La idolatría en 1 Corintios ¿una clave de interpretación? (*)
Eduardo de la Serna
Un
reciente artículo de Luis H. Rivas sobre la exégesis y la teología me inspiró a
profundizar, ampliar y -quizá- mejorar un viejo trabajo sobre cómo Pablo
enfrenta un modo de “hablar de Dios” (teo-logía) en una de sus comunidades más
complicadas, Corinto.[1] En su artículo, Rivas empieza y termina con la clásica
expresión de León XIII sobre “la Biblia como alma de la
teología”. No está de más recordar que Juan Pablo II, al invitar a toda la Iglesia a un serio examen
de conciencia se preguntaba “¿en qué
medida la Palabra
de Dios ha llegado a ser plenamente el alma de la teología?” (TMA 36).
Ciertamente parece que estamos muy lejos de haberlo logrado, y la Sagrada Escritura
parece más de una vez una excusa para afirmar lo que de antemano hemos decidido
decir (dicta probantia), o un simple
momento narrativo de la teología. “Al principio no fue así” -anota Rivas- y
remite a la era Patrística. Al presentar la tarea del exégeta-teólogo en la
actualidad, Rivas dice:
“El exégeta también es un
teólogo, así como el dogmático es un exégeta. El exégeta estudia el texto
bíblico con lo que se ha dado en llamar «la precomprensión teológica»: se
acerca a la Biblia
como creyente, en una comunidad eclesial y dependiendo de una tradición. Su
tarea no se limita a aplicar los métodos adecuados para lograr la explicación
de un texto, sino que debe interpretarlo para el hombre de hoy, y esta es tarea
de teólogo. Si ha debido hacer el recorrido «regresivo», no terminará de
cumplir su función hasta que haga el recorrido «progresivo» desde el texto
hasta el hombre contemporáneo. El recurso a los modernos métodos de
interpretación y aproximación al texto bíblico, así como la aplicación de una
hermenéutica en el sentido que el término tienen en la actualidad, son los
pasos que hoy se indican para una correcta exégesis en orden a «poder
actualizar correctamente el mensaje de los textos y nutrir la vida de fe de los
cristianos»”.[2]
Desde
hace ya tiempo, particularmente en América Latina, se ha reflotado el tema de
la idolatría en la reflexión teológica. Ya desde G. Gutiérrez en su clásica
“Teología de la Liberación ”,
y su planteo de que la teología no puede estar separada de la vida, en
coherencia con la tradición patrística -como afirma Rivas- o con posteriores
planteos como los de von Balthasar, la teología se plantea como “acto segundo”,
como reflexión a la respuesta “práxica” de la fe y la vida a la palabra de
Dios. Por eso se ha planteado la teología como “espiritualidad”.[3] Pero, precisamente por esto, desde los
inicios de la reflexión teológica, se ha pretendido "liberar la
teología" de toda imagen distorsionada de Dios. Es más, si desde D.
Bonhöffer en Europa se ha planteado dar una respuesta teológica a la pregunta
"¿cómo hablar de Dios en un mundo adulto? (die Mündigkeit der Welt)",[4]
muchos, y en primer lugar J. L. Segundo, han sostenido que en América Latina el
problema no es el ateísmo, sino la idolatría.[5] Esto fue, luego, elaborado y
reflexionado en diferentes trabajos, e incluso aceptado por la Conferencia Episcopal
Latinoamericana reunida en Puebla (1979).[6]
Evidentemente,
decir idolatría, supone para quien
habla o escribe, un punto de partida: una "ortodoxia", un
reconocimiento de la falsedad de una/s divinidad/es, lógicamente diferente del
punto de partida de otros, que reconocerán aquella/s divinidad/es como en la
que es sensato con-fiar. En su
acepción común supone un juicio religioso sobre otras formas religiosas.
Lógicamente, entonces, el "culto" (latría) a una divinidad diferente
a la que posee quien habla o escribe es -para él- el "culto a un
ídolo".
Un
ejemplo interesante de lo dicho lo encontramos en 1 Corintios, en la unidad
dedicada a la carne y los “ídolos”: un pagano se dirige a un cristiano y le
ofrece hierothytón -“carne
ofrecida/sacrificada a lo sagrado”-,
término que aparece por única vez en la Biblia (1 Cor 10,28), mientras Pablo y otros
textos (Hch, Ap) prefieren hablar de "carne sacrificada a los ídolos" (eidôlothytôn; 8,1.4.7.10; 10,19). Parece que, para los
"paganos" esa carne sacrificada, los lleva a entrar en comunión con
lo sagrado (hieros); en cambio, para
Pablo -desde un diferente punto de partida- esa carne lo llevaría a entrar en
comunión con los “ídolos”, puesto que no hay más que un Dios. Sobre este texto
volveremos más adelante.
