¡A trabajar! El anuncio de la buena Noticia
del Reino nos está esperando
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR [12 de mayo]
Eduardo de la Serna
Lectura de los Hechos de los apóstoles
1, 1-11
Resumen:
Como el comienzo del Evangelio, el comienzo de Hechos muestra el despliegue de los
preparativos para el fiel cumplimiento de la misión. Los Apóstoles deben
continuar la obra de Jesús expandiendo por todas las regiones la Palabra de
Dios hasta que Él vuelva. Aunque antes, deben esperar la fortaleza que Dios
mismo le garantiza con el envío del Espíritu Santo.
Lo que llamamos “Ascensión” es una
creación literaria-teológica de Lucas. Con ella finaliza su Evangelio (como se
ve en el día de hoy) y con ella comienza su segundo volumen, Hechos de los
Apóstoles. Por un lado, se puede ver que hay un enlace entre el final de uno y
el comienzo de otro, y a su vez un paralelo entre ambos comienzos. Lucas quiere
mostrar claramente que hay una estrecha relación entre la predicación de Jesús
y la predicación de la comunidad cristiana. Veamos esquemáticamente ambos paralelos,
y algunos elementos del texto que la liturgia nos propone.
Paralelos
entre el final de Lc y el principio de Hch
Lucas
|
temas
|
Hechos
|
24,13-43
|
Pruebas de que vivía
|
1,3
|
24,4
|
dos hombres vestidos
|
1,10
|
24,10
|
mujeres con los apóstoles
|
1,14
|
24,47
|
predicar a todas las naciones comenzando por
Jerusalén
|
1,8
|
24,48
|
ser testigos
|
1,8
|
24,49
|
promesa del Padre
|
1,4
|
24,49
|
no se vayan de Jerusalén
|
1,4
|
24,51
|
elevado al cielo
|
1,9
|
Paralelos
entre el comienzo de Lucas y el comienzo de Hechos
Lucas
|
temas
|
Hechos
|
1,1-4
|
introducción a Teófilo
|
1,1-3
|
4,2
|
40 días antes de la misión
|
1,3
|
4,1.14.18
|
comienzo por medio del Espíritu Santo
|
1,2
|
4,43 (ver 1,33)
|
Reino de Dios
|
1,3
|
3,16
|
Juan bautizó con agua
|
1,5
|
3,3
|
proclama de arrepentimiento
|
2,38
|
1,21.22.39.41
|
Cumplimiento de las leyes
|
1,12
|
6,12-16
|
elección de los Doce
|
1,16-26
|
3,22
|
Llenos del Espíritu Santo
|
2,1-4
|
3,21
|
... del cielo
|
2,2
|
3,22
|
un ruido
|
2,6
|
4,18-21
|
después del envío del Espíritu se cumple la
Escritura
|
2,14
|
4,24 (25-30)
|
profeta (por el Espíritu)
|
2,17-18
|
4,36
|
milagro, asombrar
(thambô, sólo aquí [y Lc 5,9] en todo el
NT)
|
3,10
|
5,1-12; 27-28; 6,12-16
|
la comunidad crece
|
2,17-18
|
9,51
|
tomó la decisión de ir a Jerusalén
|
19,21
|
13,33
|
dispuesto a morir en Jerusalén
|
21,13
|
23,18
|
reclamo de muerte
|
21,36
|
23,1
|
tribuno romano
|
21,37
|
20,20; 21,12
|
procurador
|
23,24.26; 24,1
|
23,8-12
|
ante el “rey”
|
25,13
|
24,27.44
|
cumplimiento de la Ley y los Profetas
|
24,14; 28,23
|
24,48
|
testimonio de Jesús
|
28,23
|
De todos
modos, detengámonos en algunos elementos que hacen a una mejor comprensión del
texto. No sólo son evidentes los paralelos que hemos destacado. Hay aspectos
valiosos a considerar. Por ejemplo: si bien el tema del “reino de Dios” es tema fundamental en la predicación de Jesús, no
es tema aparentemente importante en Hechos. Sin embargo, no podemos descuidar
que el tema se encuentra presente en los momentos clave de este libro, y
también en el comienzo y en el final (1,3.6; 8,12; 14,22; 19,8; 20,25;
28,23.31). Del mismo modo que antes de comenzar su ministerio Jesús pasa 40
días en el desierto (Lc 4,2), la Iglesia se encuentra con Jesús 40 días, antes
de empezar el suyo (algo especialmente significativo si recordamos que en el
Evangelio de Lucas, Jesús asciende el mismo día de su resurrección; es evidente
que Lucas quiere destacar aquí el número 40; ver Hch 1,3). El encuentro con
Jesús, como es frecuente en el Evangelio se da en el marco de una comida, del
mismo modo que se destaca la centralidad de Jerusalén para la misión
evangelizadora (v.4) y se prepara la venida del Espíritu Santo para esta misión
(del mismo modo que ocurrió con Jesús. Se
pone en paralelo expresamente el bautismo de Juan con el que empieza el ministerio
de Jesús con la venida del Espíritu (v.5) y se continúa destacando la
centralidad del tiempo –tema característico de toda la obra de Lucas- (v.7).
