falta de aquellos biblistas que estén en medio de la
realidad de vida y muerte latinoamericanas para su pensar y escribir. Aquello
que con frecuencia repite Jon Sobrino, el Sitz im Leben y el Sitz im Tode desde
el que se “hace teología”. Veamos, a modo de ejemplos:
* La reflexión teológica
latinoamericana parte con mucha frecuencia del Jesús histórico, tanto para la
cristología, como para la espiritualidad, la moral y la reflexión del
discipulado y el seguimiento. Sobre el tema se está trabajando exhaustivamente
en todo el mundo, pero en la inmensa mayoría de los mejores trabajos llama la
atención la ausencia del tema de “los pobres”. Seguramente por eso, José
Ignacio González Faus se atreve a sugerir que en el “sínodo” ficticio que da
origen a “Un Judío Marginal” falta un estudioso “del Tercer Mundo”. [7] Es
verdad que hay algunos trabajos que tienen en cuenta la realidad del pobre,
pero varios de ellos son de una preocupante falta de seriedad y rigor
académico. Por otro lado también es cierto que hay muchos de alto nivel
académico, como los de Rafael Aguirre, por ejemplo, pero aunque los hay
sensibles a la dimensión de la pobreza, no los hay “desde” el pobre.
* Desde Juan Luis Segundo hasta
nuestros días se señala la importancia que tiene el tema de la “idolatría” en
el pensamiento teológico. El gran teólogo uruguayo ya afirmaba (1970) que en
América Latina el problema no es -como lo es en el “Primer” (sic) mundo, el
ateísmo, sino “la idolatría”. El tema sigue patente, por ejemplo en los
trabajos de Jung Mo Sung. Y hay buenos escritos sobre el tema, como por ejemplo
en la tradición profética, planteado por José Luis Sicre. Sin embargo, tampoco
hay abundantes estudiosos latinoamericanos que escriban padeciendo la idolatría
“en carne propia” (aunque, es evidente, la idolatría no es tema exclusivamente
latinoamericano; que de “ídolos” el primer mundo sabe bastante). [8]
* La reflexión política sobre el
Imperio no es nueva, pero es a su vez siempre nueva. Imperio supone poder,
ejercicio del poder, súbditos, esclavos... Hay dominador y dominados. En los
últimos tiempos se ha trabajado y sigue trabajando mucho la ideología-teología
imperial en tiempos de Pablo y del cristianismo de los orígenes. El aspecto
profundamente subversivo y contra-cultural resalta con frecuencia (lo mismo ha
de decirse frente al imperio Babilónico, o Persa, como destacaron Schwantes y
Croatto). Y aunque hay muchos que escriben en zonas “imperiales” sensibles a
esta realidad, no es lo mismo un texto escrito por quienes tienen esa
sensibilidad que otro escrito por o desde las víctimas.
* El Espíritu. La importancia
del espíritu y la espiritualidad acompaña al pensamiento teológico
latinoamericano desde los orígenes, y continúa vigente en nuestros días. [9] Señala
Víctor Codina, la diferencia de “orden o precedencia” de Cristo-Espíritu propia
de Juan, y la precedencia Espíritu-Cristo de los escritos lucanos. [10] La
importancia de la espiritualidad en todos los aspectos eclesiales, y el
desarrollo que ha tenido en la Teología de la Liberación invitan a una profunda
mirada desde el “propio pozo”, en un caminar histórico conducidos por el espíritu
en nuestra propia realidad latinoamericana. Estudios bíblicos profundizando
nuestra espiritualidad, desde nuestro propio pozo, desde nuestro caminar
eclesial siguen todavía siendo esperados y necesarios para enriquecer el
caminar teológico.
Valgan
estos ejemplos simplemente como muestra. Pero avancemos un poco más, siempre
señalando aspectos que no pretenden ser ni exhaustivos ni complexivos.
