miércoles, 26 de noviembre de 2014

Comentario Adviento 1B



Jesús nos invita a estar atentos. 

¡La comunidad cuenta con nosotros!

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO – “B”
30 DE NOVIEMBRE

Eduardo de la Serna



Lectura del libro de Isaías     63, 16b-17. 19b; 64, 2-7

Resumen: La experiencia contemporánea del profeta es que Dios ya no parece ocuparse de su pueblo; no hace ya lo que antes hacía, ¿qué hubiera pasado si lo hubiera hecho? Lo cierto es que no se pierde la esperanza en que lo haga en adelante.


El pueblo de Israel (= Judá) puede reunirse. Los que están en el exilio tienen libertad para regresar (aunque no todos eligen hacerlo dando conformación a la “diáspora”). Pero aunque pueden estar en la tierra, la independencia no existe ya que dependen de los persas como vasallos. ¿Y Dios? Pareciera ausente, a diferencia de aquellas manifestaciones que han conocido de la historia.

Yahvé es visto como “padre” en contraste con el mismísimo Abraham e Israel:

a.- tú eres nuestro padre
b.- ya que Abraham no nos conocería
b’.- e Israel no nos reconocería
a’.- tú Yahvé eres nuestro padre.
“Nuestro redentor desde siempre” es tu nombre

La referencia a Dios como “padre” (’ab) es habitual en medio oriente (como la mención de Israel como “hijo”). En Israel – aunque no abundante en la liturgia – se lo encuentra en nombres (’Abraham, ’Abimelek, ’Absalom…), es “padre” a partir de la creación (Dt 32,6; Mal 2,10); Dios se apena cuando no lo reconocen como tal (Is 1,2-3; Mal 1,6); como padre le procura una tierra a su hijo (Jer 3,19).

Pero al título “padre” se le añade uno más frecuente ligado a la historia: “redentor” (frecuente en el deutero-Isaías: 41,14; 43,14; 44,6.24; 47,4; 48,17; 49,7.26; 54,5.8; cf. 60,16) y lo es “desde siempre”. Ahora bien: siendo padre y redentor la ausencia que el pueblo experimenta es particularmente fuerte.

El reclamo responsabiliza a Dios mismo (y no al propio pecado) del yerro y del “endurecimiento del corazón”: “fuera de tus caminos… lejos de tu temor”. El camino de Dios y el Temor de Dios son elementos frecuentes que indican la fidelidad. Al tener ante sí los caminos y el temor de Dios, que él mismo ha puesto, el pueblo se pregunta (¿por qué?) ha hecho lo que de hecho hace. Con esa mirada, se espera que Yahvé “regrese”, “vuelva”. La motivación de esto viene dada porque son “tus siervos” y “tu heredad”. La situación crítica puede verse en la referencia al “templo pisoteado” por los opresores. Y la referencia es a que dios no los gobierna, que “no se invoca el nombre” (lo que significa autoridad, posesión; cf. Dt 28,10; Jer 14,9).

Ahora bien, así planteado (duramente) se hace referencia al pasado. Pero el presente se transforma en desafío: “¡ojalá rasgaras los cielos y descendieras!” (v.19). El “ojalá” indica una situación no ocurrida que hubiera hecho cambiar totalmente el presente de haber sucedido.

Lo que sigue surge como un pedido de que Dios se manifieste (una teofanía): el desgarro de los cielos no es frecuente, pero sí lo es el fuego. Pero de hecho refiere al pasado, a que la teofanía no ocurrió (“¡ojalá!”) y que todo sería distinto (incluso entre adversarios y naciones) si lo hubiera hecho. El lamento se sigue profundizando. Pero Dios ni siquiera por los que practican la justicia se dejó encontrar; manifestó su enojo y “hemos pecado”. Y se comparan a sí mismos como ropa manchada por la sangre menstrual “todos nosotros”, todo queda contaminado (cf. Lev 15,19-20). La siguiente metáfora alude a las hojas marchitas de los árboles, y cómo son llevadas por el viento.

Pero todo esto, insinuado metafóricamente es expresado con claridad en v.6: nadie invoca el nombre de Yahvé, lo han dejado sólo. Nadie es capaz de aferrarse a él. Dios, entonces, se ha ocultado a la vista (cf. 53,3; 59,2), permanecen en la oscuridad. Todos están “a la deriva”. Yahvé no se ha ocupado de su pueblo. La esperanza de que lo haga está implícita.


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto     1,3-9

Resumen: Pablo da gracias por cosas que destacará en el cuerpo de la carta. En ella es muy crítico frente a desvíos, superficialidades o desintereses con respecto a los hermanos. Pero los corintios pueden cambiar de vida y por ello Pablo da gracias a Dios.


