“Los muertos que vos matais…”
Eduardo de la Serna
Fabián
Marelli para La Nación. http://www.lanacion.com.ar |
Dicen que “en la cancha se ven
los pingos”, que hay momentos en los que se revela la verdad (o cierta verdad,
para no espantar a los puristas), dicen que “los amigos se ven en las malas”.
Hace muchos años –recuerdo- me
resultó patético la solapada manera de festejar y contar alborozadamente cada
muerto de la “gripe A” -que hasta parecía una aliada del grupo homónimo- . Festejos
de muertes cuando “llevan agua para mi molino” me resultan de una gravedad
demasiado seria como para minimizarlo. Y eso habla de qué tan ideologizado
resulta el tal molino. Ya me resulta grave que se celebre la violencia en la
guerra donde la muerte del adversario parece una cosa lógica (sic), pero cuando
de ese modo se revela una mentalidad, un principio, una ideología me parece que
“algo no va bien”. Y cuando uno lee
noticias o ve las informaciones en las que pareciera que los canales de
información celebran cada muerto en las inundaciones como si fuera un gol (gol en contra de los adversarios / enemigos
en este caso) me resulta muy grave (además de parcial, porque también hubo
muertos del otro lado de la General Paz y pareciera que esos no son goles sino
simplemente corners). Cuando se sabe
que inventan y difunden una carta de un párroco hablando de los cientos de
muertos que él vio, y que luego tuvo que salir por todos lados pidiendo “por
favor” que desmientan eso, que no lo dijo, que no sabe quién lo hizo… resulta
muy grave. “Si no hay tantos muertos, inventemos más” parece la consigna, “cuantos
más, mejor”, o “si no, contemos los goles hechos en la cancha de al lado”,
parece otra. “Salvemos al amigo, hundamos al contrario”. Realmente, me parece
vomitivo. Hay personas, seres humanos que perdieron la vida, y hay cientos de
miles que perdieron todo lo que tenían para que su vida fuera más o menos
digna. Y hay seres (o empresas)
detestables (a los que me resisto a comparar con animales) carroñeros
revolviendo entre la basura para encontrar un motivo para celebrar. La inmensa
solidaridad de los argentinos, paradigmática en estos casos, quedó ensombrecida
por estos engendros abominables. Y cuando no pudieron inventar nuevas cartas,
empezaron con las pecheras (pero las que molestaban eran las de la Cámpora, no
las amarillas del “otro lado”.
Volviendo a la metáfora, lo que molesta es la camiseta del otro equipo) como si no fuera razonable poder identificarse unos y otros. La identificación (necesaria en todos los encuentros masivos, hasta en la Peregrinación a Luján) es útil para saber a quién pedir o preguntar, y hasta para saber a quién deben golpear los que llevan “pecheras de la UOCRA”. Y –para terminar el juego perverso- destacando críticamente que “hacen política”. ¡¡¡Por supuesto que hacen política!!! ¿Y desde cuando eso es malo? O mejor, ¿y desde cuando no es buenísimo que haya gente –jóvenes en su mayoría- que se deciden a hacer política en favor de la gente! Que todos podamos ver, debidamente identificados, a ¡miles! de jóvenes que dejaron lo que estaban haciendo, dejaron diversión, estudio, amigos para hacer lo que debían hacer. ¡Políticamente! ¿Desde cuándo “política” es mala palabra? (Ya lo sabemos, al menos desde el menemismo… curiosamente el 9/4 salieron a la calle cientos de miles de colombianos a reclamar por la paz, en el contexto de los diálogos gobierno-guerrilla, y la ultraderecha paramilitar salió a criticar la marcha y los acuerdos diciendo que eso era “político”. ¡Claro que lo es! Bienvenida que lo sea. Y bienvenida una política que trabaje activamente por la paz).
Bienvenida sea la política que
sale solidaria al encuentro de los hermanos necesitados, y malvenida la política –o la prensa- que
necesita necesitados, que mata muertos o escribe escritos detestables. Tan
detestables como sus ideologías.
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