Hay consenso general entre los estudiosos que el v.8 es clave en toda la obra
de Hechos: así como Lucas tiene una clara distribución geográfica e histórica,
también esto se puede ver en Hechos. Pero no es “meramente” una distribución en
orden a lo “narrativo” sino con explícita intencionalidad teológica. Así como
Jesús en todo su evangelio se dirige a Jerusalén “porque no debe un profeta
morir fuera de Jerusalén” (13,33), aquí se señala que el Evangelio y su
testimonio se entenderán “en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los
confines de la tierra” (v.8). Es por eso que cuando Pablo llega a Roma (el
acceso a “los confines de la tierra, porque “todos los caminos conducen” a
ella) Lucas puede terminar su obra sin contarnos que le sucedió a Pablo. Su
lema –a lo largo de la obra es que “la palabra (de Dios) crecía” (6,7; 12,24;
19,20) y crece tanto que llega hasta la capital del imperio. Mirando la
estructuración de Hechos puede verse que toda la primera parte muestra cómo se
predica en Jerusalén, luego en Judea y Samaría, y la palabra crece hasta llegar
a Antioquía, Asia Menor, Europa, y finalmente hasta Roma. El “programa” del v.8
se despliega a lo largo de todo el libro.
En este
marco, luego de haberle señalado a los apóstoles su misión, es que ocurre la ascensión.
Jesús ya puede irse, tiene quienes continúen su tarea. El modo de elevarse es
con características propias de las teofanías (manifestaciones de Dios), nube,
cielo, hombres vestidos de blanco, y finalmente la confirmación de la visión.
La palabra de los hombres marca también el sentido teológico de Hechos: Jesús
vendrá del mismo modo que se lo vio partir, ¿qué hacen mirando al cielo? Es
decir: “¡a trabajar!” Jesús va a volver y hasta que vuelva, a ustedes les toca
anunciar el Evangelio, hacer que la palabra de Dios crezca y se anuncie en todo
el mundo. Entendido en este sentido, Hechos no ha terminado, seguimos en el “tiempo
de la Iglesia” y debemos continuar la tarea de la Evangelización.
La Ascensión
es como un juego de postas: ahora les toca a los sucesores, los apóstoles (que
en Lucas son los Doce). Esto también se destaca en Hechos de un modo claro,
luego le tocará a otros (los Siete, Bernabé y Pablo) y más tarde a otros, “los
presbíteros”. El anuncio del reino debe continuar hasta que Jesús vuelva como
se lo vio partir. Pero para que este pueblo profético pueda desempeñar su
misión, debe estar acompañado por el Espíritu Santo, que es el gran responsable
de la tarea evangelizadora. Pero la venida del Espíritu, el próximo paso antes
de comenzar la misión, será en unos pocos días más.
Lectura de la carta a los cristianos de Efeso 1, 17-23
Resumen: La estrecha unión entre Cristo y su Iglesia marca un camino. Allí donde ya está el Señor se dirige su “Cuerpo”. Utilizando los Salmos el autor muestra que Jesús ya está junto a Dios habiendo vencido a las fuerzas del mal y la muerte y hacia donde nos dirigimos.
Después de un interesante Himno eclesial (1,3-14) el autor, un discípulo de Pablo, se dirige a los destinatarios (¿una comunidad? ¿una “carta abierta”?), haciendo expresa referencia a la misión de la Iglesia en medio del mundo (pagano). El autor señala que esto que destacará es lo que él pide a Dios en sus oraciones, por lo que el texto es claramente una “oración”. Si se ve atentamente, estamos ante una oración larguísima, sin punto desde el v.15 hasta el v.21. Los vv.22 y 23 constituyen finalmente la conclusión, o la motivación, que es la estrecha relación entre Cristo y su Iglesia, tan estrecha como la de un cuerpo con la cabeza.
