miércoles, 12 de junio de 2013

La Idolatría en 1 Corintios


La idolatría en 1 Corintios ¿una clave de interpretación? (*)



Eduardo de la Serna




            Un reciente artículo de Luis H. Rivas sobre la exégesis y la teología me inspiró a profundizar, ampliar y -quizá- mejorar un viejo trabajo sobre cómo Pablo enfrenta un modo de “hablar de Dios” (teo-logía) en una de sus comunidades más complicadas, Corinto.[1] En su artículo, Rivas empieza y termina con la clásica expresión de León XIII sobre la Biblia como alma de la teología”. No está de más recordar que Juan Pablo II, al invitar a toda la Iglesia a un serio examen de conciencia se preguntaba “¿en qué medida la Palabra de Dios ha llegado a ser plenamente el alma de la teología?” (TMA 36). Ciertamente parece que estamos muy lejos de haberlo logrado, y la Sagrada Escritura parece más de una vez una excusa para afirmar lo que de antemano hemos decidido decir (dicta probantia), o un simple momento narrativo de la teología. “Al principio no fue así” -anota Rivas- y remite a la era Patrística. Al presentar la tarea del exégeta-teólogo en la actualidad, Rivas dice:


“El exégeta también es un teólogo, así como el dogmático es un exégeta. El exégeta estudia el texto bíblico con lo que se ha dado en llamar «la precomprensión teológica»: se acerca a la Biblia como creyente, en una comunidad eclesial y dependiendo de una tradición. Su tarea no se limita a aplicar los métodos adecuados para lograr la explicación de un texto, sino que debe interpretarlo para el hombre de hoy, y esta es tarea de teólogo. Si ha debido hacer el recorrido «regresivo», no terminará de cumplir su función hasta que haga el recorrido «progresivo» desde el texto hasta el hombre contemporáneo. El recurso a los modernos métodos de interpretación y aproximación al texto bíblico, así como la aplicación de una hermenéutica en el sentido que el término tienen en la actualidad, son los pasos que hoy se indican para una correcta exégesis en orden a «poder actualizar correctamente el mensaje de los textos y nutrir la vida de fe de los cristianos»”.[2]


            Desde hace ya tiempo, particularmente en América Latina, se ha reflotado el tema de la idolatría en la reflexión teológica. Ya desde G. Gutiérrez en su clásica “Teología de la Liberación”, y su planteo de que la teología no puede estar separada de la vida, en coherencia con la tradición patrística -como afirma Rivas- o con posteriores planteos como los de von Balthasar, la teología se plantea como “acto segundo”, como reflexión a la respuesta “práxica” de la fe y la vida a la palabra de Dios. Por eso se ha planteado la teología como “espiritualidad”.[3]  Pero, precisamente por esto, desde los inicios de la reflexión teológica, se ha pretendido "liberar la teología" de toda imagen distorsionada de Dios. Es más, si desde D. Bonhöffer en Europa se ha planteado dar una respuesta teológica a la pregunta "¿cómo hablar de Dios en un mundo adulto? (die Mündigkeit der Welt)",[4] muchos, y en primer lugar J. L. Segundo, han sostenido que en América Latina el problema no es el ateísmo, sino la idolatría.[5] Esto fue, luego, elaborado y reflexionado en diferentes trabajos, e incluso aceptado por la Conferencia Episcopal Latinoamericana reunida en Puebla (1979).[6]

           

            Evidentemente, decir idolatría, supone para quien habla o escribe, un punto de partida: una "ortodoxia", un reconocimiento de la falsedad de una/s divinidad/es, lógicamente diferente del punto de partida de otros, que reconocerán aquella/s divinidad/es como en la que es sensato con-fiar. En su acepción común supone un juicio religioso sobre otras formas religiosas. Lógicamente, entonces, el "culto" (latría) a una divinidad diferente a la que posee quien habla o escribe es -para él- el "culto a un ídolo".

            Un ejemplo interesante de lo dicho lo encontramos en 1 Corintios, en la unidad dedicada a la carne y los “ídolos”: un pagano se dirige a un cristiano y le ofrece hierothytón -“carne ofrecida/sacrificada a lo sagrado”-, término que aparece por única vez en la Biblia (1 Cor 10,28), mientras Pablo y otros textos (Hch, Ap) prefieren hablar de "carne sacrificada a los ídolos" (eidôlothytôn; 8,1.4.7.10; 10,19). Parece que, para los "paganos" esa carne sacrificada, los lleva a entrar en comunión con lo sagrado (hieros); en cambio, para Pablo -desde un diferente punto de partida- esa carne lo llevaría a entrar en comunión con los “ídolos”, puesto que no hay más que un Dios. Sobre este texto volveremos más adelante.


            La palabra idolatría, evidentemente, se refiere a algo "negativo" y se dirige a los que comparten el mismo punto de partida del que la pronuncia (en este caso, Pablo), no a los "otros", a los que tienen un diferente "punto de partida". Es decir: se dirige a cristianos, no a "paganos"; por lo tanto, al decir "ídolo" se parte del mismo punto de partida y un mismo criterio frente a lo divino. Lógicamente un "pagano" no aceptaría que se diga que lo suyo es un ídolo sino que es un "Dios", algo sagrado (hieros). De hecho, los escritos bíblicos, y en nuestro caso los escritos paulinos, se dirigen a quienes tienen el mismo "punto de partida", la fe.


            Los diferentes diccionarios bíblicos señalan el origen y evolución del término, y los diferentes términos hebreos que son interpretados con el término griego eidôlon [7].No es eso lo que nos interesa ver aquí. Queremos descubrir en qué medida es importante la idolatría en la comunidad de Corinto, y por lo tanto en la interpretación de la primera carta a los corintios. Vamos a proponer que el tema de la idolatría es una clave de lectura para 1 Cor y por lo tanto, indispensable para comprender esta carta.


            Desde un punto de vista meramente estadístico la raíz eidôl— no aparece en los evangelios, y lo encontramos en los escritos de las escuelas joánicas y paulina. Mientras aparece una vez en 1 Jn 5,21 y cinco en el Apocalipsis (2,14.20; 9,20; 21,8; 22,15), lo encontramos cinco veces en escritos de cierta influencia paulina (1 Pe 4,3; Hch 7,41; 15,20.29; 21,25) y veintiuna veces en los escritos paulinos (y deutero-paulinos): Rom 2,22; 1 Cor 5,10.11; 6,9; 8,1.4 (x2).7 (x2).10 (x2); 10,7.14.19 (x2); 12,2; 2 Cor 6,16; Gal 5,20; Ef 5,5; Col 3,5; 1 Tes 1,9. Como se ve, mientras lo encontramos una vez en cada una de las citadas cartas paulinas (6 veces), en 1 Cor, lo encontramos nada menos que ¡15 veces! Evidentemente el tema es importante en esta carta.


            No hemos de dar a cada pasaje de esta epístola una importancia semejante; ciertamente no la tienen. Hay textos que son referencias al A.T., o relecturas de los mismos (1 Cor 10,7; cfr. Hch 7,41), o textos que refieren a divinidades extranjeras concretas, "personales" (lo que se ve claramente en los textos referidos a la comida sacrificada a los ídolos [eidôlothytôn] como en 1 Cor 8,1.4.7.10, cfr. Hch 15,20.29; 21,25; Rom 2,22), o referencias a la idolatría en los "catálogos de vicios" (1 Cor 5,10-11; 6,9; cfr. Ga 5,20; Ap 21,8; 22,15). Sin embargo, solamente al leer que kaì tên pleonexían, hêtis estin eidôlolatría ("y la avaricia, que es una idolatría": Col 3,5; cfr. Ef 5,5) podemos afirmar que esto demuestra posible entender el tema en un sentido amplio, no sólo "personal": si la avaricia es una idolatría (y, es evidente en este caso que no se refiere a una divinidad extranjera, como es el caso de Mamón de Mateo y Lucas) está usando el término en un sentido importante para nuestro trabajo: no enfrenta "otro punto de partida" sino desde un "punto de partida" común (ortodoxia) cuestiona una vivencia que lleva a una cierta manera de "dar culto" a adversarios de Dios (una heteropraxis). Pero dejemos hablar a los textos, y veamos en qué sentido el tema de la idolatría puede ser un tema clave para interpretar la Primera Carta a los Corintios.


            Entendemos, en este trabajo, por ídolo todo aquello que ocupa el lugar del Dios judeo-cristiano en la vida de los pueblos, sociedades, comunidades o individuos. Lógicamente, el "culto" debido a este Dios y dado a los ídolos (ídolo-latría) será convertir en rival de Dios lo que de hecho, aunque fuera bueno, es sólo creatura. Notemos, además, que el tema de la idolatría (a pesar del uso de “latría”) no parece que deba restringirse al "culto" (por eso lo hemos puesto entre comillas); será la vida -que también es culto; cf. Rom 12,1-2: tên logikên latreian hymôn- la que es "consagrada" a determinado ídolo, pero esto no necesariamente queda restringido al ámbito cultual. Como se ve, no intentamos hablar de las divinidades extranjeras desde la misma existencia "extranjera" sino desde la existencia "cristiana", desde "cerca", no desde "lejos" (1 Cor 5,12; Ef 2,17; cfr. Is 57,19). Tampoco pretendemos profundizar los diversos aspectos que el término supone: sacrificios, lugar de culto, ministros, dones, víctimas, aunque brevemente lo mencionaremos en la conclusión. Nos interesa analizar las actitudes cristianas que terminan -aunque más no sea en la praxis- idolatrando realidades y por lo tanto restándole a Dios algo que le es debido, sea porque es dado a otro o porque no le es dado en plenitud. En ese sentido se transforman en rivales de Dios.

            Siguiendo a J. L. Sicre, que en su tesis doctoral presentó las riquezas y las potencias extranjeras como “Dioses olvidados”, y retoma el tema en su presentación del “Profetismo en Israel”,[8] debemos notar que por ídolo no sólo se ha de entender una divinidad extranjera (primer mandamiento), sino también poner la confianza, la seguridad, en lo que no es Dios (cf. Job 31,24), como también manipular a Dios (segundo mandamiento), no “dejar a Dios ser Dios”, diríamos hoy. Tengamos esto en cuenta para profundizar la idea de la idolatría como problema en la comunidad de Corinto.



