martes, 19 de mayo de 2015

Crónicas salvadoreñas 1



Crónicas salvadoreñas 1

Eduardo de la Serna





Viernes: Salimos a la madrugada de Buenos Aires rumbo a El Salvador, previa escala en Lima. El viaje fue realmente bueno (aunque se nota la diferencia de aviones que van a Buenos Aires con los que van a El Salvador). El Salvador tiene 3 horas de diferencia con Argentina, y al llegar el cansancio un poco se nota. A las 13:55 hora salvadoreña aterrizamos en el Aeropuerto internacional Óscar Arnulfo Romero. Nos esperaba el p. Henry ofm donde nos alojaríamos. Viajamos Marcelo, Jorge y yo (los mismos que años antes visitamos Chiapas) y esperamos el lunes a Pali, Ignacio y Roberto. Sin duda que tenemos la clara sensación de que el tiempo no nos alcanzará para las decenas de cosas que queremos hacer, lugares que queremos ver y personas con las que queremos hablar. Tendremos que seleccionar y renunciar.


La celebración de la beatificación será el sábado 23 por la mañana, y no tenemos demasiadas expectativas en que sea popular (la experiencia de la beatificación de Brochero fue un indicio de eso, y el que celebrará la liturgia será el mismo cardenal Amato), pero parece que la vigilia, en la que participarán franciscanos, jesuitas, claretianos y la fundación Romero, que mantuvieron viva su memoria en tiempos de silencio eclesial y político puede alentar expectativas. El lugar del a beatificación será en la Plaza Salvador del Mundo, en zona acomodada de la ciudad. Nos dicen que los pobres y campesinos van a quedar bien lejos del altar. Veremos. Pero nos parece muy probable.


Recuerdo que luego del asesinato de Romero, El Salvador se vio sumergido en una guerra civil. 70.000 muertos, casi todos pobres. Terminada la guerra, el partido que gobernó fue ARENA, fundado por el mayor Roberto D’Abbuison, el autor intelectual del asesinato de Romero. Recién en el último período (acaba de comenzar el segundo mandato) el gobierno está ligado al ex frente Farabundo Martí (el actual presidente fue comandante del FMLN). Y el cardenal nombrado por el invierno eclesial juanpablista fue Lacalle, del Opus Dei (¡lindo sucesor de Romero!). Era evidente que en ese tiempo político y eclesial Romero sería ninguneado, silenciado, “desaparecido” (motivo por el cual no hay demasiado “romerismo” en el clero joven diocesano, según nos dijeron); y la memoria fue conservada por religiosos, como dijimos.


Hay muchos elementos interesantes que vamos escuchando. Sería pobre dar ya un primer comentario, pero ya iremos viendo. La realidad de las maras es un tema importante. Volveremos sobre esto. Por ahora, simplemente, ¡llegamos!


Sábado: Fuimos al centro, a la tumba de Romero. Sensato lugar para ser lo primero en ver. La tumba está en un subsuelo de la catedral, irónica expresión visual de una “iglesia de arriba” y una “iglesia de abajo”. En un primer momento el féretro de Romero fue depositado en un altar lateral de la catedral (allí rezó Juan Pablo II a sus pies desviando el recorrido original. Algunos decían que vino a pedirle perdón). Luego fue llevado al subsuelo, y luego, allí mismo, corrido al sector lateral derecho. Es notable el incesante paso de gente, pobres, madres con niños (había una, por ejemplo, que llevaba a sus hijos por primera vez para explicarles quién había sido ese hombre), campesinas hablándole a su santito, llorando, despojándose, ancianas arrugadas…


De allí fuimos a la catedral, notable diferencia. A ambos costados del altar sendos cuadros de Juan XXIII y Juan Pablo II y a un costado un importante cuadro de san Josemaría Escribá de Balaguer (creo que era duque, o conde, o algo se eso). Por lo que nos dijeron, la Iglesia fue totalmente restaurada, así que el altar, los pisos, los cuadros son totalmente distintos. A lo mejor sirvieron para olvidar todo – o taparlo – lo gestado por Romero.


Salimos a la plaza (como toda ciudad española, frente a la plaza mayor está el edificio de gobierno y la catedral. Desde el primero dispararon a los participantes del cortejo fúnebre de Romero produciendo una masacre más de las tantas que enlutan el Salvador. Gente aplastada o colgada de las lanzas verticales de la reja mostraron el sentimiento de los asesinos.


Nos contaban, por ejemplo que en esos tiempos los curas debían llevar las hostias consagradas en los sacos de maíz, lo mismo que las Biblias, porque todo lo religioso era expresión de conciencia, de resistencia y los paramilitares y el ejército se ensañaron especialmente con ellos. Decenas de catequistas, animadores de comunidades asesinados son un buen indicio de la “otra iglesia”.


De la Catedral nos dirigimos a la Iglesia Ntra. Sra. del Rosario (unas 3 cuadras) donde fue una masacre. Había un grupo de sindicalistas que habían entrado a la Iglesia para refugiarse, y el ejército entró con ametralladoras matando un número muy importante. Algo muy fuerte fue ver el Sagrario que era de vidrio blindado y tiene el orificio astillado de una bala.


Muy interesante, también, es ver el viacrucis hecho por trabajadores, todo representado solo con manos de hierro forjado.


De allí nos dirigimos a comer en una comunidad franciscana. La hospitalidad sigue siendo maravillosa. Después de comer y descansar un rato fuimos a ver las comunidades donde tienen capillas. Realmente es impactante el ambiente. La gente que vive en lo que llamaríamos “barriadas” (o veredas, o pueblos del Gran Salvador está conformada en su inmensa mayoría por desplazados por la guerra. La inmensa mayoría de la gente trabaja en las maquilas, aunque – como tantos otros países de américa Central – el mayor ingreso que tiene el país son las “remesas”, es decir la plata que mandan desde los EEUU los que han podido llegar. Y acá parece estar el “huevo de la serpiente”. Los chicos que no tienen padres – o los que vuelven deportados – suelen estar mucho en las calles y así nacen las famosas “maras”. El ambiente es de una tensión insoportable. Ayer una señora nos decía que no manda a su hijo a fútbol por el ambiente. “Como están las cosas no lo voy a mandar a fútbol”. Entramos en las tres capillas de los frailes: Nta. Sra. de Guadalupe, San Francisco de Las Cañas y San Francisco de Aresco, y en los tres lugares la presencia de las maras era intimidante. En la segunda, nos acompañaron (a pesar que venía con nosotros un fraile con su hábito, la gente de la comunidad; había tres jóvenes como mirando quién viene y quien entra al barrio, sabíamos que eso podía significar ser o no recibidos, y eso significa hasta muerte. Pero los acompañantes parecen haber servido de escudo).


Siendo que en las maras está el corazón de la violencia contemporánea en El Salvador (y Centroamérica) y siendo que – además – son los que piden “impuestos” a comerciantes, entradas de buses, etc… y especialmente responsables de la venta de estupefacientes no resulta difícil sospechar que detrás de ellos hay organizaciones más poderosas que se sirven de ellos como “carne de cañón”.


De allí fuimos al “hospitalito”, el hospital oncológico donde vivía Romero y celebraba la misa cuando fue asesinado. Sólo pudimos entrar a la iglesia, el resto estaba cerrado, y volveremos. En la Iglesia no se ha tocado nada, y el altar, el piso están como cuando Romero celebraba. La intensidad del espacio es conmovedora. Daba para agacharse a tocar el suelo y tomar gracia. Y besar el altar. Nos quedamos un rato muy grande para beber el aire, y para poner – como habíamos hecho en la tumba – a todas y todos aquellos que quisimos tener presentes, enfermos, sanos, comunidades, amigos, conflictos…


A la noche comimos la típica comida salvadoreña, pupusas. Una especie de torta de maíz con diferentes agregados que se hacen a la plancha. ¡Muy ricas! Comimos algunas (obvio que hay diferentes sabores que quedaron sin probar, pero las de queso y ajo, o la de chicharrón resultaron muy ricas; como nos dijo Henry “se dieron cuenta que son extranjeros” porque Jorge pidió cuchillo y tenedor, ya que se comen con la mano).


Domingo: por la mañana participamos en la misa en un cantón, región campesina, la misa fue con casamiento. Totalmente diferente a los nuestros claro. Para empezar los padrinos invitan a todos al desayuno, luego almuerzan todos en casa de los padres de la novia y terminan a la noche en casa de los padres del novio. Se casaron Hugo (24) con Dinora (19). Con pajes y todo. Una misa sumamente participada y festiva. Había unas 200 personas.


A la tarde fuimos a una exposición fotográfica sobre Romero, y después a un “parque de la memoria” donde están los nombres de casi 30.000 asesinados o desaparecidas y desaparecidos identificados; nos resultó terrible, por ejemplo ver en la lista del mismo año ¡58! personas con el mismo apellido. A lo que hay que sumar la constancia de 194 masacres (la masacre del Mozote fue la más emblemática, pero no la única; de allí que Sobrino se pregunte – siguiendo a Metz cuando preguntaba si se puede hablar de Dios después de Auschwitz – si “se puede hablar de Dios después del Mozote”. Fueron masacrados casi 1000 campesinos, mujeres preñadas abiertas al medio con machetes para sacarles sus hijos… Una mujer estaba en el campo pudo ver todo desde detrás de un árbol y contarlo. Murió hace pocos años. Esperamos ir al Mozote en estos días, aunque es lejos.


