martes, 24 de junio de 2014

Comentario San Pedro y San Pablo



Apostoles de una Iglesia al servicio del reino  

Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo

29 de junio

Eduardo de la Serna


La solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo –como otras memorias, fiestas y solemnidades dedicadas a los santos- hace memoria de sus vidas (en muchos casos las lecturas toman un aspecto que es visto como principal de su vida y su santidad). En este caso las dos primeras lecturas, la primera centrada en Pedro, la segunda centrada en Pablo, muestran a ambos apóstoles acompañados por Dios en los momentos de dificultad. A nivel histórico no es mucho lo que sabemos del final de la vida de ambos. Los primeros datos que poseemos son de los primeros escritores cristianos a los que se conoce como Padres Apostólicos quienes afirman:

«… compañeros, en divina iniciación, de Pablo, el que fue santificado, el que fue atestiguado, el que merece se le proclame bienaventurado, cuyas huellas ojalá se me concediera a mí seguir cuando alcance a Dios…» (Ignacio de Antioquía a los Efesios 12:2)

«Por envidia y malevolencia, las columnas más importantes y justas fueron perseguidas y combatieron hasta la muerte. Pongamos ante nuestros ojos a los buenos apóstoles: a Pedro que, por inicua envidia sufrió no una ni dos, sino muchas fatigas y, tras haber dado testimonio de esta manera, marchó al lugar de la gloria que le era debido. A causa de la envidia y la rivalidad, Pablo mostró el galardón de la paciencia, al arrastrar siete veces cadenas, al ser desterrado y apedreado. Siendo heraldo en oriente y occidente alcanzó la ilustre gloria de su fe. Después de haber enseñado la justicia a todo el mundo, de haber ido hasta los confines de occidente y de dar testimonio ante las autoridades, se fue así del mundo y marchó al lugar santo, convirtiéndose en el mayor ejemplo de paciencia». (1ª carta de Clemente 5:2-7)


También el final del Evangelio de Juan alude a la muerte de Pedro diciendo:


“«En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme». (Jn 21:18-19)

Con los datos de los que disponemos podemos, entonces afirmar, que lo más probable es que Pedro haya muerto mártir en Roma, y se piensa fundamentalmente que esto ocurrió en la llamada “Persecución de Nerón”, esto es en el año 64. La muerte de Pablo es menos segura, aunque es muy posible que también haya muerto mártir. Si esto ocurrió en Roma no lo sabemos con certeza. 

Según una tradición, la ciudad de Roma fue fundada el 29 de junio de 753 a. C. Desde san Ireneo se sostiene que Pedro y Pablo fueron los fundadores de la comunidad romana (el tema es teológico ya que no fueron propiamente los fundadores de la comunidad, pero sí afirma que la comunidad se “funda” sobre ellos), y más tarde se afirma que la misma ciudad (en cuanto cristiana) fue fundada por ellos, por lo que comienza a conmemorarse su martirio el día 29 de junio.



Lectura de los Hechos de los apóstoles     12, 1-11

Resumen: Hechos ya nos prepara a la aparición de Pablo en la escena eclesial y empieza a “despedir” a Pedro. Pero para mostrar a ambos en continuidad como eslabones de una cadena. Pedro, encarcelado, es liberado milagrosamente porque Dios es garante y protector de la Iglesia que debe ocuparse del crecimiento de la palabra.


Hechos de los Apóstoles está finalizando el gran bloque centrado en Pedro y empieza a preparar el rol de Pablo. El texto finaliza (v.17) señalando que, liberado, Pedro les pide a los que estaban en casa de María, la madre de Juan, también llamado Marcos, que avisen a Santiago, y “marchó a otro lugar”. El texto, sin embargo tiene dos partes luego de la introducción:

Introducción: Herodes persigue a los seguidores de Jesús: mata a Santiago, el hermano de Juan y encarcela a Pedro (vv.1-5);
Parte 1: Pedro en la cárcel es liberado milagrosamente (vv.6-11)
Parte 2: Pedro se dirige a casa de María y luego se marcha (vv.12-17)
Conclusión: Herodes castiga a los soldados por la fuga y se marcha a Cesarea (vv-18-19).

