Al encuentro de Jesús y su comunidad
La Dedicación de la basílica de San Juan de Letrán
9 de noviembre
La Dedicación de la basílica de San Juan de Letrán
9 de noviembre
Eduardo de la Serna
La Iglesia Católica Romana, animada por el Papa, obispo de Roma celebra
hoy la “Dedicación” de la Basílica de San Juan de Letrán, la Catedral de Roma.
"Dedicar” una Iglesia es consagrarla, es como una suerte de “bautismo” de la
construcción. Las lecturas aluden al “Templo” y – como siempre – comentaremos
los textos.
Lectura de la profecía de Ezequiel 47, 1-2. 8-9. 12
Resumen: Un ángel orienta la visión del nuevo Templo a Ezequiel mostrándole un agua cada vez más abundante que sale de los cimientos del Templo y llena de vida todo lo muerto.
Los capítulos
finales de Ezequiel (40-48) son una gran visión sobre el nuevo templo de
Jerusalén (es necesario recordar que el Templo había sido destruido, la gloria
de Dios había mudado a Babilonia, donde Ezequiel predica insistentemente la
esperanza al pueblo derrotado. El anuncio de un nuevo templo debe sin duda
entenderse en ese sentido).
Un “hombre” (=
ángel) orienta la visión al profeta, que observa desde los cimientos del Templo
que surge una corriente de agua, cada vez más profunda y que llega hasta el Mar
muerto para sanearlo (es bueno recordar que el Mar Muerto – por lo salobre – no
tiene vida en él. Aquí habrá árboles frutales y peces). La referencia, además,
parece aludir al relato de la creación; quizás se destaque una nueva creación
que tiene en el nuevo templo su fundamento. Habrá pescadores y redes, y también
sal, y los frutos alimento y medicina; el nuevo Edén está en mente, el mar es
saneado, el deserto es fértil.
Sin duda la referencia al agua es referencia a la vida nueva para
su pueblo como en Ez 37 lo era el viento que daba vida a los huesos secos. La
tierra seca, el mar muerto, los seres humanos hambrientos o enfermos encuentran
vida paradisíaca en el agua que surge del nuevo Templo.
Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Corinto 3, 9c-11. 16-17
Resumen: Pablo empieza a concluir su discurso sobre la verdadera sabiduría que nace en la cruz y la debilidad. Y cuando es fundada sobre Cristo y la cruz la verdadera sabiduría es constructiva y nos conduce a Dios; esa es la edificación que tiene los cimientos puestos en Cristo.
En el contexto de la confrontación por los diferentes partidos (de
Pablo, de Apolo, de Cefas, de Cristo), luego de presentar el contenido
fundamental de la predicación (Jesucristo crucificado), Pablo presenta los
diferentes ministerios, centrados especialmente en él y Apolo. Es probable que
algunos en corinto estuvieran fascinados por la buena predicación de Apolo y la
contrastaran con la floja de Pablo. Pablo está con Apolo en ese momento, y en
lugar de ver ambos ministerios como complementarios algunos los han
confrontado. Recurriendo a imágenes agrícolas primero, y arquitectónicas
después, Pablo ve en Apolo un colaborador, y ambos colaboradores de Dios:
“Pablo plantó, apolo regó, Dios da el crecimiento” (v.6), “Pablo pone el
cimiento, otro construye encima” (v.10). Estando la liturgia centrada en el
Templo, es la segunda metáfora la que se tendrá en cuenta. Ciertamente el
cimiento puesto (como la predicación de Cristo crucificado) no puede ser otra
que el mismo Cristo.
La segunda parte del texto de la carta de Pablo se
encuentra comentado el domingo 7º del ciclo “A”. Repetimos lo allí dicho:
Con imágenes campesinas (plantación, v.6) y urbanas (arquitecto, v.10) Pablo habla de la comunidad como campo o construcción (v.9) “de Dios”. Continuando esta última, Pablo desarrolla una serie de metáforas (cimiento, construcción, materiales, vv.10-12). El acento está puesto en la resistencia de la obra (vv.13-14) o su falta de resistencia (v.15). En este contexto comienza a señalar que esa obra (“ustedes”) en “Santuario de Dios” (v.16) del que se espera que no sea “destruido” (v.17).
