Sinceramente, la oposición me tiene podrido…
Eduardo de la Serna
Es evidente
que “oposición” se dice de quien se opone. Esto es, quien se “pone” en otro lado.
Y pobre una democracia que no tenga oposición. Pobres de nosotros. Ahora bien,
si la oposición se opusiera a todo, ya no sería “oposición”, sería un
“negativo” del gobierno de turno. Y no aportaría nada. O mejor, ya sabemos cuál
sería su aporte: el “no”. No necesitaríamos oposición en ese caso, basta con
ver que dice, propone o hace el gobierno y decir claramente: “no”. Pero ¿eso es
la oposición? No lo creo. Imagino que la oposición debería proponer instancias
superadoras, discutir aspectos o denunciar corrupción, pero con sensatez; el
show televisivo es otra cosa. El dicho afirma que “si todo es azul, el azul no
existe”, si todo es oposición, la oposición no existe. Y si la oposición no
existe, corremos el riesgo de tener una dictadura. ¡Ahí sí, una dictadura! Pero
si la llamada “oposición” le niega comisiones al oficialismo cuando es mayoría
en diputados, se niega a debatir en comisiones cuando es minoría, se retira del
recinto al votar, y cuando está lo hace a los botellazos o a los gritos, no es
demasiado evidente cuáles son sus propuestas. Que se opone es evidente, pero
¿qué propone? Cuando se ve a Carrió –que parecería necesitar terapia
urgentemente- observamos un interesante caso patológico de cómo no ser
oposición. “No sé de qué se trata, pero me opongo”. Denunciemos, denunciemos,
que algo queda. O a Macri, que bien
podría dedicarse a ser oficialismo en su territorio, aunque pareciera que sólo
sabe hablar (guionadamente, aclarémoslo), y sin siquiera proponer. Pero la
“maravilla” de la semana fueron las declaraciones de Sanz: “la economía está
mal… ojalá siga así hasta octubre”. Es decir, el país no me interesa, la gente
no me importa, sólo quiero que al gobierno le vaya mal. Y –si es posible- ser
gobierno nosotros (que como todos sabemos de los radicales, son expertos
ejecutores y eximios gobernantes. Tanto que desde 1928 nunca han terminado un
gobierno).
Cuando la
oposición deja de tener propuestas, y solo de oponerse se trata, empezamos a
ver alquimias de ficción, Donda con Prat Gay, Solanas con Carrió, y hasta
Binner con Capriles. ¡Curiosas propuestas! ¿O será que al no tener propuestas
sólo saben decir “no”? ¡Pobre país si así fuera!
Hay decenas de
cosas en las que precisaríamos propuestas superadoras. Decenas de cosas que
criticar constructivamente. Decenas de políticas a corregir. ¿Cuándo
escucharemos una oposición que haga política? Si ni siquiera cuando les toca
gobernar nos dan el ejemplo: los radicales en el pasado “aliado”, Santa Fe o
Buenos Aires o Córdoba no parecen ejemplos a seguir. ¿Será por eso que
desesperadamente esperan el salto de Scioli (que como todos saben es un
ejecutivo de excelencia como los docentes lo pueden atestiguar, o los
inundados, o el poder en las sombras de Casal-Falbo)?
Realmente, la
oposición me tiene podrido. ¿Cuándo aprenderá a ser oposición en serio? A
debatir en serio, a proponer en serio, a oponerse a lo que valga la pena y sea
necesario, a gestar alternativas más válidas que las que el gobierno propone. Porque mientras crean que son oposición
simplemente por oponerse, y no por proponer, por hacer el esfuerzo de buscar
mejores soluciones, mejores proyectos, mejores políticas, seguiremos
simplemente escuchándoles decir “que le vaya mal”, caceroliemos, denunciemos…
vayámonos.
foto tomada de http://la5tapatanet.blogspot.com/2013/04/pasadas-las-inundaciones-vuelven.html
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