Por esto voy a la Plaza el lunes
Eduardo de la Serna
Estaba en el
seminario, y se veía venir. Sólo un necio podría negarlo. Si hasta Videla había
dado un ultimatum (sic) de 90 días que ya estaba por cumplirse. Los medios
bombardeaban (¡interesante metáfora!) con noticias lo más perversas posibles.
La guerrilla por acá, desabastecimiento por allá, incapacidad de gobierno de la
presidenta por otro lado (¡epa!), oposición inepta acullá (¡recontra epa!)...
Nadie podría decir que era algo inesperado. No había azúcar, aceite, yerba...
Cada tanto el gobierno acorralado hacía algún allanamiento y aparecían galpones
con productos que los empresarios escondían. Los argumentos parecían lógicos: “esto
no da para más”. Pero en los últimos meses del año anterior, 1975, la
guerrilla había sufrido dos golpes decisivos: los Montoneros muy maltrechos en
Formosa, el ERP derrotado en Monte Chingolo. Por otro lado, España e Italia
mostraban que las guerrillas podían combatirse con y desde la democracia.
Pero... Pero la guerrilla, el terrorismo era la excusa perfecta. “Esto es
una guerra”.
Quizás en el
desabastecimiento estaba la clave: los grupos económicos mostraban su poder
dejando a los argentinos sin los productos fundamentales, total tienen un colchón
y pueden pasarse mucho tiempo sin vender (¡epa!). De hecho, una vez producido
el golpe, los efectos del día siguiente se reflejan en los titulares de Clarín
del 26 de marzo: “EEUU reconoce al gobierno argentino”, “El FMI aprueba un préstamo
para el país” y “es normal la provisión de alimentos”. Un empresario, ligado a
la Sociedad Rural fue nombrado ministro de Economía, los productos faltantes
aparecieron “milagrosamente”, el rumbo económico viraba radicalmente (sic)... Y
un Cardenal iba a la Casa de Gobierno a ser testigo de la asunción del
Presidente que “todos” apoyaban. Los Medios de Comunicación habían hecho su
trabajo. Impecable. “La opinión pública” esperaba y deseaba el nuevo gobierno.
El terreno que había sido abonado empezaba a dar sus primeros frutos.
La cosa, en el
futuro, era cada tanto titular con nuevos ataques guerrilleros (aunque los
realizaran los mismos miembros de las Fuerzas Armadas, como el atentado contra
el general Actis, el “abatimiento” de Norma Arrostito, o el “secuestro por
parte de los montoneros” de dos monjas francesas), así la “población” seguiría
abatida y se podía seguir gestando un nuevo país. Empresas del Estado con superábit
eran obligadas a pedir crédito (= endeudarse) como Vialidad Nacional, por
ejemplo. Empresas eran privatizadas a precio vil (y otras estatizadas pero eso
era la excepción que justifica el bolsillo de los amigos del ministro). La
bendición episcopal, sabiamente asesorada por amigos “privados”, daba garantía
de apoyo divino de la nueva “Cruzada”. Películas como “Missing” o “Norma Rae”
eran prohibidas, los canales de Televisión estaban en manos del Estado (pero
eso entonces era “bueno” y los Medios de Comunicación escrito no lo criticaban)
y algunos actores, periodistas y cantantes parecían dioses, porque estaban en
todas partes, y otros deberían estar en su ocaso, porque ya no se los veía más.
“Reinaba el orden”... o la “tranquilidad”, ¡por fin!, al menos eso decían los
Medios. Y si cada tanto había algún rumor de algo medio raro, con un “algo
habrán hecho”, o “por algo será” clasemediero se calmaba la
conciencia y podremos dormir en paz. Si algunos gritaban afuera, eso era “campaña
antiargentina”, y si gritaban adentro eran las “locas de la Plaza”. “¿Porqué
se ocupan de sus hijos ahora y no se ocupaban antes?”
¡¡¡Ah!!! Y hubo
un mundial. ¡Qué bien organizado! Si hasta lo ganamos con un 6 a 0 a Perú bien
merecido. Por eso Videla y Kissinger (sic) fueron a visitar a nuestros hermanos
incaicos al vestuario en el entretiempo. ¿Cómo no ibamos a ganar con esa
delantera impresionante: Videla - Massera - Agosti? ¿Que se dice que hubo una
reunión en París de Massera con algunos jefes para pedir que no atentaran
contra el desarrollo del campeonato? ¡Calumnias!
Así se vivía en
muchos ambientes el “nuevo gobierno”. Si muchos vivían con angustia, si
buscaban a sus familiares, si eran voces críticas... pues ¿a quién le
importaba? Si hasta cuando Adolfo Pérez Esquivel recibió el Nobel de la Paz
(algunos nóbeles fueron sensatos, parece) por su trabajo en el “Servicio Paz y
Justicia”, la “Comisión Justicia y Paz” del Episcopado inmediatamente aclaró
que “nosotros no tenemos nada que ver”. El orden de los factores si altera el
producto.
Hace 38 años
empezó en la Argentina una dictadura atroz y salvaje. Que se fue preparando
pacientemente adentro y afuera del país. Una dictadura genocida con amplia
apoyatura empresaria, eclesiástica, mediática y sindical. Una dictadura de la
que todavía cuesta reponerse. Lo económico, luego continuado en los gobiernos
democráticos siguientes recién empieza a recuperarse, la sociedad -en especial
la clase media- cada tanto suelta un “esto con los militares no pasaba”,
los empresarios cada tanto (o cada poco) vuelven a jugar el juego del poder y
la presión, los Medios de Comunicación “independientes” (sic) también cada poco
repiten la vieja cantilena, y tratan -con más o menos éxito según los casos- de
crear clima de “esto no da para más”, y algunos sectores de la oposición
se recuestan a la sombra de Medios y empresarios para que la “opinión pública”
pueda convencerse que con Mauricio, Sergio, Daniel; Lilita o el mini-radical de
turno volveremos a insertarnos en el mundo, tendremos crédito y habrá paz.
Demasiado crispados estamos, ¡válgame Dios!
Por eso voy a
la Plaza el lunes 24 de marzo, para que “Nunca Más”, para que tengamos memoria,
verdad y justicia. Porque se hizo mucho, porque falta mucho, porque quieren
volver, porque no queremos que vuelvan. No sólo los militares, sino aquellos
civiles que golpearon y quieren seguirlo haciendo. ¿Blandamente? Es posible,
porque “esto no da para más”, dicen, y no venden, desabasteciendo o
guardando en silobolsas. Pero otros decimos “nunca menos” y “vamos por más”.
Por más cuadros (y menos cuadros, de los colgados), por más control, más
justicia, más juventud. Decían que “achicar el Estado es agrandar la Nación”,
pues muchos creemos lo contrario. Y allá vamos. Se trata de dos países y yo no
quiero aquel, y sí que quiero este.
foto tomada de profesor-daniel-alberto-chiarenza.blogspot.com
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