Del huracán Sergio a la garúa Berta
Eduardo de la Serna
Sólo quién es un perfecto ignorante o una
pobre persona –o un cómplice- puede ignorar la enorme influencia que tienen los
Medios de Comunicación en la vida cotidiana. Creer que en lo que uno analiza,
lo que uno opina, lo que uno piensa no está influenciado, guiado y hasta
decidido por usinas de pensamiento, es como aquellos que decían que el mayor
triunfo del diablo está en hacer creer que no existe. Sin duda que –cuando se
tiene esa posibilidad- uno elige dónde informarse, qué ver, oír o leer, pero
desconocer su influencia es grave.
Recuerdo en tiempos de la guerra de Malvinas,
que yo escuchaba radios de Uruguay que no decían “vamos ganando” como afirmaba la revista Gente de Chiche Gelblum, o
no leía diarios nacionales (o –para ser más precisos- no solo eso leía) que
tapaban todo en retribuciones a los favores de tener el monopolio del papel
prensa. Y un día, en un negocio en el que el encargado me dijo algo de la
guerra y nuestra victoria inminente le dije: “mirá que no parece que sea así”, y le conté de las radios
uruguayas, y la respuesta fue: “prefiero
que me mientan los míos”. El desencanto del sujeto fue total cuando la
rendición, y no faltó el que le echó la culpa de la derrota a Juan Pablo II que
“vino a negociar la rendición”.
Uno elige qué escuchar, y quién quiere uno
que le mientan. O puede –teniendo esto en cuenta- hacer el difícil ejercicio
cotidiano del desenmascaramiento, de la lectura crítica.
Comparar, pensar, analizar, contrastar,
sospechar son buenos pasos para el análisis. Claro que –además- ese análisis lo
haré yo que pienso de ésta manera, me ubico en éste lugar, pretendo esto y aborrezco
aquello en lo cotidiano. Ni los medios son puros y asépticos, ni yo lo soy. Algo
de esto hay en el uso sociológico de la categoría “lugar” y el uso del “no-lugar”. Pensar que la TV, la radio o los periódicos
no me configuran sería casi como ponerme en el lugar de “no-persona”.
Ver –especialmente en algunos lugares- cómo
fue direccionado el voto, me resulta difícil de comprender sin reconocer el rol
central de los Medios, sea en la creación sistemática de malestar para un lado
y la constante insinuación de “buenas
ondas” en el otro. Y me refiero a
que mirando a determinados candidatos me resulta impensable que tengan un solo voto.
Usando metáforas de mi papá, me parecía ver una especie de competencia entre
los dos personajes principales de la Ciudad y de la Provincia de Buenos Aires a
ver quién leía y escribía con más dificultad. Imposible esperar que se les caiga
una idea, sólo un repetir un libreto y con escasa comprensión. Pero eso no era
lo importante para ellos, poner cara de bueno y cara de víctima era lo
fundamental. Y por otro lado, la sistemática creación del miedo, con refuerzo o
repetición de algunas noticias, con exageraciones, con parcialidades y
directamente con mentiras. La cosa estaba en generar el miedo. El malestar hace
que se piense menos claramente.
El ejemplo más evidente, ya pos electoral,
pero inmediatamente posterior a la sanción de la plena constitucionalidad de la
Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (¿casualidad que fue al día
siguiente?) fue el invento de una súper tormenta a la que hasta nombre le
pusieron en TN a pesar de todas las indicaciones en contrario. La cosa estaba
en generar miedo. Y por 48 hs. todos alertas esperando que Berta arrasara con
todo. Como cuando en el 2001 todos esperaban las hordas que vendrían a saquear
todo. Es por eso de rio revuelto y la
ganancia de los pescadores. Pero no estaban sólo los oyentes de TN preocupados por
Berta, sino que todos –tanta es su capacidad de penetración- hasta los que elegimos
no ver esa usina de malinformación. Berta era un hecho.
El paroxismo –por otro lado- siguió con el
vómito de Lilita diciendo que ella no quería ser informada por Moreno y por
6-7-8, ignorando absolutamente el sentido y la letra de la Ley. Ella podrá
seguir escuchándolo a Morales Solá y visitando a Lanata además de que podrá
seguir yendo a Washington a informar, como lo hace periódicamente.
Pero eso también repercute en una teoría de
los dos demonios rediviva: pareciera que quien elige no ver TN ya es repetidor
de 6-7-8 o de D’Elia. Hay programas o revistas que me han invitado a decir algo
y me he negado explícitamente. Especialmente los ligados a la Dictadura cívico-(eclesiástico)-militar,
y –en cambio- cuando me han invitado de 6-7-8 y he podido, he ido con mucho
gusto. Y eso algo quiere decir. Pero es curioso cuando escucho hablar de “la plata de los jubilados”, de “Moreno”, de la inseguridad, de “los medios
del gobierno”, de la “tanda
publicitaria”, y tantas otras cosas, como de Berta y que crean que no están influenciados. Sólo les falta creer
que los Martín Fierro (como los nobel de la Paz) son premios serios.
Dibujo tomado de
http://profesorjlcarreras.blogspot.com.ar/2011/11/documento-la-influencia-de-los-medios.html
Interesante y coincido mucho. Ahora, Don Eduardo, te pido honestidad. Porque sabes muy bien, has ido a TN, al programa de Nelson Castro (yo te "conoci" ahi). Tambien has dado entrevista a Perfil. Y eso fue hace diez años mas o menos, y no dijiste nada de esto ahi.
ResponderEliminarPor otro lado, en defensa de la pluralidad de voces, en TN he visto muchas veces gente de todo el arco politico. Muchas. Fue hasta D'Elia a Dos Voces. A 678 no va nadie mas que ultra k, y todos se auto-complacen en sus mismas ideas,totalmente cerrados a ninguna critica.
Sin mas, saludos
Ramon