                                Presentación de la Carta "primera" a los Corintios


            Es sabido que la llamada "primera" carta a los Corintios es (por lo menos) la segunda (cfr. 1 Cor 5,9). A su vez, muchos autores han propuesto dividir la actual 1 Cor en varios fragmentos que, originalmente, constituirían -conjuntamente- con 2 Cor las -o algunas de las- varias cartas a los corintios que aparecen como perdidas; pero esta postura pierde adeptos día a día. Hemos presentado nuestra propuesta sobre esto en otra parte,[9] donde sosteníamos que la actual 1 Cor fue compuesta por el mismo Pablo en dos etapas (seguramente no muy distantes en el tiempo). Sea esto correcto, o estemos frente a una carta uniforme, de todos modos parece posible presentar la siguiente estructura de la carta. Partiremos de esta propuesta para referirnos más adelante a nuestro tema. Las unidades en las que parece posible dividir la carta son las siguientes:


                        I.- Problema de los "partidos" corintios (cap.1-4)

                        II.- Problemas morales (cap.5-6)

                                   1. el incesto

                                   2. los tribunales del imperio

                                   3. la prostitución

                        III.- Respuesta a las primeras preguntas formuladas (cap.7):

                                   1. matrimonio

                                   2. virginidad

IV.- Respuesta a la pregunta sobre la carne inmolada a los ídolos y problemas sobre la autoridad de Pablo y la Cena (cap.8-10)

                        V.- Problemas de asamblea (cap.11)

                                   1. Las mujeres

                                   2. La Cena

VI.- Respuesta a la pregunta por los espirituales y problema de una “escala de valores” (cap.12-14)

                        VII.- Problemas frente a la resurrección (cap.15)

                        VIII.- Respuesta a la pregunta sobre la colecta y sobre Apolo (cap.16)


            Nuestra propuesta sostenía que Pablo responde a una carta enviada por los corintios (1º etapa; cada respuesta está introducida por la fórmula “con respecto a...”, perì dè...), pero al enterarse oralmente del agravamiento de la situación, en un segundo momento, enfrenta los problemas que ha escuchado (2ª etapa). En la estructura que destacamos más arriba, estos dos momentos quedan reflejados en los títulos presentados como "respuesta" (1ª etapa) y "problema/s" (2ª etapa).

            Como puede verse por la estadística de citas presentadas más arriba, el tema de la idolatría lo encontramos explícitamente referido en las unidades que hemos señalado bajo los puntos II, IV y VI:


            En el primero de los casos (5,10.11; 6,9), las tres referencias las hallamos en lo que se ha llamado "catálogos de vicios"; en el segundo (8,1.4.7.10; 10,7.14.19), el contexto es el de la carne inmolada a los ídolos, mientras que en el tercero se refiere brevemente, pero en un lugar clave -como veremos- al pasado "pagano" de los corintios (12,2). Deberemos analizar estos textos antes de preguntarnos si el tema está también implícito en otras partes de la carta.



                                                  Citas explícitas sobre los ídolos


1 Cor 5-6


            Señalamos recién que la unidad 5-6 es una unidad caracterizada por cuestiones morales. De hecho se plantean tres conflictos frente a los cuales Pablo debe intervenir: un caso de inmoralidad (porneia) por incesto (A), el recurso a la justicia (B) y la actitud frente a las prostitutas (pornê) (A’). No es, entonces, de extrañar que en esta unidad Pablo ubique dos catálogos de vicios (5,11; 6,9-10, cfr. 5,10).[10]


            Estos "catálogos" son listas de pecados (o de virtudes, en otros casos) que empezaban a ser frecuentes en el mundo greco-judío, griego y cristiano; en la literatura apócrifa, por ejemplo, pueden verse ejemplos en el Testamento de los 12 Patriarcas: TestRub 3,2-8; TestLev 14,5-8; TestJud 16,1; TestGad 5,1-2; TestAs 2,5; 5,1; TestBen 6,4; en la Asunción de Moisés 7; Baruc (gr) 4,17; 8,5; 13,4; En (et) 91,6-7; Jub 21,21; 23,14. Veamos –por ejemplo- el texto de Baruc, donde encontramos también una referencia a los ídolos/idolatría como "vicio" dentro del "catálogo":


"Y Baruc dijo: «-Señor, ¿por qué están esos rayos descendiendo del cielo?» Y el ángel me dijo: «Por la visión de la ilegalidad e injusticia de los hombres cometiendo fornicación, adulterio, hurtos, robos, culto a los ídolos, dados a la bebida, asesinatos, discordias, celos, difamaciones, murmuraciones, habladurías, adivinaciones y otras cosas que son inaceptables para Dios»" [Bar (gr) 8,5]


            De hecho, el Nuevo Testamento, con excepciones (Juan, por ejemplo) está lleno de estos catálogos. Los catálogos judíos, señalaban particularmente los pecados que caracterizaban a los paganos como consecuencia precisamente de la idolatría. El acento en lo sexual radica en que este era "el" pecado que culturalmente los judíos atribuían a los paganos. Y estos pecados "de los paganos" tienen su raíz en el culto a los ídolos.[11] Los catálogos judíos de virtudes, en cambio, tienen su raíz en la Ley y su cumplimiento.


            Esto no significa que el catálogo de vicios ronde siempre lo sexual. La avaricia (pleonexia) a la que hicimos referencia más arriba, por ejemplo, aparece junto a la idolatría en los catálogos de 5,11 y 6,10, Rom 1,29 y Mc 7,22. Lo que nos interesa, por ahora, es señalar que hay pecados que son característicos de los paganos. Ahora bien, el contexto de 1 Cor 5-6 cuando se refiere a los paganos anota que a ellos “los juzgará Dios” (5,12-13a), pero esas cosas son intolerables dentro de la comunidad cristiana; de hecho ese es el sentido de los catálogos de vicios: que en la comunidad creyente no se repitan los pecados que se ven en “los de afuera”. El problema que preocupa a Pablo es el que "llamándose hermano vive de esa manera" (5,11). Algo semejante plantea ante los casos de injusticia en 6,1-11, “son ustedes los que obran la injusticia” (v.8) y al presentar a esta en el catálogo afirma: “tales eran algunos de ustedes” (v.11).

            La referencia a los ídolos, en este caso, es referencia al culto que se les da a ellos, ya que es presentado como heidôlolatrai. Si los "paganos" viven así, es algo de lo que Dios se ocupará; pero si así viven los cristianos, puede indicar que han vuelto al pasado, o quizá implique que están cayendo en algo que podríamos llamar "idolatría práctica".[12] Es obvio que este "vicio", como otros más, es característico de los paganos pero es inconcebible en la comunidad cristiana; el tema está en que al presentarlo a cristianos (a los que se llaman "hermanos"), eso parece demostrar que determinados "vicios" estaban "presentes" en la vida de la comunidad. El primero de los dos catálogos, lo encontramos en el contexto de un pecado sexual: uno vive con la mujer de su padre; recurriendo a una imagen tomada de la liturgia pascual, Pablo destaca que si uno vive de esa manera, corrompe a toda la comunidad. No podemos dejar de notar que lo que Pablo cuestiona principalmente, en este caso, no es el hecho incestuoso en sí, sino que la comunidad, frente a este hecho ande hinchada (fysioô, 5,2). Como veremos, hincharse es propio de los corintios, de su mirarse a sí mismos. ¿A qué se debe la “hinchazón”? Es muy probable que los corintios (o algunos en la comunidad), se “jacten” de tener “¡tal libertad que «hasta eso» tenemos! y no es problema para nosotros”; “todo nos es lícito” (6,12). "Algo huele mal en Corinto".


1 Cor 8-10


            La referencia a los ídolos en esta unidad, aparece en el contexto de una consulta hecha por carta a Pablo por los corintios (cfr. 7,1). Nuevamente el contexto es el del culto; en este caso la comida de la carne inmolada, sacrificada a los ídolos. Esta carne podía adquirirse en el mercado (cf. 10,25), y por lo tanto, comerse en cualquier casa de familia (cf. 10,27); y también podía comerse en el templo (cf. 8,10).[13] El planteo que hacen al Apóstol es si al comerla se está obrando bien o no.[14] Un grupo -los de conciencia débil- entiende que obra mal, y por tanto comer esta carne los escandaliza porque creen idolatrar; otro grupo -los comentaristas suelen llamarlos “los fuertes” -[15] sostiene que no, puesto que no hay más que un Dios y no existen los ídolos, por lo tanto, la carne puede comerse sin problemas. Un slogan de los corintios “fuertes” parece ser el punto de partida de esta cuestión: "el ídolo no es nada en el mundo" y "no hay más que un Dios" (8,4). Varias veces cita Pablo, en la carta, slogans de los corintios,[16] pero lo hace para corregir algún punto de sus planteos (el “slogan” suele ser acompañado por algún término o desarrollo que lo limita o relativiza). El punto de partida es correcto, de hecho es cierto que "todos tenemos ciencia" -8,1 (aunque, cf. 8,7); probablemente otro slogan corintio-; pero lo que se debe corregir es un error en la "escala de valores": lo que importa más que la ciencia es el amor: "la ciencia (gnôsis) hincha, el amor edifica".


            "Hincharse", término que ya hemos encontrado en 5,2, es algo que es característico de los corintios (4,6.18.19; 5,2; 8,1; 13,4; 2 Cor 12,20). El término (fysioô) sólo aparece en Col 2,18 fuera de las cartas a esta comunidad. Es semejante a "jactarse", aunque uno puede "jactarse" bien: por ejemplo si “se jacta en el Señor” (1,31; cfr. 2 Cor 10,17). "Hincharse", en cambio, es siempre jactarse mal, creerse más, es mirarse a sí mismo, es “pavonearse”. En este caso, es todo lo contrario de "edificar" (oikodomeô), otro término frecuente en Pablo, y particularmente importante en estas cartas: la raíz oikod— la encontramos 3 veces en Rom, 1 en Gal, 4 en Ef , 1 en 1 Tes y ¡15 veces! en 1-2 Cor. Es mirar, tener en cuenta, la comunidad, tener en cuenta al "hermano" y buscar su bien antes que el propio (cf. 1 Cor 10,33).


            Veamos la estructura de esta unidad 8-10:


            Comienza claramente (8,1) con perì dè que es indicio de una nueva respuesta a la carta de los corintios. Toda esta unidad termina con la referencia a “sea que coman, sea que beban, sea lo que hagan, hagan todo para gloria de Dios”; no sólo concluye aquí la referencia a la comida, sino que contrasta el “hincharse” de 8,1 con la “gloria de Dios” (10,31).[17]

            Esta unidad tiene las siguientes partes claramente delimitadas:


El término gnôsis es lexema dominante en el cap. 8 (1 [2x]. 7. 10. 11); del mismo modo, el término libre, eleútheros (1.19) y “tener derecho” exousían (4.5.6.12 [2x].18; cf. 8,9) conforman el cap. 9 (la unidad, además, finaliza –contrastando- con un hapax del NT: esclavizar, doulagôgô: v.27). El cap. 10 presenta dos partes, la primera (1-22) enmarcada por la comida-bebida,[18] comienza con el clásico vocativo hermanos. Dentro de esta, encontramos una homilía (1-13) y su aplicación concreta comenzada por un nuevo vocativo: queridos (14-22), y enmarcada por la palabra “copa” (16.21), y marcada por la koinônía (16 [2x].18.20), la segunda (23-30) comenzando por un slogan corintio, y repitiendo a modo de inclusión “no buscar su propio interés sino el de los demás” (24.33) con la conclusión (10,31-11,1): eite oun (“por lo tanto...”).


