AEl pueblo crucificado@, aspectos bíblicos (*)[1999]
Eduardo
de la Serna
a Ignacio Ellacuría, mártir (1989,
10 años)
a
Carlos Mugica, mártir (1974, 25 años)
La figura de Ignacio Ellacuría concita en sí una doble
dimensión simbólica: es a su vez uno de los pensadores más conocidos de la
Teología de la Liberación, y es a su vez mártir emblemático de una Iglesia que
se ha comprometido con los pobres en la lucha por su vida.
Hacer teología
Desde sus inicios, la Teología de la Liberación se ha mirado
a sí misma como un Aacto segundo@, (1) o como un Aintellectus amoris@.(2) La praxis que nace de la fe es el paso primero,
la respuesta de la vida. Esa praxis, ciertamente, no es cualquier praxis, sino una respuesta de
amor al Aamor primero@ de Dios.
La teología, entonces, nace como compromiso y
espiritualidad. Espiritualidad porque supone una vida guiada por el
Espíritu de Dios; compromiso porque es fidelidad a la promesa, a la
alianza de amor que hemos sellado con Dios en nuestro bautismo. Es precisamente
esa vida movida por el Espíritu, ese compromiso de amor, lo que mueve y
alimenta la reflexión teológica. Hacer teología es Ahablar de Dios@ desde el lugar de la fidelidad. Frente a quienes
pretenden Ahacer teología@ desde un Aescritorio@ nos permitimos poner en duda la fidelidad, el
compromiso y el amor. Sólo desde una respuesta de amor al que Anos amó primero@ se puede comenzar a Ahablar bien@ de ese Dios que hemos recibido y con el que nos
hemos comprometido. Sólo a partir del encuentro con el Dios de
Jesucristo nuestra reflexión, nuestro Ahablar de Dios@, será Aortodoxo@, será un Ahablar bien@.
Ese encuentro, sin embargo, en un continente donde reina la Amuerte antes de tiempo@, (3) donde hay una Ajusticia demasiado largamente esperada@, (4) no puede encontrarnos sino Aactivos en la liberación@. (5) En un continente donde la muerte tiene su
origen en los ídolos, que reemplazan el Arecto rostro@ (orto-faciem) de Dios, proponiéndose el
mercado, el dólar, el poder, como caminos que llevan a la felicidad, todo Ahablar bien de Dios@ debe empezar por un amar y seguir al verdadero Dios
de Jesús; en un amor concreto en la praxis de liberación. El Arecto hablar de Dios@ se revela no en Adónde estemos sentados@ sino en Adónde estamos parados@, hacia dónde caminamos. Una vida junto al pobre
lleva a hablar de Dios desde el lugar del pobre, a hablar de Dios desde
el sufrimiento del inocente. Un continente donde reina la muerte, ciertamente
no sigue al Dios de la vida. Dios no reina. Y las palabras podrán ser más o
menos bellas, pero no hablarán de Dios si no nacen y provocan un encuentro con
el Dios que quiere reinar en la vida, porque es Dios de la vida. (6) Y esta
vida es asimismo espiritualidad. No una Aespiritualidad@ que nace del activismo, sino que nace del encuentro
y la respuesta al Espíritu. Una Espiritualidad que nos permite ser Acontemplativus in liberatione@. (7)
Ignacio Ellacuría es, precisamente, un símbolo vivo de este Ahacer teología@. Otros teólogos latinoamericanos han emprendido la
tarea con más autoridad que nosotros de señalar a Ellacuría como teólogo
precisamente por estar movido por el Espíritu y comprometido con el Dios que
quiere la vida.
Ser Testigo
Pero Ellacuría también es mártir, testigo del amor mayor.
Ignacio supo responder al amor con amor. Hasta el extremo. En otra parte hemos
señalado que es un error guiarnos por el Aodium fidei@ para poder afirmar o reconocer a algunos como Amártires@; (8) creemos que eso es poner el acento en el
matador y no en el que entrega generosa y amorosamente su vida. AMagis amor fidelium quam odium fidei@ hemos dicho (más que odio a la fe, amor de los
fieles). La actitud de entrega generosa, la disponibilidad -hasta el fin- a
vivir el amor y el compromiso al que el Espíritu nos conduce es el verdadero
testimonio. Ignacio es testigo de un amor mayor que lo movió a dejar su tierra
natal para comprometerse en su tierra de adopción; testigo de un amor que lo
llevó a comprometerse con la realidad de muerte que vivió el pueblo
salvadoreño; testigo del amor a Jesús que le llevó a Aarriesgar la vida@ como el pastor bueno (Jn 10,11)...
Sin embargo, y sin pretender ser exhaustivos, también creemos
que puede afirmarse que Ellacuría murió por un auténtico Aodium fidei@.
Como teólogo, Ignacio buscó iluminar una fe que nace de la
caridad y que se expresa en la caridad. Ya lo hemos dicho. Una fe que le exigía
comprometerse e iluminar desde la fe la cruz del pueblo salvadoreño. No es fe,
sino caricatura, una palabra que no hable rectamente, que deforme el recto
rostro de Dios. O más que caricatura, idolatría. Ellacuría, con su Ahablar de Dios@ desenmascaró los falsos dioses a los que dan culto
los ejecutores de la muerte. (9) Frente a tantos que Alos matan creyendo que dan culto a Dios@ (Jn 16,2) Ellacuría desenmascaró esos tales como
falsos dioses, enemigos del Dios de Jesucristo. Difícilmente se pueda negar que
esos ídolos, y sus sacerdotes y acólitos, odian visceralmente la fe
en un Dios que dice Asólo a Dios amarás@, Apalabra liberadora por excelencia@ (DP 491). Esos ídolos odian tanto a ese Dios que los
desenmascara y desarma volviéndolos absolutamente inútiles, que quieren que
nadie predique en su nombre. (10) Una Ateología@ pensada desde el poder, desde el Aamor al dinero@, que es la raíz de todos los males (1 Tim 6,10), y
auténtica idolatría (Col 3,5), es una teología idolátrica, y una teología que
busca combatir, como los Aamigos@ de Job, un Ahablar de Dios@ que busque dar respuesta al sufrimiento del
inocente. Es un auténtico Aodium fidei@, ya anunciado por Jesús: Aamará a uno y aborrecerá al otro@ (Mt 6,24). Ellacuría habló del Dios liberador, del
Dios de Jesús, y alcanzó el aborrecimiento de los seguidores de Mammón.
Repetimos que no creemos que este Aodium@ sea lo más importante. Ignacio es Amodelo@ para nuestro tiempo, no por sus asesinos,
sino por su amor; es testigo por su fidelidad, no por la violencia de las
fuerzas armadas al servicio de los ídolos. Y, aunque no es lo más importante,
en el caso del Ateólogo mártir@ el aborrecimiento a la fe se hace muy evidente. Y
acá queremos notarlo.
Sin embargo, también esto ha sido reflexionado profundamente
por otros autores (incluso en este mismo número) con más autoridad que en estas
páginas.
Pueblo crucificado
Lo que aquí queremos señalar, sin pretensiones de abarcar
todas sus dimensiones es detenernos en uno de los Acaballitos de batalla@ predilectos de Ignacio Ellacuría para Ahacer teología@ desde la
realidad de muerte de América Latina, y ahondar en su dimensión bíblica. Nos
referimos a la categoría de Apueblo crucificado@. (11)
Es sabido que tal idea fue suprimida del documento de trabajo
preparatorio a Santo Domingo. Quizás precisamente por sus resonancias a
Teología de la Liberación. Es más, la misma palabra ATeología de la Liberación@ fue suprimida de este documento (ver el documento de
trabajo 201-205; mientras que la única referencia explícita a la TL la
encontramos en el Discurso inaugural de Juan Pablo II).
Así decía el Documento de Trabajo:
ALa gran muchedumbre de crucificados latinoamericanos que camina por esta vida en condiciones infrahumanas, desilusionada con las promesas de sus gobernantes y experimentando dificultades socio‑económicas crecientes, se siente muy próxima a Jesucristo, el Siervo pobre y sufriente, que también vivió situaciones angustiosas y pasó sufrimientos@ (DT 365).
