Por
favor… ¡BASTA!
Eduardo
de la Serna
Sin ninguna duda todos
tenemos miradas diferentes sobre los más diversos motivos. Y esas miradas
diferentes nos enriquecen, nos alimentan, nos nutren. Nos dan una amplia
posibilidad de relativizar lo que creemos casi absoluto, nos dan nuevas
perspectivas de lo que a veces es demasiado plano, nos permiten otra óptica.
Pero esto no quita que haya alguna
cosas “más absolutas que otras”… o “menos relativas”, si se quiere. Es evidente
– o al menos, así me resulta – que el “amor a la patria” es más importante que
el “amor a mi pequeña parcela”. Y mirar mi parcela por encima de la patria,
sólo hablaría de mi pequeñez, o de mis miserias.
A lo largo de la historia
hay muchos momentos o situaciones donde hay aspectos fundamentales, o incluso
grandes oportunidades o grandes crisis en las que se juega la grandeza o la
pequeñez ínfima de las personas. Hay una patria por encima, y solamente los
miserables se desentienden de ella en beneficio de sus propios intereses.
En nuestra historia reciente
ha habido momentos de crisis que han servido de (lamentable) oportunidad para
dar pasos adelante: la muerte de María Soledad Morales, de Omar Carrasco, del crimen
de la Dársena, por señalar algunos ejemplos (lamentablemente, siempre se trata
de muertes trágicas… sería de desear que aprendamos sin necesidad de ellas,
pero a lo mejor eso habla de nuestras limitaciones o miserias). En muchas ocasiones
tragedia–crisis–oportunidad van de la mano. Se acompañan.
Los así llamados “servicios
de inteligencia” son una rémora preocupante que la democracia no merece. Pero
la mirada en el “chiquitaje” por parte de algunos sólo sirve para favorecer que
nada cambie en estos momentos de crisis-oportunidad. Es sabido (y hay quienes
lo han padecido) que estos grupos de inteligencia se han transformado en un
poder paralelo (y de chantaje), y de relaciones espurias con el poder judicial,
político, periodístico… (¿Cómo se accede en pleno secreto de sumario en una
causa hiper-sensible a un “borrador” en un “tacho de basura” sin ser parte de
la misma?).
Ver las reacciones y
actitudes de muchos dizque periodistas, políticos y miembros del poder judicial
realmente me provocan hastío. Es evidente (y Argentina no es una excepción) que
los medios de comunicación resultan el principal partido de la oposición en
nuestros países latinoamericanos. Y gestores o lobistas de las políticas
públicas (el caso de los tratados de paz en Colombia, el nuevo gobierno de
Bachelet, o los manejos políticos contra Dilma son más que evidentes). Y creer
que “ellos sí”, pero que en “Argentina el periodismo es independiente” es
grotesco, infantil… y estúpido. Escuchar a algún dizque político como Macri,
Massa, Scioli me resulta altamente preocupante de solo pensar que podrían ser
alguna vez gobierno. Por no mencionar a la enferma (de odio) de Carrió o (enfermo
de oquedad) de Binner (porque hablar de Alonso o Bullrich es darle entidad a la
más que nada misma). Y desde hace un tiempo aparece como “poder opositor” un
grupo del “poder judicial” (no “la justicia”, que les queda grande. ¡Muy
grande!). Nisman era un ejemplo de eso, como el ‘agente’ Lagomarsino, y – ahora
especialmente – una camada de “fiscales” (¿tiene que ver con eso la “campaña”
contra Gils Carbó?): ver allí a Campagnoli, Marijuán, Stornelli y el invalorable
aporte de Julio Piumatto me resulta de una pequeñez grave. Miseria que la
patria no merece.
¿No hay nadie que sea capaz
de mirar antes que su propio (pequeño) beneficio, antes que su parcela, un poco más allá. De verdad ya no lo
pretendo de la oposición cuya microscopía me resulta alarmante; tampoco lo
pretendo de los dizque periodistas, especialmente de los medios medio-cres; y –
lamentablemente – tampoco lo pretendo de muchos del poder judicial, siempre “amigo”
de los que no lo son míos ni de los pobres; pero sí lo pretendo del pueblo, de
los que padecemos semejantes engendros. Espero y sueño que ante tanta
miserabilidad, pequeñez y escoria algunos muestren algo de grandeza, algo de
amor a la patria, algo de dignidad. Aunque parezcan desconocer el sentido de
esa palabra.
Dibujo tomado de viviendovalores.com
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