El uso de “¿ustedes no saben?” es frecuente en la
carta de modo retórico (5,6; 6,2.3.9.15.16.19; 9,13.24) y suponen una respuesta
positiva: ¡sí que lo saben! (seguramente porque Pablo mismo lo ha predicado en
la comunidad). El templo –por las metáforas agrícolas y arquitectónicas
señaladas, y el uso del plural- se refiere en este caso a la comunidad toda
(cf. 2 Cor 6,16). La importancia dada al Templo por el judaísmo de su tiempo
hace que sólo los hipercríticos de Qumrán se vieran a sí mismos como verdadero
templo, debido a que rechazaban de cuajo el sacerdocio de su tiempo (ellos se
veían como poseedores del verdadero sacerdocio):
“… el consejo de la comunidad será establecido en verdad como una plantación eterna, una casa santa para Israel y el fundamento del santo de los santos para Aarón, testigos verdaderos para el juicio y escogidos de la voluntad de Dios para expiar por la tierra y para devolver a los impíos su retribución. Ella será la muralla probada, la piedra angular preciosa cuyos fundamentos no vacilarán y no temblarán en su lugar. Será residencia santísima para Aarón con conocimiento eterno de la alianza de justicia y para ofrecer un olor agradable; y será una casa de perfección y verdad en Israel…” (1QS [Regla de la comunidad de Qumrán] 8,5-9)
El tema seguirá
profundizándose luego en la siguiente generación cristiana (Efesios, 1 Pedro) y
en 1 Cor 6,19 es utilizada en sentido individual. El templo es la morada de
Dios (o también del Espíritu, en Flavio Josefo):
¡Por lo tanto, no dejes de darnos estas bendiciones, y otorgar a mis hijos aquella virtud en cual brillas! y además, humildemente te suplico que dejes bajar alguna porción de tu Espíritu y habite en este templo, para que puedas aparecer y estar con nosotros sobre la tierra... (Antigüedades 8:113-114 [oración de Salomón])
Con la imagen de la
destrucción, Pablo sigue lo que había destacado en los vv. anteriores. La
imagen podría traducirse “si alguno arruina el templo, Dios lo llevará a la
ruina” (v.17). La comunidad debe ser “santa”
(cf. 1,2), por ser templo. El uso del término “santos” (hagios) en Pablo
tiene una serie de matices interesantes a tener en cuenta para el sentido
habitual en los escritos judíos. Pablo con frecuencia habla de los “cristianos”
(palabra que nunca utiliza) como de “los santos” (Rom 8,27; 12,13; 15,25…; 1
Cor 6,1; 16,1.15; 2 Cor 1,1; 8,4; 9,1…), hay una relación de “santificación” a partir del bautismo (1
Cor 6,11), y ser “santos” es una “vocación”
(Rom 1,7; 1 Cor 1,2). Pero una vocación en el mundo en el que la comunidad
vive. En medio de ella, los cristianos están llamados a ser luz para los demás
pueblos, a dar testimonio de su vida a fin de “seducir” a los demás a
incorporarse a la comunidad de los santos (cf. 1 Cor 7,14; Rom 15,16; 1 Tes
5,23).
+ Evangelio
según san Juan 2, 13-22
Resumen: al comenzar el ministerio, Jesús realizará un nuevo signo. Este relacionado con el templo que es reemplazado tanto por su cuerpo como por su comunidad. Al realizar el signo surge el debate donde Jesús manifiesta la decisión de reemplazar en sí mismo todas las instituciones “de los judíos”.
Resumen: al comenzar el ministerio, Jesús realizará un nuevo signo. Este relacionado con el templo que es reemplazado tanto por su cuerpo como por su comunidad. Al realizar el signo surge el debate donde Jesús manifiesta la decisión de reemplazar en sí mismo todas las instituciones “de los judíos”.