2. De la Teología a la Biblia
Veamos
algunos temas que se han trabajado en la teología de la liberación y que bien
podrían ser más estudiados por biblistas latinoamericanos:
* Pensando “desde” su propia
realidad conflictiva, desde monseñor Romero, y especialmente Ignacio Ellacuría
y Jon Sobrino en El Salvador han teologizado temas como el martirio, la
violencia, el Siervo Sufriente, las víctimas. La fecundidad de su pensamiento
desde la propia realidad de vida-muerte invita a buscar en el mundo bíblico
decenas de aspectos y temas que podrían aportar “alma” a la teología
salvadoreña. No sólo recurrir a los llamados “Cantos del Siervo Sufriente de
Yavé”; [11] también podemos tener en cuenta la realidad de un “pueblo
crucificado” -tema propio de Ignacio Ellacuría- que puede también analizarse en
textos de Pablo (1 Cor 1) o del Evangelio de Marcos, por ejemplo. [12]
* Pensando “desde” la realidad
indígena, Eleazar López y el CENAMI, o desde el mundo afrobrasileño, Toninho y
el grupo ATABAQUE, han teologizado temas como la tierra, la inculturación y la
síntesis o sincretismo. Las propuestas de “des-helenizar el cristianismo”, que
recientemente reiteró José Ignacio González Faus [13] muestran con algunos
ejemplos que algunos temas o ideas centrales del cristianismo son más bien
helénicos que judeo-cristianos. Una buena deconstrucción ayudaría a no
confundir como propio lo que es accidental, que es una de las acusaciones
principales que se formula a estas teologías; saber reconocer lo propio del
mundo bíblico para profundizarlo distinguiéndolo de lo propio de una encarnación
cultural, parece una terea recién en sus comienzos. No es necesaria o
propiamente cristiano lo que de hecho es una inculturación en el mundo
helénico, y que bien podría ser a su vez realidad “encarnada” en otros
ambientes. Por otra parte, destacar la importancia de lo sapiencial por sobre
lo académico-científico en la teología podría ayudar a entender que no hay “una
sola manera” de hacer teología. Repensar en el “teólogo Jesús”, que “habla de
Dios” ortodoxamente, con un lenguaje sapiencial, bien podría ayudar a encontrar
elementos para hacer teología desde realidades que no se estructuran según la
“lógica occidental” pero son verdadera teología. Como la de Jesús.
* Pensando desde la realidad de
las periferias de las ciudades, Pedro Trigo en Venezuela, o los grupos cercanos
a la “teología del pueblo” iniciada por Lucio Gera en la región urbana o sub-urbana
de Buenos Aires, [14] teologizan también la dimensión de “Pueblo de Dios”,
cultura, historia. No es este el lugar de pensar lo que se llama la “Pastoral
Urbana”, a veces de moda en algunos lugares (moda que implica “dinero”) y otras
veces muy seriamente pensada; [15] la realidad de las periferias es un tema
complejo, muchas veces bastante diferente a la de las urbes. Bíblicamente, son
interesantes los aportes por ejemplo de John H. Elliott a la 1ª carta de Pedro
desde las ciencias sociales; [16] los estudios -aunque conflictivos en los
últimos tiempos- sobre la Historia de Israel y su relectura querigmática de los
autores veterotestamentarios, los estudios sobre el Evangelio de Mateo en su
diálogo y tensión con las autoridades judías sobre Israel, la distinción tardía
entre cristianos y judíos [17] sin duda aportan al pensar teológico del pueblo
de Dios y la cultura.
Estos
ejemplos, suponen un “desde” que es común por una parte, pero con “propios” de
cada región; y sin duda son simplemente ilustrativos ya que podrían
multiplicarse. ¿Se debería esperar que biblistas europeos o norteamericanos
investiguen y escriban sobre ellos y “desde” ellos, o sería razonable que también
biblistas latinoamericanos hagan suyos los planteos para “hablar de Dios” desde
nuestra propia realidad.
