(des)carrió
Eduardo de la Serna
Recuerdo hace muchos años haber
acompañado a una amiga a una casa religiosa. Tenía que hablar con una de las monjitas
y me pidió que la acompañe. No recuerdo ni la localidad ni la congregación religiosa,
pero no viene al caso: lo que me llamó la atención en la casa era un interesante
cuadro en la sala, de Lilita Carrió. No estaba ni estoy habituado a ver en
casas religiosas ese tipo de manifestación política explícita. Imagino que las
habrá, especialmente en nuestro tiempo mucho más politizado y militante (¡felizmente
politizado y militante!) pero recuerdo que me llamó la atención. Para no
confundir: yo tengo una foto de Evita en mi cuarto, pero no en el comedor… Pero
este no es el punto. Simplemente lo es de partida. A partir de este momento
empecé a notar decenas de religiosas y religiosos fascinados con la figura de
Carrió. Conjugaba muchas características interesantes para encantar a la
familia religiosa: era conversa, apasionada, transparente, progresista, lúcida,
y denunciaba valientemente. La vida religiosa en particular ama esas cosas,
especialmente aquella que se ve a sí misma como profética, la que quiere echar
su suerte “con los pobres de la tierra”.
Pero la política suele tener un imán muy poderoso y es fácil, muy fácil quedar
pegados. Recuerdo la cantidad inmensa de jóvenes militantes de grupos
cristianos que en los 70s quedaron pegados políticamente, y hasta recuerdo una
tía muy querida que nunca entendió nada de las causas populares…. Y cuando un
día decidió dar el paso, se hizo hincha de Boca y votó al peronismo: votó a
Menem. Y cuando quedó a la vista todo lo antipopular del menemismo, su traición
a los proyectos en favor de los pobres, mi tía nunca logró despegarse. Murió
menemista.
Ser “honesto” no es solamente no quedarse con dinero mal habido. Eso también
lo es, por cierto. Pero también es más que eso: el término viene del latín, honestus y Cicerón –por ejemplo- lo usa
para hablar de alguien “de conducta
intachable”. Sin tacha. ¿Y qué pasa cuando uno –o una, en este caso- se ha
pasado toda su vida reciente “tachando”
todo aquello que dijo e hizo en su efímero paso por el progresismo?
Como no recuerdo ni lugar ni
grupo, desconozco si en la casa religiosa sigue habiendo esa tal foto; pero
viendo algunas actitudes de religiosas y religiosos “progres” frente a la
política, no me extrañaría. Mirando las interminables denuncias siempre
vehementes, siempre huecas de la denunciadora serial, desde la supuesta complicidad
del presidente de la corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, con el gobierno, al “pacto secreto” denunciado hoy por el
tema del Código Civil, recuerdo que se jactaba en la campaña electoral que ella
“había denunciado”, los otros no. ¡Como si alguna vez hubiera hecho algo
distinto a denunciar! (y como si alguna vez alguna denuncia suya haya mostrado
algo real… a menos que se crea que el programa de Jorge Lanata es real). Una abogada
debería saber que denunciar es una cosa, probar es otra. ¡Muy otra!
Lamento que algún médico de
presencia habitual en los medios y que diagnostica síndromes por TV no haga un
diagnóstico de la extraña y compleja psiquis de Lilita Carrió. Daría para un
programa entero, quizás en Discovery, porque no en Animal Planet. Pero como es
amiga de la casa imagino que no habrá ese tal diagnóstico.
Pero me resulta muy llamativo lo
que el Diccionario de la Real Academia dice del verbo “descarriar” (y dejo de
lado el complejo problema lógico-metafísico de que “nada puede ser y no ser al mismo tiempo” porque Carrió y des-carrió
parecen sinónimos). Allí propone las siguientes acepciones del verbo descarriar:
(De des- y carro). 1. tr. Apartar a alguien del carril, echarlo fuera de él. 2. tr. Apartar del rebaño cierto número de reses. U. t. c. prnl.
3. prnl. Dicho de una persona: Separarse, apartarse o perderse de las demás con
quienes iba en compañía o de las que la cuidaban y amparaban. 4. prnl. Apartarse de lo
justo y razonable.
Alguien que se
separa de todos los grupos donde estuvo, descarrió; alguien que aparta o echa
fuera del carril a otro/s, descarrió; y alguien que se aparta de lo justo y
razonable, descarrió.
Y alguien que mira
desde la altura de su soberbia al mundo entero, alguien que todo lo que los otros
y otras hacen no es sospechado sino afirmado de corrupción y malicia, alguien
que ha traicionado verbalmente todo lo que sostenía antes de ayer, alguien que sólo
puede estar rodeada de sí misma, ese alguien sin dudas no tiene una “vida intachable”. Me dirán que los
porteños la han votado, y ya he expresado mi intuición de que los porteños son –o
creen ser- extraterrestres. Cuando un periodista de la Nación del grupo de los
siete enanitos me invitó –por primo- a su casamiento, y me sentaron en la mesa
de Carrió, me negué a hacerlo y fui a otra. Nunca imaginé la lucidez de mi
intuición de entonces.
Foto tomada de http://tn.com.ar/politica/la-foto-de-carrio-escondiendose-de-anibal-f_415261
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