Un Papa no tan sorpresivo
Eduardo de la Serna
Era tanta la
insistencia en los “papables” de los Medios y sus candidatos (a veces lobby) que
muchos se sorprendieron absolutamente. Ayer comiendo con algunos jesuitas en
Bogotá les dije “no descarten a Bergoglio”.
“Eso es imposible”, me dijo uno; “sería terrible” agregó otro… “Temo por los
jesuitas” acotó una monja cercana a la Compañía. Mi sospecha de que era muy
posible que fuera elegido no estaba ajena a cierto conocimiento de la fenomenal
capacidad de manejar los hilos del poder que tiene el actual Papa. Sabe moverse
entre esos pliegues como nadie. “Hasta ser Papa no para”, me decía una vez un
jesuita; “te entrega los alfiles y la reina porque tiene el jaque mate en la
cabeza” decía otro. Viendo la fenomenal
capacidad de manejar los hilos del poder sospechaba que la “opción Bergoglio” era más que una
posibilidad.
¿Qué se puede
decir? Son varias cosas las que vienen a mi mente. Para empezar, al mirar la
lista de los “papables”, que en el país
de los ciegos, el tuerto es rey. Mirando los cardenales de Sao Paulo, Budapest,
Milán, que resonaban, uno tiene la tentación de decir que al lado de ellos
Bergoglio es Messi, Maradona, Cristiano Ronaldo y Pelé juntos.
Pero es
importante decir algunas cosas para empezar. Los Medios parecen darle al Papa
mucha más importancia que la que tiene dentro de la Iglesia. Aunque la estructura
eclesiástica sea de una monarquía absoluta, el Papa no es un “monarca” en los
pasos y decisiones que toman las Iglesias particulares. Cada obispo puede tomas
sus propias decisiones y tener actitudes que sean diferentes a las del obispo
de Roma (= el Papa). No opuestas, pero sí diferentes. Otro elemento a tener en cuenta es la
mentalidad creada por muchos de cómo entender la obediencia, comprendida por ellos
como una suerte de “obediencia de cuartel”, cosa que ni de lejos es lo que se
entiende por tal dentro de la Iglesia. Y en este sentido, ubicar la mentalidad
pobre y falsa de que “al Papa lo elige el
Espíritu Santo”. No es eso lo que se dice teológicamente en la Iglesia. En
1997 el entonces cardenal Ratzinger dijo a la TV alemana: «Yo diría que no en el sentido de que el Espíritu Santo
escoja al Papa. (...) Diría que no es exactamente que el Espíritu tome el
control del asunto, sino más bien que, como un buen educador, por así decir,
nos deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos enteramente. Así el
rol del Espíritu debería entenderse en un sentido mucho más flexible, no como
si dictara a qué candidato uno debe votar. Probablemente la única seguridad
cierta que Él ofrece es que las cosas no pueden ir totalmente a la ruina». Y agregó: «¡Hay demasiados contraejemplos de
Papas a quienes obviamente el Espíritu Santo no habría elegido!»
Dicho esto, ¿qué decir?
Creo que en un sentido seguimos retrocediendo, y en otro hemos ganado algo. En
el tema derechos humanos ciertamente hemos perdido. El pasado de Bergoglio como
provincial de los jesuitas, y su relación con la desaparición de Francisco
Jalics y Orlando Yorio ciertamente ensombrece el pontificado (y parece no haber
importado en la elección, porque el tema es sabido y conocido). Todo el movimiento
gestado dentro de la Compañía de Jesús de ir a los barrios populares, dejar los
monasterios y conventos para vivir “en medio de la gente” fue firmemente
rechazado por el provincial Bergoglio, y en eso estaban Jalics, Yorio y otro
grupo con ellos.
Por otro lado, en indudable
que después de los “principados” de Caggiano, Aramburu o Quarraccino,
cardenales de Buenos Aires, Bergoglio supo ser cercano a la gente; tener
actitudes populares y muy valiosas. No sólo andar en la calle normalmente, viajar
en Subte, lavar pies de enfermos de Sida o embarazadas en la Sardá, invitar a
los curas a salir de los templos, ser pastores, misioneros, son ciertamente
gestos populares ¡y humanos! (como lo fue el gesto de pedir que la gente lo
bendiga a él antes de bendecirlos).
¿Qué podemos esperar? En lo
personal creo que hay dos cosas que van a marcar rumbo y merecen ser tenidas en
cuenta para mirar. Para la Argentina, los próximos nombramientos de obispos (y
el de Buenos Aires en primer lugar). Y para la Iglesia universal, los nombramientos
en la Curia Vaticana (lo habitual es que se confirme a los que están y con el
tiempo de los vaya cambiando, pero habrá que estar atento a estos pasos). Y
finalmente, ver en qué marca su pontificado la elección de su nombre Francisco.
¿Será por Francisco Javier, el gran misionero jesuita, como él, o por Francisco
de Asís, el santo hermano universal y marcado a fuego por la “hermana pobreza”?
¿Será esto un indicio de su “plan” para el pontificado? Lo iremos viendo.
Benito 16 eligió su nombre en memoria de San Benito, el santo patrono de Europa,
y de Benito 15 el Papa de Europa en la post-Guerra. Y fue un Papa eurocéntrico,
evidentemente. ¿En qué medida Francisco –el que fuera- marcará lo que podemos
esperar y desear del futuro Papa? A partir de ahora lo iremos viendo.
foto tomada de http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/13/album/1363199720_662224.html#1363199720_662224_1363208551
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