¿Animales? ¡No!
Eduardo de la
Serna
Más de una vez he dicho, y lo repito: no me
convence que se califique de “animales” o como algún tipo de animal especial a
las personas. Particularmente cuando se quiere descalificarlas. Y no me refiero
a esto movido por mi amor a los animales –que lo tengo- sino porque creo que de
ese modo desnaturalizamos y hasta excusamos a esas personas.
Una cosa es la metáfora o la imagen usada
para ilustrar. Sin duda es algo figurativo, y tal animal o tal característica
zoológica es usada comparativamente o ilustrativamente para aludir a alguien o
una característica. Los elefantes tienen memoria, las águilas buena vista, los
perros olfato… y aludir a esas cualidades en una persona son imágenes simplemente
gráficas. Pero ¿qué pasa cuando se dice de alguien que es un chacal, o unos
fondos son buitres, o que una persona o varias es o son bestias, o que en
determinadas circunstancias, un grupo actuó “como animales”. Pues creo,
simplemente, que en cierta manera de ese modo se exculpa un poco a esa/s
persona/s.
Hitler –vaya el ejemplo de “lo peor”- no era “una
bestia”. Era un ser humano. Y como tal, capaz de amar, de sonreír, de disfrutar,
de hacer sonreír, y de dar un abrazo. Lo abominable es, precisamente, que se
trató de un ser humano. Un ser humano que seguramente tuvo momentos de
humanidad. Imagino que habrá tenido amigos, habrá jugado con sus sobrinos
(desconozco si los tuvo, simplemente imagino) y acariciado a su pastor alemán.
Lo drástico, lo terrible es que un ser humano es capaz, precisamente, de
inhumanidad; y en este caso, de la más cruel inhumanidad. Ya lo he dicho: un
perro es incapaz de tener actitudes incaninas,
un gato, incapaz de ingatunez, un ave
incapaz de inavedades… (valgan los
neologismos). Sólo el ser humano es capaz de inhumanidad.
Frente a los casos, abominables y detestables
de recientes linchamientos se ha escuchado decir “parecían animales” (dejo de
lado y desprecio a los mediocres, oportunistas, que afirman comprenderlos,
alentarlos, defenderlos desde la prensa o los sectores políticos). Y creo que
hay que decir que ¡no! No parecían animales. Parecían humanos llegando al más
detestable grado de inhumanidad. Los animales no son libres de decidir hacer
esto a cambio de aquello, un león no es capaz de comer pasto en lugar de una
cebra en nombre de la paz, los animales no son libres, el ser humano sí. Y por
eso lo que han hecho es grave. No es grave que un pez grande se coma al pez
chico, o un guepardo a una gacela, es “la ley de la selva”. Los seres humanos
tenemos otras leyes.
Se escucha hablar de “estado ausente” o de “justicia
por mano propia”, y –como se dijo- los que buscan votos marquetineramente con
el apoyo de diarios escritos en tinta manchada en sangre, y sus medios
audiovisuales, hablan de que “el que las hace las paga”, que a “cada delito un
castigo”, de “bala a los delincuentes”, de “uno menos”, de “mano dura”… Nada de
eso parece animal. No es pensable un coro de pirañas celebrando una comida, ni
aplausos de los lobos de la jauría a aquel que cazó un reno. Los linchamientos
y sus reacciones favorables no son animales… ni se le aproximan. Ni siquiera
figurativamente… El ser humano es capaz de homicidio. Y de homicidios
agravados. El ser humano es capaz de asesinar a su hermano mientras otros lo
celebran, y otros votan a los que aplauden o alientan. Solo el ser humano es
capaz de inhumanidad. Y de estupidez.
foto tomada de www.fotolog.com
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