Mañana al mediodía llegan Ignacio, Pali y Berto. Esperamos juntarnos por la tarde para combinar todos los planes de viaje. Lo que tenemos claro es que vinimos por la beatificación, no para la ceremonia de beatificación. Por lo que nos dicen (dando razón a lo insinuado) que la liturgia está a cargo del Opus Dei y los cantos a cargo de los Heraldos del Evangelio. Fea celebración nos espera. Pero el pueblo igual celebra y festeja. Allí esperamos estar.


Lunes: Hoy empezamos bien fuerte de entrada: fuimos a la UCA. En el centro Oscar Romero hay una serie de salas cada una con mayor densidad que la anterior. En la entrada se ven unas cuantas fotos que rodean un busto de Romero con los “Santos Padres de la Iglesia latinoamericana” (entre ellos se ve una foto de Enrique Angelelli). 

Para empezar, entramos a un cuarto donde hay afiches de Romero y unos álbumes con todas las fotos de los mártires de la UCA. Es decir, las fotos de los cuerpos, sangre por todas partes. Terrible ver el gesto de Elba Ramos queriendo proteger con su cuerpo a su hija Celina (15 años) con un gesto de pánico y “cocida” a balazos. Ver los cuerpos en las fotos ya resulta algo impresionante. 

De allí fuimos a una especie de museo, que empieza con cosas de uno de los primeros mártires de la Iglesia Salvadoreña, Rutilio Grande sj (+1977). Amigo de Romero desde antes de ser obispo (fue el maestro de ceremonias en su ordenación episcopal) su asesinato cerca de Aguilares, camino al Paisal marcó a fuego a Romero (de hecho hay una foto donde se ve a Romero mostrándole una foto de Rutilio a Pablo VI que la bendice). Después hay cosas de Romero, de las monjas yanquis (3 monjas violadas y asesinadas en una emboscada: Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y la misionera laica Jean Donovan; diciembre de 1980). Restos de la masacre del Mozote donde como dije, asesinaron a cerca de 1000 campesinos y luego, ropas y cosas personales de los jesuitas asesinados en la UCA (que no es nuestra UCA, esta es una universidad en serio, Universidad Centro Americana). Como una cosa curiosa, notamos que a Baró (uno de los jesuitas) le gustaba mucho tocar la guitarra, y entre sus cosas estaba la letra de “Si se calla el cantor”. 

Saliendo de allí fuimos a la parte superior donde está el jardín. Allí fueron sacados todos ellos y masacrados. Eso se ve en las fotos. Y una señora que lo vio desde la ventana de su casa huyó a EEUU de tanto pánico, pero luego declaró. Es que en esa fecha (1989) la guerrilla realizó una ofensiva y entró a la ciudad de San Salvador. En la práctica parece que la guerrilla logró su objetivo tomando la ciudad. En los combates en este contexto ocurre la masacre de la UCA. El ejército, responsable, pretendió culpar a la guerrilla de las muertes, pero huellas de botas militares, testimonios y declaraciones responsabilizaron directamente al Ejército. Poco tiempo después, borracho de sangre el ejército se vio en la necesidad de convocar a acuerdos de paz. En estos diálogos (en los que quizás la guerrilla fue derrotada, o al menos no logró todo lo esperado) se acordó en una amnistía (“borrón y cuenta nueva”, dijo el presidente Cristiani, luego responsabilizado directamente de la matanza de la UCA). Ese es el motivo, entre paréntesis, por el que no puede nadie ser juzgado y cientos de genocidas caminan por las calles (y participan de las misas). El caso de la UCA, por ejemplo, sigue su cauce el juicio porque está hecho en España por ser 5 de los 6 jesuitas asesinados de esa nacionalidad. La masacre de la UCA parece haber sido el “manotazo de ahogado” de un ejército que ya empezaba su recta final. Así – simbólicamente – lo grueso de la guerra parece haberse desencadenado a partir del asesinato de Romero, y empezado su fin con la matanza de los jesuitas.


Del jardín pasamos a un cuartito donde hay unos sillones. Allí se escondieron Elba y Celina, allí entraron y allí las abrieron al medio con sus balas.


Y de allí a la capilla de la Universidad. Llama la atención – casi a modo de vía crucis – dibujos en blanco y negro de cuerpos torturados, atados, masacrados (no es habitual ver cuerpos de mujeres o varones desnudos en una capilla). Allí están las tumbas de los 6 jesuitas sumadas a la de otros comprometidos con los derechos humanos. Algunas todavía esperan ser ocupadas. La guerra ha terminado, las heridas no.


Saliendo nos encontramos con Fernando Cardenal y Rafael de Sivatte, jesuitas, profesores de la UCA. El primero no estaba ese día, cuando la matanza, y así salvó su vida. El otro reemplazó a sus compañeros. Allí vive Jon Sobrino a quien esperamos poder ver en estos días. Por lo que vimos, los jesuitas tienen que participar resignadamente de la celebración de la beatificación para que “no parezca que nos oponemos a la beatificación”, pero como quien toma un trago amargo.