Como en todos los inicios de cartas, Pablo empieza dando a sus destinatarios “gracia y paz” [ver el comentario al domingo 29, ciclo “A”]. A continuación, como en (casi) todas las cartas le sigue una “acción de gracias” que es propia en cada carta según los temas que desarrollará en ella. Muchos temas diversos son insinuados en esta acción de gracias (porque son muchos los temas que Pablo comentará en esta carta):

Señala la gracia que les fue otorgada; en la carta, no hace referencia a la gracia (jaris) dada “a los Corintios”, sino a Pablo mismo (3,10; 15,10) pero sí destacará los “dones de la gracia” (= jaris-ma) como se dirá en seguida y por eso dará “gracias” (eu-jaris-tô);

El enriquecimiento en palabra y conocimiento; en 4,8 Pablo dirige un duro comentario irónico señalándoles que “ya están saciados, ya son ricos” haciendo referencia a la actitud jactanciosa propia de muchos en la comunidad (“ya son reyes”, continúa…). La “palabra” (logos) es un término importante, ya que los corintios parecen divididos a causa de las “palabras bellas” de algunos mientras que Pablo insiste en que predica la “palabra de la cruz” (1,17.18; 2,1.4.13). Esa “jactancia” superficial de los corintios es “pura palabra” (4,19-20) y no la “fuerza” (dynamis) de Dios (1,18.24; 2,4.5). El “conocimiento” (gnôsis) es algo que ha permitido con frecuencia esta “jactancia” de los corintios (8,1) y ha permitido que algunos se desentiendan de otros que “no tienen ese conocimiento” (8,7.10.11). La “palabra de conocimiento” (logos gnôseôs) es uno de los diversos carismas que se derraman en la comunidad (12,8), pero si se tiene “todo el conocimiento” pero no se tiene amor “no soy nada” (13,2).

El testimonio de (acerca de) Cristo; el término no se encuentra en la carta más que en un contexto polémico: en 15,15, a raíz de que algunos de la comunidad niegan la resurrección, Pablo afirma que si eso es así somos “falsos testigos” de Dios al afirmar que resucitó a su Hijo.

Los carismas; es tema especialmente importante en la unidad 12-14 a raíz de que la superficialidad y jactancia de algunos los hace creerse superiores a otros por tener “carismas” más espectaculares. Los dones de la gracia son innumerables (incluso la dedicación misionera de Pablo lo es, 7,7). Pablo priorizará especialmente aquellos que sirvan para la edificación de la comunidad ya que los “carismas” no son “personales” sino que son dados por el espíritu a cada uno para el provecho de todos. Por tanto, la actitud de jactancia, o de individualismo no es aquello para lo que el espíritu los ha otorgado.

La Venida de Jesús y el Día del Señor; son temas (incluso en ese sentido parece que debe entenderse la “revelación” ya que no se trata de una revelación de un dato o el sentido de un acontecimiento sino de la “revelación de nuestro Señor Jesucristo”). Pablo está convencido que Jesús “vendrá” pronto, y esa tal venida será la manifestación (o revelación) del Día del Señor. En sus primeras cartas (como 1 Tesalonicenses y luego 1 Corintios) esa venida es tenida como muy próxima, hasta el punto que Pablo espera estar vivo (1 Tes 4,15.17; 1 Cor 15,51-52). Esta “parousía” es un término ligado al poder político (la venida de una autoridad a una ciudad, algo que se espera para que haga llegar la “gracia” del emperador; si no es el emperador mismo el que “viene”). Pablo, contraculturalmente, destaca que la “venida” que esperamos es la del “señor” (otro término utilizado con frecuencia del emperador) Jesús, que es el Cristo. Este es el “Día”, que alude al “día de Yahvé” anunciado por los profetas (Am 5,18; Joel 2,1-2; Sof 1,14-18; Mal 3,19.23), que Pablo llama “Día del Señor” (5,5; 2Cor 1,14; 1 Tes 5,2), “Día de Cristo” (Fil 1,6.10; 2,16) o simplemente “el Día” (3,13; 1 Tes 5,4). Dios los “afirmará” (mismo verbo que el utilizado para hablar de la “afirmación” del “conocimiento”) hasta el “fin” (télos) para ser “irreprensibles”.

La credibilidad de Dios; el uso del término “credibilidad” (pistós; “creíble” mejor que “fiel”) es algo que se espera de los “administradores” (4,2; Pablo, Apolo y Cefas son “administradores de los misterios de Dios”, v.1), y Pablo lo repite de sí mismo (7,25), Dios es “confiable” y no permitirá pruebas insoportables 10,13).

