martes, 19 de noviembre de 2013

Comentario 34C



Un señor que reina en la misericordia


DOMINGO TRIGESIMOCUARTO - "C"
SOLEMNIDAD DE CRISTO, REY
24 de noviembre

Eduardo de la Serna

 

Lectura del segundo libro de Samuel     5, 1-3

Resumen: David –que ya era rey del sur, es elegido ahora rey del norte con lo que se unifica la región. Pero esto no nace de la ambición de un hombre, sino de la decisión de los “ancianos” y la voluntad de Dios. David pasará a ser entonces el rey modelo, y más tarde el “padre” del futuro Mesías.


Por más que en cierto modo el libro de Samuel (y los que conforman toda la “gran historia deuteronomista”) son libros “históricos”, no es menos importante notar que no es el o los acontecimientos históricos lo que nos interesa comentar. La historia –por más “maestra de vida” que sea, al decir de Cicerón- no es “palabra de Dios”. Es decir: no nos interesa en este momento –aunque ciertamente es un tema muy importante, pero también sumamente debatido por los historiadores y arqueólogos contemporáneos de las diversas escuelas- el “David de la historia”, sino lo que, partiendo de los hechos históricos, un (o unos) autor le dice a la elite de su pueblo cuando está por regresar del exilio en Babilonia. Podríamos resumirlo –un poco simplistamente- de este modo: hemos caído muy bajo por culpa de la idolatría (comenzada por Salomón), distinto hubiera sido si hubiéramos seguido fieles como David. Ahora que vamos a empezar de nuevo, ¿qué vamos a hacer? Es por esto que muchos personajes, incluso los mismos David y Salomón son exagerados (aunque sin disimular virtudes y defectos) a fin de presentarlos como modelo y anti-modelo del proyecto a comenzar. David es el rey ideal, “hacer en todo como David” es lo correcto, lo que se pretende, y si lo hubiéramos hecho no habríamos perdido la tierra prometida, no se habría destruido el Templo, etc.

En el texto de la lectura forma parte del largo acceso de David a ser rey de todo Israel, sur y norte. La muerte de Saúl desencadenó la sucesión, y el hijo de éste Isbaal (literalmente varón de Baal, lo cual será cuestionado más tarde cambiándole el nombre por Isboset, hijo de la vergüenza) es nombrado rey en Israel, el norte. El sur, en cambio, elige por rey a David (2,1-4a). Una serie de conflictos y política interna con varios asesinatos incluidos finaliza con el crimen de Isbaal y la decisión del norte en nombrar también a David rey de su territorio (unos siete años y medio después de ser nombrado en el sur, según el texto, cf. 2,11; 5,5). Sin duda este nuevo nombramiento real hace que todo “Israel”, sur y norte quede unificado y el territorio sea importante (desde Dan hasta Berseba, cf. 3,10). Pero todo esto no nace de la ambición de un hombre sino de una firme decisión de Dios que lo ha escogido (5,2; cf. 3,10). Nunca Israel tuvo un territorio tan extenso –siempre siguiendo los textos bíblicos- y esto se debió a que Dios estaba con David y éste le fue fiel. Salomón, en cambio, empezó a entregar y perder tierras (ver 1 Re 9,10-14). Para consolidar el reino, y promover la unidad entre las dos regiones, a continuación (5,6-12) David tomará la ciudad de Jerusalén (a medio camino entre ambas) a fin de establecer allí la "ciudad del rey”, y –luego- el Templo, que él no hará sino su hijo. Lo importante en que los ancianos en representación del norte, y David en representación del sur hacen ahora una alianza, y la hacen ante Yahvé. El pueblo está unido y Dios es testigo.

Sin dudas la imagen de David rey, de quién el Mesías sería heredero, según algunas corrientes,  es tenido en cuenta por la liturgia para poner el texto en la fiesta de “Cristo Rey”.


Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Colosas     1, 12-20
 

El texto de Col 1,15-20 ya fue comentado en el domingo 15 durante el año:


+ Evangelio según san Lucas     23, 35-43


Resumen: Jesús en la cruz recibe las burlas delos que están cerca. Pero no todo es negativo en ese ambiente de sufrimiento. El pueblo simplemente mira, y más tarde, se manifestará arrepentido; y uno de los malhechores reconoce la inocencia de Jesús y le pide que lo “recuerde”, a lo que Jesús le otorga la “salvación” que las burlas reclamaban.

Siguiendo a Marcos, Lucas presenta las burlas de tres grupos a Jesús (es sabida la predilección de Marcos por el “tres”): en Marcos eran los que pasaban (15,29-30), los sumos sacerdotes y escribas (vv.31-32a) y finalmente “también lo injuriaban los que estaban con él crucificados” (v.32b). Lucas, en cambio, modifica un poco su fuente y añade un episodio que le es propio, el del llamado “buen ladrón”. Para empezar, los primeros que se burlan son los “magistrados” (23,35b), luego serán los soldados (vv.36-37). El pueblo, en cambio estaba mirando (v.35a) y se retira golpeándose el pecho en señal de arrepentimiento (v.48). La burla de los crucificados es reemplazada por la burla de sólo uno de ellos y el reconocimiento de la justicia de la pena propia y la inocencia de Jesús por parte del otro. No es improbable que haya una cierta conexión con las tres tentaciones al comienzo del ministerio de Jesús en el desierto. 