I. Respuesta a la carta de los corintios (perì dè) [8,1-13]

II. Apología paulina, apostolado y libertad [9,1-27]

III. La comida de la comunidad [10,1-22]

                        a. lo sucedido en el pasado, “hermanos” [10,1-13] (“en figura”)

                        b. lo sucedido en la actualidad, “queridos” [10,14-22] (“comunión”)

IV. Conclusión a la carta de los corintios [10,23-11,1] (“no buscar el propio interés”).


            Claramente Pablo empieza diciendo que aunque todos tengan ciencia, no todos tienen amor. De hecho, la "hinchazón" de los corintios los lleva a olvidar al hermano. Es más, en lugar de "edificar" la comunidad, afirma irónicamente que "los edifican para comer carne sacrificada a los ídolos" (oikodomêthêsetai eis to ta eidôlothyta esthiein, 8,10). El amor edifica al hermano, los "hinchados", en cambio, los están edificando para caer (skándalon), para perderse, para el pecado.[19] Por el "conocimiento (gnôsis) se pierde el hermano por quien Cristo murió" (8,11). Creen no pecar por comer pero de hecho pecan contra Cristo en el hermano ya que pecando contra el hermano se peca contra Cristo (8,12).


            Lógicamente, aquí el pecado no es la idolatría en cuanto acción cultual sino hacer caer a quienes creen que de hecho están dando culto a los ídolos; es un problema de conciencia (syneidêsis, v.7).[20] Pablo, intelectualmente, está de acuerdo con la ortodoxia de los "fuertes", lo que les cuestiona es su praxis; él prefiere hacer suya la praxis de los "débiles" (que parten de un principio con el que Pablo está teóricamente en desacuerdo: están "acostumbrados hasta ahora al ídolo", 8,7). Pero lo importante es edificar "al hermano por quien Cristo murió".


            Sin embargo, Pablo vuelve sobre el mismo punto en las dos unidades que encontramos en el cap. 10, y lo hace -en la primera- desde un enfoque aparentemente distinto -este es uno de los puntos que ha llevado a muchos autores a suponer en 1 Cor más de una carta; particularmente por la aparente diferencia  entre 10,21 y 10,27, o entre 8,4 y 10,19.[21] El tema sigue siendo la relación con los ídolos, pero lo hace en dos diferentes párrafos.[22]


            El primer uso -primera sub-unidad- aparece en el contexto de una relectura del Antiguo Testamento y los acontecimientos pasados del desierto. Pablo avanza su "breve homilía", o midras [23] de a pares: "no codiciar como codiciaron", "no fornicar como fornicaron", "no tentar como tentaron"...; curiosamente el único que no tiene el par correspondiente es el de la idolatría, ("no se hagan idólatras", v.7);[24] este punto se encuentra entre la invitación a no codiciar (epithymeô, v.6) y no fornicar (porneuô, v.8). Los que hacían todas estas cosas detestables que les merecieron la muerte fueron los “padres”, los antiguos judíos (“el Israel según la carne”, v.18), que a pesar de haber recibido en figura (vv.6.11) la Cena del Señor (v.3-4) y el Bautismo del Señor (v.2), eso no fue obstáculo a su pecado, y la consecuencia fue la muerte. Lógicamente, el centro de atención de la homilía de Pablo no son sus antepasados sino sus contemporáneos (v.11), los cristianos destinatarios de la carta. La mano liberadora de Dios, y su providencia en el desierto, no fueron obstáculo al pecado; lo mismo ocurre con las cosas que hacen "hincharse" a los corintios: ellos deben recordar que participar del mismo Bautismo y de la misma Cena no implica estar definitivamente en comunión con Dios: Estamos ante una “exagerada confianza en los sacramentos”,[25] la “unidad de la securitas sacramental y pneumática”.[26] Por eso dice Pablo: “el que crea estar de pie, cuide de no caer” (10,12) ¿en ese caso, eso no sería hacerse un ídolo?[27] (cfr. 11,30). Nos parece válido afirmar que la “idolatría se trata de pretender controlar a Dios”.[28]


            La referencia de Pablo a la idolatría viene acompañada de una cita bíblica (la única explícita de la unidad).[29] Como es lógico por el contexto del éxodo, la cita es del acontecimiento idolátrico del desierto: el becerro de oro. Pero parece que dentro del mismo texto del becerro, se podrían haber elegido otras citas más claras en referencia al rechazo de la idolatría, pero esta que Pablo elige (Ex 32,6b) hace expresa referencia al "comer y beber" que es el punto en cuestión (por la referencia “eucarística”, y la referencia a la comida de carne ofrecida a los ídolos), de allí que la encontremos aquí.


            En cambio, el término "jugar" (en hebreo tshk; en griego paízô) se presta a diversas interpretaciones ya que puede referir tanto a juegos sexuales (como lo han interpretado muchos rabinos; de hecho, en Gn 26,8 el sentido del término es evidentemente erótico), o a las danzas rituales (cfr. 1 Sam 18,7; 2 Sam 6,5.21; 1 Cr 13,8; 15,29; como lo interpreta Calvino).[30]


            Lo importante es que -y la cita bíblica viene a reafirmarlo- Pablo intenta hacer en esta unidad una relectura midrásica del acontecimiento bíblico de la idolatría del Pueblo de Dios; y esto es “figura” de lo que hoy parecen repetir los cristianos en su vida práctica.


            Las siguientes referencias a los ídolos están en la segunda sub-unidad de este capítulo; ahora más expresamente referido a la comida y la carne inmolada a los ídolos del presente (v.19). El tema es la comida y la bebida, con lo que de la carne inmolada se pasa a un nuevo contexto, más cercano a la Eucaristía (la palabra "copa" se repite al principio y al final de la unidad encerrándola en una inclusión, vv. 16.21). La comida común nos hace entrar en unidad con el Señor al participar de la "copa de bendición"; somos un cuerpo al entrar en comunión con el cuerpo del Señor (como vimos, el tema eucarístico ya fue preparado "en figura" en la sub-unidad anterior).[31]

            La comida de carne sacrificada a los ídolos tiene una doble dimensión: por una parte los ídolos, en cuanto divinidades, no existen; pero sí existe la comida. En cuanto “entidad” son “construcciones sociales” (para usar categorías modernas y posmodernas)... de todos modos “la realidad de las construcciones sociales significa que la idolatría envuelve participación comunitaria”.[32] Entonces, ¿a quién se ha sacrificado? Si los ídolos no existen, lógicamente se ha sacrificado a los demonios, que son los adversarios concretos del único Dios [sólo aquí refiere el Apóstol a los "demonios" (daimoniois)][33]. Con esto, Pablo se acerca a la lectura judía que identifica "ídolos" y "demonios".


            El tema ya había sido presentado en Dt 32,16-17.21 (texto al que Pablo está aludiendo), y más tarde será releído por LXX [allí donde el TM de Sal 96,5 habla de dioses paganos (’elohi), la traducción griega habla de demonios (daimonia)]; cfr. Sal 105,37 (LXX); Is 65,3.11 (LXX); Bar 4,7; 1 Hen 19,1; Jub 1,11. Algunos autores proponen aquí una diferente lectura frente al tema de la idolatría: los corintios una visión más cercana al judaísmo helenista, una lectura “iluminada”, Pablo, en cambio, una más cercana a la apocalíptica.[34]


            Acá es dónde presenta un tema típico del rechazo bíblico a la idolatría: los celos de Dios (v.22; cf. Ex 20,5; 34,14; Dt 5,9; 6,14-15; etc.). El Dios que exige exclusividad no acepta ser compartido; la mujer que Él ama (Israel) no puede andar tras otros dioses; eso es prostitución -la imagen se hace más fuerte si el tema veterotestamentario tiene su origen en la prostitución sagrada- e infidelidad. Toda esta unidad -como dijimos- remite a Dt 32, hasta el punto que algunos piensan que 10,14-22 es “una suerte de midrás de Dt 32,15-31”.[35] Las semejanzas entre ambos textos son evidentes: en el canto de Moisés hay alusiones a “la roca” (vv.15.18), al pan y el vino (v.14), a los padres (v.17), los celos de Dios (parazêlô, v.21), los ídolos (‘blim / eidôlois, v.21), el kyrios (v.19)[36]. Como se ve, y aunque no entremos en un completo análisis de la perícopa, es evidente que parece haber una clara diferencia entre lo que Pablo afirma en 8,1-13 y 10,23-30 con lo que sostiene en 10,1-22. Como hemos señalado, algunos autores han propuesto que ambas pertenecen a diferentes cartas -aunque no se entiende la diferencia si el autor es el mismo; de allí que algunos (L. Cope)[37] propongan 10,1-22 como una adición post-paulina-, nosotros hemos sostenido -como hemos dicho- la posibilidad de que la carta haya sido compuesta en etapas, pero en ese caso, la objeción anterior se mantiene.[38] Que Pablo tiene un lenguaje diferente al de los “ilustrados” es evidente, pero no parece que esto resuelva la aparente contradicción.[39] Fee ha propuesto que una es la actitud de Pablo frente a la carne comprada en los mercados y comida en las casas, y otra muy diferente la que es comida en los templos;[40] Barrett propone que se trata de dos grupos diferentes, el primero es mirado desde el “ángulo de la gnosis”, mientras que el segundo interpreta incorrectamente los sacramentos: “hemos sido bautizados, tomamos parte de la Cena del Señor, podemos hacer lo que queremos y con impunidad”;[41] es aquí donde los midrasim de Ex y Dt juegan un rol fundamental: los antiguos también murieron. H. von Soden afirma que “Pablo está ahora en la situación (...) del sacramento real contra el sacramento artificial, combate a los sacramentalistas con el sacramento, refuta la superstición del sacramento con la fe en el sacramento”.[42] Barbaglio propone que la diferencia de acento radica en que los fuertes no sólo lastiman la conciencia de los débiles (cap. 8) sino que parecen querer imponer su comida y la comen como signo de acción de gracias.[43] Como punto de partida es válido lo que Thiselton afirma: “[l]a coherencia de estos capítulos y del argumento paulino puede parecer vulnerable sólo si los pasajes son movidos de su contexto, o si las variadas diferencias circunstanciales entre los casos específicos bajo revisión son negadas”,[44] pero no siempre es fácil reconocer el contexto, como las diversas propuestas presentadas más arriba lo demuestran. ¿Qué rol juega en esta unidad la gnôsis?, ¿cómo se ha de entender la syneidêsis?, ¿y la koinônia?, ¿cómo precisar si los eidôlothytos son comidos en la propia casa, en casa de otros (¿clientes?) o en el templo de los ídolos?, ¿qué tan importante es la conformación sociológica de la comunidad?, ¿cuándo se podía comer carne?, ¿era frecuente ser invitado a comer? y -más complicado aún- ¿las comidas idolátricas, se daban en los mismos edificios donde se celebraba la Cena del Señor?[45]

            Lo que nos interesa en este momento es indicar que Pablo niega toda entidad a los ídolos en cuanto divinidades -en ese sentido no hay problema en comer la carne sacrificada- pero se enfrenta duramente con la idolatría (participar de los cultos idolátricos es enfrentar a Dios con sus adversarios que no son dioses de hecho sino demonios). Una cosa es comer la carne y otra diferente participar del culto (latría). Hay que notar que la referencia a la "bebida" –que refuerza el sentido eucarístico- relaciona la unidad anterior con lo que sigue (los diferentes temas de asamblea y culto, cap. 11). No debemos descuidar, además, que en el cap. 8 encontramos sólo un verbo en imperativo (v.9), uno también en cap. 9 (v.24), y en cap. 10 encontramos 14 verbos en imperativo; ya hemos señalado que en las estructuras ABA’ está última es más concreta y precisa, más imperativo que indicativo. Una vez más los corintios viven como antes de haber recibido a Cristo olvidando la novedad que esto supone, novedad que se debe vivir -por el contexto- en referencia al hermano.