Es
acá donde quizás se impone el diálogo, por
una parte entre teólogos y biblistas, a fin de que por un lado no se
pretenda o se elabore una teología que no parta y se nutra de la Biblia (“la
Biblia, alma de la teología”) y a su vez biblistas que aporten fundamentalmente
al pensamiento teológico para “deshacer ídolos” y “hablar rectamente de Dios” y
no preocupados por detalles menores o análisis extraños. Pero, por otra parte, el diálogo entre los que
participan de la lectura popular de
la Biblia y los estudiosos profesionales,
a fin de que los primeros no terminen haciéndole decir a la Biblia lo que esta
no dice (riesgo siempre patente), y que a su vez los biblistas académicos se
nutran del “desde” que la lectura popular puede aportar, y no terminen
investigando -como se dice irónicamente- “si los ángeles pueden volar para
atrás”.
No
se entienda que hablamos de “encerrarse” en autores latinoamericanos o del
Tercer Mundo. Sin dudas hay enormes biblistas y estudios en América del Norte y
Europa que no se pueden ni deben ignorar; sea para discutir o dialogar, sea
para recibir o asumir. Pero por otro lado no podemos ignorar que casi todo
estudio serio de América Latina es ignorado en una suerte de “principio
Natanael” (¿puede salir algo bueno de América Latina?) por teólogos y biblistas
del Primer Mundo. Si bien los grandes y tradicionales teólogos de la liberación
ya han conseguido ciertas cartas de “ciudadanía” en la comunidad académica
(aunque sea para rebatirles o criticarlos), eso no sucede ni con la mayoría, en
especial las nuevas generaciones, ni con los pocos biblistas académicos que
intentan escribir “desde” la realidad, vida y muerte de los pobres. A veces,
tampoco por parte de los mismos teólogos latinoamericanos.
3. De la Biblia a la Teología
Me
permito, a continuación, señalar algunos temas bíblicos (que tampoco pretenden
ser exhaustivos) que podrían pensarse académicamente por biblistas
latinoamericanos, y que parecen ausentes en otros estudios teológicos. [18]
* Viviendo y padeciendo el mundo
del (dios) Mercado, de una ciudadanía que se adquiere por el acto de comprar y
vender, donde muchos son rechazados o ninguneados o invisibilizados por no
tener acceso al mercado, y son tenidos por “no-humanos” sin derechos
reconocidos por los auténticos “ciudadanos”,
los trabajos ya mencionados de J. H. Elliott sobre los “extranjeros” en
1 Pedro, sobre “los que no tienen hogar”, los “no ciudadanos”, o “no pueblo”,
adquieren otros matices. La urgencia de la hospitalidad remarcada por la misma
carta (y en varios escritos de las primeras generaciones cristianas), [19]
tiene miradas muy diferentes en territorios de tanto desplazamiento por la
violencia, de tantos migrantes por el hambre y la desocupación, de tantos que
son tratados como “extranjeros” en su propia tierra (con lo que también
remitimos a la situación vivida por muchos israelitas en tiempos del
post-exilio, que significó -y se acrecentó con el correr de los imperios-
volver o estar en una tierra que ya no sería suya). La importancia que
adquieren los “códigos domésticos” (1 Pe, Col, Ef) leídos desde las ciencias
sociales, en este contexto, no debería dejar de resaltarse y repetirse con
nuestras propias realidades culturales en el horizonte.