De allí nos dirigimos nuevamente al hospitalito. Allí pudimos entrar a la casita donde Romero vivía, donde está su cama, su silla, su grabador y máquina de escribir, y en el baño sus máquinas de afeitar, cepillos de dientes, etc. En la entrada se ve su biblioteca. Allí se ven unos cuantos libros muy interesantes, particularmente algunos que según Jesús Delgado Romero no había leído. Están allí algunos dedicados (como Jesús el liberador, de Sobrino, otros como la lucha de los dioses, libros de Hans Kung, y hasta ¡las venas abiertas de América Latina! La monjita encargada nos contaba dos anécdotas curiosas: cuando visitó el lugar el cardenal de Panamá, que celebró la memoria de monseñor en marzo, fue acompañado por gente de la curia. Y dice que cuando Jesús Delgado vio los libros les dijo que esos libros no eran importantes en la biblioteca de Romero… La monjita le dijo que habían puesto más a la vista los libros que habían sido dedicados a Romero. Estos lo estaban.  Pero además, contaba que están con miedo que el arzobispado quiera quedarse con la casita entera, y que ya les pidieron la camisa que Romero tenía donde casi imperceptible se ve el agujero de la bala. Nos pareció que la curia quiere quedar como la única garante de la memoria del “romerismo”, y para eso necesita apropiarse también de lo simbólico. La apropiación parece un paso importante o indispensable para después atreverse a decir – como Delgado ya comienza a insinuarlo – Romero “era así y no era asá”. Pero el pueblo conserva su memoria, y lo transmite de padres a hijos. Así si era Romero.


De allí volvimos a la capilla. Resulta imposible estar allí y no mirar ese suelo y quedarse casi como pegado. El grito de la sangre llama.


De allí nos dirigimos en un viaje más o menos largo casi hasta la frontera con Honduras y Guatemala, a un pueblito llamado La Palma. Un lugar donde se conserva una interesante tradición de pintura típica y un pintor popular (Fernando Llort) gestó cooperativas y decenas de artesanos pintan la madera, telas, etc… Incluso había pinturas suyas en la catedral que el obispo hizo sacar argumentando deterioro.


A la vuelta fuimos para el Paisal a visitar el lugar de la muerte de Rutilio Grande y luego a la parroquia (hoy del clero, con un cura que estudió en Navarra, con el Opus Dei) donde Rutilio Grande y los dos compañeros que viajaban con él están sepultados. Nos habían avisado que unos peregrinos, argentinos, andaban por allí y nos encontramos con Raúl Gabrielli concelebrando en la misa. Quedamos en encontrarnos con él en la beatificación (aunque no manifestó deseo de estar en la celebración sino entre la gente).


Al llegar a la casa nos encontramos con Pali y Berto (Ignacio quedó en casa de unos amigos) con lo que pudimos combinar bien los próximos días y los recorridos. Mañana, desde temprano, pensamos seguir recorriendo tierra de mártires llegando hasta el Mozote, y otros lugares con historia de tanta vida sembrada. Y tantos hijos de la guerra que todavía están marcados por el dolor y la barbarie.


Foto tomada de prodavinci.com

miércoles, 29 de abril de 2015

Comentario Pascua 5B

Los frutos para la vida de todos y todas
DOMINGO QUINTO DE PASCUA - "B"
3 de abril
Eduardo de la Serna




Lectura de los Hechos de los Apóstoles     9, 26-31

Resumen: Lucas quiere mostrar a Pablo, inmediatamente después de su encuentro con el resucitado, predicando en todas partes y con valentía el Evangelio, aunque su vida esté en peligro.


Para comprender bien el texto litúrgico es importante tener presentes varios elementos. El primero es que el autor, al que solemos llamar “Lucas”, no pretende presentar una “historia de los hechos de los Apóstoles” sino predicar cómo gracias al Espíritu Santo – el gran protagonista de su obra – la Palabra de Dios va creciendo en la geografía y en la historia. Teniendo esto en cuenta, señalemos que los acontecimientos históricos le sirven a tal fin y no duda en silenciar algunos, agrandar otros, manipular unos o exaltarlos. Del mismo modo que “Lucas” no pretende hacer una “historia de Jesús” en su evangelio, tampoco pretende una “historia de la Iglesia” en su segundo tomo. En este sentido, el regreso del perseguidor Pablo a Jerusalén está cargado de elementos teológicos, y – si interpretáramos esto desde una perspectiva histórica – deberíamos afirmar que, por un lado, nos faltan muchos elementos para poder hacerlo con seriedad, y que hay una importante contradicción o contraste con lo que el mismo Pablo afirma en sus cartas de estos hechos.

Dejando Damasco, abruptamente, Pablo se dirige a Jerusalén donde estará un breve tiempo (en Gálatas 1,18 habla de "quince días") antes de dirigirse luego a las regiones de Cilicia (cuya capital es Tarso). Es a este breve tiempo que alude “Lucas” en el texto litúrgico de hoy.