En Juan el verbo “se acercaba” (6,4; 7,2; 11,55) siempre refiere a una fiesta judía, mencionada como “de los judíos”, se repite en 6,4 y 11,55 de la “Pascua” y en 7,2 de los “Tabernáculos” posiblemente para señalar una distancia ya que estas festividades están destinadas a ser reemplazadas por Jesús.
Es la primera de las tres pascuas que Juan menciona. ¿Se trata de un
dato cronológico o es simbólico? Aunque sea una trasposición de un texto
sinóptico puede reflejar la memoria de un viaje original. “Subió” es el verbo
que se utiliza normalmente para indicar un viaje de peregrinación a Jerusalén
(5,1; 7,10; 11,55; 12,20).
El Templo (hieros) alude al llamado atrio de los
gentiles, al “área del templo”; el templo propiamente dicho, el edificio (naos) es mencionado en vv.19-21. Los
animales se venden para ser sacrificados; pero ya no serán necesarios. Se destaca
especialmente el trato a los vendedores de palomas, la ofrenda del pobre (Lv
5,7). La insistencia en la descripción de los animales y los cambistas,
mencionados dos veces, parece resaltar el gesto de Jesús, que implica la
abolición de todo el sistema sacrificial del Antiguo Testamento. Lo que se
encuentra es ganado y ovejas (o cabras) y cambistas (el término kermatistês no vuelve a encontrarse en
toda la Biblia).
Puesto que no se puede entrar en el Templo llevando armas o palos es
probable que Jesús hiciera el azote con las sogas que se usaban para atar a los
animales.
La casa no es “de Dios” (AT, cf. Mc 2,26), sino “de mi Padre” (como en
Lc 2,49; primera vez que usa “mi Padre” en Jn) y está en juego de palabras con
“casa de mercado”. Jesús se presenta como “el Hijo”, como quien tiene autoridad
sobre el templo; el que inicia el “verdadero culto” (4,21).
Tres veces repite Juan “recordaron”
(siempre en aoristo: 2,17.22; 12,16) y siempre los discípulos son el sujeto. La referencia al celo puede anticipar el celo por la casa de Dios que le cuesta la vida; siendo que el Salmo es
citado en Hch 1,20; Rom 11,9-10; 15,3 y quizá en Jn 15,25; 19,28 el contexto
del sufrimiento de Jesús es posible.
Fiel a su estilo, donde los sinópticos hablaban de sumos sacerdotes, escribas
y ancianos, Jn prefiere “los judíos”.
El imperativo “destruyan” puede ser un condicional
(“si destruyen”; “supongan que ustedes destruyen”) o un imperativo irónico, como el de
los profetas (Am 4,4; Is 8,9) (“sigan así y ya verán...”).
El texto “este santuario”, ¿refiere aquí al cuerpo de Jesús o al Templo judío? Mt y Mc destacan que
Jesús lo edificará, Jn que lo levantará. Pero ¿es posible leerlo en este
sentido? “Tres días” quizás deba entenderse como “en un breve lapso de tiempo”, no en 72 horas (cf. Os
6,2; Lc 13,32).
“Levantar” es despertar (Mt 8,25; Hch 12,7) y de aquí “despertar del sueño de la muerte”
(12,1.9.17); es frecuentemente usado de la resurrección de Jesús. Pero también
se puede usar de “levantar un edificio” (1 Esd 5,43; Sir 49,13; y sobre el Templo [naos] AJ XV 391; XX 228).
La referencia a los 46 años: Josefo señala que el templo se inició el año 18 de Herodes
(Ant XV,11,1), así llegamos a la Pascua del 28. Y concluyó - ya muerto Herodes - bajo Albino en el 63
d.C. (Ant XX,9,7). El aoristo no indica necesariamente que el templo estuviera
concluido (cf. Esd 5,16).
“Resucitó” puede ser pasivo o intransitivo. En los textos más antiguos,
-leído en pasivo- se dice (x19) que Dios resucitó a Jesús (Rom 4,25; 6,4.9; 1
Cor 15); pero Jn destaca que el poder del Padre es el de Jesús (10,17-18; cf.