* La idea de la “ciudadanía”, en
contraste conflictivo con la “ciudadanía imperial”, romana, no debe dejarse de
lado. Ya no se piensa -por ejemplo en Pablo- pensando en que somos “ciudadanos
del cielo” en el sentido de que no somos “de este mundo”; en Fil 3,20 la idea
paulina es que la comunidad cristiana de Filipos (que era colonia romana) debe
verse a sí misma como “colonia de Dios” en medio de la ciudad pagana, colonia
romana, y debe dejarse conducir por la novedad traída por Cristo que está en
los cielos (Rom 10,6), “Pablo está diciendo que cada cristiano de su auditorio,
incluso los esclavos, tienen un mundo común (commonwealth) más grande y
superior y que su ciudadanía radica en una capital más distante que Roma,
llamada cielos”. [20] Ante tantos tenidos por no-ciudadanos, sea en el exilio,
por la pobreza, por género, orientaciones sexuales, color de piel, o las más
diversas razones, no deberíamos descuidar un nuevo modo diferente de ciudadanía
de la propuesta por la “ciudadanía” ilustrada. En este caso, es evidente que se
tiene por ciudadano el que se adapta a un determinado modo de vivir, pensar y
actuar; nada más distante al otro modo posible que propone Pablo. En este mismo
sentido parece que deben entenderse, por ejemplo los exorcismos. Mientras
muchos pretenden que los sectores marginales de la sociedad se “adapten” a este
mundo, y muchos quedan a los márgenes de la sociedad, especialmente los
sectores más vulnerables: niños, mujeres, pobres, que quedan, en muchas
ocasiones, alienados y quebrados, Jesús les propone un otro mundo posible, el
Reino en el que tienen cabida sin necesidad de adaptarse al “mundo este”. [21]
* La tensión escatológica que
Pablo plantea entre “este mundo”, que no debe entenderse en sentido dualista
helénico, en contraste con el “otro mundo posible”, tiene una riqueza teológica
sumamente importante. Como se dijo más arriba, se ha trabajado recientemente el
anti-imperialismo de Pablo; [22] el mismo lenguaje paulino parece cargado de
términos que deben ser entendidos como contra-culturales frente al Imperio.
Basta con ver el sentido con que se utilizaban términos tales como
fides/pistis, ekklesía, evangelio, hijo de Dios, exaltación, paz, salvación,
parusía/venida, cruz, gracia para descubrir la propuesta claramente subversiva
del Apóstol y los primeros cristianos. La sociedad de consumo, el statu quo, el
“concierto de las naciones”, estar “insertados en el mundo” parece ser el único
modo posible de vivir y ser, y hacia el cual todos deberían aspirar, aun
sabiendo que nadie podrá alcanzarlo. Sin duda que la tensión paulina entre
carne y espíritu debe ser vista en este sentido. Un análisis de todas “las
obras de la carne” en “el mundo este”, que en América Latina tiene rostros muy
marcados, podría dar cabida a nuevos “catálogos de vicios”, y dar más fuerza a
los frutos de los nuevos tiempos para los que la ley del mercado no tiene
cabida. El contraste contra-hegemónico entre este mundo y sus poderosos que
asesinaron al profeta desarmado de Galilea, y la debilidad extrema de Jesús
(especialmente contrastada en Filipos que, no por casualidad, era colonia
romana), sirve de buen ejemplo. [23] Una revalorización subversiva de los
valores contraculturales inaugurados por Jesús viene a contrastar con “este mundo”
que parece ser el mundo de “paz y seguridad” (1 Tes 5,3), el mundo “como debe
ser”, para los poderosos.
* Los temas que se estudian en
los ambientes académicos bíblicos podrían multiplicarse, y cientos de ellos
podrían aportar mucho al pensamiento teológico latinoamericano, y por ello
sería importante que también fuera trabajado e investigado por biblistas
latinoamericanos a fin de enriquecer con el propio “desde” tanto a los
biblistas como a los teólogos. Casi a modo de síntesis de esta parte, mencionemos
brevemente algunos temas más: La mujer. La importancia de la mujer, en este
caso entendido como “tema”, debería ser profundizado casi urgentemente. No deja
de estar presente en muchos ámbitos tanto los muchos y excelentes trabajos de
teólogas (y teólogos) feministas de todo el mundo, [24] en trabajos bíblicos,
también de todo el mundo, [25] y en teólogas (y teólogos) de la liberación. Sin
embargo, la indispensable liberación femenina requiere una mirada propia de
teólogas/os latinoamericanos (¡y la hay!) y de biblistas. En lo personal,
conocemos algunos trabajos bíblicos populares o pastorales, pero no académicos
en favor de la liberación femenina, y creemos que son importantes y necesarios.