Para la comunión (koinônía) con su hijo. Pablo habla de esta comunión en un sentido eucarístico (10,16) resaltando que “somos uno”, especialmente a causa de los que provocan “división”, especialmente los que se creen con “conocimiento” y por ello se “jactan” provocando “escándalo” en los demás.

Como puede verse, la “acción de gracias” es provocativa en esta carta. Llama la atención, desde el inicio, contra aquellos que se desentienden de los demás, despreocupándose, creyendo que sólo es necesario creerse – y “jactarse” por ello – importantes, o autosuficientes. Pero también los corintios pueden – teniendo en cuenta a Pablo – utilizar la palabra y el conocimiento para la edificación de la comunidad; dar testimonio de Cristo; esperar atentamente el día del Señor, irreprensibles y vivir en comunión con Cristo respetando a los hermanos más débiles de la comunidad.




+ Evangelio según san Marcos.     13, 33-37

Resumen: el discurso de despedida de Jesús destaca que “volverá” en un futuro indeterminado. De allí que se destaque la importancia de la “vigilancia”, la actitud de hacer aquello que se ha encargado en favor de los demás.


El marco litúrgico del adviento sin duda destaca – en el primer domingo especialmente – el acento puesto en la venida futura de Jesús. Los siguientes domingos destacarán particularmente la venida primera preparando la Navidad, motivo por el cual los textos de Isaías, y la persona del Bautista primero, y de la Madre de Jesús luego, serán protagonistas.

El capítulo 13 del Evangelio de Marcos – llamado el discurso “escatológico”, por referir a los “últimos tiempos” – es de una gran densidad. Y, según se afirma, es muy importante para comprender el tiempo de composición y la situación de la comunidad de Marcos. De todos modos, el texto litúrgico sólo presenta la conclusión que se destaca por la invitación a “velar” (x3 en estos pocos versículos, y luego x3 en la escena del huerto, 14,34.37.38).

“Mirar” y “estar alertas” (agrypneite) es la actitud a la que se invita. Este último término sólo se lo encuentra aquí en Marcos y en su paralelo de Lucas (21,36) en todos los Evangelios. Es una actitud de cuidado y atención, ligada a la oración (Ef 6,18) y a la fidelidad (cf. Heb 13,17). Es la actitud del guardia (Sal 127,1; cf. 101,8); es la actitud atenta ante una posible llegada (Cant 5,2; cf. Pr 8,34).

El “momento” (kairós) que se ignora es precisamente el que requiere la atención vigilante. Se trata de un tiempo específico, prefijado, un tiempo que tiene una determinada característica, comparado en la metáfora (“es como…”, vv.34-36) con el tiempo en el que “llegará” el señor de la casa. El encargo del señor que se ausenta era un trabajo a “cada uno” y al portero, “velar”. Como en otros casos, no se sabe el momento de la llegada, lo cierto es que el portero debe estar “velando” (gregoréô). Esto, Jesús lo dice ahora a “todos”: ¡velen! (v.37). No interesa en este caso el trabajo que estén o no realizando los otros trabajadores sino la actitud de velar, propia del portero ya que el texto está dirigido a la “venida” del señor que ocurrirá en el “momento” fijado. Pero para estar atento a ella, la actitud del lector es “velar”. Es la actitud propia de los que deben cuidar la ciudad (Neh 7,3; 1 Mac 12,27). Pero esta actitud de vigilancia también refiere a la propia vida (Bar 2,9; Dan 9,14). En un texto que aparece como una suerte de “testamento de Pablo” según Lucas, Pablo invita a los presbíteros a “vigilar… y recordar que día y noche no cesaba de exhortarlos con lágrimas a cada uno de ustedes” (Hch 20,31). Es invitación a mantenerse “firmes en la fe” (1 Cor 16,13) ya que “no dormir” es lo propio de los que velan (1 Tes 5,6.10 [notar que el verbo “velar”, como la referencia a la “Venida” – parousía – de Jesús se encuentran en las primeras cartas de Pablo: 1 Tes y 1 Cor; luego Pablo dedicará la tensión evangelizadora y escatológica en otros aspectos, manteniendo la referencia al “día”, por ejemplo]). También en Marcos el contraste está dado por dormir – velar (v.36).


«¿Por qué duermes, alma [mía], y no alabas al Señor? Entonen un himno nuevo al Dios digno de alabanza. Canta y mantente vigilante en su servicio [lit. “vigilante en su vigilancia”], porque es bueno a Dios el himno de un buen corazón…» (Salmos de Salomón 3,1-2)


Pero la imagen de la “vigilancia” no ha de entenderse en un sentido individualista, o personal. La ciudad entera depende del “vigilante” para ser “alertada” ante la venida, amigable o enemiga y poder actuar en consecuencia. El vigilante tiene una palabra que decirle a los suyos.



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