lunes, 8 de julio de 2013

Oposición



Programas

Eduardo de la Serna



Un programa es un “proyecto”, el plan que se piensa desarrollar en un ámbito determinado.  Un profesor presenta al Instituto donde “dictará” clases, un programa con lo que propone, dice o espera desarrollar en el año o semestre académico. Un partido o coalición político presentará un programa de lo que espera o dice que hará cuando sea poder (ejecutivo, o legislativo… el judicial no se puede). 

En ese caso “electivo” el programa es ambiguo ya que por un lado es una suerte de compromiso con el electorado (recuerdo la Alianza “firmando” ese compromiso en cada acto público) pero también es publicidad. Nadie destacaría en un programa una medida “antipopular” o piantavotos.

En este sentido, dos notas: obviamente es siempre posible el cinismo, y si el programa dice “salariazo” y “revolución productiva”, después se reconoce “si decía lo que íbamos a hacer no nos votaba nadie”. Y por otra- y es mi punto de partida- el oficialismo se encuentra “atrapado” por su praxis. Ciertamente no puede –por más atractivo o popular que sea- afirmar que hará o propondrá leyes en sentido contrario de lo que viene haciendo. Sí puede anunciar cambios de rumbo, correcciones, “sintonía fina”, pero nunca lo opuesto salvo que el cinismo sea mayúsculo. En este sentido, el oficialismo de turno no precisa presentar programa, su gestión lo es. Es la oposición la que debe hacerlo. Y veamos:

·         Modelo de Estado. ¿Se pretende un Estado presente o un Estado ausente? La vieja frase martinezdehocista “Achicar el Estado es agrandar la Nación”, de cuño neoliberal la hemos experimentado. Fue “oficialismo” en algunos momentos  de nuestra historia (particularmente, la Dictadura cívico-militar, el menemismo y la Alianza), a nivel simbólico hay momentos emblemáticos de este “estado ausente” (o bobo, en contraposición a lo que se presentaba como “estado elefante”): el correo, Aerolíneas, YPF, las AFJP, las telefónicas… Había grandes publicistas televisivos con programas que eran la “hora clave” y hasta convocaron a marchas a la plaza de mayo (“la marcha del sí”). Por otro lado, hay momentos históricos con el estado presente. Un estado dinamizador de la economía, responsable de las políticas (sociales, educativas, de salud, internacionales e incluso económicas, porque no es una “mano invisible” sino una mano firme la que regula, se dice). También hay momentos emblemáticos que contrastan aquellos en los que diversos economistas (o quienes fungían de tales) estaban a cargo de las Relaciones Exteriores, Defensa, Educación… tiempos en los que se hablaba de una patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
 
·         Relaciones exteriores. Las relaciones ¿serán unilaterales o plurilaterales? Es decir, ¿todo depende de un solo actor o de varios? La frase ditellista “Relaciones carnales” revela ciertamente una monogamia que no sólo nos convierte en patio trasero, sino incluso en el bote de la basura del Imperio de turno. La sumisión a la Nación hegemónica, a sus dictados, y a los dictados de sus emisarios, el FMI, el BM y demás “bancos” pasa a ser, para unilateralistas una verdadera “política de estado”. Sólo así estamos integrados al Mundo, porque “ellos” son “el mundo”. El resto es “África” o “Bolivia”. La apertura a las relaciones de hermanos con otros países, particularmente vecinos, sin duda refleja la “mirada otra”. También aquí hay imágenes emblemáticas como las presiones por el ALCA, los golpes de Estado en Honduras y Paraguay y la presión para la gestación del “Grupo del Pacífico”, o la insistencia en los tratados de libre comercio (que tantos estragos hizo en México, y ya se empiezan a notar en Colombia). 