[26] Especialmente, porque la mujer pobre es doblemente víctima, por no hablar
de la triple victimización de las mujeres pobres indígenas o afro. No se trata
de repetir lo que dicen las teólogas o biblistas del Primer Mundo, con
realidades propias y diferentes (aunque con mucho en común que debe ser tenido
en cuenta), pero la realidad del dolor causado a la mujer (incluso en el seno
de la propia Iglesia) merece un pensamiento propio, para lo que los biblistas
tendrían mucho que aportar.
* Finalmente, notemos la
importancia que empieza a tomar en varios estudios bíblicos la religiosidad
popular. Es el caso, por ejemplo de los aportes que la nueva arqueología
permite descubrir. Una sociedad en la que el 85% de la población vivía en el
ambiente campesino, difícilmente podía ser reconocida en las investigaciones
sobre palacios o templos. Conocer la religiosidad israelita, por ejemplo,
permite un análisis más preciso de los mensajes de los autores
veterotestamentarios; [27] lo mismo que conocer la realidad de las comunidades
paulinas o de las primeras generaciones cristianas. Resulta extraño que
intentando mirar “desde” el “lugar del pobre”, y buscando una “lectura
popular”, en muchos casos, al hablar de “religiosidad popular” una de las
primeras palabras que se opone es un “pero...” acompañado por “purificación”,
“concientización”, o ideas semejantes que no parecen reflejar un “desde” el
pobre, sino “desde” la ilustración. Una mirada a la síntesis que se va dando
entre la fe de Israel y los pueblos que lo rodean, o entre el Evangelio de
Jesús y lo propio de cada región y de cada lugar, puede aportar al pensamiento
teológico latinoamericano. Y la pregunta a los textos bíblicos “desde” la
mirada del pobre, puede aportar respuestas siempre nuevas y siempre
desafiantes.
Conclusión
En
este trabajo, expresamente no hemos pretendido agotar el tema, simplemente
hemos mostrado espacios, temas, y ambientes en los cuales queda mucho por hacer
y hay mucho más por decir. Creemos haber mostrado, al menos, que entre los
estudios bíblicos académicos y la teología de la liberación hay un encuentro y
un diálogo pendientes. Para empezar, ambos deben estar en atenta escucha del
“clamor del pueblo” de Dios, de los pobres, que en sus dolores y esperanzas, en
sus pasos y sus sufrimientos señala a teólogos populares, pastorales y
académicos el paso de Dios en nuestra historia a fin de que la “praxis
creyente” a favor del pobre nos conduzca al “acto segundo” de la reflexión
teológica. En este diálogo está pendiente, por parte de los teólogos preguntar, cuestionar, desafiar
y escuchar a los biblistas latinoamericanos para que se elaboren serios,
rigurosos y académicos trabajos de investigación bíblica en orden a aportar al
pensamiento teológico latinoamericano. Por parte de los biblistas, mirar con atención los grandes desafíos teológicos del
presente, de nuestro “aquí y ahora”, en atenta escucha de los signos de los
tiempos a fin de escrutar la Palabra de Dios, de preguntarle desde un lugar
propio a fin de aportar a los teólogos y de pensar desde el Sitz im Leben und
Sitz im Tode latinoamericanos. El diálogo mutuo, la pregunta mutua, el aporte
mutuo, la respuesta, la mirada común parecen una tarea pendiente. Y un desafío.
Notas:
[1]. Sobre
el tema escribí en E. de la Serna, "¿Ver-Juzgar-Actuar en San
Pablo?", RevistB 52 (1990) 85-98.
[2]. C. Boff: Teología de lo político. Sus
mediaciones, Salamanca: Sígueme, 1980; Teoría do método teológico. Petropólis:
Vozes, 1999 (2a. edición revisada).
[3].- C.
Boff, “Epistemología y método de la Teología de la Liberación”, en I. Ellacuría
- J. Sobrino, Mysterium Liberationis. Conceptos fundamentales de Teología de la
Liberación I, Madrid: Trotta, 1990,
p.93.
[4]. G.