En la oración, fundamentalmente lo que el autor pide para la
Iglesia es que “conozca”. Sabemos que “conocer”, en el mundo bíblico es una
experiencia profunda del objeto, no se trata de algo expresamente “racional”, o
intelectual. Pide que Dios, “el Padre de la gloria”, el “Dios de nuestro Señor
Jesucristo” les conceda “espíritu de
sabiduría y revelación” precisamente para “conocerlo perfectamente”. De ese
modo, podrán profundizar 3 elementos importantes: la esperanza en la llamada,
la riqueza de la gloria y la grandeza del poder desplegado en la Pascua. Es
decir, conocer a Dios implica conocer su intervención activa en la historia de
la salvación, llegada a su plenitud en el “acontecimiento Cristo”. Pero esto es
imposible sin el espíritu (no pensemos aquí que se refiera explícitamente al
Espíritu Santo) de sabiduría, esto es la capacidad de comprender, el reconocer
el paso de Dios en la vida, y de revelación, es decir la explícita
manifestación de Dios que aclara, interpreta la historia. Sin dudas esto es necesario
e imprescindible para reconocer el obrar de Dios que a continuación explicitará
como llamada, gloria y poder. Pero todo esto es “en relación” a la comunidad,
la esperanza es “a la que fuimos llamados”, la gloria es “en herencia a los
santos” y el poder manifestado en la resurrección y ascensión es “poder para
con nosotros”. La relación de la Iglesia con Cristo es inseparable. Es
interesante notar (aunque aquí sólo es insinuado y desarrollará más adelante,
esta unión de los creyentes con Cristo es tan plena que así como Cristo está
resucitado y sentado junto a Dios, del mismo modo, estando plenamente unidos a
Cristo, los creyentes ya están resucitados y sentados conjuntamente a él (2,6)
a fin de “mostrar la sobreabundante riqueza de su gracia “
Esta estrecha interrelación se expresa en la conclusión con la
metáfora del cuerpo y la cabeza. No es unánime entre los estudiosos la
afirmación de que la imagen esté tomada del ambiente estoico, o quizás también
(pre) gnóstico, Lo cierto es que la imagen alude a –por un lado- una estrecha
interpenetración, y también a un sentido de superioridad. La cabeza es,
aparentemente, la conducción en este caso. No parece que deba entenderse en
sentido de precedencia, sino de gobierno. El tema “cabeza de su cuerpo, la
Iglesia” es tema recurrente en Colosenses y Efesios (Col 1,18.24; 2,10.17.19;
3,15; Ef 1,22-23; 2,16; 3,6; 4,4.12.15; 5,23.30; ver Ef 1,10). Esta comunión
entre cuerpo y cabeza permite la esperanza ya que “precedernos como Cabeza nuestra, para que nosotros,
miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza”
(Prefacio).
Es interesante señalar que esta “elevación” es “por encima” de
todo “principado [arjê], poder [exousía], virtud [dynamis] y señorío [kyriótês]”.
Estos extraños personajes (ver 3,10; 6,12; Col 1,16; 2,10.15) parece que deben
entender como por poderes “de este mundo”, como personajes diabólicos, fuerzas
del mal que son vencidas por Cristo aunque parezcan “todopoderosas”. Todo
(panta) está puesto “bajo sus pies” constituido “cabeza del cuerpo” (v.22-23). Y
así es “la plenitud del que todo en todo es plenificado” (así parece
conveniente leer literalmente el versículo conclusivo). La fórmula “todo bajo
sus pies” está tomada del Sal 8,7 y se refiere al “todo” de la creación
sometido al señoría del ser humano que es “apenas inferior a un Dios” (v.6).
Sin embargo, otro salmo está en el trasfondo de la idea de la ascensión al
destacar al resucitado como “sentado a la diestra (de Dios) en los cielos” (Sal
110,1). Aquí volvemos a encontrar la idea de “los pies”, aunque en este caso se
refiere explícitamente a los vencidos (cf. Jos 10,24). El rey se sienta a la
derecha de Dios que lo guiará para triunfar sobre los enemigos, “quebrará a los
reyes” (enemigos, v.5). Este Salmo fue muy utilizado por el primer cristianismo
(ver Hch 2,33.35; Mc 12,35-37) para aludir a la resurrección (y el autor de Hebreos
encuentra en el v.4 elementos para profundizar el sentido sacerdotal del
Mesías). La ausencia de Jesús, el haber sido resucitado por Dios supone que
Dios lo ha “llevado” junto a sí, y “sentado a su derecha”. El Salmo, que está
en el trasfondo de este y otros textos es claramente usado por el cristianismo
primitivo para mostrar que las Escrituras ya aludían a la resurrección de
Jesús.