La
palabra idolatría, evidentemente, se
refiere a algo "negativo" y se dirige a los que comparten el mismo
punto de partida del que la pronuncia (en este caso, Pablo), no a los
"otros", a los que tienen un diferente "punto de partida".
Es decir: se dirige a cristianos, no a "paganos"; por lo tanto, al
decir "ídolo" se parte del mismo punto de partida y un mismo criterio
frente a lo divino. Lógicamente un "pagano" no aceptaría que se diga
que lo suyo es un ídolo sino que es un "Dios", algo sagrado (hieros). De hecho, los escritos
bíblicos, y en nuestro caso los escritos paulinos, se dirigen a quienes tienen
el mismo "punto de partida", la fe.
Los
diferentes diccionarios bíblicos señalan el origen y evolución del término, y
los diferentes términos hebreos que son interpretados con el término griego eidôlon [7].No es eso lo que nos
interesa ver aquí. Queremos descubrir en qué medida es importante la idolatría
en la comunidad de Corinto, y por lo tanto en la interpretación de la primera
carta a los corintios. Vamos a proponer que el tema de la idolatría es una
clave de lectura para 1 Cor y por lo tanto, indispensable para comprender esta
carta.
Desde
un punto de vista meramente estadístico la
raíz eidôl— no aparece en los
evangelios, y lo encontramos en los escritos de las escuelas joánicas y
paulina. Mientras aparece una vez en 1 Jn 5,21 y cinco en el Apocalipsis
(2,14.20; 9,20; 21,8; 22,15), lo encontramos cinco veces en escritos de cierta influencia
paulina (1 Pe 4,3; Hch 7,41; 15,20.29; 21,25) y veintiuna veces en los escritos
paulinos (y deutero-paulinos): Rom 2,22; 1 Cor 5,10.11; 6,9; 8,1.4 (x2).7
(x2).10 (x2); 10,7.14.19 (x2); 12,2; 2 Cor 6,16; Gal 5,20; Ef 5,5; Col 3,5; 1
Tes 1,9. Como se ve, mientras lo encontramos una vez en cada una de las citadas
cartas paulinas (6 veces), en 1 Cor, lo encontramos nada menos que ¡15 veces!
Evidentemente el tema es importante en esta carta.
No
hemos de dar a cada pasaje de esta epístola una importancia semejante;
ciertamente no la tienen. Hay textos que son referencias al A.T., o relecturas
de los mismos (1 Cor 10,7; cfr. Hch 7,41), o textos que refieren a divinidades
extranjeras concretas, "personales" (lo que se ve claramente en los
textos referidos a la comida sacrificada a los ídolos [eidôlothytôn] como en 1 Cor 8,1.4.7.10, cfr. Hch 15,20.29; 21,25;
Rom 2,22), o referencias a la idolatría en los "catálogos de vicios"
(1 Cor 5,10-11; 6,9; cfr. Ga 5,20; Ap 21,8; 22,15). Sin embargo, solamente al leer
que kaì tên pleonexían, hêtis estin
eidôlolatría ("y la avaricia, que es una idolatría": Col 3,5;
cfr. Ef 5,5) podemos afirmar que esto demuestra posible entender el tema en un
sentido amplio, no sólo "personal": si la avaricia es una idolatría (y,
es evidente en este caso que no se refiere a una divinidad extranjera, como es
el caso de Mamón de Mateo y Lucas) está usando el término en un sentido
importante para nuestro trabajo: no enfrenta "otro punto de partida"
sino desde un "punto de partida" común (ortodoxia) cuestiona una
vivencia que lleva a una cierta manera de "dar culto" a adversarios
de Dios (una heteropraxis). Pero dejemos hablar a los textos, y veamos en qué
sentido el tema de la idolatría puede ser un tema clave para interpretar la Primera Carta a los
Corintios.