La milagrosa liberación de la prisión ya había sido anunciada en 5,17-21, aunque allí los encarcelados son “los apóstoles”. Allí el Ángel del Señor abre las puertas de la prisión, como ocurre aquí (v.7). Lo mismo sucederá con Pablo (como es frecuente en Hechos poniendo en paralelo diversas palabras y hechos de ambos apóstoles), en este caso un temblor provoca que las puertas se abran y se suelten las cadenas (16,25-40). 

Un tema interesante, que no hace al texto en la liturgia de hoy es la muerte de Santiago. Judas había muerto y eligen a Matías para mantener el número Doce, pero en este caso no hacen lo mismo. Sin duda en aquel caso fue así para repetir lo hecho por Jesús al comienzo de su ministerio y poner en paralelo el comienzo del ministerio de Jesús y el comienzo del ministerio de la Iglesia. Pero esta Iglesia de Hechos es responsable del “crecimiento de la Palabra” y el texto de hoy se ocupa de mostrar cómo Dios cuida atentamente, protegiendo a los suyos, de que así sea.

Lucas parece intentar poner el crecimiento de la Palabra como la extensión de una cadena cuyo primer eslabón es Cristo, seguido luego por los apóstoles, presididos por Pedro, luego otro grupo (los Siete, Bernabé) cuyo mayor exponente es Pablo y seguido por los presbíteros que continuarán la obra. La liberación de la cárcel de Pedro, luego repetida en Pablo, como se dijo, es una expresión de esta cadena. 


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo     4, 6-8.17-18

El texto de 2 Timoteo se comentó el domingo 30 durante el año del ciclo “C”. Aquí repetimos lo allí dicho:


Resumen: El discípulo de Pablo comienza su despedida dando a la carta forma de Testamento. Da testimonio de su fidelidad aun en la muerte inminente, y manifiesta a su sucesor, Timoteo, que aunque son muchos los que lo han abandonado, Dios ha permanecido junto a él y permanecerá a su lado.

La carta a Timoteo está concluyendo y “Pablo” se despide de su amigo, colaborador ¡y sucesor! A diferencia del resto de la carta, aquí no encontramos elementos y consejos “pastorales” sino una verdadera despedida que le da a la carta aspecto de “Testamento”. Es por eso que la liturgia omite los vv.9-15 donde el texto tiene una coloración más personal (abandono de compañeros a Pablo, consejo que Timoteo vaya donde él y le lleve unos pergaminos que ha olvidado junto con un abrigo…) y los saludos finales (vv.19-22).

El autor sabe que Pablo ya ha muerto y hace una lectura sobre eso.  Por eso en los versículos anteriores hablaba de lo que Timoteo debe hacer (4,1-5), el ministerio de Pablo pasa a la siguiente generación, de allí que “ahora” Pablo debe desaparecer de la escena. Las imágenes de la muerte habían sido usadas por Pablo: libación (Fil 2,17), competencia (1 Cor 9,27), carrera (1 Cor 9,24; Fil 3,12). La situación de abandono, los personajes y regiones tiene una cierta relación con el abandono sufrido por Jesús (Mc 14,50), pero como Jesús, los perdona (Lc 23,34; cf. Hch 7,60).. 

La libación es derramar líquido en honor a la divinidad. En el AT, si bien la mayor parte de las veces se trata de ofrendas a los ídolos (Ex 30,9; Os 9,4Jer 7,18; 19,13; 39,29; 51,17.19.25; Ez 20,28), también se ofrece a Dios (Gen 36,14; Ex 25,29; 37,16; Núm 4,7; 28,7; 2 Sam 23,16 / 1 Cr 11,18; Sir 50,15). Las imágenes deportivas tomadas del gimnasio, aunque resultaban escandalizantes en el entorno judío, eran usadas por Pablo con frecuencia, seguramente para llamar la atención. La “hora” (kairos) de la partida (analysis), entendida como metafóricamente opuesta a llegada. Luego concluye Pablo con una nueva imagen: la corona que espera al que llega a la meta o vence en la batalla. El juez de la competencia, “el Señor”, le dará la corona. Pero no corona de laurel o de oro sino “de justicia” con lo que supone la plenitud (en 1 Cor 9,25 Pablo la llamó “corona incorruptible”). Pero –como es propio en el contexto en el que Pablo ya no está, sino que continúan sus sucesores, esa corona no es sólo a él sino también “a todos los que hayan esperado con amor su manifestación”.

El contexto parece judicial y Pablo aparece como escribiendo entre la primera (v.16) y la segunda etapa del juicio.  Pero abandonado por todos, Dios no lo ha dejado a su suerte. La referencia al Sal 22 lo demuestra: el salmista en la angustia clamaba a Dios que no esté lejos (v.2) que corra en su ayuda, que libre su vida de la espada, y recurre para ello a imágenes animales (perro, león, búfalos, vv.21-22). Mientras el Salmo pedía la ayuda de Dios, el Pablo de los últimos momentos reconoce que “fui librado” (la voz pasiva remite, una vez más, a Dios como aquel que libra; pero el verbo en aoristo remite a un momento concreto en el que fue librado) “de la boca del león” (v.17). Dios lo ha salvado y conducido. Esto no excluye su muerte, pero la referencia explícita es al “reino celestial”. En la segunda carta a Timoteo, la referencia al reino tiene clara connotación a una escatología futura (4,1.18), ligado a la “gloria” (v.1) y a los cielos (v.18).


+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     16, 13-19

Resumen: en el contexto de la pregunta de Jesús acerca de quién es él para los demás, Pedro confiesa su fe en Jesús. A raíz de esto, Jesús lo unge como piedra fundamental sobre la que edifica su Iglesia, puerta de entrada al reino de Dios.




El texto de la llamada “confesión de fe de Pedro” como es narrada en el Evangelio de Mateo es un texto sumamente comentado en la tradición teológica y bíblica. A modo complementario de lo que aquí decimos, remitimos en este mismo blog al artículo (en los “artículos bíblicos”) “la presentación de Pedro en los Evangelios sinópticos” [http://blogeduopp.blogspot.com.ar/2014/06/pedro-en-los-sinopticos.html]. Aquí solamente señalaremos lo principal de referencia a Pedro dejando lo demás para dicha lectura complementaria.

A nivel estructural, el relato de la confesión de Pedro no ocupa en Mateo el lugar central que tiene en Marcos, pero sin duda es central en su pensamiento. De hecho sólo en este bloque Mateo utiliza el sustantivo “Iglesia”, que no vuelve a encontrarse en ninguno de los Evangelios, y en él Pedro es presentado como “piedra” sobre la cual esta Iglesia es edificada. No debe descuidarse que en esta misma unidad Pedro es piedra de tropiezo para Jesús. Una y otra piedra dependen de que Pedro escuche o no la voz reveladora de Dios. 

El esquema es semejante al de Marcos:


  • Pregunta de Jesús
  • Respuesta de los discípulos
  • Repregunta de Jesús
  • Respuesta de Pedro

Pero mientras en Marcos a esto le sigue la incomprensión de los discípulos, en este caso de Pedro, dando comienzo a la segunda parte de su Evangelio, en Mateo ambos relatos se unen para destacar el rol central de Pedro, pero que este no está exento de error o pecado si no escucha a Dios. 

Un tema central –y en discusión- es la relación entre las llaves y el rol de atar y desatar. ¿Se refiere a lo mismo, puesto en paralelo, o son dos cosas diferentes? La referencia a las llaves parece aludir al mayordomo del palacio (Is 22,22) mientras que la referencia a atar y desatar vuelve a repetirse aludiendo a los Doce en 18,18. Con frecuencia –incluso en Mateo- Pedro es mostrado como el portavoz de los Doce, con lo que bien podría referirse a él como portavoz al decir en c.16 a Pedro lo mismo que luego dirá a los Doce en c.18. Pero también es concreto, y es particularmente notable en Mateo, que Pedro juega un rol especial, quizás aquí presentado como una especie de “mayordomo del Reino de Dios”. Él abrirá para que ingresen (o impedirá entrar) al reino por haber escuchado lo que el Padre le ha revelado, pero –precisamente por tratarse del Reino, es decir, la centralidad de Dios- dependerá de la escucha de la Palabra de Dios y no de su propia voluntad ya que, a renglón seguido, hará exactamente lo contrario (“tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres”, 16,23).


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