La llegada de Pablo supone los obvios recelos de los antiguos perseguidos por él, pero un seguidor de Jesús del que se nos ha hablado ya en Hch 4,36-37, Bernabé, hace suyo el relato del encuentro de Pablo con el resucitado. Nada nos dice acerca del motivo por el que Bernabé sí cree y por qué es él quien cuenta lo que narrativamente “Lucas” acaba de contar acerca de la “conversión” de Pablo. De hecho, la relación entre Pablo y Bernabé se vuelve cada vez más estrecha hasta el conflicto de Antioquía (cf. Gal 2,13; ver Hch 15,37-40) de modo que es éste quien introduce más intensamente a aquel en la misión a los paganos.

Más allá del marco histórico (que insistimos, está al servicio del objetivo teológico) el acento está puesto en que también en Jerusalén, como lo había hecho en Damasco (ver 9,20-25) predica con audacia y libertad (parrêsía) “a Jesús” o “en el nombre del Señor” (9,27.28; 13,46; 14,3; 19,8; 26,26). La parrêsía es la libertad, osadía, coraje, valentía para hablar. Como se ve en las citas (en 18,26 se dice de Apolo) es algo que “Lucas” destaca de Pablo. Pero esta valentía no impide que intenten matarlo, como ya había ocurrido en Damasco. De todos modos este elemento, la predicación valiente es propia de Pablo y – como vemos – parece el acento principal que “Lucas” quiere destacar en el relato. Una vez que se ha encontrado con el resucitado, Pablo “gasta” su vida (son términos paulinos, cf. 2 Cor 12,16) en la predicación del Evangelio que – como se dijo – es el objetivo teológico de “Lucas” en Hechos.

Una nota breve: es propio de la teología de “Lucas” que ya comienza (por ahora muy intuitivamente) a haber distinción entre judíos y “cristianos” (Lucas es el primero en utilizar el término, cf. 11,26; 26,28; cf. 1 Pe 4,16), entonces, el conflicto – que Pablo lo presenta con gente ligada al rey árabe Aretas, cf. 2 Cor 11,32-33 – es con “judíos” a causa de la predicación. En nuestro texto, el conflicto es con los “helenistas” (cf. 6,1; 11,20 donde alude a los judíos que hablan en lengua griega). El “Pablo de Hechos” es uno que desde los comienzos mismos de su “conversión” predica con tal convicción que deciden matarlo. Esto es lo que motivará que Pablo sea enviado a otra región en la cual vivirá “años ocultos” hasta que Bernabé lo rescate para llevarlo a Antioquía (11,25).



Lectura de la primera carta del apóstol san Juan     3, 18-24

Resumen: Algunos en la comunidad joánica parecen “decir” que son discípulos, pero su vida no es coherente con esto. Remitiendo a los dichos originarios, el autor de la carta invita a volver a los orígenes de la comunidad, al amor mutuo como signo de la permanencia en Dios y el don del espíritu.


La carta Primera de Juan está escrita en un evidente marco polémico. Al interno de la comunidad aparecen algunos que dicen o hacen cosas que el autor de la carta considera contrarias a lo que el discípulo fundados (el discípulo Amado) había puesto como cimientos. Muchos vocativos parecen marcar los ritmos del texto (“queridos”, “hijos míos”, “hermanos”…); por otra parte, es evidente que los frecuentes “si alguno dice…”, “todo el que...” son indicios de que había en la comunidad quienes lo decían o hacían. 

Con un “hijos míos” comienza la unidad litúrgica (el vocativo “queridos” de v.21 no marca una nueva unidad ya que continúa la referencia a la conciencia, cf. 19.20 y 21). En 4,1 un nuevo vocativo (“queridos”) da comienzo a un nuevo apartado.

El acento está en “no amar de palabra o con la boca” (v.18) sino “guardar” los “mandamientos” (22.24). Es evidente que el mandamiento es el tema central de la unidad (y de otras partes de la carta) haciendo referencia al “mandamiento del amor” que Jesús destaca en la despedida a los suyos en el Cuarto Evangelio. El primer contraste está dado entre “palabras” y “boca”, que se asemeja a los que “dicen” pero son “mentirosos” (cf. 2,4.22; 4,20) ya que no hacen aquello que dicen, por un lado, y las “obras” y la “verdad” por el otro. Ambos pares son sinónimos. La verdad, en Juan (como en general en la Biblia) no se trata de una teoría, sino de una praxis. La verdad se obra, se vive (Jn 3,21; 1 Jn 1,6; 3 Jn 8; cf. Tob 3,2; 13,6; Sal 33,4; 111,7; Ez 18,9; Dan 3,27; 4,34). Es por eso que “somos” de la verdad (v.19) porque “guardamos sus mandamientos”. 