2,17).
Creyeron en la escritura ¿se refiere a un pasaje concreto (¿Sal 16,10;
69,9?) o a toda la escritura en general (= en la verdad de la escritura)? (cf.
2,22; 7,38.42; 10,35; 35,18; 17,12; 19,24.28.36.37; 20,9) pero siempre, salvo
aquí, y en 17,12 y 20,9 se refiere a un texto citado (aunque en 17,12 cf. 13,18
y 20,9 cf. Hch 2,27; 13,35 [Sal 16,10]; con lo que sólo 2,22 sería referencia a
todo el AT). La “palabra” se refiere a la revelación que Jesús trae sobre Dios.
¿Por qué la ubica aquí Jn y no al final
del ministerio de Jesús, como los Sinópticos? Si tenemos
en cuenta la probabilidad de una segunda redacción del Evangelio, y la
inserción tardía del relato de Lázaro, es probable que ésta causara el
desplazamiento del relato del templo. Por otro lado, si Jn divide en tres
pascuas el ministerio de Jesús, es interesante notar, como dijimos, que ubica
en cada una de ellas escenas que en los sinópticos se encuentran en la única
pascua: en la primera, la escena del templo, en la segunda la escena
eucarística y en la tercera, la pasión. Probablemente Jn tuvo que recurrir a
los pocos datos con que contaba y dividirlos en tres, a partir del momento que
estructuró el ministerio en tres pascuas (sea o no esto más verosímil
históricamente).
Hay rasgos que son propios de Jn como
la presencia de bueyes y ovejas, el látigo, o las palabras de Jesús.
La cita del Sal 69,9 en
v.17: es importante tener en cuenta que es uno de los Salmos más usados en
favor de Jesús, y Jn pudo aducir esta referencia para interpretar la escena. La
sentencia de v.16 es una alusión implícita a Zac 14,21, como la de los
sinópticos alude a Isaías y a Jeremías. Por otra parte, hay muchos elementos
comunes: localización en el templo, los vendedores de palomas, las mesas de
los cambistas, el templo visto como “casa”. Hay muchos términos griegos
idénticos como para suponer una semejanza accidental. En ese caso, sería
razonable pensar en una fuente común a ambas tradiciones, que luego fueron
ampliadas y adaptadas.
La actitud de “los judíos” contrasta claramente con la de “la madre” de
Jesús de la unidad anterior que así se encuentran en un cierto paralelismo
antitético. Ambos episodios anticipan “la hora” (2,4.21):
En Caná de Galilea
|
En Jerusalén
|
Intercambio verbal (incomprensión
confiada)
|
Intercambio verbal
(incomprensión escéptica)
|
los discípulos y la
madre
|
los “judíos”
|
reemplazo de las
tinajas de piedra
|
reemplazo del
Templo
|
Jesús hace un signo
y creyeron
|
¿qué signo haces
para que creamos?
|
La madre y discípulos
creen en la palabra
|
¿tú [acentuado] en
tres días lo levantarás?
|
interpretación del
redactor. Transición.
|
interpretación
del redactor.
Transición.
|
Obviamente, Jn elige “levantaré” (y
no edificar, como los sinópticos) por su
intencionalidad teológica. El imperativo que usa: “destruyan” carga la
responsabilidad en las autoridades judías (¿es ironía de Juan que sabe que el
templo ya fue destruido cuando se compone el Evangelio?).
Juan lo reinterpreta para que se entienda a la luz de la muerte y
resurrección de Jesús. Pero mientras Mc parece aludir a dos templos diferentes (hecho / no hecho por manos), en Juan se alude al mismo templo (= Jesús).
Como en 2,11, el narrador se retira de la escena para ofrecer la
interpretación de los hechos. El evangelista deja claro (v.22 y quizá también
v.17) que su interpretación de la escena va más allá de lo que entendieron los
testigos; el texto representa un gesto programático para Jn; más que una
“purificación” (¿Sinópticos?), se trata de una “sustitución”. Los “discípulos no se comprometen con
la principal reivindicación de Jesús, a saber que el hieron (Templo) de ‘los judíos’ es, de hecho, el oikos
(casa) del Padre de Jesús”.