1 Cor 12-14


            En la siguiente unidad, el tema de la idolatría aparece sólo al principio y aparentemente "desubicado". De hecho, muchos comentaristas, cuando analizan esta unidad, optan por pasar casi "de largo" los primeros versículos, aunque sean evidentemente la introducción de los caps- 12-14.[46]


Veamos la estructura de la unidad:


Pablo, nuevamente, responde una nueva pregunta de la carta de los corintios (perì dè). No quiere que “ignoren” (agnoein, 12,1; 14,38). En cap. 15 comienza una nueva unidad en la que Pablo reacciona por la información oral que ha recibido (cf. 15,12).

En cap. 12, la palabra “carismas” forma una inclusión (vv.4.31). En 12,31 y 14,1 invita a “aspirar” (zêloô) los carismas/dones “mayores” (12,31; 13,13). “Aspirar a la profecía” forma -a su vez- inclusión que enmarca el cap. 14 (vv. 1.39). El amor, por otra parte es lexema dominante de todo el cap. 13. De este modo, como se ve, los vv.1-3 del cap. 12 parecen aislados.


            En este caso la pregunta de los corintios es sobre "los espirituales" (estos pueden ser los dones o las personas ya el término pneumatikôn puede ser masculino o neutro). La unidad tiene tres partes muy marcadas: la primera (A, cap. 12) sobre la unidad en la diversidad, y la diversidad en la unidad; es acá donde Pablo pone la semejanza del cuerpo (común en la filosofía estoica) para expresar que nadie puede excluir a nadie, ni sentirse excluido por nadie por tener o dejar de tener determinados "carismas". De hecho, estos carismas tienen una "escala de valores" que los corintios -o un grupo de ellos- ha deformado o invertido. Frente a esto -probablemente incorporado en un segundo momento redaccional de la carta a causa del agravamiento de los problemas- Pablo propone un único criterio fundamental: la prioridad absoluta del Amor, sin el cual no cuenta ningún carisma, aunque este se tenga en extremo. Esta segunda parte (B, cap. 13) viene a marcar el eje de la unidad, y el corazón de todo criterio de validación. La tercera parte vuelve a la "escala de valores", pero en este caso la concreta y precisa centrado en dos "carismas" particulares: la glosolalia (don de lenguas) y la profecía (A’, cap. 14).

En este contexto, como se dijo, no es fácil entender el papel que juegan los primeros tres versículos: ¿cuál es la relación de todo esto con los "ídolos mudos"? ¿Quién puede afirmar (si alguien lo afirma de hecho) "Jesús es anatema"? Lógicamente, si esta pequeña parte es una introducción -y literariamente parece que lo es- debe haber una relación entre esta y el resto. En este punto, los "ídolos mudos" tienen su importancia; es evidente que los problemas que Pablo enfrenta en esta unidad tienen que ver con la palabra (lenguas y profecía) y los carismas que Pablo ve como principales, también: “primero apóstoles, segundo profetas, tercero, maestros” (12,28). Hay consenso, por otra parte, en que a la pregunta de los corintios por los “espirituales” Pablo la reformula como “carismas” (lo que confirmaría que el término pneumatikôn debe entenderse como neutro).


            Veamos, para comenzar, la estructura de estos versículos: Pablo comienza con "en cuanto a..." (peri. de.). Como dijimos, es la fórmula que se repite como respuesta a los diferentes interrogantes formulados por los corintios en la carta a la que Pablo hace referencia en 7,1. A una comunidad que da tanta importancia a tener "conocimiento" [gnôsis (recordar lo dicho en 8,1)], Pablo le escribe para que "no ignoren" (agnoein, v.1; cf. 14,38 que parece formar inclusión). Les recuerda lo que sí "saben" (oidate, v.2): que cuando eran gentiles (ethnê) se dejaban arrastrar por los ídolos. Entonces, para que tengan las cosas claras, "les da a conocer" (gnôrizô, v.3) cuál es el criterio con el que deben guiarse, para luego desarrollar el tema en los caps. 12-14. Pero vayamos por partes.



Para empezar, Pablo presenta una introducción con interesantes contrastes que es bueno precisar:


ignoren
saben
ídolos
espíritu
sin espíritu
con espíritu
Jesús anatema
Jesús Señor


Estos contrastes son importantes, porque aluden a algo que ya hemos visto en los párrafos anteriores, y al que deberemos volver: al antes y el hoy; los corintios no parecen haber comprendido todo la que significa la novedad que trae Jesús, y siguen viviendo como “antes”. Algo escatológico está en juego en el debate.


            El criterio que Pablo propone, en esta introducción es doble: uno positivo y otro negativo ("con Espíritu", "sin Espíritu").


            El esquema de composición de la unidad es paralelo: (A) "nadie en espíritu habla diciendo", (oudeis ev pneumati theou lalôn legei) (A') "nadie puede decir… si no en espíritu" (oudeis dynatai eipein... ei mê en pneumati hagiô).


            Lo dicho en este paralelo se mueve entre dos extremos antitéticos: una agresión (maldición) a Jesús: "Anatema (es) Jesús", y la primera confesión de fe: "Señor (es) Jesús".


            El término "anatema" entendido como maldición es usado solamente por Pablo en el Nuevo Testamento (Rom 9,3; 1 Cor 12,2; 16,22; Ga 1,8.9; cf. Hch 23,14; aunque hay un uso primitivo y con sentido diferente en Lc 21,5). En este caso significa "hacer maldito" (hebr. herem, literalmente: poner sobre, sometido al ámbito divino; en este caso para la destrucción). Es más grave que la “excomunión” ya que esta expulsa de la comunidad de fe, en cambio aquella entrega la cosa o persona anatematizada a la ira divina.


            El problema que aquí se presenta es si realmente existía en la comunidad alguien que podía decir tal cosa. Algunos autores, particularmente aquellos que afirman que Pablo enfrenta el gnosticismo que habría en Corinto, piensan que los gnósticos -que afirman tener el espíritu- rechazan al Jesús terreno y sólo reconocen al glorificado (por eso es a "Jesús" y no a "Cristo" a quien anatematizan). Sin embargo, es de esperar que si algunos dijeran tal cosa Pablo sería mucho más vehemente en la respuesta.[47] El tema sobre el que parece estar centrada la cuestión es la confesión de fe que aparece en la segunda parte del paralelo: "Jesús Señor" (kyrios). Esa es la confesión máxima y primera para el Apóstol (cfr. Fil 2,11; Rm 10,9). Quien está unido al Espíritu de Dios, ese reconoce a Jesús como Señor, en cambio lo rechazan quienes aún no han recibido el espíritu, [48] los que todavía siguen a los ídolos. Son los que desconocen el señorío de Jesús, los que lo "anatematizan"; de hecho, el mismo Pablo "anatematiza" a los que no quieran al "Señor" (1 Cor 16,22). De todas maneras, lo que nos interesa en este momento es la relación de todo esto con los ídolos a los que se hace referencia en el versículo anterior.


            Esta doble referencia al criterio negativo y positivo viene precedida por un "por eso" (dio). Estos criterios, por tanto, son consecuencia de lo anterior. La frase es confusa ya que no parece terminada ("anacoluto"); literalmente dice: "saben que cuando gentiles (ethnê) eran hacia los ídolos mudos cuando (hôs an) llevados (êgesthe) conducidos/arrastrados (apagómenoi)"; como se ve, falta -al menos- un verbo ("ser").


            La Nueva Biblia Española ha traducido: "se sentían arrebatados hacia los ídolos mudos, siguiendo el ímpetu que les venía"; el Libro del Pueblo de Dios dice: "se dejaban arrastrar ciegamente al culto de dioses inanimados" (es parecido a la traducción Dios Habla Hoy); la Biblia de Jerusalén: "se dejaban arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos"; la Traducción Ecuménica de la Biblia: "eran arrastrados como al azar por los ídolos mudos"; La Revised Standard Version: "se dejaban arrastrar hacia los ídolos mudos cuando eran movidos"; la Biblia Latinoamericana: "iban a sus ídolos mudos como gente poseída" ; la Biblia del Peregrino: “se dejaban arrastrar ciegamente hacia ídolos mudos”; la Biblia de las Américas: “de una manera u otra erais arrastrados hacia los ídolos mudos”; la Castilian Bible: “os dejábais arrastrar hacia los ídolos mudos, desviándoos del recto camino”.


            Más allá de algunas cuestiones, lo importante para Pablo es recordarles algo que "saben": su pasado, y la referencia es a los ídolos a los que se califica como "mudos" en total sintonía con el Antiguo Testamento: ya que "tienen boca y no hablan" (Sal 115,4-8; cfr. 1 Re 18,26-29; Is 46,7). [49] Y también la actitud de los corintios en el pasado hacia ellos: "llevados", "conducidos" (ya en 6,11: “y así fueron algunos de ustedes...”). Los cultos a los dioses paganos (ethnê) eran comunes en esta ciudad (Isis, Osiris, Dionisos, Cibeles, Afrodita, Deméter...,[50] y no debe olvidarse el culto al emperador el cual, expresamente, era llamado "señor"); ya lo había señalado Pablo: "hay multitud de dioses y señores" (8,5). Muchos de estos cultos -que, como vimos, Pablo considera "demonios"- se caracterizaban por los trances, éxtasis, hablar en lenguas, y otros fenómenos por el estilo. Aquí está el punto en cuestión: los mismos fenómenos se dan entre los cristianos de Corinto. ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo juzgarlo? Pablo va a proponer un criterio: el señorío de Cristo. El Apóstol no sale de la mente de su tiempo, y frente a esos fenómenos -que hoy podemos analizar desde otra óptica-[51] se guía por el criterio de la fe: si son de fuera de la comunidad cristiana ("lejos"), no vienen del espíritu de Dios, vienen de los demonios (= ídolos) y pueden llegar incluso a decir "Jesús es anatema"; si son de dentro de la comunidad cristiana ("cerca") tienen su origen en el Espíritu de Dios, y reconocen a Jesús como Señor. Pablo está proponiendo, como criterio, la fe: las lenguas o cualquier otro "carisma" no son criterios de validación, lo es, en cambio, la eclesialidad, la comunidad que confiesa a Jesús como Señor. Pero ese criterio de fe no es verdadero si no se da dentro de la unidad de la comunidad (imagen del cuerpo, cap. 12), y sobre todo si no es capaz de vivir el amor (cap. 13). Recién después es posible mirar una escala de valores que permita dar la importancia que estos carismas tienen (cap. 14). [52]


            Como se ve, la introducción de esta unidad, no puede ser pasada por alto como lo hacen algunos comentarios: es lo que da marco al texto. La idolatría explica, en gran parte, el sentido de la unidad literaria. El criterio vuelve a ser tener en cuenta al hermano, al despreciado, al débil (c.12) y su edificación (c.14); de allí que exalte la profecía y -en la práctica- prohíba el don de lenguas que sólo "edifica" -y parcialmente- a quien lo practica... Lógicamente, la "introducción" tampoco puede entenderse separada del texto que le da fundamento: el llamado "himno a la caridad" (c.13). Pablo no entendería una confesión de fe ("Cristo Señor" = ortodoxia), separada de una "confesión de vida" ("centralismo del amor" = ortopraxis): "aunque tuviera una fe...".


