"...Son tus brazos, Jesús"
Eduardo de la Serna
La mirada que se funde entre tus ojos,
la sonrisa de unas manos extendida;
un beso llega hondo y te conmueve,
caricia que sosiega y que convida.
El hierro se hizo fuego contagioso,
el océano aparece sin orillas,
una flor deshojada te recuerda
los gestos de una vida desprendida.
Y tu rostro te revela enamorada,
conquistando en cada gesto al que es tu vida,
el encuentro de sedientos acrecienta
con colores siempre nuevos esta herida.
Y el amor, con las velas desplegadas,
vuelve audaz con intrépida osadía
el camino hacia el Amado que te espera:
con sus brazos hace suave la subida.
Y tu vida se hace puente que se tiende,
uniendo tiempos en la vida compartida,
uniendo puertos lejanos y escondidos,
repartiendo la sangre recibida.
Una casa que te espera, pues bajaste,
habiendo ido en ascensores sin fatiga,
a reunir a los amigos de tu Amado,
a ponerlos bajo el manto de María.
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