Ya en Caná habían
comenzado a presentarse la sustitución de las instituciones judías y la
abundancia de vino que anuncia los tiempos mesiánicos. El rechazo de Israel viene anunciado; ahora, ¿cómo interpretaron el hecho los asistentes? Si se trata de una
“purificación” es fácil ubicarlo en el contexto profético. Los animales fueron
introducidos por Caifás, los cambistas no son extraños ya que no consta que cobraran tasas usurarias o sobornaran a los sacerdotes. Los textos dan a
entender que hubo razones para este obrar, pero estas no son explicitadas.
La tradición sinóptica parece ubicarlo
en el marco de Jeremías (cf. Mt 16,14). El Dt-Zac (14,21) “ningún mercader se
verá en el templo santo” (a este texto parece aludir 2,16). Mal 3,1 (que también
pudo tenerse en cuenta) la intervención de Dios sigue a un cuestionamiento al
sacerdocio levítico. Is 56,7 proclama el ideal profético del templo purificado.
Siendo Jesús un profeta era absolutamente comprensible en ese sentido. Cf
también Ag 2,7-9; Mi 3,12; Sir 36,13-14. Según el Talmud (Gitt 56ª; Midr Rabba
sobre Lam 1,5,31 Rabí Sadok empezó a ayunar en el año 30 para prevenir la
destrucción de Jerusalén, lo que indica que ya era algo previsible:
“R. Sadok observó los ayunos durante cuarenta años para que Jerusalén no pudiera ser destruida, [y él se volvió tan delgado que] cuando comió algo la comida podría verse [como atravesaba su garganta.] Cuando quiso restaurarse, ellos le traían un higo, y él chupaba el jugo y tiraba el resto”.
Otro Jesús lo advertiría:
“...Un cierto Jesús hijo de Anán, hombre plebeyo y rústico, cuatro años antes de la guerra, estando la ciudad en paz y con gran abundancia de todo, fue a la fiesta de los Tabernáculos, en la cual es costumbre levantar tiendas en honor de Dios, y súbitamente se puso a gritar dentro del Templo: ¡Voz del oriente, voz del occidente, voz de los cuatro vientos, voz contra Jerusalén y el Templo, voz contra los recién casados y las recién casadas, voz contra todo el pueblo! (...) Desollado hasta los huesos a latigazos, no rogó ni derramó una lágrima; a cada golpe respondía, con la voz más lastimera que podía: - ¡Ay, ay de Jerusalén! (...) Pero diariamente, como si repitiera una oración aprendida, decía - ¡Ay, ay de Jerusalén! (...) Su clamor era mayor durante las festividades. Así continuó, con su frase, durante siete años y cinco meses, sin enronquecer ni cansarse, hasta que en la época del asedio, al confirmarse sus augurios, calló. Pues mientras recorría las murallas, gritaba con voz aguda: - ¡Ay, ay otra vez de la ciudad, ay del pueblo, ay del Templo! (...) (Flavio Josefo, Guerra judía VI, 5,3)
La pregunta es si Jesús pretende purificarlo o suprimirlo. La expulsión
de los animales parece sugerir esta última posibilidad (particularmente en el
relato joánico, como se ha dicho). Mt 9,13; 12,17 parece reflejar una actitud cristiana posterior, ya que
los cristianos primitivos participaban del templo. Es perfectamente posible que
Jn – que muestra una
profunda distancia del templo – haya ahondado la oposición.
La segunda parte (vv.18-22) sobre la destrucción y
reedificación es posible que se haya entendido como la reedificación mesiánica
del templo. Hemos visto que podían haber estado separadas por lo que
“purificación” y “reconstrucción” pueden ser simplemente yuxtapuestos aquí.
