Por error se repitió
el comentario del año pasado (ciclo A); como aporte breve señalamos algunos
elementos de comentario al texto del Evangelio
+ Evangelio según san Lucas 2, 22-40
Resumen: el cumplimiento de la Ley es una suerte de elemento que se repite constantemente. María y José son fieles a la ley de Dios y presentan al niño al Templo haciendo la ofrenda de los pobres. Un varón y una mujer enviados por Dios reconocerán en el niño el cumplimiento de las expectativas bíblicas.
Uno de los elementos característicos de las escenas de la infancia en
Lucas es remarcar el cumplimiento de la ley por parte de los padres de Jesús.
En el texto de hoy esto se repite frecuentemente (vv.22.23.24.27.39).
El texto en su estructura es paralelo a Juan el Bautista:
Juan el Bautista
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Jesús
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Circuncisión al 8vo día: 1,59
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Circuncisión al 8vo día: 2,21
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Imposición del nombre: 1,60
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Imposición del nombre: 2,21
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Cántico (con referencias al AT): 1,69-79
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Cántico (con referencias al AT):
2,29-32
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Crecimiento del niño: 1,80
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Crecimiento del niño: 2,40
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Muchos elementos conforman
el relato de la liturgia de hoy. El esquema es sencillo:
Purificación
de “ellos” (vv.22-24)
Un
varón justo / una mujer justa reconocen al niño (vv.25-35 / 36-38)
Sumario
conclusivo (vv.39-40)
El texto es muy complejo e
interesante; pero para la celebración de hoy señalaremos solamente aquello que
hace a la liturgia del día. El texto comienza y termina con una referencia a
que los padres de Jesús actúan conforme a “la Ley” (vv.22.39). Esto es algo
importante en Lucas (cf. 2,21.41; cf. Hch 1,12), y precisamente “conforme a la
ley” presentan el niño al Señor.
Destaquemos que en el mundo
antiguo es propio de las personas religiosas ser agradecidos con la divinidad
que nos ha dado sus dones. Precisamente por eso, por ejemplo, se le ofrecen las
primeras crías de ganado, o las primicias de la cosecha. Sin embargo, en Israel
no se ve con buenos ojos “ofrecer” a Dios el hijo primer nacido; los
sacrificios humanos son aborrecidos (aunque hubo algunos casos detestados por
la Biblia; 2 Re 21,6; cf. Lev 18,21; Dt 18,10; 2 Re 23,10; Gén 22,1-19). Casi
podríamos imaginar de este modo la ofrenda: a Dios se le puede dar lo mismo que
se puede comer, como si Dios lo “comiera”. Caso contrario, aquello que no es
“puro” para ser alimento no se ha de “ofrecer”, y por tanto se ha de
“rescatar”. Es decir, se ofrece algo sustitutivo, como un cordero o un cabrito.
Es –fundamentalmente- el caso de los hijos, en este caso de han de presentar una
“res menor”, y si no alcanza el dinero para hacerlo presentarán dos tórtolas o
dos pichones (Lev 12,7b-8), se los rescata, se le “presentan” a Dios. María y
José, es evidente, son pobres y presentan agradecidos la ofrenda de los pobres..
El Evangelio extrañamente
informa que es el tiempo de la purificación de “ellos”. No se refiere a la
madre, que debe purificarse después de la maternidad, sino de “ellos”; es
posible que esté aludiendo a que con la presentación de Jesús ha comenzado el “día”
y así “los hijos de Leví” sean purificados porque la ofrenda que se ha
presentado en el Templo es perfecta (cf. Mal 3,3, primera lectura).
Ante esta presentación se acercan
al Templo –como es frecuente en Lucas- un varón y una mujer (cf. 13,18-21; 15,4-10;
etc.) que hablan públicamente del niño. La “esperanza en la consolación de
Israel” y la “esperanza en la redención de Jerusalén” enmarcan la doble escena
(vv.25.38). En medio de esta escena Lucas incorpora (como lo ha hecho en otras
ocasiones, cf. 1,46-55; 1,68-79; 2,14) un canto que manifiesta la realización
de las esperanzas de Israel con la alegría de los “pobres de Yahvé”.
La escena concluye con un
relato sobre el crecimiento del niño, semejante a lo dicho sobre Juan, el
Bautista (1,80) que parece a su vez remitir a Samuel: “iba creciendo y haciéndose grato tanto a Yahvé como a los hombres”
(1 Sam 2,36).
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