Entendemos,
en este trabajo, por ídolo todo
aquello que ocupa el lugar del Dios judeo-cristiano en la vida de los pueblos,
sociedades, comunidades o individuos. Lógicamente, el "culto" debido
a este Dios y dado a los ídolos (ídolo-latría) será convertir en rival de Dios lo que de hecho, aunque
fuera bueno, es sólo creatura. Notemos, además, que el tema de la idolatría (a
pesar del uso de “latría”) no parece que deba restringirse al "culto"
(por eso lo hemos puesto entre comillas); será la vida -que también es culto;
cf. Rom 12,1-2: tên logikên latreian
hymôn- la que es "consagrada" a determinado ídolo, pero esto no
necesariamente queda restringido al ámbito cultual. Como se ve, no intentamos
hablar de las divinidades extranjeras desde la misma existencia
"extranjera" sino desde la existencia "cristiana", desde
"cerca", no desde "lejos" (1 Cor 5,12; Ef 2,17; cfr. Is
57,19). Tampoco pretendemos profundizar los diversos aspectos que el término
supone: sacrificios, lugar de culto, ministros, dones, víctimas, aunque
brevemente lo mencionaremos en la conclusión. Nos interesa analizar las
actitudes cristianas que terminan -aunque más no sea en la praxis- idolatrando
realidades y por lo tanto restándole a Dios algo que le es debido, sea porque
es dado a otro o porque no le es dado en plenitud. En ese sentido se
transforman en rivales de Dios.
Siguiendo
a J. L. Sicre, que en su tesis doctoral presentó las riquezas y las potencias
extranjeras como “Dioses olvidados”, y retoma el tema en su presentación del
“Profetismo en Israel”,[8] debemos notar que por ídolo no sólo se ha de
entender una divinidad extranjera (primer mandamiento), sino también poner la confianza, la seguridad, en lo que no es Dios (cf. Job 31,24), como también
manipular a Dios (segundo mandamiento), no “dejar a Dios ser Dios”, diríamos
hoy. Tengamos esto en cuenta para profundizar la idea de la idolatría como
problema en la comunidad de Corinto.
Presentación de la Carta "primera" a
los Corintios
Es
sabido que la llamada "primera" carta a los Corintios es (por lo
menos) la segunda (cfr. 1 Cor 5,9). A su vez, muchos autores han propuesto
dividir la actual 1 Cor en varios fragmentos que, originalmente, constituirían
-conjuntamente- con 2 Cor las -o algunas de las- varias cartas a los corintios
que aparecen como perdidas; pero esta postura pierde adeptos día a día. Hemos
presentado nuestra propuesta sobre esto en otra parte,[9] donde sosteníamos que
la actual 1 Cor fue compuesta por el mismo Pablo en dos etapas (seguramente no
muy distantes en el tiempo). Sea esto correcto, o estemos frente a una carta
uniforme, de todos modos parece posible presentar la siguiente estructura de la
carta. Partiremos de esta propuesta para referirnos más adelante a nuestro
tema. Las unidades en las que parece posible dividir la carta son las
siguientes:
I.- Problema de los "partidos" corintios (cap.1-4)
II.- Problemas morales (cap.5-6)
1. el incesto
2. los
tribunales del imperio
3. la
prostitución
III.- Respuesta a las primeras preguntas
formuladas (cap.7):
1. matrimonio
2. virginidad
IV.- Respuesta a la pregunta sobre la carne inmolada a los ídolos y problemas sobre la autoridad de Pablo y la Cena (cap.8-10)
V.- Problemas de asamblea (cap.11)
1. Las
mujeres
2. La Cena
VI.- Respuesta a la pregunta por los espirituales
y problema de una “escala de
valores” (cap.12-14)
VII.- Problemas frente a la resurrección
(cap.15)
VIII.- Respuesta a la pregunta sobre la colecta
y sobre Apolo (cap.16)
Nuestra
propuesta sostenía que Pablo responde a una carta enviada por los corintios (1º
etapa; cada respuesta está
introducida por la fórmula “con respecto a...”, perì dè...), pero al enterarse oralmente
del agravamiento de la situación, en un segundo momento, enfrenta los problemas que ha escuchado (2ª etapa).
En la estructura que destacamos más arriba, estos dos momentos quedan
reflejados en los títulos presentados como "respuesta" (1ª etapa) y
"problema/s" (2ª etapa).
Como
puede verse por la estadística de citas presentadas más arriba, el tema de la
idolatría lo encontramos explícitamente referido en las unidades que hemos
señalado bajo los puntos II, IV y VI:
En
el primero de los casos (5,10.11;
6,9), las tres referencias las hallamos en lo que se ha llamado "catálogos
de vicios"; en el segundo
(8,1.4.7.10; 10,7.14.19), el contexto es el de la carne inmolada a los ídolos,
mientras que en el tercero se refiere
brevemente, pero en un lugar clave -como veremos- al pasado "pagano"
de los corintios (12,2). Deberemos analizar estos textos antes de preguntarnos
si el tema está también implícito en otras partes de la carta.