El mandamiento (aunque en v.22 se mencione en plural, a continuación se lo presenta en singular como “un” mandamiento, v.23) tiene una doble dimensión: creer en el nombre de su Hijo y que nos amemos unos a otros “según el mandamiento que nos dio” (de esto habla el Evangelio de hoy y el de la próxima semana, precisamente). El cumplimiento de estos mandamientos provoca la “permanencia” (ver Evangelio de hoy) que es una inter-habitación mutua: él en Dios y Dios en él. Y esto en relación al espíritu que ha sido “dado”. La referencia al discurso de despedida de Juan es evidente y remitimos a esto.

Parece muy probable que en la comunidad empiezan a surgir algunos que insisten en que el ser discípulos es solamente amar a Dios y desentenderse de los hermanos. Este espiritualismo creciente (que culminará en fractura en la comunidad, como se ve en las cartas 2ª y 3ª) es ante lo que el autor alega haciendo referencia a los momentos originarios de los dichos de Jesús tal como el Discípulo Amado los ha transmitido y se encuentran en el Evangelio y por eso repite el contexto “original”.


+ Evangelio según san Juan     15, 1-8

Resumen: Usando el característico “yo soy”, Juan presenta a Jesús como “la vid” destacando la interrelación entre el Señor y sus discípulos, la voluntad del padre (dar frutos) y la importancia de “permanecer” en esta inter-pertenencia mutua.


En el capítulo 13 Jesús empieza, en una cena (que no es Cena Pascual), un largo discurso de despedida que recién finalizará en 17,26. Obviamente hay muchos elementos y sub-unidades en este largo texto, pero todo se presenta como Discurso. Y tiene clara apariencia de “Testamento”. Es decir, un personaje importante se despide de los suyos (hijos, familiares, discípulos) y haciendo memoria de su vida señala que los que obren en Tal cosa como él obró (o los que no cometan tal vicio como él cometió, como se ve en otros casos) serán sus auténticos herederos espirituales. De estos “testamentos” hay indicios o resabios en muchas partes del Nuevo Testamento y  - por supuesto – muchos escritos apócrifos, entre los cuales el “Testamento de los Doce Patriarcas” es el más conocido. 

Aquí, Jesús, del que se nos dice que “a los suyos” los “amó hasta el extremo” (13,1) les dirá a sus “herederos” que lo serán en la medida en que amen “como él amó” (13,15.34). 

Dentro de este largo discurso se encuentra, comenzando con el típico “yo soy” de Juan, la referencia a la vid y las ramas (= sarmientos). El texto es más extenso (aunque la imagen de los frutos finaliza en v.8 y sólo a modo de conclusión se retoma en v.16); en v.9 el acento está puesto en el amor que enmarca vv.9-17 (Evangelio del próximo domingo), aunque es evidente que el fruto (primera parte) es el amor mutuo (segunda parte).

La “vid” es interesante ya que, si bien en el A.T. con alguna frecuencia representa al pueblo de Israel (cf. Is 5,1-7; Os 10,1; Jer 2,21; 5,10; 6,9; 12,10; Sal 80,9-19…) en los sinópticos se utiliza (como otros árboles frutales, como la higuera o el olivo) para aludir a la comunidad de discípulos (cf. Mt 21,43) y – como es propio de la cristología de Juan – se concentra en Jesús quien en sí mismo reemplaza todo aquello que se afirma en Israel de los ámbitos de salvación.

Es interesante que “el Padre” aparece mencionado como de pasada en esta primera parte y ocupará un rol más importante en la segunda.

El viñador (= el Padre) quiere que las ramas den fruto (v.2 y 8). Ahora bien, las ramas no pueden dar fruto si no “permanecen” en la vid. Por eso las que no dan fruto son cortadas (v.2) como se repite: vv.4.5.6; mientras que las ramas que “permanecen” dan fruto: vv.2.4.5.7. (Como se ha dicho, habremos de esperar a la segunda parte para saber con claridad que este fruto es el amor).

Sin duda, la clave de esta parte viene dada por el verbo “permanecer” (menein). Este verbo es muy importante en este Evangelio y es interesante señalar algunos aspectos:

