Los (más de) 100 días de Francisco (*)
Eduardo
de la Serna
Suele decirse que a un
presidente electo le dan 100 días para que se acomode: la oposición no se opone
demasiado y no se le ponen demasiadas trabas; después empieza el baile. Digamos
que esto no siempre es así, no con la oposición argentina, y también que no hay
oposición en la Iglesia; pero es bueno mirar los primeros 100 días del papado
de Francisco.
Ya desde el final de Pablo
6º (¿1968?) la Iglesia empezó a vivir un fuerte invierno que se fue agudizando
con los papas siguientes; mirando esto, es evidente que la elección de
Francisco suscitó un cambio. Ironizando, suelo decir: “¡qué mal estábamos que resulta
sorprendente que el Papa diga ‘buenas tardes’!” Resulta patético escuchar a
algunos –como el predicador de la “Casa Pontificia”, que lo era ya desde Juan
Pablo– hablar de “esperanza”. ¿Qué de negativo pasaba antes, que ahora se habla
de “esperanza”? Él era voz vaticana, ¿no decía nada antes? La obsecuencia es
habitual en ámbitos de poder. El periodista colombiano Daniel Samper, con su
ironía habitual, dice que “si se trata de tener zapatos negros y pagar el
hotel, debo decir que también yo tengo perfil papal”. Pero es indudable que
¡tan mal estábamos! que esos gestos son llamativos, ¡y agradables! Pero, ¿qué
ocurrió en el Vaticano en estos 100 días?
Casi podríamos decir que
por ahora ¡nada! Veamos: dos grandes problemas, la curia y el banco vaticano (IOR),
todavía no han sido tocados. En estos casos el Papa convocó una comisión para
analizar, proponer y –eventualmente– reformar. Un grupo de ocho cardenales de
diferentes regiones del mundo se reunirán con Francisco del 1 al 3 de octubre
por la reforma de la Curia. Se supone que ya están trabajando, pensando y
elaborando propuestas, pero hasta esa fecha no se ha de esperar demasiado de
esta necesaria y urgente reforma. El IOR requiere transparencia y por ahora se
han aceptado renuncias, no se tapó la investigación sobre algún monseñor y el
Estado Vaticano firmó acuerdos para una adecuación a los criterios de la
Comunidad Europea. Un paso en el sentido correcto si es que el Vaticano tiene
que tener un Banco. En lo personal no me parece sensato, y quizás tampoco
evangélico, que el Vaticano tenga un Banco, y ni siquiera que sea un Estado.
Con respecto a los
gravísimos casos de pederastia, el Papa Benito ya había dado buenos pasos que
Francisco parece querer continuar. Es de esperar que ningún pederasta más sea
escondido o disimulado dentro de las estructuras eclesiales. Quizás se podría
dar todavía más pasos, pero la disposición a sancionar pederastas parece
evidente.
Muchas otras cosas podrían
señalarse de los 100 días, pero en lo personal quisiera señalar algunas: un
buen número de frases agradables no configura necesariamente un proyecto
eclesial. Algunas reformas necesarias –como la de la Curia– requieren tiempo,
pero también es cierto que Perón decía que si querés que algo no avance, hay
que crear una comisión. El tiempo dirá. Pero en lo fundamental, no me parece
que el tema sea si se trata de un buen o mal Papa, porque los papas pasan, y el
Papado queda. En lo personal creo que hay que reformar de raíz el papado mismo.
Qué, cómo, para qué es el papado. Y en este sentido, seguimos esperando.
(*) publicada en el diario
Tiempo Argentino el 21 de julio de 2013 (http://www.infonews.com/2013/07/21/mundo-87331-los-mas-de-100-dias-de-francisco.php)
Foto tomada de http://blogs.periodistadigital.com/patiosalesiano.php/2013/04/07/los-zapatos-del-papa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario