Lo viejo, lo nuevo, la moda
Eduardo de la Serna
Un desafío fascinante para los cristianos es
la constante actitud de discernimiento acerca de la “novedad”. Se habla de “Nuevo
Testamento” (o Nueva Alianza), mandamiento “nuevo”, sacerdocio nuevo, odres
nuevos… Pero, ¿qué se dice al decir “nuevo”? El término es polisémico, y es importante
tenerlo en cuenta. En el mundo romano, presentar –por ejemplo- el cristianismo
como una “nueva religión” era algo negativo. Preocuparse por “novedades” es
algo propio de superficialidades, de cosas sin fundamento, sin historia. De
allí que los primeros cristianos trataron con frecuencia de evitar esa
interpretación posible. En esa misma línea, algo “viejo” también puede ser, por
lo mismo positivo, síntoma de sabiduría acumulada, de algo “probado con el
tiempo”. Pero también algo viejo puede querer decir algo que se resquebraja
fácilmente, que se debilita y va muriendo. El cristianismo fue tratando de
encontrar ese equilibrio. Un desafío latente en gran cantidad de escritos del “Nuevo
Testamento” es saber cuánto de nuevo y cuánto de antiguo hay. Para ser justos,
no hay un solo criterio en los escritos, y hay libros (como la carta de Santiago,
y el Evangelio de Mateo) en el que se acentúa más lo antiguo que lo nuevo. La
Iglesia se ve a sí misma como “Israel” (o el nuevo, o el verdadero Israel),
mientras que hay otros, como el Evangelio de Juan, y la carta a los Hebreos)
donde el acento está puesto especialmente en la novedad. Pero siempre cuidando
no negar el otro “extremo”; cuando eso ocurría aparecieron las primeras
herejías (los ebionitas negaban prácticamente toda novedad, mientras que los
marcionitas negaban todo lo antiguo). Otro tema importante será reconocer que
la “novedad” no implica necesariamente la inutilidad o sinsentido de lo antiguo.
El cristianismo no significa (y cuando así se entendió se gestó muerte y genocidios)
que Israel no tenía sentido ya en la historia; significa que se trata de algo “nuevo”,
no algo que anula, mata o deshace lo viejo.
El tema es un desafío, como se dijo, y
siempre es importante saber cuánta novedad y cuánta antigüedad conservamos. En
muchos aspectos contemporáneos del cristianismo presente por ejemplo, parece
que se está más cerca de Israel que del Nuevo Testamento (e insisto en que no
se trata -¡de ninguna manera!- que eso es negativo; se trata simplemente de
saber si es “nuestro”), en aspectos sacerdotales, por ejemplo (sacerdocio,
templo, sacrificios…).
Pero todo esto nos ilustra también la actualidad:
novedad muchas veces se asemeja a “moda” y suele tener la seriedad, la
profundidad y la vacuidad de la moda. Suele ser efímero. Y entonces decir que
algo es “nuevo” no suele ser precisamente una alabanza. No es lo mismo algo
nuevo que un “lifting”. Del mismo modo, algo “viejo” puede ser algo de
descarte, condenado al olvido. Es característico de los electrodomésticos que
ya no tienen manera de encontrarse (o encontrar repuestos) si tienen más de 5
años de “viejos”. O también, por el contrario, algo viejo puede ser sinónimo de
durable, resistente (“los autos viejos no se rompían como ahora”), o algo “nuevo”
sinónimo de dinámico, creativo…
Insisto: se trata de términos polisémicos y
acá el tema. Para entender de qué hablamos, de qué se trata, hay que mirar su
uso, su sentido. Durante un tiempo se habló de la “vieja política”, entendida
como la política de la componenda, la corrupción, los arreglos “bajo la mesa”,
y se decía “que se vayan todos”. En otra época (especialmente después de la
derrota política de 1983) el peronismo habló de Renovación, y la “renovación”
era –entre otros- Grosso, Menem, De la Sota. ¿De qué “renovación” se trataba?
¿Qué decimos cuando decimos vieja o nueva política? Porque entre los viejos, “la
palabra vale”, por ejemplo; o –por el contrario- el diablo “sabe por viejo”.
¿Qué es lo viejo? ¿Qué es lo nuevo? En nuestro tiempo, por suerte ya lo
sabemos: Barrionuevo, Cariglino, Toma, Juanjo Álvarez, Othacehé eso es “frente
renovador”. Permítanme que eso “nuevo” no me atraiga y me parezca más un “lifting”
que algo “nuevo”; permítanme que prefiera una y mil veces quedarme con lo
viejo.
Foto tomada de imagenesparamifacebook.net
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