Ellos están destruyendo el templo (recordar la posible lectura irónica: “sigan
así...”), Jesús afirma que lo reconstruirá por el templo mesiánico. Si hay
trasfondo en el AT para la purificación, también lo hay para la reedificación:
Ez 40-46 lo describe detalladamente. Tob 13,10; 14,5 habla de la reconstrucción. Lo mismo en Qumrán: 5Q15 (“la nueva
Jerusalén”) describe el templo ideal. El templo herodiano fue destruido, pero
la esperanza en su reconstrucción perduró, como se ve en la 14ª de las 18
Bendiciones:
“Apiádate, Yahvé, nuestro Dios, (en tu grande, grande compasión de Israel, tu pueblo y...) de Jerusalén, tu ciudad, y de Sión, la morada de tu gloria, (y de tu templo y tu morada) [y del reino de la casa de David, el Mesías de tu justicia]. Bendito seas, Yahvé, Dios de David, que edificas Jerusalén”
Probablemente, v.19 haya sido originalmente una proclamación mesiánica
referida al templo, y comprensible para quienes conocen el AT. Luego de la
resurrección se interpretó en clave “cuerpo de Jesús”.
Los “tres días” son ciertamente añadidos por el evangelista para
facilitar la interpretación post-pascual. Pero las otras referencias a los
“tres días”, sin intención pascual parecen preferir – como hemos señalado – una interpretación de
los “tres días” como “un breve tiempo” (así Ex 19,11; Os 6,2; Lc 13,32)
insinuando un carácter milagroso. La respuesta de los judíos deja entender
claramente que lo entendieron como referido al templo de Jerusalén. Los
sinópticos parecen entenderlo como referido a la reedificación mesiánica: a
continuación de esta referencia viene la pregunta: “¿eres el mesías?” (Mc
14,61). Con esto podemos suponer que a nivel histórico el tema es comprensible
a la luz de las ideas que prevalecían en el tiempo.
Pero se debe tener en
cuenta la referencia a los signos:
El término hebreo signo (’ot) lo
encontramos 79 veces en el AT de las que 75 veces LXX lo traduce por sêmeion (el término usado por Juan). Las veces que lo encontramos en la Tora (x39) y
los profetas “mayores” (x19) en todos los casos alude a algo visible por todos
que – en todos los casos – alude a una verdad sobre Dios. Hay un mensaje para quienes ven el signo, una
‘palabra de Dios’. Del mismo modo, en Jn alude a algo que tiene que ver con la
naturaleza o el status de Jesús. El hecho puede ser visto por miles de
personas, pero no todos perciben el signo que encierra (6, 26.30.36; 9,16;
11,47; 12,37), por eso provoca reacciones de conflicto (7,40-44; 9,16;
10,19-21; 11,45-46). Es el punto de partida de la aceptación, del
reconocimiento de que algo no observable “naturalmente” está ocurriendo.
¿En qué medida es un signo el cuerpo de Jesús como
Templo?
Se debe recordar que en la tradición paulina la
comunidad cristiana es vista como Templo del Espíritu Santo (Rom 12,4-5; 1 Cor
12,12-30; Ef 1,23, cf. 4,12-13.15-16; 5,23; Col 1,18.24) por lo que no debe
sorprender que pudiera comprenderse que levantar en tres días su cuerpo se
entendiera como levantar su Iglesia (Bernabé, Ireneo,
Clemente de Alejandría, Orígenes, Agustín). El evangelista le da a Jesús la ocasión de dar un signo. Si como
consecuencia de sus acciones el templo es destruido un nuevo templo se
levantará rápidamente, lo que es evidencia de su poder. La Iglesia es un signo
para los judíos; el evangelista los invita a leer la historia: la misma
construcción del templo no fue
universalmente aceptada (2 Sam 7,5-7; 1 Re 8,27),
y eso no cesó (Jer 35,1-11; Is 66,1). Lo mismo ocurrió en las comunidades
cristianas como es el caso de Esteban (Hch 7,48-49), o el caso de la comunidad
de Qumrán (1QM 2,1-6) aunque estos eran una minoría; para la mayoría de los
judíos el culto del templo era central para su fe. Después de la destrucción de
Jerusalén, 2 Bar 31,4-5; 32,2-4 y 4 Esd 10,21-23. 44-59 esperaban una pronta
reconstrucción. El Templo es el espacio entre el cielo y la tierra.