En un primer momento se destaca que el Espíritu “permanece” en Jesús (1,32.33). Los primeros discípulos, enviados por el Bautista “vieron donde permanecía Jesús y permanecieron con él aquel día” (1,38.39). Jesús no permanece mucho tiempo en Cafarnaúm (2,12). Pero luego de esta primera “semana inaugural”, en el cuerpo del Evangelio el término empieza a tener una mayor densidad teológica: “en que cree en el Hijo tiene vida eterna… el que se niega a creer… la ira de Dios permanece en él” (3,36). Después que Jesús “permaneció” con los samaritanos “fueron muchos más los que creyeron en él… es el Salvador del mundo” (4,40-42). Para los que no creen su palabra “no permanece en ustedes” (5,38). El alimento que da “el Hijo del hombre”, “permanece para la vida eterna” (6,27) y por eso “el que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él” (6,56). En 7,9 destaca que “permaneció en Galilea” pero luego – de incógnito – subió al templo. Claramente dirá que “si permanecen en mi palabra serán mis discípulos” (8,31); Jesús – y su palabra – nos hacen libres, y “si el esclavo no permanece para siempre, el hijo permanece para siempre en casa” (8,35). Los que no aceptan a Jesús son ciegos que se niegan a ver, y “como dicen vemos su pecado permanece” (9,41). Nuevamente Jesús permanece en un lugar (10,40; 11,6.54). Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, “permanece solo” (12,24). Los “judíos” creen que el mesías “permanecerá siempre” (12,34), mientras que Jesús será “elevado”. Jesús es la luz y el que cree en él “no permanece en tinieblas” (12,46). El Padre “permanece es” Jesús y realiza las obras (14,10), y los discípulos pueden reconocer al espíritu – el mundo no puede – porque “permanece en ustedes” (14,17). El discurso de despedida Jesús lo dice porque “permanece entre ustedes” (14,25). Los cuerpos de los crucificados no debían permaneces en las cruces por avecinarse un sábado solemne (= Pascua) (19,31). Finalmente, del discípulo amado Jesús insinúa que “permanecerá” hasta que él vuelva (21,22.23). En una misma línea el sustantivo “mansiones” (= lit. permanencias) se destaca que hay muchas en la “casa de mi Padre” (14,2) y que si uno ama a Jesús ese “guarda la palabra”, el Padre lo amará y “vendremos a él y haremos en él nuestra «morada»” (14,23).

En esta lista hemos omitido expresamente las referencias que se encuentran en Jn 15 (vv.4.5.6.7.9.10.16 un total de x11 veces). La imagen de la permanencia de la rama a la vid es la que permite dar fuerza a la imagen de los frutos. En v.9 el paso es a “permanecer en el amor”, como se ha dicho (cf. v.10).

Es interesante, a modo de síntesis, notar que fuera de aquellos lugares donde se dice que Jesús “permanece” (Cafarnaum, Galilea, Samaría…) hay un doble juego de permanecer que indican una interrelación mutua: permanecer en el pecado, lo que indica un modo de existencia, y un permanecer e interrelación: Jesús-Padre y Padre-Jesús, Jesús-discípulos y discípulos-Jesús. La recepción de los dones de Jesús (su palabra, su cuerpo y sangre) o creer en él es lo que provoca esta mutua permanencia y es lo que permite dar el fruto esperado.

Sin embargo, hay un elemento más a señalar y es la referencia a la/s palabra/s de Jesús: “ustedes” (los discípulos) que han sido “limpiados” por el viñador (el Padre) están limpios “por la palabra” (lógos) que Jesús ha dicho. Si las “palabras” (rêmata) permanecen “en ustedes pueden pedir lo que quieran y lo conseguirán” (v.7). Las palabras que se han de guardar – como los mandamientos – son las palabras que Jesús “la Palabra de Dios” ha pronunciado porque permanece en Dios y Dios en Él. Estas palabras han limpiado a los discípulos porque son palabras de vida (cf. 6,68): 
«El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos». (13,10). 
El doble esquema puede verse, entonces, de este modo:

15,1-8
15,9-17
  Padre (v.1)
  Padre (v.9)
      Palabra (v.3)
     Mandamiento (v.10)
Lo que pidan (v.7)
Lo que pidan (v.16)
     Palabra (v.7)
  Padre (v.16)
  Padre (v.8)
     Mandamiento (v.17)

Guardar la palabra (logos), 8,51.52.55; 14,23.24; 15,20; 17,6 (guardar la palabra, rêma, cf. Pr 3,1) es guardar los mandamientos: 14,15.21; 15,10. Esa es la palabra que limpia y permanece y de la que hablará la semana próxima.


Foto tomada de es.dreamstime.com

sábado, 14 de febrero de 2015

El rol satánico del fiscal




El rol satánico del fiscal

 Eduardo de la Serna



La Biblia es un libro “vivo”. Tiene historia en cada página, vida de comunidades (y muerte), contextos, avances y retrocesos. 

Habitualmente, los retrocesos que da el pueblo de Israel (o algunos en su seno) son calificados de “pecado”. La imagen es la un camino, que se yerra, o una flecha que no da en el blanco. 

Por otra parte, Dios y su corte (los planetas, otros dioses, los ángeles…) asisten al acontecer de la historia y el obrar humano. En ese obrar, con frecuencia aparecen los “adversarios”, y la Biblia le dedica buenos párrafos a estos. Pero hay un “adversario” que merece nuestra atención: “el fiscal”.

La imagen, obviamente, es tomada del terreno judicial. Es el responsable de la acusación, en muchos casos injusta. Algunas traducciones, por ejemplo del Salmo 109,6, ponen “fiscal” (Biblia de Jerusalén) mientras otras prefieren “acusador” (Biblia del Peregrino); lo interesante es que en estas, el texto hebreo dice “satán” y el griego “diabolos”. 