Esto fue reemplazado por la idea, que ya provenía del
Documento de Puebla de Alos rostros@ (DP 31-39):
ADescubrir en los rostros sufrientes de los pobres el rostro del Señor (cf. Mt 25,31‑46) es algo que desafía a todos los cristianos a una profunda conversión personal y eclesial. En la fe encontramos los rostros desfigurados por el hambre, consecuencia de la inflación, de la deuda externa y de injusticias sociales; los rostros desilusionados por los políticos, que prometen pero no cumplen; los rostros humillados a causa de su propia cultura, que no es respetada y es incluso despreciada; los rostros aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; los rostros angustiados de los menores abandonados que caminan por nuestras calles y duermen bajo nuestros puentes; los rostros sufridos de las mujeres humilladas y postergadas; los rostros cansados de los migrantes, que no encuentran digna acogida; los rostros envejecidos por el tiempo y el trabajo de los que no tienen lo mínimo para sobrevivir dignamente (cf. CELAM, "Documento de trabajo", 163).
El amor misericordioso es también volverse a los que se
encuentran en carencia espiritual, moral, social y cultural@ (SD 178).
La idea de Alos rostros@ es de indiscutible riqueza y fuerza, pero
corre el riesgo de hacernos perder una doble dimensión que la idea de Apueblo crucificado@ enriquecería: por un lado, Apueblo@ remite a una dimensión comunitaria (ciertamente
muchos de los Arostros@ señalados, refieren a grupos, más que a personas),
pero la idea de Apueblo@ es polivalente. Si se hubiera usado en Puebla, por
ejemplo, no hubiera sido necesario Aalargarla@ (SD 179) ya que el término incorporaría a todos
estos sectores y a los nuevos que la realidad cada vez más mortal hiciera
necesario agregar. Pero la segunda dimensión que nos hace preferir el tema de
la Acruz@ es porque Acrucificados@ supone Acrucificadores@. La dimensión de violencia causada, de muerte
provocada, remarca una dimensión de Aconflicto@ que parece haberse buscado evitar, o al
menos suavizar. Decir, por ejemplo, que la deuda externa engendra rostros
sufrientes no es lo mismo que decir que la deuda externa mata, crucifica.
Dicho esto, pretendemos ahora mostrar en qué medida esta
imagen de Apueblo
crucificado@ tiene sus raíces
en la Biblia, y por lo tanto, es importante mantenerla.
A. La dimensión conflictiva de la cruz
Ya en los primeros escritos del NT se nos señala que la
predicación de la cruz es un auténtico escándalo (1 Cor 1,23; Gal 5,11). Una
predicación que sólo desde una Allamada@, una vocación, permite superar el desconcierto y
verla como liberación (1 Cor 1,24.30).
No es improbable que Pablo haga memoria de una cierta nota
autobiográfica al recordarnos que el crucificado es Amaldición@ (Gal 3,13-14). Un crucificado, para un judío es
signo evidente y patente de que Dios ha maldecido a este Acolgado de un madero@, (12) y sólo desde la particular luz que da la
resurrección podemos ver en el Amaldito@ una Abendición@, sólo desde un Dios que transforma la maldición en
vida podemos decir que la cruz es Afuerza de Dios@.
Esta dimensión de la cruz, por otra parte, tiene enemigos por
doquier. No sólo enemigos de Jesucristo crucificado, sino de la misma cruz (Fil
3,18). La eficacia de la cruz puede quedar aniquilada en la medida en que
muchos se anteponen y anteponen su propia vida (Gal 2,21). Pero a su vez la
cruz es presentada como auténtica sabiduría en contraposición a las sabidurías Ade este mundo@ (1 Cor 1,20-21).
Más de una vez hemos señalado que la cruz, la misma cruz,
tiene una doble dimensión de muerte y de vida. (13) Sin embargo, la insistencia
en la cruz como Adadora de vida@ (algo que deberá precisarse), no puede eliminar la
otra cara de la misma moneda: la cruz es dadora de muerte. La cruz de Jesús es
un crimen, un asesinato, y como tal, un pecado. Hubo un juicio injusto, falsos
testigos, una premeditación para eliminar a Jesús que debe recordarse. La
predicación de Jesús parece haber sido lo suficientemente conflictiva como para
que las máximas autoridades religiosas y políticas decidan eliminarlo. El Aprincipio Caifás@ es expresión de un modo político de entender la
dimensión religiosa, el preferir que muera uno -aunque inocente- por el pueblo,
guiado por criterios de Aprudencia política@ no es sino un gráfico negativo de la figura del
pastor que no teme dejar las 99 ovejas en el desierto para buscar la perdida.
(14) La cruz es -indudablemente- un crimen, un pecado, y como tal algo no
querido por Dios. Aunque él, creador ASeñor y dador de vida@ sepa sacar vida de la muerte. Dios -y sólo Él- puede
sacar vida de la cruz, de allí la resurrección.
Mientras en la cruz los asesinos dicen su última palabra, la
máxima que pueden decir los violentos, Dios todavía se reserva la suya, después
de haber callado en la cruz. La resurrección es Ala@ palabra de Dios frente a la violencia criminal de
quienes pretenden silenciar a Jesús. El Areino de Dios@ y el ADios del Reino@ proclamados por Jesús parecen callar y morir con el
crucificado, pero sin embargo, Dios Aapuesta@, confirma, ese Reino y ese Dios-Padre anunciado. Es
desde aquí que la cruz se transforma en Buena Noticia. El máximo acto criminal
puede ser leído desde una nueva óptica, mirada de vida, desde que Dios
pronuncia su palabra y desautoriza a los Pilatos y Caifás.
Desde el primer Viernes Santo de la historia, los violentos
no tienen más la última palabra ya que en la Pascua Dios apuesta por su Hijo y
sus hijos: Austedes lo
mataron... Dios lo resucitó@ (Hch 2,23-24). Nunca más actual la doble referencia
a Amuerte@ y Avida@ en el Discurso de Mons. Romero al recibir el
Doctorado Ahonoris causa@ en la Universidad de Lovaina: Ael pecado es lo que da muerte al Hijo de Dios y da
muerte a los hijos de Dios@ y Ala gloria de Dios es el pobre que vive@.
Los modernos estudios bíblicos han sabido devolver a la cruz
y a la resurrección su verdadero lugar en la historia de la salvación, después
que siglos de predicación parecían llevar a la gente sufriente a identificarse
-pasiva y resignadamente- con la cruz esperando para un futuro incierto la
resurrección. (15)
Los modernos estudios de escatología han sabido dar su justo
lugar a la esperanza, que no es Aadormecedora@ que aguarda un mañana que sólo llegará
después de la muerte mientras los fuertes y poderosos, los asesinos parecen
seguir teniendo la última palabra. Los pobres sufren ahora pero mañana
reirán, mientras que los que son ricos gozan ahora pero serán duramente
castigados mañana; los que ahora sufren la cruz mañana gozarán de
la pascua, mientras que los que ahora ríen llorarán mañana, se decía en
una curiosa lectura de las Bienaventuranzas que Ales venía muy bien@ a los ricos, a los violentos y a los que ríen.
Además que siempre, nueva curiosa lectura mediante, se les había dicho que
aunque ricos podían ser Apobres de espíritu@ sin dejar de serlo así que ni siquiera Amañana@ se verían perjudicados.
Es real que hay una identificación entre Ael@ crucificado y Alos@ crucificados, y esa identificación es importante
para los segundos. Pero no para resignar sus esperanzas o proyectarlas para Amañana@, sino para ver en ellos un Asacramento@, un Atest@ de nuestra fidelidad. (16) La cruz de nuestros
hermanos es una invitación urgente a la misericordia Acomo es misericordioso el Padre@ (Lc 6,36), y esa invitación es para Ahoy@. Hoy tengo un compromiso con el hermano
crucificado, un compromiso que se revela en aliviar su cruz.
Probablemente no haya texto donde se revele con mayor
claridad la dimensión conflictiva de la cruz que en el citado texto de la carta
a los Gálatas. Permitásenos un breve comentario:
Dentro de una unidad marcada por la novedad traída por Jesús
el Cristo (3,1.14), novedad señalada en la repetición de Afe@ y AEspíritu@ (3,2.14) y la novedad de la Acruz@ (3,1.13), Pablo nos recuerda que la fe en la
predicación (3,2.5) nos da el Espíritu. Abraham es modelo porque creyó y eso le
fue reconocido como justicia (3,6-7). En este lugar Pablo marcará su Evangelio,
y a su vez se defenderá de quienes lo han cuestionado: si no es la ley la que
justifica, sino la fe, pudo afirmar que Anosotros hemos creído@ (2,15-17), y ahora recordará que Ael justo vivirá por la fe@ (3,11).