·          Se podrían señalar decenas de elementos más: la política educativa (aunque desde la constitución del 94 haya quedado en manos de las provincias), la política de salud (idem), ¿se construyen o no escuelas, universidades, hospitales?; la política de jubilación: ¿se dan aumentos o se recorta el 13%? ¿se permite la jubilación a amas de casa, desocupados crónicos, personas sin aportes suficientes o no? ¿la jubilación es solidaria en manos del Estado o individualista en las AFJP?; política indígena, ¿se hace un censo de habitantes y tierras o no? (¿Alguien recuerda los nombres de los encargados del INAI de los gobiernos anteriores?, poco y lento, pero ¿qué se hizo antes?); política de derechos humanos (no hace falta destacar el contraste entre las “normas dictadas” por Escribano a Néstor Kirchner sobre esto, y la política de memoria, verdad y justicia implementada); la política judicial (a la que la corporación se opone, con apoyo inclusive sindical)… Se podrían destacar muchos otros elementos, pero me detengo en uno último: la política frente a las corporaciones de poder. ¿Dejamos que las corporaciones hagan lo que desean o -por el contrario- dictamos políticas (aun a costa de “perder” muchas veces)? La frase pugliesista “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo” es sintomática. Revela intereses. Las corporaciones no temen perder (porque lo cuentan como “inversión”), sea unos dólares blue, unas toneladas de trigo, soportar que baje el precio internacional de la soja, o algunas protestas sociales (o publicitar económicamente las contrarias). ¿Cómo se reacciona frente a las corporaciones? Se cede o se las confronta. Nunca faltan los que afirman que así se fomenta la crispación o el conflicto –y a Pugliese me remito- como si diciendo “por favor” fuera a aparecer el trigo, o los Medios hegemónicos fueran a ceder su posición dominante y monopólica. Pero también me remito a los primeros días de Alfonsín cuando quiso enfrentar a todas las corporaciones juntas (en menos de 100 días había querido enfrentar a los Sindicatos, la Iglesia, el FMI, las Fuerzas Armadas, el establishment económico) y terminó más cascoteado que Cantero por los amigos del camionero. En política, elegir el momento y el con quién también es astucia. Y sensatez.

Dicho esto (y soy consciente cuánto queda por decir) me vuelvo a preguntar por los programas. Insisto en que particularmente de la oposición se trata. Y aquí me encuentro confuso: 

-          - Prat Gay votó contra la recuperación de YPF mientras que Vicky Donda votó a favor. ¿Qué Estado propone esa coalición? ¿Cuál es su programa?; 

-          Cobos tuvo sus 3 segundos de fama al emitir su voto “no positivo” (¿ni siquiera tuvo cojones para decir “negativo”?) a la ley que validaba la 125; ley que había sido presentada por Lousteau. ¿Cuál es la política y el programa de esta coalición? ¿Qué relación con las corporaciones propondrán?; 

-          Cavallo fue el gran “omnipresente” en todas las etapas del neoliberalismo vernáculo (dictadura, menemismo y Alianza), fue el “endeudador serial”, la deuda externa creció desmesuradamente en su período (entre paréntesis, ¿por qué el gran documentalista Jorge Lanata no aludió al menemismo en su documental Deuda, financiado por el Incaa?), mientras que por su parte Rodríguez Saa, “el efímero”, declaró en su paso por el poder ejecutivo que “no se va a pagar la deuda externa”. ¿Cuál es el programa económico de esta nueva “Alianza”? 

-          Y menciono simplemente al pasar otras “alianzas”: Binner – Capriles; Venegas – SRA (anticipada por Buzzi); De Angeli – PRO; Moyano – De Narvaez; Carrió – Solanas… ¿Cuál es su programa? ¿Cuál es la propuesta que presentan además de ser “anti”? ¿Qué pretenden hacer, o afirman que van a hacer?

Y dejo para el final todavía dos temas que no son menores. 

( 1)    La traición o la deslealtad. Lousteau fue funcionario de este gobierno, Moyano se definía públicamente como “parte”, lo de Cobos ya es emblemático, De Angeli era cercano al Partido Comunista Revolucionario (“chinos”), Binner al socialismo (ese que cobijó a Américo Ghioldi, claro), Venegas fue sindicalista, Donda empezó en el oficialismo, y –el emblema de todos- Massa siendo “jefe de gabinete de ministros” hablaba mal (¡muy mal!) de Néstor Kirchner ante el embajador de los EEUU, como los cables de Wikileaks lo demuestran, aunque quiera negarlo o disimularlo. Tiene derecho a mirar enamorado a Miami y tratar que el centro de Tigre se le asemeje. El mismo derecho que tienen varios curas en la opción por los pobres de su partido en sentirse en la vereda de enfrente. 
   
( 2) Y finalmente, la antipolitica. También es un programa. Es dejar que “otros” manejen, sean las corporaciones, las relaciones carnales, o la mano invisible del Mercado. Basta con poner caras conocidas (para ser votados, obviamente); no importa “el programa”. Su programa es el no programa, se trate de Del Sel, Giannola, Baldassi, Mirta Tundis… Curiosamente, el mismo arco político. El del no programa, o –quizás mejor- el de dejar que otros programen. Total, “la Ferrari es mía”.


Dibujo tomado de http://jovencuba.com/2013/02/24/una-aproximacion-al-tema-de-la-oposicion-en-cuba/

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