Teresa, un canto nuevo
Eduardo de la Serna
Un pasado de combates y martirio,
y una joven, Teresa, la de Ahumada,
van dejando un lugar para otro dueño:
va naciendo Teresa enamorada.
De pie, junto a la cruz, con esperanza
una vida se abre, abandonada;
y la luz que vencía a las tinieblas
volvió a mostrarnos su brillo en la Palabra;
Inquieta y andariega de caminos,
hija de una Iglesia adormentada
con espinos por delante hay un desierto
que se vuelve florido en la montaña.
Hay un Padre que recibe la alabanza
de las hijas de la vida reformada
y su Pueblo, misteriosamente crece
y se hace rico encontrándose en la nada;
y el Dios vivo, y de lo nuevo, te señala
una casa que te tiene preparada,
con las puertas abiertas para todos,
un Castillo, una Vida, una Morada...
Y este Padre te hace libre en el encuentro
te libera aunque te piensen encerrada,
intrépida, poeta, y sin temores,
¡adelante, con las velas desplegadas!
Y un Moisés, orante en la batalla
se reencuentra con la fiesta de la zarza,
y sonriendo, humildemente al crucifijo,
se hace pobre, se hace fuerte, ¡se descalza!
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