Evangelio según san Lucas 24, 46-53
Resumen: Los testigos de la aparición de Jesús reciben el encargo misionero de predicar. Pero deben permanecer en Jerusalén a la espera del Espíritu Santo prometido. Así Jesús puede irse y “pasar la posta” a los suyos que –bautizados por el espíritu” podrán continuar con la obra misionera. Ahora Jesús puede separarse de los suyos.
La primera parte del texto
que hoy se nos propone, ya lo hemos comentado en el 3er domingo de Pascua
(vv.35-48 [remitimos a ese comentario]). En él, se había cortado el final de
los dichos de Jesús: la promesa del Espíritu Santo y el mandato de permanecer
en Jerusalén. Y el texto (y todo el Evangelio) concluye con la Ascensión y el
regreso de los presentes (el último grupo mencionado son los Once, los que
estaban con ellos y los dos peregrinos a Emaús, 24,33) a la ciudad donde “permanecen
en el Templo”.
Como ya hemos comentado la
primera parte, y más arriba mostramos la relación entre esta unidad y el
comienzo de Hechos, nos limitaremos simplemente a los elementos nuevos:
La responsabilidad de los
discípulos de ser testigos y predicar no puede desempeñarse sin un firme
compromiso de Dios con los llamados (y las llamadas). Es para eso que se
compromete a enviar “la promesa”. Esta “promesa” queda sin ser especificada, y
es repetida en Hch 1,4, pero aquí es aclarada: “a los mismos a los que se les
apareció” les dijo que así como Jesús fue bautizado por Juan, “serán bautizados
en Espíritu Santo” y –más adelante- “recibirán la fuerza del Espíritu Santo”
(v.8). Para esperar el cumplimiento de esta “promesa” deben aguardar en “Jerusalén”.
Es interesante que mientras Marcos y Mateo suponen que el resucitado se “aparece”
a los suyos en Galilea, en Lucas todo esto ocurre en Jerusalén. La ciudad no
sólo es hacia donde debe dirigirse Jesús en su ministerio porque es el lugar de
la muerte delos profetas, sino que es el lugar desde el que la misión se dirige
a todas las naciones. Cuando sean “revestidos de poder” (= bautismo en Espíritu)
comenzarán con la misión de “predicar en su nombre… a todas las naciones
comenzando por Jerusalén” (24,47). Todo el “terreno” de la misión que comenzará
en Hechos está siendo preparado.
Una vez hecho esto, Jesús
los lleva cerca de Betania (que queda “cerca de Jerusalén, como unos quince
estadios” Jn 11,18 [el estadio son 185 mts, es decir menos de 3 kms]). La escena
final está cargada de elementos interesantes: “alzó las manos y los bendijo” (“levantar”
es frecuente en Lucas, (x11 de las 19 veces de todo el NT; incluso la ascensión
es presentada como “fue levantado” en Hch 1,9). La ascensión ocurre “mientras
los bendecía”, así se “separó” de ellos (el verbo sólo ocurre 3 veces en el NT
y las 3 en la obra de Lc: 22,59; 24,51 y Hch 27,28). Finalmente se destaca que “fue
llevado” (la voz pasiva indica que fue llevado por Dios) al cielo. Estos tres
verbos –bendecía, separado, llevado- resaltan la importancia del hecho. La
referencia a que «ellos» “se postraron ante él” debe omitirse ya que no se
encuentra en los mejores manuscritos. Volvieron a Jerusalén, tal como les
estaba dicho, llenos de “gozo”, nuevo tema característico de Lucas (comparar
con el “todavía algunos dudaron” de Mt 28,17): 1,14; 2,10; 8,13; 10,17;
15,7.10; 24,41.52) y “estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios”. La
presencia de los apóstoles y discípulos en el Templo es algo sabido en Hechos
(2,46), que presenta al comienzo a los padres de Jesús como fieles cumplidores
de la ley, y ahora a los seguidores de Jesús en una misma tónica.
Dejando el encargo a los
suyos, prometiendo de parte del Padre el don del Espíritu que no los dejará solos,
Jesús es separado, el Espíritu vendrá para fortalecer a la Iglesia para dar
testimonio y predicar “a todas las naciones”. La misión está por comenzar.
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