El primer contraste con Marcos viene dado por la actitud del “pueblo” (láos) que estaba “mirando” (theôrôn), no “burlándose”. Esta actitud es neutra, pero –como se dijo- enseguida hablará de “espectáculo” (v.48) y el consiguiente arrepentimiento. Es notable la diferencia entre el pueblo y sus dirigentes (arjontes). Como antes los fariseos (16,14), estos ridiculizan a Jesús.

En el comienzo del ministerio de Jesús le dicen “Médico, cúrate a ti mismo” (4,23), la actitud no ha cambiado. Es verdad que “ha salvado a otros” (7,50; 8,48; 17,19; 18,42) e incluso es reconocido como “Salvador” (2,11; Hch 5,31; 13,23). Pero sabemos que hay una estrecha relación entre la salvación y la fe (“tu fe te ha salvado”) mientras que la burla pretende un auto-beneficio. Como la “confesión de Pedro” que afirmaba que Jesús es el “Mesías de Dios” (9,20), lo repiten los magistrados, y añaden “el elegido” algo que es afirmado en la Transfiguración (9,35). Las tres burlas en Lucas ponen el acento en la salvación que Jesús debía procurarse a sí mismo (vv. 35.37.39). 

Lucas, que había omitido las burlas crueles de los soldados en las torturas en el pretorio (ver 22,63-65, donde dice “los varones”) añade aquí una burla de los soldados. La oferta de vinagre (ver Sal 69,22) siendo una alusión menos evidente que en Mc 15,35-36 quizás refuerce la burla puesto que Jesús había dicho que ya no beberá “del producto de la vid” hasta llegado el reino (22,18). La burla explícita, no sólo retoma el reclamo de auto-salvación, sino que toma también el dicho de la “inscripción” (epigrafê) sobre la cruz: “el rey de los judíos” el cual se mencionará inmediatamente. Este “cartel” es algo habitual en los castigos romanos. Cuando el historiador romano Suetonio cuenta las perversiones de Calígula, por ejemplo dice:


“Durante una comida pública en Roma, habiendo arrancado de un lecho un esclavo una hoja de plata, mandó en el acto al verdugo que le cortase las manos, se las colgase al cuello y lo pasease así por todas las mesas con un cartel que dijese la causa del castigo”. (Suetonio, Vida de Calígula 32,2)


Los cuatro evangelios coinciden en el título en el epígrafe con ligerísimos matices. Es razonable la pregunta de por qué Pilato (si fue él) pone la referencia a Jesús, “rey de los judíos” si es que lo ha considerado inocente (notar que a la pregunta que le formula acerca de si lo es realmente, Jesús afirma que sí, y entonces Pilato dice que no encuentra “ningún delito en este hombre”, 23,3-4.14-15.22). ¿Le coloca un cartel indicando que es ejecutado sin delito alguno? ¿Se trata de una burla? ¿O quizás un llamado de atención a cualquiera que intentara algo semejante afirmando que cualquiera que intente mostrarse como “rey” le espera condena del estilo? 

Uno de los malhechores lo insultaba (eblasfêmei), y a la común referencia a la auto-salvación añade lógicamente la propia. Irónicamente, uno de los “malhechores” sí será salvado, pero no descendiendo de la cruz, sino permaneciendo en ella e invocando la memoria salvadora de Jesús.
La presencia del pueblo solamente mirando (es decir, no burlándose) y la del “buen ladrón” ha permitido a Lucas mostrar que no todo lo ocurrido en el calvario es negativo. La insistencia en el tema del perdón a lo largo de todo el Evangelio llega aquí a su máxima expresión. No solamente hay una cadena de personas que reconocen la inocencia de Jesús, comenzando por Pilato, siguiendo por Herodes, ahora el malhechor y concluyendo con el centurión que lo reconoce “justo”. Pero además, en la larga escena de la Pasión encontramos diferentes momentos de curación y perdón, desde la oreja del servidor del Sumo Sacerdote, hasta el perdón “porque no saben lo que hacen” de aquellos que lo crucifican.  

La respuesta del otro –la gran novedad de Lucas en la escena de las burlas al crucificado- alude al “temor de Dios” que es una actitud religiosa de respeto reverencial. Expresamente señala la inocencia de Jesús (la cuarta vez que se hace en la unidad, cf. las referencias a la inocencia en boca de Pilato recién señaladas). Expresamente afirma que Jesús “no ha hecho nada fuera de lugar” (átopon). La condena “justa” (v.41) de los dos malhechores, y la misma condena (krima) del inocente Jesús se presentan en claro contraste. Justicia que vuelve a ser reforzada al reconocerlo el centurión como un “justo” (v.47). 

