Enrique,
de tierra adentro
Eduardo de la Serna
Crucificado
en la ruta,
como
siguiendo al Camino,
se
abrió una brecha hace años:
un
cadáver peregrino.
Allí
dejaste tu sangre,
como
otros tantos amigos:
como
Lucho lo fue en Bolivia,
y
en el Salvador, Rutilio.
Tantas
y tantos hermanos,
con
la fuerza de testigos,
en
las rutas de Abya Yala
nos
regaron de martirio.
Tantos
muertos en las calles,
tantos
muertos en camino,
tanta
vida regalada
con
la fecundidad del trigo,
no
son sangre derramada,
son
una vida y un signo:
una
vida para su pueblo,
un
signo contra el olvido.
Y
si por un "accidente",
algunos
te callan, ¡amigo!,
levantaremos
tu nombre,
recogeremos
tu grito.
Así
alzaremos tu copa,
y
beberemos tu vino,
compartiremos
el pan
y
pondremos el oído,
un
oído al Evangelio,
el
otro en el más sufrido,
porque
hay que seguir andando,
para
no estar más detenidos
"Pelado,
como tu pueblo"
Enrique,
hermano y amigo,
exclamó
un día el poeta,
nosotros
lo repetimos.
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