lunes, 10 de noviembre de 2014

Carta abierta a Casey Wander



Carta abierta a Casey Wander


Eduardo de la Serna



Hola Casey…

No te conozco. No me conocés. Pero armaste tanto revuelo con tus declaraciones que casi parecieras un conocido.

En realidad conocemos a algunos de los que comentaron tus declaraciones, y despreciamos a algunos. Parece que si fueras un tonto alienado en una playstation serías casi un niño modelo para esos algunos; y si fueras a Disney, y fueras “formateado” por el “lado Disney de la vida”, serías casi perfecto. Lo curioso es que te lo diga alguno que seguramente leyó un libro que salió muchos, muchos años antes que vos nacieras que se llamaba “para leer al pato Donald”. Pero algunos tienen memoria flaca… o bolsillos grandes.

Hace muchos años hubo una tenista, Gabriela Sabatini. La mejor tenista argentina de la historia. Dejó toda su escuela y estudios para dedicarse al tenis. Nadie dijo nada. Hace menos años hubo otro pibe, Horacio Lavandera. No creo que haya visto una pelota en su vida, ni una play. Pareciera que nació con un piano entre los dedos. Acá tampoco nadie dijo nada. A lo sumo que era un niño prodigio. Pero vos “metiste la pata”. Hablaste de Nestor y de Cristina. Y “eso no se hace”. Hay gente que tiene demasiado odio. Y entonces olvidarán que sos un chico. Y te dirigirán palabras y palabrotas, te dirán como tenés que ser, y cómo deberían ser tus papás. Gente grande. Que pone cara de sabia. De superada. De omnipotente. Parece que vos no tuvieras que sentir pasión por las cosas que te alegran, ni festejar las cosas que festejás. Ellos quisieran manejarte la vida. Así serías un chico del montón, verías Tinelli, y disfrutarías la nada misma, mientras ellos buscan quedarse con el todo mismo.

¿Sabés? Cuando yo era chico, una mujer a la que todos queríamos nos cantaba que “un ladrón es vigilante y otro es juez”, que podés tener 1530 chimpancés y no verlos, que los gatos estudian mucho inglés, o también que había un país llamado “nomeacuerdo”, y – para peor – solía usar música folklórica, y aprendimos – desde chiquitos – a escucharla y disfrutarla. Otras veces con tres medias hicimos la pelota, y jugábamos en la calle, o en el recreo. Claro: ¡no teníamos play! Pero, ¿sabés? Tampoco había play cuando algunos de los que te dan lecciones a vos y a tus papás eran chicos; y quizás no hayan ido a Disney. O, quizás crean que Disney es igual al canal que los contrata.

Para peor, Casey, hablaste de los milicos, de los “noventa”, y hasta de la “fertilización asistida”… Se ve que en tu casa hablan. Que todos conversan. ¿Cómo es posible que en lugar de hablar no vean Showmatch? Si siguen así no podemos soñar con nuestro futuro, imaginarán.

Y ¿sabes? Casey. Creo que sos mucho, pero mucho más maduro que los adolescentes que te recomiendan infancia, que los que no imaginan un mundo sin ellos (y sus mandantes). 

Seguí jugando Casey. Seguí jugando a que vas a ser presidente en el 2050 (aunque perdoname que te corrija, pero si no hay cosas especiales, las elecciones serían en el 2051). Y seguí provocándoles sarampión, varicela, tos convulsa, paperas y esas cosas a los grandotes inmaduros. Y, por favor, invitanos a tu fiesta; porque parece muy semejante a la fiesta de un pueblo. Y allí me encantaría encontrarte.

Foto tomada de www.taringa.net

1 comentario:

  1. Muy bueno. Me alegra poder vivir esta historia donde los niños puedan hablar de política y religión.
    A la edad de Casey (y hasta bastantes años despues), a mi me decían que de esos temas no había que hablar.
    Fuerza Casey. Pero para ser presidente le tendrás que ganar las PASO a mi hijo.

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