La fe fue la que justificó a Abraham y por lo tanto le
alcanzó la bendición a todos los pueblos (Gn 12,2-3). Fue su fe la que le
alcanzó la bendición, y no la ley; ésta, por el contrario, acarrea maldición.
(17) Es esa maldición que impera la que fue asumida por Cristo Ahaciéndose él mismo maldición@ en la cruz; Apues dice la Escritura: maldito el que está colgado
de un madero@. Así, en la fe, estando Aen Cristo@ recibimos la bendición y el Espíritu (3,14).
No es la única vez que Pablo recurre a una paradoja para
señalar la redención (hina) obrada
por Cristo, en 2 Cor 5,21 había dicho que a Jesús Dios Alo hizo pecado@, Apor nosotros@ (hyper hêmôn).
2 Cor 5,21
|
2 Cor 8,9
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Gal 3,13
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Rom 8,3-4
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A quien no conoció pecado, le hizo pecado por
nosotros (hyper hêmôn), a fin de
que (hina) viniésemos a ser justicia de Dios en él.
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Pues conocen la generosidad de
nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por ustedes se hizo pobre a
fin de que (hina) se enriquecieran con su pobreza.
|
Cristo nos rescató de la
maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros (hyper hêmôn), pues dice la Escritura:
Maldito todo el que está colgado de un madero, a fin de que (hina) llegara a los gentiles, en
Cristo Jesús, la bendición de Abraham, y por la fe recibiéramos el
Espíritu de la Promesa.
|
Pues lo que era imposible a la
ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su
propio Hijo en una carne semejante a la del
pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, a fin de
que (hina) la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos
una conducta, no según la carne, sino según el espíritu.
|
En nuestro texto, lo importante es que @de hecho, es el único texto de las Escrituras en el cual Pablo
interpreta la muerte de Cristo@. (18) Nos interesa, entonces, tener en cuenta cómo
lee Pablo el texto que cita:
El texto de Dt 21,22-23 habla de un criminal que es condenado
a muerte y luego su cadáver es colgado de un árbol todo un día (no a la noche)
expuesto como Amaldito de Dios@; Pablo abrevia el texto de modo que ahora parece
decir que Ael maldito@ es matado en el árbol (una relectura semejante puede
verse en Qumrán, 11QTemplea 64,6-13; cf. 4QpNah I,8).
En segundo lugar, omite la referencia a que es maldecido Apor Dios@, permitiendo que se afirme que en este caso es Amaldito de la Ley@.
En tercer lugar, Pablo reemplaza el participio perfecto kekatêraménos (maldecido) por el
adjetivo epikatáratos (maldito) de
modo de unir la maldición con aquella de Dt 27,26 que había citado en v.10
uniendo una vez más la maldición a la Ley.
Veamos los textos en una sinopsis lo que nos permitirá
descubrir más claramente lo que hemos dicho:
Dt 21,22-23 (TM)
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Dt 21,22-23 (LXX)
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Dt 21,22-23 (Pablo)
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Si un hombre, con pecado de muerte, ha sido matado,
lo colgarás de un árbol. No dejarás sin enterrar en el árbol; lo enterrarás
ese día.
Un colgado es maldición de Dios.
Así no harás impura la tierra que Yahveh tu Dios te
da en herencia.
|
Si hay uno cuyo pecado merece la muerte, y lo matan
y lo cuelgan de un madero, no dormirá su cuerpo en el madero sino que
enterrarán el cadáver en aquel día,
maldito (kekatêraménos)
de Dios todos los colgados de madero
y no mancharás la tierra que el Señor Dios te dio
en herencia.
|
...dice la Escritura:
Maldito (epikatáratos)
todo el que está colgado de un madero.
|
Pero para comprender la paradoja, la clave está en que Cristo
se hace maldición hyper hêmôn (por
nosotros). Sería extraño a Pablo entenderlo como un Apago@, Aen cumplimiento de la justicia exigida por la ley@. (19) La maldición es una separación de Dios y una
ruptura con los demás, es la cima del conflicto universal, pero en este caso
nos encontramos con un beneficio, un acto liberador Aen favor de@ los demás, (20)
un acto de amor (Gal 2,20, hyper emou).
ALa clave de la
paradoja se encuentra en el hyper hêmôn
a condición de que se lo comprenda a la luz del agapêsantos de Ga 2,20". (21)
Acá está el centro: el escándalo de la cruz adquiere su
eficacia en el amor, no es ciertamente un sacrificio, no es un pago, es un
conflicto con la Ley vivido en el amor, integrando en ese acto la bendición,
incorporando en ella a todos los excluidos por la maldición. Esa maldición
traída por la Ley era universal, tanto para todos los que están bajo la Ley
como quienes están sin la Ley, y la maldición oprime a toda la humanidad, pero
el amor de Cristo (hyper hêmôn)
beneficia (rescata, exêgorasen) (22)
también a todos liberando a la humanidad; Asiendo maldito, no sólo se levanta, sino que además
deviene dador de vida@. (23)
ANo hay forma más rotunda de subrayar la novedad
cristiana que afirmar un dato histórico y, además, sumamente escandaloso: la
realidad de un Mesías crucificado@. (24)
En un mundo como el mediterráneo del s. I donde el honor es el
valor fundamental, (25) la cruz aparece con toda la fuerza de escándalo y
vergüenza. Pero esta cruz es causada por los Apríncipes de este tiempo@ que Adesconocen@ la verdadera sabiduría de la cruz (1 Cor 2,8). )En qué la desconocen? Es posible que desconocieran
que la Cruz los llevaría a su fin. (26) )Quiénes son estos Apríncipes@? Debemos abandonar posturas como la de R. Bultmann
que sostenía que, usando concepciones gnósticas Pablo presenta un revestimiento
terrenal que servía a Cristo para ocultarse, y ese desconocimiento provoca la
ruina de los príncipes, (27) aunque encontremos un marco apocalíptico como
puede verse en el uso del término ASeñor de la gloria@ (cf. Hen (et) 22,14; 25,3; 63,2), o imágenes que
encontramos también en AscIs 10,8-12.
Textos como Hch 3,17; 13,27 unen los jefes judíos, el pueblo
y la ignorancia a la muerte de Jesús. (28) La situación de conflicto es
evidente: por un lado los asesinos que matan al profeta desarmado, y creen que
en ello triunfan sobre él con su Apoder@; por el otro la víctima de la violencia, y Dios que
habla con su poder de dar vida triunfando así sobre los Apríncipes de este tiempo@. La misma palabra Acruz@ es Auna obscenidad que no puede mencionarse en una
conversación@ en el mundo romano. (29) Es a esto, el más cruel
y terrible de los suplicios (Cicerón), la pena más torpe (Tácito) e infeliz
(Séneca), reservada solamente a esclavos que fue sometido escandalosamente un Apredicador de parábolas@, (30) Atratado en este caso como las heces de la sociedad
del imperio romano@. (31) De allí que Pablo refuerce este escándalo
precisando -por si hiciera falta- que el que Atomó forma de esclavo@ fue fiel a Dios Ahasta (el extremo de) la muerte, (y muerte de cruz!@ (Fil 2,8). La idea de que se humilló Aa sí mismo@ refleja que su acción es libre y voluntaria. No se
comprende cómo J. Schneider, piense que Pablo Ano se refiere al acontecimiento histórico de la cruz
de Jesús sino a su significación salvífica@. (32) Creemos que Pablo no separa ambas dimensiones,
la salvífica (cruz de la fe) y la conflictiva (cruz de la historia), (33) y
este conflicto sigue siendo escándalo. (34) La cruz es una palabra de los
asesinos, Apríncipes de este
tiempo@, y es a su vez
una palabra de Dios, Afuerza de Dios y sabiduría de Dios@ para los llamados...
B. La dimensión comunitaria de la cruz
Pero la cruz no lleva sobre sí solamente una carga de
conflicto. Utilizando un lenguaje tomado de la hermenéutica podemos afirmar que
la cruz es un lenguaje que Aqueda abierto@, y como tal se carga de sentido siempre nuevo. Es
por esto que la cruz también puede ser Amanipulada@ o Adomesticada@. De aquí -para evitar cualquier manipulación- que
sea tan importante empezar por la Acruz de la historia@. (35) Esta Aapertura@ del lenguaje de la cruz no debería conducirnos por
cualquier camino, sino por la huella de la misma cruz. Esta apertura, entonces,
debe seguir los mismos caminos abiertos por el Nuevo Testamento, y es lo que
trataremos de presentar.
Nuestra intención -en este párrafo- es mostrar cómo releyeron
algunos autores del Nuevo Testamento este mismo lenguaje de la cruz aplicándolo
a sus propias realidades. Brevemente señalaremos las relecturas individuales,
deteniendonos más atentamente en las relecturas colectivas, por servir más
claramente a nuestro objetivo: hablar de un Apueblo crucificado@.
1.- Una proyección personal de la cruz:
AA la luz de la cruz interpreta Pablo su misma condición social como apóstol y las características de su predicación. Pablo reivindica polémicamente el personificar los valores alternativos de la cruz y se pone como ejemplo para sus comunidades. Personificar la cruz sirve a Pablo para aumentar su autoridad@. (36)
La pedagogía de la cruz, que Pablo presenta insistentemente,
y que hemos señalado en nuestro párrafo anterior, no es ajena a la misma
predicación, o mejor dicho, al mismo predicador. Pablo sabe ver una
estrechísima relación entre el mensajero y el mensaje, de allí su frecuente
apología frente a las críticas, y también su presentación insistente.
Veremos, sintéticamente, dos textos:
En 1 Cor 2,1-5 Pablo presenta brevemente el modo con que él evangelizó
en Corinto. Su presentación es una ejemplificación gráfica de los contenidos de
su misma predicación: la cruz. Es en este marco, de predicación de la cruz, que
Pablo señala que la presentación que él hizo del mensaje fue débil: puesto que
no quiso saber sino Aa Jesús, el Cristo, y éste crucificado@ se presentó Adébil, tímido y tembloroso@, sin los Adiscursos persuasivos de la sabiduría@, y con la única fuerza del Espíritu. Podemos decir
que Pablo se presenta como Aun predicador crucificado@, y que los mismos medios a los que recurre son Acrucificados@, son medios débiles que saben Asacar@ de ellos, fuerza de Dios; es la misma antinomia debilidad-fuerza
que aparecía en el contexto de la cruz (1,18.24.25). Sobre esta unidad
volveremos en seguida.
Otro párrafo a tener en cuenta es el texto de Gal 3,1: allí
Pablo dice que a los ojos de los Gálatas fue Apresentado@ Cristo crucificado. )A qué presentación se refiere? Recientemente se ha
propuesto, y no parece desacertado, que el contexto de Gal 2,19-21 y la
semejanza entre Apresentación@ (proegrafê)
y el presentarse como Aespectáculo@ (theatron,
1 Cor 4,9), ya que Acuando soy débil entonces soy fuerte@ (2 Cor 12,10) invitan a ver que Aa través de su debilidad, Pablo proclama a Cristo
crucificado ... el lenguaje visual debe entenderse metafóricamente... (así) podemos entender el aspecto visual de proegrafê como una presentación (display) de Pablo del Cristo
crucificado@. (37) El texto, que como vimos remarca fuertemente
la importancia de la cruz, ha sido presentado por la misma persona del
predicador, con su debilidad.
Como podemos ver, Pablo no ha puesto Ala cruz@ como algo Acerrado@, sino que la predicación de la cruz es algo que
muestra toda una pedagogía: en los contenidos, y en el mensajero. Predicar la
cruz, lo que es el centro de la predicación paulina, no es simplemente
objetivar un tema. Es presentar ese mismo tema como un todo. Predicar la cruz
con medios Afuertes@, con Asignos de poder@, con recursos Asabios@ sería para Pablo una incoherencia. Atentaría contra
la misma cruz que se predica.
2.- Una proyección comunitaria de la cruz
Volvamos al texto de 1 Cor 1: Pablo ha predicado la fuerza de
la cruz. De hecho es una debilidad que se revela como fuerza Apara los que se salvan@ (1,18). Hemos señalado la antinomia fuerza-debilidad.
La fuerza aparente (Adel mundo@) puede resultar muy atractiva, y de hecho es un
criterio que se sigue frecuentemente para evaluar la Averdadera sabiduría@, la Aperfecta@. Los grandes predicadores de la antigüedad son
excelentes oradores. (38) Pablo, en cambio, ha presentado una sabiduría
diferente. Tan diferente que es vista como escándalo o necedad para los
diversos grupos. El contenido mismo de la predicación paulina es escandaloso.
Pero -como lo hemos visto- no sólo su contenido aparece Adébil@ sino también su mismo predicador. Sin embargo, esto
es coherente con el contenido, hay una Asyn-tonía@ entre el contenido de la cruz, debilidad y
escándalo, y la Apresentación@ del predicador: Adébil, tímido y tembloroso@.
Pero no sólo el contenido y el mensajero están Aseñalados@ con la cruz. Los mismos destinatarios también
lo están. Para Pablo todo esto es signo evidente de la absoluta coherencia de
la fuerza de Dios que se manifiesta en la debilidad. Puesto que
para el Apóstol la gracia toma la iniciativa y es la expresión de un Dios que
siempre da el primer paso, y que no pretende que nos guiemos con criterios de
eficiencia, o de Aprudencia humana@, la manifestación de la debilidad permite que la
gracia muestre toda su capacidad y su fuerza. La debilidad es patente (del
mensaje, del mensajero y los destinatarios) y permite evidentemente descubrir
la fuerza de la intervención de Dios. (39) Es la coherencia de la pedagogía
de la cruz. Si hay un mensaje de la cruz, y un mensajero crucificado, ahora
Pablo nos recuerda que los corintios también son una Acomunidad crucificada@:
A(Mirad, quiénes han sido llamados, hermanos! No hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios, y ha escogido Dios más bien lo débil del mundo, para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios, y lo que no es, para hacer ineficaz lo que es. Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios. De él les viene que estén en Cristo Jesús, el cual es hecho para nosotros sabiduría de Dios, justicia, santificación y redención, a fin de que, como está escrito: El que se gloríe, gloríese en el Señor@ (1 Cor 1,26-31).
Es interesante ver cómo presenta esto W. Schrage en su
comentario a la carta paulina. Él titula la unidad: La Composición de la
comunidad como reflejo de >la palabra de la Cruz=. Y añade más: AQue la mayoría de los miembros de la comunidad de
Corinto no pertenecen a los ricos o poderosos, sino a las masas; es un reflejo
de la Cruz de Cristo@. (40) Y al mostrar la resonancia del texto en
diferentes momentos y lugares (historia de los sentidos) afirma:
ANo es casualidad que en la >Teología de la Liberación= las implicaciones sociales de 1 Cor 1,26-31 sean utilizadas repetidamente, contrariamente a lo que ocurre con el integrismo o la indiferencia social. Con nuestro texto se puede leer: >El amor de Dios y de la humanidad de Cristo son parciales para los fatigados y sobrecargados, para los humillados y ultrajados=.
ALos llamados de 1,18ss están modelados en la Teología de la Liberación por la experiencia de la pobreza y la represión como horizonte, en ellos la meta de la Cruz vuelve a revelarse y el conocimiento del dolor y la represión interior domina el sistema de la Comunidad como adecuado intérprete para la comprensión de la cruz. Sin embargo, los pobres no son un ideal, sino que la solidaridad con los pobres debe volverse protesta contra la pobreza@. (41)
Los textos podrían multiplicarse, señalemos solamente dos
más. En una misma linea con la dinámica de la predicación de la cruz, Pablo
afirmará que con el bautismo quedamos Acrucificados con Cristo@ (cf. Rom 6,3.6) y que hay que tener Alos mismos sentimientos de Cristo@ (Fil 2,5).
Una vez más podemos ver la importancia que para el Apóstol
tiene la relación entre la cruz y la comunidad. Es en el primero de los textos
donde encontramos la extraña fórmula synestaurôthê
(con-crucificados) en la que Pablo, como varias veces hace, une estrechamente
la eclesiología y la cristología (42) movido por la escatología. El Bautismo
nos pone en comunión estrecha con el crucificado y nos hace vivir
con-crucificados; la comunidad de los bautizados, ciertamente es con-crucificada.
AEl v.5 (...) muestra que en la representación sacramental del acontecimiento-Cristo se establece una unión de la muerte y resurrección entre Cristo y el bautizado. Con synestaurôthê: >fue crucificado con=, v.6a establece la base de esta unión con Cristo enteramente en el evento histórico de la crucifixión. Los bautizados están unidos a Cristo de un modo tal que son arrastrados al evento que ocurrió una vez en el Gólgota. La muerte de Cristo deviene efectiva en sus vidas cuando ellos son arrastrados por el bautismo a la unión salvífica de la cruz de Cristo”. (43)
Por otra parte, esta estrecha relación, se ve de un
modo patente, y de una manera más evidentemente comunitaria, en el párrafo que
antecede al llamado Ahimno@ que encontramos en la carta a los filipenses
(2,1-5). G. Fee ha señalado claramente la estrecha relación estructural entre
lo que Pablo pretende de la comunidad (paraklêsis, 2,1) y el Ahimno@. Los cristianos están llamados a Asentir@ Aen Cristo Jesús@, pero esa actitud debe llevar a un modo de vida en
la comunidad (Asiendo de un sentir armónico@, 2,2): la repetición de términos en esta
introducción y en el Ahimno@ señalan que para Pablo ese movimiento de descenso y
ascenso que se registra en la kénosis y exaltación de Jesús también se da en
las comunidades. La misma Ahumillación@ (etapeínôsen)
que lo lleva a obedecer hasta la muerte Ay muerte de cruz@ es la que se espera de los cristianos (tapeinofrosynê-i, v.3). Ese es,
ciertamente, el sentido del v.5 que une ambas unidades. (44)
Pero dejemos a Pablo. Sobre la solidaridad de la Acomunidad@, el Apueblo de Dios@ o el sentido colectivo de la cruz, entendida ya no
sólo como el instrumento que lleva a la muerte a Jesús, sino de un modo amplio,
el Nuevo Testamento con mucha frecuencia presenta el concepto extendiéndolo:
El Evangelio de Mateo constantemente pone en
paralelo a Jesús y su comunidad diciendo de ésta lo mismo que había dicho de
Aquel hasta el punto de poder decirse que es el Evangelio eclesiológico por
excelencia, y que esto puede descubrirse desde la misma estructura de la obra.
De hecho, la característica de la Iglesia de Mateo es la presencia constante
del Señor: Aestoy con ustedes
todos los días hasta el fin del mundo@ (28,20)
Lucas en su obra no
teme en presentar a los seguidores de Jesús como crucificados. El máximo -pero
no único- ejemplo, es el estrechísmo paralelo que presenta el autor entre la
cruz de Jesús y la cruz de Esteban, pero lo mismo podríamos decir de la figura
de Pablo presentada por Hechos a lo largo de su obra como Aapóstol crucificado@. (45)
Juan, se ha dicho
claramente, presenta en paralelo a Jesús y su comunidad hasta el punto que su
obra se mueve en dos niveles simultáneos y lo que se dice de Jesús puede
afirmarse asimismo de la comunidad del Discípulo amado. Las actitudes de los judíos
con Jesús no son distintas que las que los contemporáneos del Evangelio tienen
con los cristianos al Aexpulsarlos de las sinagogas@ por confesar a Jesús como Mesías.
También, la primera carta de Pedro frente a la
persecución que padecen los cristianos, a los que presenta como Pueblo
adquirido (2,9), y -sea esta persecución real, potencial o Aespiritual@, presente o inminente- une claramente esa
persecución con la cruz de Cristo (cf. 4,13). La carta a los Hebreos presenta
a Jesús como Aprecursor@ de un camino que estamos invitados a seguir (cf.
10,20). E incluso el Apocalipsis, que no sólo presenta a la Iglesia en
solidaridad martirial con su Señor, lo que le alcanza dignidad de pueblo
sacerdotal, sino que a los dos testigos no teme en relacionarlos tan
estrechamente al Señor que los cadáveres son expuestos tres días y medio allí
donde su Señor fue crucificado (cf. 11,8).
Lo que hasta aquí presentamos tiene como intención
mostrar que en la teología bíblica la cruz no es un hecho aislado, y que hablar
de personas, comunidades o pueblos crucificados no es sino ser coherente con la
teología del Nuevo Testamento, que aunque no utilice el término, sí establece
una estrecha relación entre el Señor crucificado y la cruz de sus seguidores.
Sin embargo, y para ser más explícitos, no hay
probablemente texto donde sea más evidente esta teología de la cruz que
en el Evangelio de Marcos.
Detengámonos, entonces, brevemente en este Evangelio:
Aunque la importancia de la theologia crucis
en el Evangelio de Marcos no necesita ser demasiado resaltada, veamos
esquemáticamente cómo está presentado.
Hay consenso general en que el Evangelio puede
dividirse en dos partes teniendo la Confesión de Pedro como texto bisagra de la
obra. La estrecha relación entre Jesús y sus seguidores se nota claramente en
la primera parte ya que a cada uno de los tres sumarios que comienzan una
sub-unidad de esta parte, le sigue inmediatamente un relato de vocación de los
discípulos. Recién a continuación encontramos el conjunto de relatos (empezado
y terminado cada uno por una inclusión). En estas tres partes se descubre un
Jesús cada vez más aislado, al principio de las autoridades o jefes de Israel,
(46) luego por la familia de Jesús, y los suyos (6,4) y finalmente por Alos hombres@ en general (8,27).
En la segunda parte, el lugar central lo ocupa el
bloque enmarcado por los tres relatos de la pasión. Nuevamente, a cada uno lo
sigue un relato que hace referencia a los discípulos, esta vez marcado por la
incomprensión. Esto supone un modo de ser discípulos, un ponerse en camino
detrás de la cruz, señalado por la negación de sí (8,34), la humillación de sí
(9,33-35) y la renuncia a los puestos de honor (10,35-40), (47) de allí que en
cada unidad encontremos el dicho Asi uno quiere...@ (8,34; 9,35; 10,43).
Veamos esto esquemáticamente:
Prólogo: 1,1-13: Evangelio de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios
Parte I: Mc 1,14-8,30
|
Parte II: Mc 8,31-15,39
|
Sumario (1,14-15) 1,14-3,6
Relato de vocación de los
discípulos (1,16-20)
Cuerpo del relato (1,21-3,6)
(Inclusión quiástica: sábado...
sinagoga en 1,21 y 3,1.2)
Incomprensión
|
8,31-9,29
Primer anuncio de la Pasión
(8,31-32a)
Incomprensión de los discípulos
(8,32b-33)
Cuerpo del relato (8,34-9,29)
|
Sumario (3,7-12) 3,7-6,6a
Relato de vocación de los
discípulos (3,13-19)
Cuerpo del relato (3,20-6,6a)
(Inclusión quiástica: casa...
parientes en 3,20.21 y 6,4)
Incomprensión
|
9,30-10,31
Segundo anuncio de la Pasión
(9,30-32)
Incomprensión de los discípulos
(9,33-37)
Cuerpo del relato (9,38-10,31)
|
Sumario (6,6b) 6,6b-8,30
Relato de vocación de los
discípulos (6,7-13)
Cuerpo del relato (6,14-8,30)
(Inclusión: Juan el Bautista...
Elías... profeta en 6,14.15 y 8,28)
Incomprensión
Aeres el Mesías@ (8,29)
|
10,32-52
Tercer anuncio de la Pasión
(10,32-34)
Incomprensión de los discípulos
(10,35-45)
Cuerpo del relato (10,46-52): un
ciego deviene discípulo modelo.
|
|
Jesús en Jerusalén (11,1-13,37)
Pasión y Pascua de Jesús
(14,1-15,39)
Aera el Hijo de Dios@ (15,39)
|
Conclusión 15,30-16,8
Es muy probable que Marcos destine su Evangelio a una
comunidad perseguida de la actual Italia, posiblemente de Roma. Esta
persecución es vista como una cruz, y ante esta Acomunidad crucificada@, Marcos intenta presentar como Buena Noticia que la
comunidad está siguiendo las mismas huellas de su Señor. Abandonada de todos,
sin signos aparentes de solidaridad, la comunidad se siente incluso abandonada
por Dios. Su identificación con su maestro se da particularmente en esta cruz.
Esto se remarca particularmente si podemos decir que
la comunidad de Marcos estaba entusiasmada por una theologia gloriae, es decir,
que frente a la persecución, ponía su confianza en los milagros, en lo
extraordinario; Jesús, por el contrario, se revela en la cruz.
ALa tesis de la teología de Marcos de la cruz como contrapuesta a una teología de la gloria ha tenido su máximo desarrollo en L. Schenke: >La circunstancia que ha llevado a la redacción de Mc fue una equivocada teología de la gloria al interno de la comunidad. Esta se manifestaba en relatos singulares, relatos que representaban la actividad terrena de Jesús en obras de potencia y milagros como apariciones de Dios y su fuerza sobre la tierra. Estos prodigios de Jesús daban a la comunidad la certeza de encontrarse ya salvada y de participar de la gloria del Glorificado. A esta teología, destinada a equivocarse en esta época de crisis y persecución, Marcos responde con una teología de la cruz. Dios no ha querido manifestarse en acciones gloriosas, sino en la bajeza de la cruz de Jesucristo. En el mismo abandono extremo de Dios en la cruz (15,14) Dios está absolutamente presente. Por esto la filiación divina de Jesús y la gloria celeste pueden reconocerse en definitiva sólo en el advenimiento de la cruz=...@ (48)
El llamado Asecreto mesiánico@ de Marcos, intenta silenciar malas interpretaciones,
particularmente relacionadas con el título Mesías. Una vez que Jesús presenta
la cruz como parte integrante de su camino, puede comenzar a explicar Aqué tipo de Mesías@ es; es por esto que en la segunda parte del
Evangelio, ciertamente más cristológica, desaparecen prácticamente las
multitudes y los milagros, mientras Jesús se dedica a explicar o predicar a sus
discípulos en privado, o en la casa.
Por eso podemos decir que Ala cruz@ no es sólo algo que los asesinos impusieron a Jesús
de Nazaret; es también algo que deben cargar (incluso Acada día@, al decir de Lucas) los que quieran ser discípulos;
la cruz forma parte de la vida de los seguidores del Señor. La cruz de Jesús y
la cruz de la comunidad, una comunidad crucificada, son -como vemos-
inseparables en la estructura de Marcos, y -lo hemos visto- totalmente
coherentes con las demás teologías de la cruz del Nuevo Testamento, donde la
relación entre Jesús y los suyos es absolutamente estrecha. Es extraño que al
hablar de la teología de la cruz se omita a los creyentes crucificados los que,
queda claro, están estrechamente ligados y difícilmente pueda aislárselos sin
ser infieles a la teología bíblica. Ciertamente que esta Aligazón@ no es sin más identidad, no es la misma la cruz de
Cristo que la de los pueblos crucificados, pero aquella pierde un aspecto
fundamental sin esta. Podemos decir que omitir la referencia a los pueblos
crucificados quita a la cruz, (a la verdadera cruz!, cierta encarnación.
Conclusión
Hemos señalado una doble dimensión, conflictiva y
comunitaria, presentes en la categoría pueblo crucificado. Creemos haber
mostrado que ambos elementos son plenamente coherentes con lo que nos dice el
Nuevo Testamento. Más aun, nos preguntamos, dada la contundente cantidad y
fuerza con la que ambos aspectos aparecen, cómo puede omitirse, de los escritos
teológicos y pastorales, una imagen tan precisa y a su vez útil para entender
nuestro presente.
Es evidente que no es lo mismo hablar de la cruz de
Jesús y la cruz del pueblo. Ciertamente la dimensión de cruz que encontramos en
el pueblo es análoga a la de Jesús, y no todo lo que podemos decir de la
cruz de Jesús podemos asimismo decirlo de la cruz del pueblo. Pero eso no nos
impide dar el paso de Ellacuría: lo que se dice de la cruz de Jesús ha de
decirse analógicamente (o metafóricamente, o por Asemejanza@) de la cruz de la comunidad o del pueblo
crucificado. Señalemos algunas tal como Ignacio las presenta: (49) como
continuador de la obra de Jesús aporta la salvación (214), es víctima del
pecado y aportará la salvación al mundo (201-204, 215), es aceptado por Dios
como siervo de Yahvé (213). Por otra parte es claro que no es el dolor y la
muerte del pueblo lo que alcanza salvación sino que Asólo un pueblo que vive, porque ha resucitado de la
muerte que se le ha infligido, es el que está dispuesto a salvar al mundo@ (215), que otra vez, el mundo de la opresión no está
dispuesto a aceptar y otra vez Adesechará la piedra angular@ (216). J. Sobrino complementa esto diciendo que los
pueblos crucificados también traen luz, ofrecen valores, esperanza, fe, un gran
amor, ofrecen el perdón a sus opresores, generan solidaridad, y un modo de ser
Iglesia. (50)
ALa Teología de le Liberación (nacida veterotestamentaria y madurada neotestamentaria) (51) ve que las mayorías oprimidas son hoy un pueblo crucificado: relee la crucifixión de Jesús desde esta situación e interpreta ésta desde el Cristo crucificado.
APor ello Ellacuría afirmó por activa y por pasiva, y argumentó con solidez, que la salvación de Dios ofrecida históricamente a los hombres una y otra vez, pasa hoy por la liberación estructural de las mayorías populares. Sin duda, la salvación no se reduce a una simple liberación política, pero la salvación sin la liberación política es un cuento de hadas que no se traga nadie.
(...)
AQue la salvación pase por la liberación política... significa dos cosas en Ellacuría: que los pobres son objeto de salvación y que esos mismos pobres son sujeto de salvación (...)
ALo segundo es más peliagudo, aunque igualmente cierto: los pobres son sujeto de salvación, o sea, ellos traen la salvación. No es que ellos sean la fuente de la salvación (sólo Dios es la fuente), sino que la salvación nos viene a nosotros a través de ellos... porque Dios es así, porque su amor se da kenóticamente, porque su amor se muestra en el abajamiento. La Biblia está empapada de este ser de Dios...@ (52)
Nuestro trabajo ha intentado aportar a la obra de
Ignacio Ellacuría, teólogo y mártir. No fue nuestra intención explicitar lo que
él mismo dice. Al hablar de pueblo crucificado, él suele trabajar otros textos
y otros autores. Ciertamente su texto predilecto son los cantos del siervo de Yahvé,
y al hablar de la cruz cita frecuentemente a los estudios bíblicos que han
trabajado la actitud de Jesús ante la muerte (Schurmann, Léon Dufour).
Nuestro intento fue por otros carriles, intentamos
mostrar la validez de la categoría, para lo que hemos presentado una serie de
textos o unidades literarias. La conflictividad de la cruz, que tan clara vemos
en nuestros días, no siempre se vio antes de ese modo. Lo mismo hemos de decir
de la aplicación de la metáfora (o imagen) de la cruz a las realidades
comunitarias de debilidad, victimización o muerte inminente.
Muchas cosas cambiaron en América Latina desde la
muerte de Ignacio. El Salvador ya no es el mismo, y no parece que la sangre
derramada por Ignacio y sus compañeros y compañeras, la sangre de Romero y de
los 70.000 asesinados del Salvador, lo mismo que los 80.000 de Guatemala, entre
los cuales recordamos a mons. Girardi, no parece que toda esa sangre sea ajena
a algunos cambios que podemos ver. Parece haber pasado la hora de las balas,
ahora la muerte tiene otro color: verde dolar. La usura internacional y la
muerte lenta por el pago de una deuda externa que mata a los pobres, el
imperialismo internacional del dinero, la dictadura neoliberal, la
desocupación, la imposición de planes de ajuste desde los centros de poder, el
enorme crecimiento de la corrupción política, empresarial, sindical,
periodística..., la violencia, las enormes y crecientes desigualdades sociales,
el analfabetismo, la concentración multinacional de capitales y medios de producción
en manos cada vez más limitadas... Y a esto podríamos agregar el invierno
eclesial, la centralización cada vez mayor
de la curia romana, el congelamiento del Concilio Vaticano II, los
nombramientos de obispos (entre ellos el Arzobispo del Salvador) cada vez más
lejanos de los pobres y más cercanos al poder, y una iglesia que a veces habla
mucho de los pobres pero propone modelos que no temen acercarse a los pobres
mientras ellos sigan donde están...
Hablar de los pueblos crucificados parecen ser cada
vez más un desafío de notable actualidad.