Recordar” no se trata de un acto mecánico de la memoria, sino de “hacer presente”, “traer a la memoria” (cf. Gen 9,15; 19,29; Ex 2,24; 6,5; Neh 9,17; 2 Sam 18,18; Ez 21,28; 29,16; 33,13; Tob 1,12; 2,2). No hay unanimidad en los manuscritos sobre el dicho del “buen ladrón”: Para simplificarlo puede entenderse como “cuando llegues a (eis) tu reino” o “cuando llegues con (èn) tu reino”, en el primero se trata de la entronización de Jesús como Mesías, en el segundo de la venida de Jesús como poder de rey (se puede decir que el primero se trata del reino, el segundo del reinado). De todos modos, la idea de “llegar al reino” es una buena traducción de ambas variantes, teniendo en cuenta el griego popular de la época. La historia de José y los dos malhechores encarcelados con él en Egipto parece influir en esta escena: “a ver si te acuerdas de mi cuando te vaya bien” (Gen 40,14), paralelo que se refuerza más aun viendo cómo lo relee Flavio Josefo: por ejemplo, el servidor que será “colgado” (40,19) para Josefo será “crucificado” (anastauroô).

Son pocas las veces en las que alguien se dirige a Jesús llamándolo por su nombre: 4,34; 8,28; 17,13; 18,38; cf. Mc 1,24; 5,7; 10,47, se trata de personas que precisan “salvación” (es bueno recordar que “Jesús”, abreviatura de Yehoshua, significa “Yahvé salva”). 

Hoy” es sumamente frecuente en Lucas (como se ha visto en varias ocasiones): 2,11; 4,21; 5,26; 13,32.33; 19,5.9; 22,34.61, es el momento preciso de la salvación, de la intervención de Dios. ¿Qué significa “paraíso”? En el NT sólo lo volvemos a encontrar en 2 Cor 12,4 y en Ap 2,7. Ap 2,7 alude expresamente a que allí se encuentra “el árbol de la vida” (cf. Gen 2,9); el texto de 2 Cor parece aludir al “séptimo cielo”. La mayor parte de las veces que el término se encuentra en el AT griego la referencia es también al jardín que Dios preparó a la primera pareja (Gen 2,8). Es habitual en la mentalidad escatológica judía que los tiempos ideales futuros se piensen semejantes a como fueron los tiempos ideales de los orígenes; de allí que un/el paraíso es visto como tiempo ideal: 


Cuando haya consolado Yahveh a Sión, haya consolado todas sus ruinas y haya trocado el desierto en Edén y la estepa en Paraíso de Yahveh, regocijo y alegría se encontrarán en ella, alabanza y son de canciones”. (Is 51,3)


Así se pueden ver también en varios textos apócrifos:


Fiel es el Señor con los que le aman de verdad, con los que aceptan su corrección, con los que caminan cumpliendo sus mandatos en la Ley con que ha ordenado nuestra vida. Los santos del Señor vivirán por ella para siempre, el paraíso del Señor y el árbol de la vida son sus santos…” (Salmos de Salomón 14,1-3)



En ese día serán asignados los dos monstruos, el femenino llamado Leviatán, para morar en el abismo del mar sobre las fuentes de las aguas, y el masculino denominado Behemot, que ocupará con su pecho el desierto inmenso llamado Dendayn, al oriente del Paraíso donde moran los escogidos y justos, donde fue recibido mi antepasado, el séptimo varón desde Adán…” (1 Henoc 60,7-8)



Él (el mesías sacerdotal) abrirá ciertamente las puertas del paraíso y apartará de Adán la espada amenazante. A los santos dará a comer el árbol de la vida, y el espíritu de la santificación estará sobre ellos. Él atará a Belial y dará poder a sus hijos para pisotear los malos espíritus. El Señor se regocijará en sus hijos y pondrá sus complacencias en sus amados para siempre…” (Testamento de Leví 18,10-14; aunque esta obra es vista por muchos autores como un escrito de gran influencia cristiana). 


El “buen ladrón” ha recibido el solemne “amén” de Jesús asegurándole su participación (“salvación”) en el hoy escatológico y presente a la vez, así participará del reino al que Jesús se encamina. Así como a los que han “perseverado en las pruebas” les dispone “un reino” (22,29-30). Entrar en la gloria (Lc 24,26), y entrar en el reino, ¿son semejantes? (cf. Dt 7,13-14) ¿Hay alusión a la venida de Jesús (= parusía) como a la que se alude al decir “venga tu reino” (11,2)? Sin dudas los lectores de Lucas saben que en el “hoy” de la cruz, Jesús “entró” en su reino y arrastró consigo al ladrón que sabe reconocerlo.


Cuadro tomado de www.enbetel.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario