¿Cómo se gana una década?
Eduardo de la Serna
Empecemos con una cosa obvia,
pero que por tal no deja de ser importante, y –además- puede servir para
alertar en orden al futuro. Un buen castillo de naipes tarda horas en armarse,
y un segundo en desmoronarse, un buen edificio tarda meses en construirse y minutos
en derrumbarse. Una Argentina más “justa,
libre y soberana” no se edificó de un día al otro, la distribución del
ingreso, la salud pública, la educación pública, la paz social fueron cosas de
años y años de construcción (y a su vez enfrentamiento con los “privados” que
quieren beneficiarse con la salud, la educación… ¡con todo!). Por eso a veces
basta con soplar fuerte para que los naipes se desbaraten, o un poco de pólvora
bien colocada para que los ladrillos imploten. Levantar un país no es cosa
fácil, ciertamente es mucho más fácil tirarlo abajo. ¡Basta con un golpe de
estado!
Mirar el “ayer” y el “hoy” es un
buen ejercicio. ¿Cómo estaba ese edificio ayer y cómo está hoy? ¿Cómo estaba la
educación ayer, y cómo está hoy? ¿Cómo estaba la salud? No es muy difícil. Un
edificio se levanta lentamente, los ladrillos rotos también se usan, y los
ladrillos se hacen con barro. No se buscan ladrillos perfectos, lo que se busca
es levantar un edificio. Y también saber
que puede venir alguno que lo tire en cuestión de minutos. Y que hay expertos en demolición.
¿Cómo se levanta un país? Se
puede hacer un barrio privado, bien cerrado, donde pocos entren, donde los
guardias de seguridad miren con lupa a los visitantes, donde todo esté ordenado
y si alguien molesta no debe meterse nadie de afuera, se soluciona con un “pituto”.
O se puede hacer un edificio para todos,
donde puedan entrar los más posibles, donde los chicos jueguen, donde haya
cientos de delantales blancos, y ascensores llenos de gente subiendo y bajando.
Siendo que la dictadura destruyó
el país (¡”maravillosos” militares aquellos, ¿no era para defenderlo que
estaban?), y que luego un caudillete de patillas se ocupó de perder una década
para que podamos hacer “countries” sobre los edificios demolidos, no se puede –no
existe eso- pretender que en otra década todo se levante, y todo sea justo,
feliz y pacífico. Una década ganada no puede reconstruir lo destruido en la
década perdida. Pero la pregunta no es “dónde estamos” sino “hacia dónde vamos”.
Es evidente que –hoy como ayer-
los amantes de la década perdida, los que se enriquecieron, o monopolizaron, o
aman los barrios privados, buscan y pretenden desbaratar todo. Con buenas
campañas , con prender el ventilador basta para que los naipes se vengan abajo.
Total, ¿quién se va a preguntar por qué en los bancos, donde hay bóvedas y hay
mucha plata, por qué no usan balanzas si la plata se pesa? ¿Será una campaña
para vender balanzas en lugar de esas maquinitas que cuentan billetitos? ¡Qué
atrasados los banqueros argentinos!
Ganar una década, después de
haber perdido la anterior no es excesivamente para festejar. Es “ponerse a
andar”. Pero no es inútil mirar la educación en el 2003 y ahora, la salud en el
2003 y ahora, los derechos humanos en el 2003 y ahora, la unidad
latinoamericana en el 2003 y ahora, la ocupación en el 2003 y ahora, la
integración social en el 2003 y ahora … y también mirar algunos programas,
periodistas o Medios de Comunicación en el 2003 y ahora.
Se trata de mirar, nada más. El
alcalde, que el año pasado no fue al Tedeum (que celebraba el hoy Francisco)
porque tenía que ir a respirar, hoy dijo que en el 2015 volverá a haber Tedeum “en
la Plaza de Mayo” (¿no era en la catedral? ¿Lo trasladará a la Plaza si es
presidente? ¿Hasta la Catedral va a demoler? ¿Será que hoy fue para mostrarse “del
lado de Francisco”?). Lo cierto es que es bueno mirar también dónde estaban algunos
en el 2003 y ahora. Aunque también es justo señalar que algunos en el 2003
peleaban por un “edificio para todos” pero a lo mejor como no fueron nombrados
administradores del consorcio, o voceros del edificio, prefirieron quedarse en
el antes. Al fin y al cabo no importa tanto el edificio, importo “¡yo!”
¿Cómo se gana una década?
¡Caminando! Y caminando en la dirección correcta. Con tropiezos, con metidas de
pata, con sobresaltos, pero sorteando obstáculos, edificando, ¡construyendo! ¿Y
cuál es esa dirección correcta? La de la Patria, la del Pueblo. Por eso algunos
lo llamamos “nacional y popular”.
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