                                                             Otras referencias


            Para avanzar más en esta búsqueda, parece pertinente, antes de leer otros textos paulinos de la carta, preguntarnos por el sentido que tiene el término “jactarse” (kaujaomai) en Pablo.[53] Sin entrar específicamente en el tema de la idolatría, Sánchez Bosch [54] ha mostrado la semejanza de las temáticas. Basta con mirar algunos de los aspectos que destaca al referirse a la versión de los LXX como ‘gloria’ en cosas vanas: la ‘gloria’ en la riqueza y el poder, la ‘gloria’ en la sabiduría, la ‘gloria’ en los ídolos... Al igual que “confiar” o “estar seguro”, “jactarse” no es malo en sí mismo; la cuestión está allí donde se asienta la jactancia. Jactarse en Dios, o en lo que Dios está obrando o permite su obra, ciertamente es afirmarse en buenos cimientos; muy diferente es jactarse en las propias fuerzas, o en otras cosas que de hecho son “necedad”. Pablo suele jactarse de su debilidad, porque allí actúa la gracia de Dios, se jacta de las cosas en que su propia vida se asemeja a la debilidad de la cruz, para que resalte aquello en lo que es razonable afirmarse, poner la confianza: “El que se jacte, que se jacte en el Señor” (1 Cor 1,31; 2 Cor 10,17). Por el contrario, Pablo desautoriza toda búsqueda de seguridad, toda jactancia en lo que no permite que Dios ocupe el primer lugar, lo que no sea la gloria (doxa) de Dios, sean estas las propias obras, la sabiduría, o incluso lo que deforma el recto-rostro de Dios, como los predicadores que constantemente buscan desautorizar a Pablo y su evangelio. Como vimos, cuando ‘jactarse’ no es en las cosas de Dios sino en las propias cosas, se asemeja a ‘hincharse’ que -lo dijimos- es propio de los corintios, y es lo contrario de “edificar”. Es importante destacar la jactancia como “des-mesura” ya que esa es la temática que resalta Pablo en 2 Cor 10,12-18; la desmesura [55] de mirarse a sí mismo, o a su propio apostolado: “el centro de las miradas no es uno mismo, ni siquiera el apostolado: el centro es el Señor, y con él Pablo mira la edificación de los corintios”. [56]


            Visto este tema, miremos otras perícopas en las que Pablo destaca implícitamente la idolatría de un modo implícito en 1 Cor.


1 Cor 1-4


            Los estudios sobre el tema de la sabiduría (sofia) en la 1 Cor demuestran, con justicia, el lugar que el tema ocupa en el enfrentamiento de Pablo y la comunidad, pero ponen el acento en intentar caracterizar esta "sabiduría", o al supuesto partido que intenta "hacerse fuerte" en ella; aunque los autores no se ponen de acuerdo a la hora de delimitar el papel y características de los así llamados "partidos" en que se encuentra dividida la comunidad (o una parte de ella).


            Algunos autores niegan la existencia del partido "de Cristo"; otros relativizan también la existencia del partido "de Kefas" (= Pedro); existiría, según estos, solamente el partido de Apolo (G. Sellin) lo cual explicaría la importancia del tema de la sabiduría en esta unidad. Para otros, sólo existe o importa el partido de Cristo (W. Schmithals), que sería el grupo gnóstico, lo cual también explicaría la importancia del "conocimiento". Para otros, el partido principal con el que Pablo se enfrenta es el de Pedro (C. K. Barrett), el partido judeocristiano; la unión Ley-Sabiduría habría influido en la incorporación del tema sapiencial... o presentando dos grupos: Pablo-Apolo frente a Pedro-“Cristo” (J. E. C. Schmidt [1797], M. D. Goulder).


            Sin embargo, creemos que el Apóstol, más que enfrentar un partido o una "sabiduría", enfrenta la idolatría que eso supone: “que en favor de uno, no se hinche contra otro” (4,6). Así se entiende mejor, creemos, la referencia a la Cruz como tema de escándalo, y la referencia constante a la iniciativa divina como "mar de fondo" de los capítulos 1-4. Sobre esto hemos trabajado en otra parte,[57] pero veámoslo sintéticamente.


            Las divisiones en la comunidad no son una novedad. Toda la carta está marcada por ellas: [58] no sólo los partidos (1-4) sino también las divisiones que causan juicios de unos contra otros (6), los débiles y los fuertes (8-10), las divisiones en la asamblea eucarística (11), los que se creen más o menos que otros por poseer o no ciertos carismas (12-14); y a eso debemos agregar algunos que parecen desvalorizar el matrimonio (7) y otros que niegan la resurrección (15), además de cierta crisis moral que se ve en Corinto (5-6)... Esto nos presenta una comunidad dividida, situación que persistirá muchos años después, cuando Clemente Romano les escriba su conocida carta. Algunos autores pretenden identificar estas divisiones presentando un criterio común a todas; por ejemplo, quienes –como W. Schmithals- sostienen que podemos encontrar gnosticismo en Corinto (generalmente identificado con el "partido de Cristo") suponen que los gnósticos relativizan todo lo moral (5-6), desprecian el matrimonio (7), descuidan a "los débiles" ya que todos tenemos “gnosis” (8-10), son los "espirituales" (12-14), y niegan la resurrección de los muertos (15). En ese caso, toda la carta estaría escrita para enfrentarlos.


            Nos parece, sin embargo, que lo que Pablo enfrenta no es a tal o cual partido sino el hecho de que los haya. Eso es lo que para él es intolerable. De allí que recurra al tema de la cruz (lo mismo hará en 8,11: "tu hermano por quien murió Cristo"), y al tema del Bautismo [59] (como hará en 12,13: "en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados para no formar más que un solo cuerpo..."). Esto no significa que el tema de la sabiduría no haya sido uno de los causantes de las divisiones, puede haber influido (y si así fuera, no sería extraño que haya sido causada por el partido de Apolo). Pero toda conclusión no pasa de conjetura y es dudoso armar un comentario sobre ellas. Insistimos: Pablo no enfrenta a tal o cual partido, enfrenta que haya divisiones a causa de “uno contra otro”.[60]


            Dejemos, entonces, hablar al texto: para comenzar, Pablo recurre al tema del Bautismo (1,13b-17a), pasa luego al de la cruz (17b-25), para recién después tomar el tema de la sabiduría (1,26-3,4; cfr. 1,22-25); otros temas como los misterios, el espíritu y la iniciativa divina aparecen como "mar de fondo" que permiten iluminar con mayor claridad el contexto. Para no extendernos en este punto señalemos simplemente que Pablo remarca con mucha vehemencia que el punto de partida de todo esto es la iniciativa divina; Dios es el que empieza, es el que llama y mueve. Aceptar esa iniciativa en nuestras vidas es lo que nos hace verdaderamente sabios, una iniciativa que no es fácil para los "judíos" o "griegos" ya que empieza en la cruz, que es la verdadera "fuerza" y "sabiduría". Esta cruz es la verdadera pedagogía de Dios, y se manifiesta tanto en la debilidad de Pablo -apóstol "crucificado", 2,1-5- como en la debilidad de la comunidad -comunidad "crucificada", 1,26-31-.[61] Si alguien, y en este caso los corintios, pretende refugiarse, "hacerse fuerte" en algo diferente, o si prodiga “cierta fascinatio eloquentiae”,[62] está cayendo en una suerte idolatría, algo que Pablo no menciona pero que es la raíz del tema: "buscar refugio" (en hebreo hs’', a veces traducido al griego por elpizein, esperar)[63] fuera de Dios, como (algunos) pretenden hacerlo con la sabiduría, es idolatría. La sabiduría cristiana es crucificada, no se afirma en la capacidad, la calidad retórica o las formas, sino en Dios mismo, en su iniciativa y en la presencia de su espíritu; por eso es sabiduría en misterio (2,7). La presencia "crucificada" de Pablo débil y tembloroso (2,1-5), de la comunidad "crucificada", con pocos sabios o poderosos (1,26-31), el acento en la “debilidad” (1,25.27; 2,3; 4,10) invita a poner la confianza en Dios, y sólo en Él aunque parezca necio y débil (1,18-25). Confiar en la sabiduría de este o aquel predicador -sea la de Apolo, sea gnóstica; sea éste el tema que causa las divisiones o no- buscar seguridades en la sabiduría y no en Dios, en el Crucificado y en su Espíritu, eso es idolatría. Y Pablo la enfrenta poniendo a Dios en el centro.


1 Cor 11


            En la lectura del cap. 10 vimos que probablemente los corintios confiaran tanto en su Bautismo y en la Cena del Señor que ya por eso se creyeran salvados. La "pequeña homilía" de 10,1-13 los había alertado sobre esto. Sin embargo, Pablo quiere señalar la cuestión bien claramente. "Confiar" de esa manera en los sacramentos es hacer de ellos un ídolo. Los israelitas murieron a pesar de ellos (10,5.8.9.10), pero esto también ocurre entre los cristianos: "por eso hay entre ustedes muchos enfermos, muchos débiles, y mueren no pocos" (11,30). Por más "divina" que sea, una realidad puede ser idolatrada, y creer que sólo por participar de la Cena del Señor se está en comunión con Él, esto es un error: "eso no es la Cena del Señor" (11,20). "El que come y bebe sin discernir el Cuerpo -probablemente eucarístico y eclesial- come y bebe su propio castigo" (11,29). Es interesante notar la tensión entre el “propio”, de uno y el “todos”, eclesial en esta unidad; como es habitual en Pablo, buscar el bien de “todos” es lo propio de los hermanos.


            En otra parte hemos propuesto que usando un esquema mental semejante a nuestro "Ver-Juzgar-Actuar", Pablo indica que hay divisiones en la "Iglesia" (vv.18-22, ver), que esto es algo que atenta contra lo que el mismo Señor ha dejado y Pablo ha recibido por tradición y transmitido (vv.23-26, juzgar); "por tanto" (ôste), la comunidad debe vivir coherentemente con lo que su Señor espera de ella [imperativos]; caso contrario, habrá hecho de las cosas más santas un ídolo (vv. 27-34, actuar).[64] G. von Rad afirma algo plenamente válido en este caso: "También los cristianos corremos el peligro incesante de creer en mitos y adorar imágenes. No existe ni una sola verdad de fe que no podamos manipular idolátricamente".[65] La Cena del Señor, en este caso, parece ser una de ellas; especialmente a la luz de lo dicho en 10,14-22.