Gutiérrez, Teología de la Liberación. Perspectivas, Salamanca: Sígueme 71972,
pp. 369-386.
[5]. G.
Gutiérrez, “Hablar de Dios desde el Sufrimiento del Inocente. Una reflexión
sobre el libro de Job”, Salamanca: Sígueme 31995.
[6]. J.
Sobrino, Jesucristo Liberador, Madrid: Trotta 1991; V. Codina, Para Comprender
la Eclesiología desde América Latina, Navarra: Verbo Divino, 1990; L. Boff,
Jesucristo Liberador. Ensayo de cristología crítica para nuestro tiempo,
Santander: Sal Terrae 1987; I. Ellacuría, Conversión de la Iglesia al Reino de
Dios. Para anunciarlo y realizarlo en la historia, Santander: Sal Terrae, 1984.
[7]. J. I.
González Faus, Otro mundo es posible... desde Jesús, Santander: Sal Terrae
2010, p. 430; se refiere a que J. P. Meier dice que su objetivo es escribir un
libro como el que escribirían en un “cónclave no papal” estando de acuerdo
sobre el Jesús histórico un católico, un protestante, un judío y un agnóstico
(J. P. Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús Histórico I. Las raíces
del problema y la persona, Navarra: Verbo Divino 1998, p.29).
[8]. Ver E.
de la Serna, “La idolatría, una clave de interpretación de 1 Corintios”, Ribla
20 (1995) 131-148; ampliado y actualizado en “La idolatría en 1 Corintios, ¿una
clave de interpretación?”, en V. M. Fernández – C. M. Galli (eds.) “Testigos… y
servidores de la palabra” Lc 1,2. Homenaje a Luis Heriberto Rivas, San Benito,
Buenos Aires 2008, 111-134; ibid., “Los ídolos, causantes del asesinato de
Jesús de Nazareth”, Cuadernos de Teología 16 (1997) 117-128.
[9]. Ya en
“Teología de la Liberación” G. Gutiérrez planteaba el tema de la
espiritualidad, cosa que continuó en “Beber en su propio pozo: en el itinerario
espiritual de un pueblo” (1983), del mismo modo J. Sobrino, Liberación con
espíritu. Apuntes para una nueva espiritualidad, (1985) y Víctor Codina, Creo
en el Espíritu Santo. Pneumatología narrativa (1994); “No extingáis al Espíritu
(1 Tes 5,19). Una iniciación a la pneumatología (2008); y recientemente “Prioridade
teológico-pastoral da pneumatologia hoje: ‘O Espirito precede a vinda de Cristo
(Sao Basilio)” en Perspectiva Teológica, Belo Horizonte, Año 44, Numero 122
(Jan/Abr 2012), p. 69-86.
[10]. Lo
señaló recientemente en su ponencia en el Congreso Intercontinental de
Teología, Sao Leopoldo (Brasil), 9 de octubre 2012, de próxima publicación.
[11]. La
lectura de los Cantos del Siervo de Yavé tiene hoy muy distintas posibilidades
de interpretación, y es académicamente razonable mesurarlas para adoptar
aquella que tenga más visos de probabilidad, y no la que más “nos conviene”;
cf. J. L. Sicre, Introducción al profetismo bíblico, Navarra: Verbo Divino
2011, pp. 314-315.
[12]. E. de
la Serna, “El pueblo crucificado. Aspectos bíblicos”, Proyecto 33 (1999) [en
Homenaje a Ignacio Ellacuría] 115-141.
[13].- Cfr.
J. I. González Faus, “Des-helenizar el cristianismo”, entre otros lugares en
www.curasopp.com.ar/36.php.
[14]. P.
Trigo, La cultura del barrio, Caracas: Gumilla-UCAB, 2008; J. C. Scannone,
"Aportaciones de la teología argentina del pueblo a la teología
latinoamericana", en S. Torres - C. Abrigo (Coord.) Actualidad y Vigencia
de la Teología Latinoamericana. Renovación y Proyección; Santiago de Chile:
Univ. Católica Silva Henríquez, 2012, 203-225.
