Carta abierta a Casey Wander
Eduardo de la Serna
Hola Casey…
No te conozco. No me conocés.
Pero armaste tanto revuelo con tus declaraciones que casi parecieras un
conocido.
En realidad conocemos a algunos
de los que comentaron tus declaraciones, y despreciamos a algunos. Parece que
si fueras un tonto alienado en una playstation serías casi un niño modelo para esos
algunos; y si fueras a Disney, y fueras “formateado” por el “lado Disney de la
vida”, serías casi perfecto. Lo curioso es que te lo diga alguno que
seguramente leyó un libro que salió muchos, muchos años antes que vos nacieras
que se llamaba “para leer al pato Donald”.
Pero algunos tienen memoria flaca… o bolsillos grandes.
Hace muchos años hubo una
tenista, Gabriela Sabatini. La mejor tenista argentina de la historia. Dejó toda
su escuela y estudios para dedicarse al tenis. Nadie dijo nada. Hace menos años
hubo otro pibe, Horacio Lavandera. No creo que haya visto una pelota en su vida,
ni una play. Pareciera que nació con un piano entre los dedos. Acá tampoco nadie
dijo nada. A lo sumo que era un niño prodigio. Pero vos “metiste la pata”. Hablaste de Nestor y de Cristina. Y “eso no se
hace”. Hay gente que tiene demasiado odio. Y entonces olvidarán que sos un
chico. Y te dirigirán palabras y palabrotas, te dirán como tenés que ser, y
cómo deberían ser tus papás. Gente grande. Que pone cara de sabia. De superada.
De omnipotente. Parece que vos no tuvieras que sentir pasión por las cosas que
te alegran, ni festejar las cosas que festejás. Ellos quisieran manejarte la
vida. Así serías un chico del montón, verías Tinelli, y disfrutarías la nada
misma, mientras ellos buscan quedarse con el todo mismo.
¿Sabés? Cuando yo era chico, una
mujer a la que todos queríamos nos cantaba que “un ladrón es vigilante y otro
es juez”, que podés tener 1530 chimpancés y no verlos, que los gatos estudian
mucho inglés, o también que había un país llamado “nomeacuerdo”, y – para peor –
solía usar música folklórica, y aprendimos – desde chiquitos – a escucharla y
disfrutarla. Otras veces con tres medias hicimos la pelota, y jugábamos en la
calle, o en el recreo. Claro: ¡no teníamos play! Pero, ¿sabés? Tampoco había
play cuando algunos de los que te dan lecciones a vos y a tus papás eran
chicos; y quizás no hayan ido a Disney. O, quizás crean que Disney es igual al
canal que los contrata.
Para peor, Casey, hablaste de los
milicos, de los “noventa”, y hasta de la “fertilización asistida”… Se ve que en
tu casa hablan. Que todos conversan. ¿Cómo es posible que en lugar de hablar no
vean Showmatch? Si siguen así no podemos soñar con nuestro futuro, imaginarán.
Y ¿sabes? Casey. Creo que sos
mucho, pero mucho más maduro que los adolescentes que te recomiendan infancia,
que los que no imaginan un mundo sin ellos (y sus mandantes).
Seguí jugando Casey. Seguí
jugando a que vas a ser presidente en el 2050 (aunque perdoname que te corrija,
pero si no hay cosas especiales, las elecciones serían en el 2051). Y seguí
provocándoles sarampión, varicela, tos convulsa, paperas y esas cosas a los
grandotes inmaduros. Y, por favor, invitanos a tu fiesta; porque parece muy
semejante a la fiesta de un pueblo. Y allí me encantaría encontrarte.
Foto tomada de www.taringa.net
Muy bueno. Me alegra poder vivir esta historia donde los niños puedan hablar de política y religión.
ResponderEliminarA la edad de Casey (y hasta bastantes años despues), a mi me decían que de esos temas no había que hablar.
Fuerza Casey. Pero para ser presidente le tendrás que ganar las PASO a mi hijo.