Citas explícitas sobre los ídolos
1 Cor 5-6
Señalamos
recién que la unidad 5-6 es una unidad caracterizada por cuestiones morales. De
hecho se plantean tres conflictos frente a los cuales Pablo debe intervenir: un
caso de inmoralidad (porneia) por
incesto (A), el recurso a la justicia (B) y la actitud frente a las prostitutas
(pornê) (A’). No es, entonces, de
extrañar que en esta unidad Pablo ubique dos catálogos de vicios (5,11; 6,9-10,
cfr. 5,10).[10]
Estos
"catálogos" son listas de pecados (o de virtudes, en otros casos) que
empezaban a ser frecuentes en el mundo greco-judío, griego y cristiano; en la
literatura apócrifa, por ejemplo, pueden verse ejemplos en el Testamento de los
12 Patriarcas: TestRub 3,2-8; TestLev 14,5-8; TestJud 16,1; TestGad 5,1-2;
TestAs 2,5; 5,1; TestBen 6,4; en la
Asunción de Moisés 7; Baruc (gr) 4,17; 8,5; 13,4; En (et)
91,6-7; Jub 21,21; 23,14. Veamos –por ejemplo- el texto de Baruc, donde encontramos
también una referencia a los ídolos/idolatría como "vicio" dentro del
"catálogo":
"Y
Baruc dijo: «-Señor, ¿por qué están esos rayos descendiendo del cielo?» Y el
ángel me dijo: «Por la visión de la ilegalidad e injusticia de los hombres
cometiendo fornicación, adulterio, hurtos, robos, culto a los
ídolos, dados a la bebida, asesinatos,
discordias, celos, difamaciones, murmuraciones, habladurías, adivinaciones y
otras cosas que son inaceptables para Dios»" [Bar (gr) 8,5]
De
hecho, el Nuevo Testamento, con excepciones (Juan, por ejemplo) está lleno de
estos catálogos. Los catálogos judíos, señalaban particularmente los pecados
que caracterizaban a los paganos como consecuencia precisamente de la
idolatría. El acento en lo sexual radica en que este era "el" pecado
que culturalmente los judíos atribuían a los paganos. Y estos pecados "de
los paganos" tienen su raíz en el culto a los ídolos.[11] Los catálogos
judíos de virtudes, en cambio, tienen su raíz en la Ley y su cumplimiento.
Esto
no significa que el catálogo de vicios ronde siempre lo sexual. La avaricia (pleonexia) a la que hicimos referencia
más arriba, por ejemplo, aparece junto a la idolatría en los catálogos de 5,11 y
6,10, Rom 1,29 y Mc 7,22. Lo que nos interesa, por ahora, es señalar que hay
pecados que son característicos de los paganos. Ahora bien, el contexto de 1
Cor 5-6 cuando se refiere a los paganos anota que a ellos “los juzgará Dios”
(5,12-13a), pero esas cosas son intolerables dentro de la comunidad cristiana; de hecho ese es el sentido de los
catálogos de vicios: que en la comunidad creyente no se repitan los pecados que
se ven en “los de afuera”. El problema que preocupa a Pablo es el que
"llamándose hermano vive de esa
manera" (5,11). Algo semejante plantea ante los casos de injusticia en
6,1-11, “son ustedes los que obran la injusticia” (v.8) y al presentar a esta
en el catálogo afirma: “tales eran algunos de ustedes” (v.11).