[15]. Como
es el caso de C. Galli, Dios vive en la ciudad. Hacia una nueva pastoral urbana
a la luz de Aparecida, Buenos Aires: Ágape libros, 2012.
[16]. Ver
J. H. Elliott, Un hogar para los que no tienen patria ni hogar: Estudio crítico
social de la Carta primera de Pedro y de su situación y estrategia [título que
no mantiene el interesante juego de palabras del original inglés: A Home for
the homeless], Navarra: Verbo Divino 1995; luego retomado en su monumental
comentario a 1 Pedro de la colección Anchor Yale Bible (2001).
[17].
Eduardo de la Serna, De Jesús a la ‘Gran Iglesia’. El nacimiento del
cristianismo, Buenos Aires, Ágape libros 2012.
[18]. En lo
personal, he trabajado alguno de estos temas en revistas académicas como la
Revista Bíblica, de Argentina, y en otros ámbitos. También debo aclarar que
siendo profesor de Nuevo Testamento, y dedicándome especialmente a San Pablo,
seguramente me faltan elementos para encontrar más temas en el mundo
veterotestamentario, del judaísmo, y el mundo apócrifo. Además no podemos, sin
embargo, ignorar la dificultad de publicar sea artículos en revistas
académicas, como libros en nuestra región.
[19]. Ver
Fernando Rivas, Modelos de hospitalidad en la primera Carta de Clemente a los
Corintios, en C. Bernabé Ubieta y C. Gil Arbiol, Reimaginando los orígenes del
cristianismo. Relevancia social y eclesial de los estudios sobre Orígenes del
cristianismo, Navarra: Verbo Divino, 2008, pp. 373-398.
[20]. Ben Witherington III, Paul’s Letter to
the Philippians. A Socio-Rhetorical Commentary, Michigan - Cambridge: Eerdmans,
2011, 216-217.
[21]. Ver,
por ejemplo, Esther Miquel, Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a
la práctica exorcista de Jesús, Salamanca: Sígueme 2009. La autora propone una
distinción entre terapeutas “morales” que son los que pretenden adaptar al
sujeto a la realidad circunstante, y terapeutas “amorales”, como es el caso de
Jesús, que busca reconstituir a la persona de un modo crítico del statu quo
(pp. 93-96).
[22]. David
Álvarez, Pablo y el Imperio Romano, Salamanca: Sígueme 2009.
[23]. N.
Miguez, “Filipenses: la humildad como propuesta ideológica”, Ribla 62 (“Las
voces originarias de Pablo”) (2009) en
http://www.claiweb.org/ribla/ribla62/nestor.html.
[24]. Sin
pretender agotar el tema, basta recordar a modo de ejemplo los excelentes
trabajos de E. Schüssler Fiorenza y de E. Johnson.
[25].
Recientemente E. Estévez, Qué se sabe de... Las mujeres en los orígenes del
cristianismo, Navarra: Verbo Divino 2012 (en pp.13-74 presenta un excelente
estado de la cuestión de los trabajos feministas, del rescate de la mujer, su
visibilización).
[26]. Hemos escrito
sobre el tema en E. de la Serna, “El lugar de la mujer en los escritos de Pablo”, en ‘Donde está el
Espíritu, está la libertad’. Homenaje a Luis H. Rivas con motivo de sus 70
años” (E. de la Serna - J. L. D’Amico, coords.) (Buenos Aires 2003) págs.
379-407.
[27]. A modo ilustrativo puede verse W. G. Dever, Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion in
Ancient Israel, Michigan-Cambridge: Eerdmans, 2005,
donde los dos primeros capítulos analiza los conceptos de religión, religión
popular, y el contexto (pp. 1-31) y la “historia de la historia” y las
aproximaciones a la misma (pp. 32-62).
(*)
Artículo publicado originalmente en Alternativas 44 (2012/2) 37-52 [en la
edición impresa las notas tienen un número más ya que se presenta en nota 1 al
autor]
No hay comentarios:
Publicar un comentario