¿Por qué Susana Trimarco?
Eduardo de la Serna
Creo que lo más perverso de la década infame del menemismo no fue la instalación de un modelo económico neo-liberal (¡perversísimo!), ni fue la compra de sindicalistas adictos para que no pelearan por los que quedaban en la calle por YPF, los Ferrocarriles, el Trabajo esclavo en los campos o la mega-desocupación de trabajadores del estado. Todas estas –y muchas más- fueron cosas gravísimas, ¿Qué duda cabe? Pero me parece que lo más perverso fue meter en la mente de la gente la sensación de que nada puede cambiar. Lo que se llama la “anti-política”. Así la economía quedaba en manos de “técnicos” que nos hacían creer que la política nada tenía que ver con la economía, y medios de comunicación adictos que nos mostraban, unos, que ahora estábamos integrados en el mundo, y otros, que mostraban corrupción por todas partes, sea con burlas (CQC) sea con poli-denuncias (Página 12, XXI). La cosa es fácil: nadie es creíble, no nos queda nada por hacer. Cada uno viva lo mejor posible en su casa (carpe diem).
Sin dudas que desde hace diez años muchas cosas empezaron a cambiar. No sólo en lo económico, sindical y político (con los miles de problemas que hay todavía), sino en la revalorización de la política. La militancia (creo que por eso es algo de lo que más molesta).
Y vayamos al grano: Susana Trimarco tiene 3 grandes “pecados” que molestan: (1) es creíble; (2) es militante; (3) su drama –drama de todos- es expresión de una justicia adicta a los poderosos, y la necesidad de su democratización.
(1) Que sea creíble es muy preocupante por dos motivos: porque está del lado “equivocado” y hace pensar. ¿Por qué Susana Trimarco, que no tiene compromisos políticos con “A” ni con “Z”, está de este lado y no del otro? Si estuviera “del otro lado” aparecería todos los días en los Medios y tendría una columna semanal en TN. Pero además, que alguien sea “creíble” es detestable para el ególatra que pretende tener el monopolio de la credibilidad (a la que confunde con raiting). En otro ambiente se llama “celos”.
(2) La militancia de Susana Trimarco tiene un nombre “Marita”. Y cuando esa militancia te lleva a infiltrarte, a arriesgar la vida, y a no descansar no sólo para encontrar rastros de Marita sino de las miles de “maritas” que hay, y cuando esa militancia da frutos -da 1280 frutos; ¡y vamos por más!- pues esa militancia molesta. Obvio que a los tratantes, pero también a los que tratan con la mentira, a los que quieren mostrar que nada se puede hacer para cambiar este mundo. Las utopías han muerto. Susana Trimarco muestra que muchas cosas pueden cambiar, pero para eso hace falta meterse, entrometerse, comprometerse.
(3) Fue vergonzosa la sentencia judicial en Tucumán del caso “Marita”. Y eso no se arregla sólo con un juicio político (¡que debe haberlo!), para eso es urgente democratizar la justicia. Su caso mereció repudio generalizado, todos sabíamos que la justicia no era justa. Y su caso, entonces, es bandera de la urgencia de esa urgente democratización. Porque no hay “una Marita” (aunque Marita sea única, y ¡debe hacerse justicia!), ni siquiera 1280. El tema es de gravedad mundial (dicen que es el tercer ingreso ilegal de divisas después de drogas y armas). A veces hace falta mucho dolor, como el de Susana Trimarco, para pelear hasta la médula por justicia. Y la anti-política buscará mostrar que la justicia plena es utópica. Simplemente ¡no se puede!
Y como Susana Trimarco molesta, ahí debe pegar el abanderado. Es una lucha de banderas. Y pega como sabe: ensuciando. No soporta ver su ego mancillado, no soporta la militancia y tampoco soporta que haya motivos más que evidentes que muestren la urgencia de cambiar la justicia. El golpe fue certero: pegó a la bandera. Y pegó como sabe: sembrando dudas y sospechas; total, si mañana la justicia dijera que todo está limpio sólo tiene que decir que la justicia fue comprada y listo. Pegó como sabe, groseramente, sin respetar nada. Al fin y al cabo sólo él cuenta (no sé por qué se me parece cada vez más a Carrió). Del otro lado, Susana Trimarco, y su bandera: “Marita somos todos”. No hay combate: sería desigual ya que por un lado está la artillería de cientos de Medios al servicio de la mentira y el desaliento; y por otro lado una mujer casi sola (aunque no sola), sin poder, sola en el mundo con su credibilidad. Por eso Susana, por eso Lanata. Y por eso cientos de miles elegimos estar donde estamos. ¡Fuerza Susana Trimarco!
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Comparto tu reflexion! Trimarco es el simbolo de una lucha que se debe seguir, y ella como ejemplo. No puedo creer que se le pegue asi, Son personas como Lanata, parece que siempre quieren dar la nota contraria, y criticar.
ResponderEliminarSobre la reforma judicial deseo decir que a todos nos suena lindo decir justicia democratica, y me parece positivo. Pero me da pena enorme que estos proyectos tan importantes de reforma se pasen tan rapido, sin debate mediatico, en las escuelas, en las parroquias y otros centros sociales/religiosos. Esto me hubiese gustado a mi. Porque hoy nos gusta. Pero el dia de mañana, si es presidente de Narvaez (Dios nos libre, es solo hipotesis) manejaria el consejo, pondria los jueces de sus listas...en fin, eso, una catastrofe. No me parece una buena reforma, aunque se la llame "democratizacion de la justicia", pero si creo necesaria la reforma, y si creo que se debe democratizar. Pero hilando fino, y en mi ignorancia en temas de derecho, creo que tiene baches fuertes.
Saludos