Hablar de pueblos crucificados es tener muy presente
el conflicto, y saber que hay crucificadores: los mismos que crucificaron a
Jesús y a Ellacuría, a Mugica y a Angelelli, a Romero y a tantos otros, son los
ídolos que necesitan víctimas para saciar su sed. Pero es también decir
que Dios no está de ese lado de la historia, sino Adel reverso@, Dios sí hace una verdadera opción por los pobres,
comprometido con su historia, comprometido con su vida; y en ese compromiso
Dios siempre tiene la última palabra, que es palabra de vida y resurrección.
Hablar de pueblos crucificados es hablar de
salvación, de sentido al dolor. No un sentido en un Amañana@ indefinido, no un sentido en la resignación, sino un
sentido que se encuentra en el hermano (hyper
hêmôn), un sentido que es de vida.
Hablar de pueblos crucificados es hablar de pueblo,
palabra provocadora en el imperio del individualismo y la aislación. Pueblo que
es comunidad y fiesta, que es cultura y fe. Pueblo es peregrinación e historia,
elección y compromiso con el otro y otra, un hermano y hermana.
Hablar de pueblos crucificados es hablar de martirio
y sangre, de fidelidad y proyecto. Es hablar de testimonio de un amor mayor.
Siempre mayor. Es hablar de encarnación y Pascua, de Espíritu y espiritualidad.
Es hablar de América Latina y el Tercer Mundo, y también de las armas vendidas
por el Primero, del FMI y el Banco Mundial, de una iglesia de los pobres y de
una teología que quiere hablar desde la fidelidad y el compromiso.
Hablar de pueblos crucificados es hablar de Ignacio
Ellacuría.
Notas:
1. G. Gutiérrez, Teología de la Liberación.
Perspectivas, Salamanca 1973, 35.
2. J. Sobrino, ATeología en un mundo sufriente. La
teología de la liberación como >intellectus amoris=@, en El principio-misericordia.
Bajar de la cruz a los pueblos crucificados, (Presencia Teológica 67), Bilbao
1992, 47-80.
3. La idea es de Bartolomé de las Casas, G. Gutiérrez
la cita desde los comienzos de sus escritos, cf. ADe Medellín a Puebla@ en La fuerza histórica de los pobres, Salamanca 1982,
98; sigue usándola en su monumental trabajo lascasiano, En busca de los
pobres de Jesucristo, Salamanca 1993; la frase de Las Casas es: AToda la concesión y causa de ella de los reyes de España y
señorío que sobre estas tierras y gentes tienen, fue y es para la vida de ellas
y para la salvación y conversión de sus almas, y háselas convertido en muerte
muy acelerada y miserable y final perdimiento@, 40.
4. Juan Pablo II, Discurso a los Obispos del CELAM,
Estadio olímpico de Santo Domingo, 12.10.1984, III,1.
5. La imagen parte del dicho Aignaciano@ in actione contemplativus (propiamente de Nadal, no de
Ignacio, aunque expresa su intuición).
6. Cf. G. Gutiérrez, El Dios de la vida,
Salamanca 1992; V. Codina, ADios de la vida, dioses de la
muerte@ en Parábolas de la mina y el
lago, Salamanca 1990, 47-62.
7. L. Boff, AMística y política. Contemplativo
en la liberación@, Christus 3 (1991) 27-31.
8. Lo hemos hecho en AEl amor mayor, testimonio de una
vida plena@ artículo de próxima aparición en
Concilium.Sin duda que el Aodium fidei@ puede ser un criterio, y allí donde está evidentemente
presente podemos hablar de martirio; pero también podemos hablar de martirio en
otras circunstancias aunque el Aodium fidei@ esté ausente. No creemos que sea el criterio mayor.
9. Cf. J. Sobrino, Compañeros de Jesús. El
asesinato-martirio de los jesuitas salvadoreños, Bilbao 1989, 27: Avivieron y lucharon por su erradicación@.
10. Dejamos de lado la capacidad o incapacidad,
maldad o ignorancia humana, los ídolos sí Asaben lo que hacen@. Su problema es que no saben hacer otra cosa que dar
muerte, de allí que matando a Jesús encuentran su propia muerte. Los
instrumentos humanos, en cambio, pueden saber o no. La proliferación del
egoísmo, la centralidad del dinero, su enorme capacidad de muerte nos hace
dudar que -al menos siempre- Ano sepan lo que hacen@.
11. Cf. I. Ellacuría, AEl pueblo crucificado@ en Mysterium Liberationis (I. Ellacuría - J. Sobrino eds.),
Madrid 1990, II 189-216.
12. La posibilidad de que los judíos contemporáneos a
Jesús viesen a los crucificados como Amalditos de Dios@ releyendo Dt 21,22-23 no sólo se refuerza por su uso en
Qumrán, sino por la lectura de Trifón en diálogo con Justino: A... de lo que dudamos (los judíos) es de que el Cristo
hubiese de morir tan ignominiosamente, pues en la ley se dice que es maldito el
que muere crucificado (epikatáratos gar
ho stauroúmenos)@ (Dial 89,2; 90,1); como se ve, sin
embargo, el uso de epikatáratos
invita a sospechar que Justino estaría influenciado por Pablo. Cf. C. M. Tuckett, ADeuteronomy 21,23 and Paul=s Conversion@, en A. Vanhoye et al. L=Apôtre Paul, BETL, Louvain 1986,
345-350.
13. E. de la Serna, Con los pies en el barro,
Montevideo 1993, 32-38.
14. Cf. R. E:
Brown, An Introduction to the New Testament (ABRL), Doubleday 1997, 192.
15. Basta ver a modo de ejemplo el prólogo de la obra
de X. Léon Dufour, Jesús y Pablo ante la muerte, Madrid 1982, 14: AEl lenguaje corriente es el que manifiesta, por ejemplo, en
América Latina a través de los Cristos de los dolores, que ostentan llagas
sanguinolentas para invitar a los pobres a soportar con paciencia la opresión
que los mantiene en la miseria...@
16. La distinción entre Ayo@ y Alos otros@ es muy importante. AYo@ puedo asumir el sufrimiento, por
amor, y dar la vida, incluso soportar la injusticia para que Alos otros@ tengan vida. Pero Ayo@ debo luchar para que la injusticia
cometida a Alos otros@ cese cuanto antes. Del mismo modo, Ayo@ puedo querer permanecer en la cruz
para que otros vivan, y eso es amor. Pero precisamente por amor debo trabajar y
dar la vida para aliviar la cruz de Alos otros@, o Abajar de la cruz a los pueblos
crucificados@. Pero también dentro del Ayo@ es importante hacer una distinción
entre el auto-sacrificio y el Adon de sí@, como lo hace F. Hinkelammert en Sobre ídolos y
sacrificios. René Girard con teólogos de la liberación (H. Assmann ed.),
San José de Costa Rica 1991, 43.
17. Como se ve, y volveremos sobre esto, la maldición
en este caso viene Ade la Ley@ y no Ade Dios@.
18. J. L.
Martyn, Galatians (AB 33A), Doubleday 1998, 319.
19. Así lo entiende H. Schlier, La carta a los
Gálatas, (BEB 4), Salamanca 1975, 163
20. AGal 3,13 y 2 Cor 5,21 son pasajes
en los que Pablo desarrolla el significado expiatorio de la muerte y pasión de
Jesús con la ayuda de un modo tipológico de pensamiento. El primero representa
el efecto liberador del acto de salvación, análogo a la redención de un esclavo
(...) El uso de las palabras eulogía y epaggelía muestra intrínsecamente que el
uso de hyper hêmôn aquí es >en nuestro favor=... >en nuestro lugar= (palabra que
tendrá sentido bautismal)@, Reisenfeld, hyper TDNT VIII, 509 (cf. 512); de modo semejante H. Patsch en EDNT
III, 398. Nos detenemos brevemente en esto porque la muerte de Jesús Apor nosotros@ ha sido muchas veces leída en Aclave dolorista@: Anosotros matamos a Jesús@ cargando culpas en las conciencias y eximiendo de su real
culpa a los Caifás y Pilatos... Así lo afirma asimismo B. Ferraro: ALas primeras comunidades retomarán los textos de las
Escrituras para hacer frente a las interpretaciones de los poderosos que veían
a Jesús como impuro, pecador, blasfemo, agitador. Los textos del Nuevo
Testamento, sobre todo Lucas y Juan, hablan de la muerte de Jesús como una >muerte por...= (Hyper, en griego). Una muerte por
solidaridad. Una muerte para defender la justicia@, en Sobre ídolos y sacrificios, 44.