La Primera Carta a los Corintios


            Como hemos visto hasta aquí, las diversas unidades que conforman la 1 Cor están -con mucha frecuencia- inspiradas o marcadas por el tema de la idolatría. La confianza en la sabiduría humana (1-4) lleva a los corintios a olvidar la iniciativa divina que "va por otro lado", que propone una sabiduría diferente, crucificada. La vida que llevan muchas veces los cristianos, o al menos muchos miembros de la comunidad, recuerda la vida que llevaban en tiempos de servicio a los ídolos y no es expresión de los nuevos tiempos inaugurados por el Señor (5-6). Comer la carne inmolada a los ídolos no es pecado, lo que sí lo es, es atentar contra el hermano que, por ser débil -en el conocimiento-, cree estar pecando. De hecho, si bien es verdad que no existen los ídolos -en cuanto divinidades-, no es menos cierto que sí existe la idolatría, y eso es seguir a los demonios. Y la idolatría puede ser, incluso, confiar, manipular idolátricamente las cosas de Dios y olvidar al hermano "por quien murió Cristo" (8-10). Por otro lado, los cristianos, están frecuentemente frente a la tentación de re-caer en la idolatría (5-6; 10; 11), y, por lo tanto, olvidar lo debido al único Dios. Hay muchas cosas en las que "estar en Cristo" supone para el cristiano una novedad absoluta y otras muchas cosas que no se diferencian de las vividas en la etapa anterior, como algunas manifestaciones religiosas (lenguas); pero hay un criterio de validación: descubrir en el/la otro/a un/a hermano/a, saberse miembros de un mismo cuerpo, tener una fe común (12-14), pero sin olvidar que "los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son indispensables" (12,22) y que todo el cuerpo sufre cuando sufre una parte (12,26). Jesús trae a la humanidad una novedad absoluta: una nueva alianza, un nuevo Adán, un nuevo eón; todos los cristianos, por estar "en Cristo" están ya in-corporados a esta novedad; lo que no significa que vivan coherentemente con ella como debieran (indicativo e imperativo); es evidente que los corintios no lo hacen. Por eso Pablo elige tantas veces calificarlos de "niños" (3,1; cf. 13,11; 14,20), "carnales" (3,1.3), alimentados a "leche" (3,2) ya que "viven a lo humano" (cfr 3,1-4). Vivir como en tiempo de ídolos, sea por dar culto, sea por no sacar todas las consecuencias que Cristo trae a las vidas de la comunidad, sea por descuidar al hermano/a o por no poner la confianza en Dios sino en sí mismos (jactados en lo que no es Dios, hinchados) o en terceros (Pablo, Apolo, sacramentos mal entendidos...) la cuestión es que la idolatría aparece como mar de fondo, como expresión de una vida que no ha cambiado. Pablo extrae al máximo las consecuencias de la fe y pretende lo mismo de los suyos. La fe no debe sólo proclamarse (ortodoxia), sino vivirse (ortopraxis), caso contrario, se está cerca de los ídolos, se está en la era terminada con Cristo sin haber entrado realmente en la nueva a la que ingresamos por la fe y el bautismo.


            Hagamos un breve paréntesis sobre lo que solemos llamar la “escatología” paulina. Es un dato ya adquirido que Pablo reconoce un “ya” y un “todavía no”. [66] Ya desde H. Sasse se reconoce que Pablo tiene en cuenta la doctrina judía de los “dos eones”. [67] Con razón A. Men afirma que Pablo “fue el primero en entender que había dos promesas presentes en los eventos evangélicos: la promesa concerniente a la Teofanía y la promesa concerniente al Mesías. Pero esta teofanía no fue la última; sólo abre la nueva Era Mesiánica (‘olam habba’ en terminología rabínica)”.[68] J. D. G. Dunn prefiere hablar de la concepción judía de “sucesivas eras” –concordamos con él- y destaca que la “era mesiánica” –que con la venida de Cristo debe modificarse, ya que ha venido, pero volverá- muestra que “el climax escatológico no está completo”, el acontecimiento de la cruz y la resurrección (de Cristo) no es el punto final, sino el punto medio del esquema escatológico. [69] Ya R. Schnackenburg había hablado de la vida cristiana como una “existencia entre dos tiempos”: “Los cristianos han pasado ya el umbral de la salvación”, [70] lo que funda lo que se ha llamado “tensión entre el indicativo y el imperativo”. [71] Lo importante en nuestro caso, es que los corintios, de mayoritario pasado pagano (ethnê), a pesar de haber recibido el espíritu en el Bautismo, que nos hace hermanos, a pesar de estar en un tiempo nuevo del que no se vuelve atrás, viven como en ese tiempo en el que se dejaban conducir (an êgesthe apagomenoi, 12,2) por los ídolos.


            Con lo que hemos señalado hasta aquí hemos pretendido, simplemente, mostrar que el tema de la idolatría está muy presente para Pablo a la hora de escribir su carta: tanto los paganos como los judíos han vivido actitudes que los hermanos corren el riesgo de volver a vivir. Estas actitudes nos permiten tener en cuenta que Pablo ve en la idolatría un adversario de Dios y un adversario de la comunidad cristiana, que atenta contra la vida dedicada a glorificar a Dios y atenta contra los hermanos/as provocando la división y la muerte. Por eso es culto a los demonios.


                              Algunos elementos para una lectura actual de la carta


            Señalábamos al comenzar, el problema del ateísmo y la idolatría. Sin embargo, a veces no son tan distantes, como lo plantea el siguiente texto: “La religión no es sólo la gran oportunidad, sino también la gran amenaza para el hombre. Porque es la cuestión del absoluto la que se plantea, toda humanización y reificación del absoluto puede llevar a las más terribles consecuencias, ya que entonces el grupo, el sistema, la organización, se erigen también en absolutos, y, faltos de toda humanidad, hacen el mal puro y simple de todo lo que se les oponga. Por el mismo hecho de la naturaleza humana, toda figuración tiende necesariamente a reducir y a humanizar falsamente a Dios; por eso es indispensable que del lado de la figuración exista igualmente la gran contra-corriente de la purificación que asegure en todo momento la ‘superación’ de la figura y, en último término la divinización de Dios”.[72]


            Sabemos bien que en América Latina la situación que vivimos es causada, no es "culpa del azar" o de la desidia de los pobres que se niegan a trabajar; es causada y los responsables tienen nombre y apellido: son los ídolos (y los idólatras). Los ídolos de la muerte, adversarios del Dios de la vida: el dólar ("In God We Trust" = "este es el dios en el que creemos" lee V. Codina);[73] el mercado (con sus fiestas, sacerdotes y templos); el oro y la plata ante los que Job no se postra, ni ha hecho su confianza (Job 31,24 como indica G. Gutiérrez);[74] el Nuevo Orden Mundial... Lo que agrava la situación es que muchos de los que se postran ante estos ídolos "se llaman hermanos". A semejanza de lo que los Obispos Latinoamericanos llamaron "ateísmo práctico" (DP 546) no es, en estos casos, más que "idolatría práctica"... Como los "rostros sufrientes" de Puebla (DP 32-39; SD 178-179; DA 65, 416 [402], 425 [406]), [75] también hoy deberíamos alargar los "catálogos de vicios"... También hoy, muchos que creen no pecar (son "ortodoxos") ya que no pecan en su doctrina, pecan, sin embargo, "contra Cristo" haciendo caer a sus hermanos. Muchos que creen que por participar de la fe y de los sacramentos de la Iglesia ya están salvados, olvidando lo que le ocurrió "en figura" al "Israel según la carne".


            Y las víctimas son siempre las mismas, "los débiles", aquellos "por quien Cristo murió", aquellos a quienes "se debe tener en mayor estima"... El hermano es el criterio de validación de nuestra fidelidad. Curiosamente, algunos que se llaman seguidores del "Dios de la vida" terminan siendo seguidores de los "ídolos/demonios de la muerte". Es el mismo hermano caído al borde del camino que nos interpela y cuestiona, como “Iglesia samaritana” (DA 27)[76] desde la sangre derramada de nuestros mártires, desde su muerte acelerada en la pobreza, desnutrición y enfermedades, desde su inocencia quebrada en la calle, en la violencia... ¡Y los victimarios "se llaman hermanos"!


            Permítasenos terminar este trabajo con una interesante cita de J. Sobrino en un reportaje: "Honradamente, yo he de decir que, si yo leo la primera Carta a los Corintios, un texto que me impacta muchísimo, y voy al Mozote, la realidad del Mozote, las cruces reales del Mozote, me hacen entender mucho mejor al Pablo que estaba enojado con los carismáticos alienados. Además, la realidad del Mozote no me hace ignorar a Cristo crucificado del que habla Pablo; al contrario". [77]


Notas:


1.- E. de la Serna, “La idolatría: una clave de interpretación de 1 Corintios. La militancia de la fe y sus adversarios”, RIBLA 20 (1995) 131-147.

2.- L. H. Rivas, “La integración de la exégesis en la reflexión teológica”, Teología 84 (2004)117-134,  125-126.

3.- G. Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas, Salamanca, Sígueme, 1973, 22-41. En esta obra (análogamente a lo que ocurre en el documento de Medellín) todavía no desarrolla Gutiérrez el tema de la idolatría (cf. 243-265), como lo hará en muchas obras sucesivas. El tema parece haber comenzado a trabajarse intensamente después de estos trabajos.

4.- Cf. C. Fabro, “El fin de la religión según D. Bonhöffer”, en Cavanna- Cottier (et al.), La fe hoy, Madrid, Palabra, 1968, 47-59

5.- J. L. Segundo, Nuestra idea de Dios, Buenos Aires, Lohlé, 1970: “... nuestra reflexión comienza interesándose mucho más en la antítesis -aparentemente fuera de moda- fe-idolatría que en la -aparentemente actual- fe-ateísmo”, 18.

6.- Cfr. especialmente Puebla 480-506 (es de notar que mientras la idea de la idolatría en Puebla se encuentra 28 veces, en Aparecida la encontramos 6 veces y sólo una en Santo Domingo).

7.- Curiosamente, el artículo “idol/idolatry” de E. M. Curtis (en The Anchor Bible Dictionary, New York, Doubleday, 1992, III, 376-381) limita la idolatría al tema de las imágenes; cf. H. Hübner, eidôlon (etc), EDNT I, 386-388; pueden verse los diferentes términos hebreos que LXX traduce por eidôlon en Büschel, TDNT II, 377.

8.- J. L. Sicre, Los dioses olvidados, Madrid, Cristiandad, 1979; ib., Profetismo en Israel, Navarra, Verbo Divino, 1992, 367-385.

9.- E. de la Serna, “Los orígenes de 1 Corintios”, Bib 72 (1991) 192-216.

10.- En realidad, el catálogo de vicios parece el mismo que se va ampliando cada vez más.

11.- La estrecha relación entre los vicios sexuales y la idolatría, y su relación con la estructura y el argumento de 1 Cor ha sido recientemente destacado por R. E. Ciampa - B. S. Rosner, “The Structure and Argument of 1 Corinthians: A Biblical/Jewish Approach”, NTS 52 (2006) 205-218.

12.- Usamos el término en un sentido análogo al de “ateísmo práctico”, que es una realidad propia del mundo bíblico: A los “necios” (del Sal 14,1) “se les atribuye un ateísmo práctico: “para los antiguos, Dios se impone con una evidencia tal que no requiere ninguna demostración, es más, su negación teórica es un absurdo filosófico”; ese escepticismo práctico tiene consecuencias ético-sociales, “la indiferencia religiosa desemboca de inmediato en indiferencia moral”, G. Ravasi, Il libro dei Salmi. Commento e attualizzazione, Volume Iº (1-50), Bologna, EDB, 1985, 266.263.