Un caso emblemático lo encontramos en Zacarías en una visión donde se señala que el rol de Satán es “acusar” (3,1-2). Y especialmente se debe destacar su rol en los capítulos 1 y 2 del libro de Job. Allí es claro que se trata de un miembro de la corte celestial, pero que recorre las vidas humanas para encontrar de qué acusar (1,7; 2,2). Sin pruebas, a modo de desafío, acusa a Job falsamente de tener una religiosidad interesada: afirma que ama a Dios por los beneficios que Dios le ha dado. Estas acusaciones desencadenan en adelante la magnífica obra de Job en la que la falsa imagen tradicional de Dios, como el que beneficia a los buenos y castiga a los malos es puesta en crisis. La falsa acusación de Satán servirá para que quede a la vista que el sufrimiento de los inocentes, las víctimas de la historia no tienen a Dios como causante, sino como un Dios que toma partido por ellos, y que muchas veces a los que les va bien en la vida es producto de la injusticia o la violencia.
Esta imagen cortesana del fiscal llevará a que más tarde (en la literatura apocalíptica particularmente) el Satán-fiscal pase a ser una figura espiritual negativa. Se traducirá – como dijimos – al griego como “diabolos”. Así lo presenta el apocalipsis, por ejemplo: «Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios» (12:10). Así, una imagen que originalmente era simplemente “cotidiana”, pasa a ser “satánica”, clara enemiga del pueblo, pero será vencida por Cristo cuando Dios reine.

El fiscal-diablo-satanás, “príncipe de los demonios”, será quien sea enfrentado por Jesús en su ministerio (especialmente en Lucas) expulsando demonios, reintegrando la integridad de la persona humana (las connotaciones políticas y antiimperiales de las expulsiones de demonios son muy importantes de tener en cuenta). Las falsas acusaciones, el intento de hacer caer o desviar el camino llevan a mostrar a Jesús y al Espíritu Santo como el “defensor”: «Yo sé que mi Defensor [goel] está vivo, y que él, al final, se levantará sobre el polvo» (Job 19:25; algunas traducciones como la Biblia del Peregrino han preferido “defensor” también para traducir el griego “paráclito”, cf. Jn 14,16.26; 15,26; 16,7). No hace falta señalar la diferencia evidente entre el “fiscal” y el “defensor”, imagen que en el ámbito del espíritu contrasta a Satanás-diablo con el mismísimo Espíritu Santo. El amor y el no-amor, el beneficio o perjuicio del pueblo, el otro como hermano o como adversario son fácilmente reconocibles como aquellos ámbitos en los que podemos acertar o somos llevados a errar el camino. Camino que la Biblia llama de verdadera “justicia”.

Foto tomada de alejandrobodart.com.ar

viernes, 13 de febrero de 2015

Sobre la marcha del 18F

Ante la reciente declaración de la Comisión Justicia y Paz del Episcopado adhiriendo a la marcha del 18F los Curas en opción por los pobres decimos:

   La marcha del 18F


La trágica muerte del fiscal Nisman no sólo ha conmovido al país. También ha servido para que salgan a la luz oscuras operaciones contra la justicia y la democracia como ya hemos denunciado oportunamente desde el grupo.

Mientras algunos sectores de la justicia se dedican – no sabemos si con responsabilidad o no – a la investigación, otros sectores han convocado a una incomprensible marcha el próximo miércoles 18 de febrero, a la que oportunistamente han adherido miembros de la oposición y otros sectores, algunos claramente antidemocráticos.

Y hoy vemos, con estupor, que la Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina “hace pública su adhesión a la misma”. Lamentablemente, algunas actitudes de ciertos sectores eclesiales ya no nos sorprenden, pero así como hace años ante la actitud del obispo Aguer, garante de delincuentes dijimos “no es la Iglesia”, hoy queremos repetir que estos sectores “no son la Iglesia”, es decir, que no representan a toda la Iglesia, que mayoritariamente es el pueblo creyente al que acompañamos como pastores.

Un grupo del poder judicial, amigos de  poderosos y corporaciones, cómplices de cautelares y violadores sistemáticos de las leyes que duermen en cajones sigue mostrando su impudicia del lado del poder. Y – lamentablemente – un grupo del poder eclesiástico le hace llegar su bendición. Estamos habituados. Pero esperamos que el testimonio del Papa Francisco, que quiere “una Iglesia pobre y para los pobres”, impulse a toda la Iglesia a convertirse al pobre y buscar justicia. Justicia que sólo será legítima si empieza por los de abajo, si beneficia, en primer lugar, a las víctimas de la injusticia y no es cómplice de los victimarios.

Grupo de Curas en la Opción por los Pobres
12 de febrero de 2015


Foto tolada de www.infobae.com