21. A.
Vanhoye, APensée théologique et qualité rhétorique en Galates 3,1-14", en The
Truth of the Gospel (Galatians 1,1-4,1) J. Lambretch (ed.), Monographic
Series of ABenedictina@. Biblical-Ecumenical
Section 12, Rome 1993, 114.
22. El término es propio del lenguaje comercial, y
puede referir a la compra de bienes, o particularmente de esclavos para ser
liberados. El uso del aoristo refiere a una acción puntual del pasado: la cruz
de Jesús ha producido tal rescate, la liberación de lo que esclaviza.
23. A. Pitta, Lettera ai Galati, (Scritti
delle origini cristiani 9), Bologna 1996, 190.
24. R. Aguirre, ASociología de la cruz en el Nuevo
Testamento@ en La mesa compartida,
(Presencia teológica 77), Bilbao 1994, 183.
25. Cf. B. Malina, El mundo del Nuevo Testamento.
Perspectivas desde la antropología cultural, Verbo Divino 1995, 45-83.
26. W.
Schrage, Der Erste Brief an die Korinther (1 Kor 1,1-6,11), (EKK VII/1),
Neukirchener 1991, 254.
27. R.
Bultmann, Theologie des Neues Testaments, Tübingen, 1958, 179.
28. I. Fulkes, Problemas pastorales en Corinto.
Comentario exegético pastoral a 1 Corintios, San José, Costa Rica, 1996, 100.
29. Así F. F. Bruce, citado por P. O=Brien, Commentary on Philippians, (NIGTC), Eerdmans
1991, 231; Ala misma palabra >cruz= debe removerse no sólo de la
persona del ciudadano romano, sino de su pensamiento, sus ojos, sus oídos@, Cicerón.
30. A)Cómo se puede conciliar la existencia de Jesús así
definida [existencia escatológica en la que triunfaba el poder del amor] con el
hecho histórico de su muerte violenta? La suerte de malhechor sufrida por el
narrador de parábolas )no desmiente la relevancia
escatológica de lo narrado por él y, en consecuencia, la verdad escatológica de
su existencia? )Su ajusticiamiento en la cruz, no
es un indicio claro de la impotencia del amor y de la prepotencia del mundo
operativo? El hecho de la muerte violenta de Jesús, )no viene a confirmar la norma de lo real según la
cual el sufrimiento es consecuencia de la mala acción (cf. Gal 3,13b en
conexión con Dt 21,23)? El kerigma pascual contradice el veredicto latente en
estas preguntas, dando a conocer que justamente la impotencia del Crucificado
responde a la esencia del amor. El kerigma pascual presenta la muerte especial
de Jesús como la expresión más radical de la autoalienación del amor. En la
muerte de Jesús se manifiesta de qué es capaz el amor...@, W. Harnisch, Las parábolas de
Jesús, (BEB 66), Salamanca 273-274.
31. G. Barbaglio, Dios, )violento?, Verbo Divino 1992, 215.
32. J.
Schneider, staurós, TDNT 7,575.
33. Cf. J.
Gnilka, Der Philipperbrief, (HThKNT X 3), Herder 1987, 124; G. Fee, Paul=s letter to the
Philippians (NICNT), Eerdmans 1995, 217.
34. J. D. G. Dunn, The Theology of Paul the
Apostle, Edinburgh 1998, 207-233: AEsta es la Buena Noticia del
Evangelio de Pablo: quienes se identifican con Cristo en su muerte son salvados
de morir su propia muerte como resultado de su supervivencia del pecado.
Identificándose con Cristo en su muerte, la muerte que experimentan es su
muerte. La muerte es inevitable (2 Cor 5,14) pero por virtud de compartir su
muerte, ni la muerte ni el pecado tienen la última palabra@, 223.
35. Nos movemos en el mismo terreno que en el Jesús
histórico, y de allí hemos tomado la analogía. Profundizar en la figura
histórica de Jesús ayuda a impedir que sea manipulado o domesticado.
36. R. Aguirre, ASociología de la cruz@, 187.
37. B. S.
Davis, The Meaning of proegrafê in
the Context of Galatians 3,1" NTS 45 (1999) 211.212.
38. De allí que muchos interpreten que el texto está
en polémica con el Agrupo de Apolo@. No es improbable que la Aelocuencia@ de Apolo haya sido desencadenante del tema Asabiduría@ en esta parte de la carta, pero
creemos que Pablo no enfrenta a un grupo sino al hecho de que haya grupos en la
comunidad.
39. Es muy importante tener en cuenta este Amovimiento@ de la pedagogía divina, que se Aabaja@ para Aelevar@, que usa medios y destinatarios Adébiles@ para manifestar su Afuerza@. Si solamente nos quedáramos en el
Aabajamiento@, o en la debilidad-pobreza estaríamos dándole la razón a
Nietzche y su crítica a una Amoral de esclavos@. Aquí hablamos de uno que nos enriquece con su pobreza,
fortalece con su debilidad y eleva con su abajamiento. La paradoja es evidente,
pero lo chocante del primer paso no debe hacernos perder de vista el segundo
término del movimiento.
40. W. Schrage, Der erste Brief an die Korinther,
217 (el título en pág. 203).
41. W. Schrage, Der erste Brief an die Korinther,
221 (las citas pertenecen a J. Moltmann y a G. Gutiérrez).
42. Con una cierta frecuencia se encuentran en los
escritos paulinos los verbos a los que incorpora la preposición con
señalando la presencia de la obra escatológica de Cristo en la vida del/de los
cristiano/s: AAquí el Bautismo es de
significación decisiva (...) Pablo ha contrastado a Cristo como el Segundo Adán
con el Primer Adán, representando cada uno una persona corporativa (...) La
unión del individuo con la persona corporativa de Adán se efectúa por el nexo
de procreación y nacimiento, cuando la unión con Cristo es traída por el
Bautismo@, Grundmann, syn-metá/, TDNT VII, 789.
43. L. Perry
Akli, The Pauline concept of Baptism and New Life in Christ. The
dynamics of Christian Life According to St. Paul, Rome 1992, 55
44. G. Fee,
Paul=s letter to the Philippians, 174-229, esp.
198-210.
45. Así lo señala, por ejemplo, R. Fabris en su
reciente Paolo. L=Apostolo delle genti, Roma 1997.
Pone en paralelo el viaje de Pablo a Jerusalén con el viaje de Jesús, tan
importante en Lucas: Aprimera fase de su pasión (de
Pablo)@ 430; Acomo el proceso de Jesús, también el de Pablo se ha abierto@ 466...
46. Esto se remarca claramente al referirse a los Afariseos y herodianos@ (3,6) que se confabuilan para
matarlo, grupo que sólo volvemos a encontrar en el contexto de la pasión
(12,13).
47. Cf. J. Ernst, Il Vangelo secondo Marco II,
Brescia 1991, 375.
48. Así L. Schenke citado por R. Pesch, Il vangelo
di Marco I, (CTNT II/1) Brescia 1980, 113
49. Los números entre paréntesis responden a la
página del citado artículo AEl pueblo crucificado@.
50. J. Sobrino, ALos pueblos crucificados, actual
siervo sufriente de Yahvé@, Christus 3 (1991) 35-37, artículo
escrito a la memoria de I. Ellacuría.
51. El autor, en realidad, está respondiendo a
objeciones de Balthasar. Dudamos muy seriamente que los orígenes de la Teología
de la Liberación sean veterotestamentarios. Aunque la tipología del éxodo lo
sea, la liberación es esencialmente neotestamentaria. Nadie que haya leído a G.
Gutiérrez sin prejuicios, por ejemplo, podría afirmarlo. La idea de Acrucificado@, evidentemente, debe remontarse al
Nuevo Testamento, aunque elementos del Antiguo Testamento ayuden en su
relectura. Sólo Marción diría que tal relectura es veterotestamentaria.
52. J. Sols Lucia, El legado de Ignacio Ellacuría,
para preparar el decenio de su martirio, Cuadernos Cristianisme i Justicia
86 (noviembre 1998) 21-22.
Publicado originalmente en “El
pueblo crucificado. Aspectos bíblicos”, Proyecto 33 (1999) [en Homenaje
a Ignacio Ellacuría] 115-141
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