13.- G. Barbaglio habla de “los restaurantes albergados en el interior de los templos”, La teología de San Pablo, Salamanca, Secretariado Trinitario, 2005, 80-81.

14.- Entra en el terreno meramente hipotético preguntarnos si Pablo aludió al tema de la carne inmolada a los ídolos en su carta “primera” (cf. 1 Cor 5,9) y en la carta de los Corintios los “fuertes” le responden dejando su opinión; cf. G. Sellin, “1 Korinther 5-6 und der ‘Vorbrief’ nach Korinth”, NTS 37 (1991) 549-551 (en 554 reconstruye las 3 cartas que cree ver en la actual 1 Corintios).

15.- La situación ciertamente es de contraste entre los de “conciencia débil” (8,7) y otros, a los que Pablo no especifica. Puesto que en Rom 14-15 el tema es planteado como “débiles”-“fuertes”, se ha identificado ambos grupos de ambas cartas. Hoy, muchos prefieren evitar el término “fuertes” ya que no lo encontramos en 1 Cor en este contexto; por ejemplo, C. K. Barrett, que en su comentario hablaba de “fuertes” (La prima lettera ai corinti. Testo e commento, Bologna, EDB, 1979, 244), prefiere evitarlo en “Eidôlothyta Once More”, en C. K. Barrett, On Paul. Essays on His Life, Work and Influence in the Early Church, London-New York, T & T Clark, 2003, 29-30. Pero existe la posibilidad que Pablo reserve el término “fuertes” para la conclusión ironizando con ellos: “¿Acaso somos más fuertes que Dios?” (10,22). Mucho se ha trabajado en el intento de identificar a estos “fuertes” y débiles, pero no es el caso en este trabajo intentar precisar esta cuestión.

16.- Cf. J. Murphy-O’Connor, “Interpolations in 1 Corinthians”, CBQ 48 (1986) 92 n.40; recientemente J. Fotopoulos, “Arguments Concerning Food Offered to Idols: Corinthian Quotations and Pauline Refutations in a Rhetorical Partitio (1 Corinthians 8:1-9)”, CBQ 67 (2005) 611-631 (aunque parece un poco exagerada la reconstrucción de los dichos corintios).

17.- Sobre la relación entre hincharse, jactarse y gloriarse, cf. E. de la Serna, “La justificación por la fe. Una mirada teológica del trabajo paulino”, RevistB 68 (2006) 110-111.

18.- La idea de “comida” es lexema dominante en toda la unidad 8-10; en 8,7.8 [2x].10.13 se refiere a la carne inmolada a los ídolos; en 9,4.7 [2x] el tema es otro: ser mantenido por la comunidad; en 10,3.7.18.25.27.28.31 los primeros remiten al AT, y los restantes a la carne inmolada a los ídolos. Pero el término “bebida” es casi exclusivo de esta parte en toda la unidad: 9,4 (que como dijimos está usado en un sentido bien diferente); 10,4 [2x].7.21.31, y se repite 7 veces en la perícopa 11,17-34 en sentido eucarístico.

19.- Cf. M. Thrall, “The Meaning of oikodoméô in Relation to the Concept syneídêsis (1 Cor 8,10)”, en F. L. Cross, Studia Evangelica IV, (TU 102), Berlin, Akademie Verlag, 1968, 468-472; aunque la autora lo lee a la luz de Gal 2,18 y los escrúpulos los ve como “legales”; y no ve como irónico el término edificar en v.10.

20.- Sobre la importancia de la syneidêsis en la unidad, además del art. de Maurer, synoida, syneidêsis, TDNT 7, 898-919, es clásico R. A. Horsley, “Consciousness and Freedom among the Corinthians: 1 Corinthians 8-10", CBQ 40 (1978) 574-589 (prefiere traducir syneidêsis por “consciousness” en lugar de “conscience”) y P. W. Gooch, “«Conscience» in 1 Corinthians 8 and 10”, NTS 33 (1987) 244-254 (hace una distinción entre diferentes “conciencias”); matizado por D. B. Martin, The Corinthian Body, Michigan, Yale University Press, 1995, 179-182 (Pablo “no tiene una teoría firme sobre la syneidesis”, el término es introducido por los corintios) y relativizado por G. W. Dawes, “The Danger of Idolatry: First Corinthians 8,7-13”, CBQ 58 (1996) 93-97 ya que sostiene que el problema no es la conciencia sino lisa y llanamente (simpliciter) la “idolatría” (86).

21.- Para W. Schmithals, la conexión entre 10,1-22 y 10,23 es “simplemente imposible”, Gnosticism in Corinth: An Investigation of the Letters to the Corinthians, Nashville, Abingdon press, 19712, 93.

22.- Diferentes párrafos que otros estudiosos interpretan como un añadido, como un paréntesis en el tema que viene desarrollando, o como diferentes etapas de redacción.

23.- Un estudio de la unidad puede verse en J. C. Inostroza, Moisés e Israel en el desierto. El midrás paulino de 1 Cor 10,1-13, Salamanca, Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, 2000; “Breve homilía” la llama C. Senft, La première épitre de saint Paul aux Corinthiens, (CNT 2ème serie VII), Neuchâtel - Paris, Delachaux & Niestlé, 1979, 128.

24.- Es interesante, en este caso, que el texto, en su forma verbal [imperativo presente] puede interpretarse como "dejen de ser idólatras". Sí dirá luego: “huyan de la idolatría” (10,13; en 6,18 dijo “huyan de la impureza”). Hay que  notar la semejanza entre estos párrafos: no sólo se indica que se debe “huir” de tal vicio, sino que ambos repiten el mismo “slogan” corintio: “todo me es lícito”, además, la idolatría en v.7 es seguida de porneúô (término clave en cap. 5-6), y la relación se profundiza si “divertirse” tiene connotaciones sexuales, o si “fornicar” tiene connotaciones idolátricas, o las prostitutas de 6,12-20 fueran prostitutas sagradas. Ciampa-Rosner, “The Structure and Argument” han señalado la matriz judía de ambos  vicios y cómo deben entenderse unidos para comprender el carácter judío de esta carta y su estructura: “es reconocido que en el antiguo pensamiento judío y cristiano, los Gentiles son considerados particularmente por dos vicios aberrantes: inmoralidad sexual e idolatría”, 207.

25.- Barrett, “Eidòlothyta Once More”, 34 n.7.

26.- H. Conzelmann, 1 Corinthians, Philadelphia, Fortress Press, 1975, 168; y cita como ejemplo variante 1QS 3,4: “todo el que rehúse entrar en alianza de Dios (…) su conocimiento, su fuerza y su riqueza no entrarán en el consejo de la comunidad (…) No quedará limpio por las expiaciones, ni será purificado por las aguas lustrales…”

27.- Por si hiciera falta, repetimos que el ídolo no estaría dado por la violación al primer mandamiento, sino del segundo: manipular a Dios, o las cosas de Dios (como el bautismo o la eucaristía, en este caso); serían “sacramentalistas persuadidos que el bautismo y la cena del Señor los garantizan de modo mágico, salvaguardándolos de todo peligro de caída y liberándolos del empeño ético”, Barbaglio, 1 Cor, 465. Notar en las últimas citas los usos de los términos “seguridad” y “confianza” que hemos caracterizado como propios de la idolatría.

28.- B. Malina – J. J. Pilch, Social-Science Commentary on the Letters of Paul, Minneapolis, Fortress Press, 2006, 100.

29.- Aunque cf. R. B. Hays, “The Conversión of the Imagination: Scripture and Eschatologie in 1 Corinthians”, NTS 45 (1999) 391-412 destaca los textos no “explícitos”.

30.- De todos modos, los tres pasajes donde la connotación es sexual llevan preposición. En este caso la referencia parece ser a la danza, Bartelmus, “tshq / shq, TDOT XIV, 64; Malina-Pilch, Social-Science Commentary 101, lo interpretan como sexual.

31.- Sobre los diferentes posibles sentidos de koinônía en esta unidad, y la propuesta de interpretarlo como comunión  con Cristo y también con los participantes de la mesa, cf. G. Barbaglio, La prima lettera ai corinzi. Introduzione, versione e commento, Bologna, (SOC 16) EDB, 1996, 480-483.

32.- A. C. Thiselton, The First Epistle to the Corinthians, Michigan-Cambridge, (NIGTC) Eerdmans, 2000, 773-774.

33.- El término hebreo shre aquí y en Sal 106,37 es traducido por daimoníois. “[E]l término original acádico designa a los guardianes fantásticos de los templos, estatuas intimidatorias de animales polimorfos, los dos autores bíblicos que recogen el término le dan un sentido peyorativo para designar burlonamente las divinidades extranjeras”, L. Alonso - C. Carniti, Salmos II, Navarra,Verbo Divino, 1993, 1336. Es posible coincidir con Bruce que para Pablo los demonios no son entidades personales sino personificación de fuerzas (¿analógicamente al pecado?) que ejercen su influencia sobre la humanidad (citado por Thiselton, 1 Cor, 775); cf. R. F. Collins, First Corinthians, Minnesota, (SP 7) Liturgical Press, 1999, 380-381.

34.- R. A. Horsley, “Gnosis in Corinth: 1 Corinthians 8,1-6”, NTS 27 (1981) 50; repite la misma idea en 1 Corinthians, Nashville, Abingdom Press, 1998, 141.

35.- Así A. T. Hanson, citado por Thiselton, 1 Cor, 778.

36.- Aunque en Dt kyrios designa a Dios y en 1 Cor 10,21.22 designa evidentemente a Cristo, como ha señalado R. H. Bell, Provoked to Jealousy, citado por Thiselton, 1 Cor, 778.

37.- L. Cope. “First Corinthians 8-10: Continuity or Contradiction?”, citado por Barbaglio 375 n. 10 (donde presenta brevemente las razones de esta posición).

38.- Algunos autores (Murphy-O’Connor, Collins, Barbaglio) proponen para 8-10 un esquema A B A’ donde A.A’ presenta la actitud más complaciente con la comida inmolada a los ídolos (aunque A’ es más concreto y preciso), y B una postura más crítica. Pero no todos coinciden en dónde comienza y termina B (Barbaglio: 10,1-22; Murphy-O’Connor: 9,1-10,22; Collins 10,1-22; cap. 9 es una disgresión retórica). En general, en este esquema parecería razonable excluir el cap. 9, como en cierto modo hace Collins. Nosotros hemos preferido suponer que Pablo añade 9,1-10,22 en un segundo momento (a raíz del agravamiento de la situación, del que es informado oralmente; también Hurd coincide que 10,1-22 es comunicado oralmente a Pablo y por eso es más vehemente). Proponer un añadido (paulino) no excluye el esquema ABA’ ya que B también parece añadido en 1 Cor 12-14, donde 12 y 14 conforman A y A’ respectivamente y 13 (B) parece añadido, como diremos.

39.- Tampoco parece resolverla la propuesta de Fotopoulos, “Arguments Concerning Food Offered to Idols” de reconstruir, partiendo de la retórica, los dichos corintios, y -de allí- el desarrollo del discurso.