El Evangelio de Juan es compuesto cuando la ciudad y el templo están en
ruinas. Como judío se pregunta por el plan de Dios, como seguidor de Jesús,
ejemplo de judío (3,2), lleno de “gracia y verdad” (1,14.18) ve la Iglesia
cristiana como la que lleva la fe de Abraham a un nuevo mundo; ¿esto no es un
signo (cf. Is 45)?, ¿un dato de la historia para interpretar?, ¿un acontecimiento
a la vista de todos, pero no naturalmente observable, como punto de partida
para la reflexión creyente?
Las palabras de la Escritura (v.17) explican la purificación del templo;
probablemente dando a entender que fue comprendido a la luz del Sal 69,9. Es
probable que Jesús mismo interpretara acciones suyas como “cumplimiento”, pero
Jn insiste que recién fue comprendido después de la resurrección. El AT da la
clave de interpretación.
Veamos los dos vv. del Sal (LXX):
“Me he convertido en extraño para mis hermanos, y en extranjero para los hijos de mi madre. Porque el celo por tu casa me ha consumido, y las afrentas de los que te afrentan han caído sobre mí.”
Lo habitual es que los lectores entiendan todo el contexto del Salmo; el
alejamiento con respecto a los hermanos puede ser significativo en relación a
Jn 2,12: se irán distanciando cada vez más a causa de su incredulidad.
Al pasar a futuro el v.9 Jn lo transforma en profecía; “consumir”
-especialmente en el contexto muerte-resurrección interpreta la acción como
aquella que conducirá a Jesús a la muerte (con lo que, aunque el desplazamiento
lo presente al comienzo del ministerio, la alusión a que este acontecimiento
tiene que ver con la muerte de Jesús prepara la sentencia de la resurrección).
La lectura es diferente de la de Mc: “no hecho por manos” ciertamente lo
ubica (cf. Heb 9,11) en un marco espiritual. En el cristianismo primitivo
tenemos tres referencias al templo espiritual:
a. la Iglesia: cf. Ef 2,19-21; 1 Pe 2,5; 4,17 (cf. 1QS 5,5-6: 8,7-10;
1QH 6,25-28);
b. cada cristiano: cf. 1 Cor 3,16; 6,19; IgnFilad 7,2; 2 Clem 9,3 (2 Cor
6,16 enlaza ambas ideas)
“Pero el Espíritu me hizo un anuncio, diciendo lo que sigue: no hagan nada sin el obispo; guarden sus cuerpos como los templos de Dios; la unidad de amor; eviten las divisiones; sean seguidores de Pablo, y así como del resto de los apóstoles, que ellos lo eran también de Cristo”. (Ignacio de Antioquia, carta a los Filadelfios 7,2);
c. está en los cielos: tradición apocalíptica: 2 Bar 4,5; cf. Ap 9,19;
Heb 9,11-12.
El texto de Heb es importante para entender a Mc:
“Pero cuando Cristo apareció como sumo sacerdote de los bienes futuros, a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación, y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna.” (Heb 9:11-12)
Pero el tabernáculo no es en este caso la humanidad de Cristo (Agustín,
Calvino) ya que está en el cielo.
En Jn es clara la insistencia en Jesús resucitado como templo (cf. Ap
21,22; Jn 1,14). La interpretación de Jesús como templo no parece extraña (cf.
Mt 12,6: “Pues les digo que algo mayor que el templo está aquí”); Jesús es la
realidad profunda de todos los importantes signos religiosos de Israel. Es la
adoración nueva y distinta; una señal que apela al futuro, la comunidad
escatológica, una “casa de oración”
Finalmente, es interesante el paralelo con Mt 12,38-40: en ambos casos
las autoridades piden un signo; en Mt la referencia es a Jonás, en Jn a la
destrucción-reedificación del templo, pero en cada caso se alude a la
resurrección al tercer día (Mt 12,40 [con 16,4] y Lc 11,29-30).
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