40.- G. Fee, The First Epistle to the Corinthians Michigan, (NICNT) Eerdmans, 1991, 470-471.

41.- Barrett, “Eidôlothyta Once More”, 33.

42.- H. von Soden, Urchristentum und Geschichte I, Tübingen, 1951, 269, citado por Barrett, “Eidôlothyta Once More”, 34.

43.- Barbaglio, 1 Cor, 490; ya hemos señalado que la unidad 10,1-22 presenta claramente una relación crítica entre la comida idolátrica y la eucaristía, tema ausente en 8,1-13; 10,23-11,1.

44.- Thiselton, 1 Cor, 608-609 (subrayado en el texto).

45.- Es clásica la opinión, fundamentalmente sostenida por J. Murphy-O’Connor que el lugar de las cenas eucarísticas es la casa (cf. St.Paul’s Corinth: Texts and Archaeology, Minnesota, Liturigal Press, 20023, 178-185); sin embargo, también desde una perspectiva arqueológica, D. H. Horrell, “Domestic Space and Christian Meetings at Corinth: Imagining New Contexts and the Building East of the Theatre”, NTS 50 (2004) 349-369 propone la calle oriental del teatro (aunque el autor señala claramente que es sólo posible, “pero por numerosas razones parece que debe considerarse seriamente” (369), C. Gil, “Conflictos entre el espacio doméstico y público en la Ekklesía en Corinto”, EstBib 64 (2006) 517-526, propone los locales de alquiler, aunque Murphy-O’Connor, Paul, A Critical Life, Oxford, Claredon Press, 1996, 169 –al hablar de Efeso- sostiene que son muy costosos; pero esto no parece ser el problema en Corinto.

46.- Por ejemplo, A. Descamps, afirma: “No se ve exactamente su lugar en relación a todo lo que sigue. Dejamos esta introducción a un lado, porque en cierta manera se puede aislar con respecto a lo que continúa en el capítulo”, “El bautismo, fundamento de la unidad cristiana”, RevistB 69 (2007) 31-64, 51 (orig. 1971).

47.- Sin embargo, no debemos olvidar que en un texto –con reminiscencias quizá autobiográficas- Pablo dice que Jesús se hizo él mismo “maldición” por nosotros (Gal 3,13), cf. M. Hengel, The Pre-Christian Paul, London-Philadelphia, SCM Press-Trinity Press International, 1991, 83-84.

48.- ¿O los que actúan como si no lo hubieran recibido? En 3,1 Pablo les dice que “no pude hablarles como espirituales sino como a carnales”. ¿Se refiere al mismo grupo, como propone J. Painter, “Paul and the pneumatikoí, at Corinth”, en M. D. Hooker - S. G. Wilson, Paul and Paulinism. Essays in honour of C. K. Barrett, London, SPCK, 1982, 237-250?

49.- Pareciera que nos encontramos ante una sinécdoque, los textos judíos presentan a los ídolos como mudos, ciegos, sordos, inmóviles y muertos… la referencia a la mudez en este párrafo, parece justificarse por la centralidad de la palabra en toda la unidad: como dijimos los carismas principales son de la palabra (apóstoles, profetas, maestros), los carismas que Pablo analiza en c.14 tienen que ver con la palabra (lenguas y profecía); es algo analógico a la referencia a la boca de los profetas (cf. Is 6,5.7; Jer 1,9; Ez 2,8.3).

50.- Cf. C. Gil, “La casa amenazada. Conflicto de modelos familiares en 1 Co”, EstBib 63 (2005) 43-63.

51.- Cf. G. Theissen, Psychological aspects of Pauline Theology, Philadelphia, Fortress press, 1987, 267-341.

52.- Ya habíamos terminado este trabajo cuando L. H. Rivas publicó Pablo y la Iglesia. Ensayo sobre “las eclesiologías” paulinas, Buenos Aires, Claretiana, 2008; en pp. 83-98, y 117-156 encontramos la referencia al Cuerpo y a los carismas.

53.- El término es de uso casi exclusivamente paulino (sólo 2 veces en Sgo 1,9; 4,16), lo encontramos en Gal (x2), una vez en Fil y Ef, 5 veces en Rom, 6 en 1 Cor y 20 veces en 2 Cor.

54.- J. Sánchez Bosch, “Gloriarse” según san Pablo. Sentido y teología de kaujaomai, Roma-Barcelona, Analecta Biblica 40, 1970). Como puede verse fácilmente en una concordancia, el término es casi exclusivamente paulino en el NT (2 veces en Santiago, 1 en Ef y 34 veces en las cartas seguramente paulinas).

55.- Señalamos el tema de la “des-mesura” en 2 Cor 10,12-18, ya que tanto la idea de la “medida” (5x) como de la “norma” (3x) son lexemas que resaltan en esta unidad (“no nos jactaremos desmesuradamente”, 10,13). Es interesante, también, destacar el aspecto idolátrico de la “desmesura” como lo ha señalado J. S. Croatto en Gen 3: Crear y amar en libertad. Estudio de Génesis 2:4 - 3:24, Buenos Aires, La Aurora, 1986, 178. 181. 185. 209. 213. 226.

56.- E. de la Serna, “Segunda carta a los corintios”, en A. Levoratti (dir.) Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento, Navarra, Verbo Divino, 2003, 886.

57.- “La iniciativa divina en 1 Cor”, RevistB 51 (1989) 39-44.

58.- Esto es lo que ha llevado a M. Mitchell a destacar que la meta de Pablo en la carta es conducir la Iglesia a la unidad, pero Ciampa-Rosner sostienen que esto “es poner ‘el carro delante del caballo’. La gran meta de Pablo no es la unidad, sino la santificación de los Gentiles creyentes de modo que glorifiquen a Dios. Como lo muestra Rom 15,5-6, la unidad no es la meta, sino el prerrequisito para ‘glorificar a Dios con una mente y voz’. En 1 Corintios Pablo enfrenta el faccionalismo corintio en orden a clarificar el camino para su objetivo principal”, “The Structure and Argument”, 214. No es distinto lo que hace tiempo opinaba J. Dupont, “Reflexiones de San Pablo para una Iglesia dividida”, RevistB 69 (2007) 175-188 (orig. 1976).

59.- Destaca el tema del Bautismo y la unidad, el citado artículo de A. Descamps, “El bautismo, fundamento de la unidad cristiana”, en 32-42 se refiere a 1,13-16; en 42-49 a 10,2 y en 49-55 a 12,12-13.

60.- Coincidimos con G. Barbaglio: “No hay tono personalista en la defensa de su predicación; en última instancia se trata de defender lo genuino del evangelio centrado en la cruz de Cristo y objeto de su apología (…) aun enredado en personalismos de tipo sectario, sabiendo que el «partido» de Apolo es su adversario dialéctico”, La Teología de San Pablo, 52-53.

61.- Cf. E. de la Serna, “El pueblo crucificado. Aspectos bíblicos”, Proyecto 33 (1999) [en Homenaje a Ignacio Ellacuría] 115-141 (part. 130-132).

62.- Barbaglio, La Teología de San Pablo, 54.

63.- Hay ocasiones en que lo opuesto de buscar refugio en el Señor es “idolatría” (cf. Sal 16,1.4; Is 57,12-13a; cf. Gamberoni, “hs’, TDOT V, 74; “Los LXX y el NT recogen el contenido de hsh por medio de diversos términos, pero tienden hacia una comprensión espiritual: pepoithénai, «confiar»; elpizein, «esperar»...” E. Gerstenberger, “hs’ Refugiarse”, DTMAT I, 864.

64.- “¿Ver-Juzgar-Actuar en San Pablo?”, RevistB 52 (1990) 85-98.

65.- G. von Rad, Die Wirklichkeit Gottes, en Gottes Wirken in Israel 148, citado por Sicre, Los dioses olvidados, 179.

66.- Es clásico el trabajo de A. T. Lincoln, Paradiso ora e non ancora. Cielo e prospectiva escatologica nel pensiero di Paolo, Brescia, Paideia editrice, 1985 (orig. 1981).

67.- Sasse, “aiôn – aiônios”, TDNT I 197-209 (esp. 204-207); cf. ib. “kosmos”, TDNT III, 892-894.

68.- A. Men, “The Messianic Eschatology of St. Paul in Connexion with the Primitive Preaching of the Gospel”, en L’Apôtre Paul: personnalité, style et conception du ministère, A. Vanhoye (ed.), BETL 73, Leuven, Leuven University, 1986, 322-323.

69.- J. D. G. Dunn, The Theology of Paul the Apostle, Edimburgh, T&T Clark, 1998, 463-464.

70.- R. Schnackenburg, “Entre dos tiempos: Existencia cristiana en este mundo según san Pablo”, en R. Schnackenburg, Existencia cristiana según el Nuevo Testamento, Navarra, Verbo Divino, 1973, 207-233, 227.

71.- Muchos autores sostienen que la ética paulina está expresada en la tensión indicativo-imperativo: R. Bultmann, “el Indicativo crea (begründet) el Imperativo”, Theologie des Neuen Testaments, Tübingen, J. C. B. Mohr, 1958, 335; W. Schrage aclara que esto debe entenderse como “una fórmula abreviada para significar las promesas salvíficas cumplidas y las recomendaciones orientadas a la acción”, Ética del Nuevo Testamento, Salamanca, Sígueme, 1987, 200; Dunn, The Teology of Paul, 626-631, la presenta con la fórmula “ya que… entonces”. En cambio U. Schnelle ve este esquema como limitado, y piensa que debe integrarse dentro de un esquema mayor: “transformación y participación”, Apostle Paul. His Life and Theology, Michigan, Baker Academic, 2005, 548.

72.- J. Ratzinger, “El ateísmo”, en Cavanna, Cottier et al., La fe hoy, Madrid, Palabra, 1968, 65.

73.- V. Codina “Dios de vida, dioses de muerte”, en Parábolas de la mina y el lago, Salamanca, Sígueme, 1990) 53.

74.- G. Gutiérrez, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión sobre el libro de Job, Lima, CEP, 1986, 111-112; cf. Ib. Dios o el oro en las Indias, Salamanca, Sígueme, 1990.

75.- En la numeración del Documento de Aparecida ponemos entre corchetes la nueva numeración producida luego de los retoques oficiales al documento auténtico aprobado por los obispos.

76.- La idea de “Iglesia samaritana”, como “otra nota” de la Iglesia pertenece a J. Sobrino, “La Iglesia samaritana y el principio-misericordia”, en J. Sobrino, El principio misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados, Santander, Sal Terrae, 1992, 31-45; anteriormente había presentado las “cuatro notas” tradicionales en relación a la Iglesia de los pobres en Resurrección de la verdadera Iglesia. Los pobres, lugar teológico de la eclesiología, Santander, Sal Terrae, 1984, 115-142.

77.- J. Sobrino, "Es trágico, pero es bello morir como Jesús", Actualidad Pastoral 23/184 (1990) 179



Artículo publicado originalmente en V. M. Fernández - C. M. Galli (eds.) “Testigos… y servidores de la palabra” Lc 1,2. Homenaje a Luis Heriberto Rivas, San Benito, Buenos Aires 2008, 111-134


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