La
referencia a los ídolos, en este caso, es referencia al culto que se les da a ellos, ya que es presentado como heidôlolatrai. Si los
"paganos" viven así, es algo de lo que Dios se ocupará; pero si así
viven los cristianos, puede indicar que han vuelto al pasado, o quizá implique
que están cayendo en algo que podríamos llamar "idolatría práctica".[12]
Es obvio que este "vicio", como otros más, es característico de los
paganos pero es inconcebible en la
comunidad cristiana; el tema está en que al presentarlo a cristianos (a los
que se llaman "hermanos"), eso parece demostrar que determinados
"vicios" estaban "presentes" en la vida de la comunidad. El
primero de los dos catálogos, lo encontramos en el contexto de un pecado
sexual: uno vive con la mujer de su padre; recurriendo a una imagen tomada de
la liturgia pascual, Pablo destaca que si uno vive de esa manera, corrompe a
toda la comunidad. No podemos dejar de notar que lo que Pablo cuestiona
principalmente, en este caso, no es el hecho incestuoso en sí, sino que la
comunidad, frente a este hecho ande hinchada
(fysioô, 5,2). Como veremos, hincharse
es propio de los corintios, de su mirarse a sí mismos. ¿A qué se debe la
“hinchazón”? Es muy probable que los corintios (o algunos en la comunidad), se
“jacten” de tener “¡tal libertad que «hasta eso» tenemos! y no es problema para
nosotros”; “todo nos es lícito” (6,12). "Algo huele mal en Corinto".
1 Cor 8-10
La
referencia a los ídolos en esta unidad, aparece en el contexto de una consulta
hecha por carta a Pablo por los corintios (cfr. 7,1). Nuevamente el contexto es
el del culto; en este caso la comida de la carne inmolada, sacrificada a los
ídolos. Esta carne podía adquirirse en el mercado (cf. 10,25), y por lo tanto,
comerse en cualquier casa de familia (cf. 10,27); y también podía comerse en el
templo (cf. 8,10).[13] El planteo que hacen al Apóstol es si al comerla se está
obrando bien o no.[14] Un grupo -los de conciencia débil- entiende que obra
mal, y por tanto comer esta carne los escandaliza porque creen idolatrar; otro
grupo -los comentaristas suelen llamarlos “los fuertes” -[15] sostiene que no,
puesto que no hay más que un Dios y no existen los ídolos, por lo tanto, la
carne puede comerse sin problemas. Un slogan de los corintios “fuertes” parece
ser el punto de partida de esta cuestión: "el ídolo no es nada en el
mundo" y "no hay más que un Dios" (8,4). Varias veces cita
Pablo, en la carta, slogans de los corintios,[16] pero lo hace para corregir
algún punto de sus planteos (el “slogan” suele ser acompañado por algún término
o desarrollo que lo limita o relativiza). El punto de partida es correcto, de
hecho es cierto que "todos tenemos ciencia" -8,1 (aunque, cf. 8,7);
probablemente otro slogan corintio-; pero lo que se debe corregir es un error
en la "escala de valores": lo que importa más que la ciencia es el
amor: "la ciencia (gnôsis)
hincha, el amor edifica".
"Hincharse",
término que ya hemos encontrado en 5,2, es algo que es característico de los
corintios (4,6.18.19; 5,2; 8,1; 13,4; 2 Cor 12,20). El término (fysioô) sólo aparece en Col 2,18 fuera
de las cartas a esta comunidad. Es semejante a "jactarse", aunque uno
puede "jactarse" bien: por ejemplo si “se jacta en el Señor” (1,31;
cfr. 2 Cor 10,17). "Hincharse", en cambio, es siempre jactarse mal,
creerse más, es mirarse a sí mismo, es “pavonearse”. En este caso, es todo lo
contrario de "edificar" (oikodomeô),
otro término frecuente en Pablo, y particularmente importante en estas cartas:
la raíz oikod— la encontramos 3 veces
en Rom, 1 en Gal, 4 en Ef , 1 en 1 Tes y ¡15 veces! en 1-2 Cor. Es mirar, tener
en cuenta, la comunidad, tener en cuenta al "hermano" y buscar su
bien antes que el propio (cf. 1 Cor 10,33).
Veamos la estructura de esta unidad 8-10:
Comienza
claramente (8,1) con perì dè que es
indicio de una nueva respuesta a la carta de los corintios. Toda esta unidad
termina con la referencia a “sea que coman, sea que beban, sea lo que hagan,
hagan todo para gloria de Dios”; no sólo concluye aquí la referencia a la
comida, sino que contrasta el “hincharse” de 8,1 con la “gloria de Dios”
(10,31).[17]
Esta
unidad tiene las siguientes partes claramente delimitadas:
El término gnôsis es lexema dominante en el cap. 8 (1 [2x]. 7. 10. 11); del
mismo modo, el término libre, eleútheros
(1.19) y “tener derecho” exousían
(4.5.6.12 [2x].18; cf. 8,9) conforman el cap. 9 (la unidad, además, finaliza –contrastando-
con un hapax del NT: esclavizar, doulagôgô: v.27). El cap. 10 presenta
dos partes, la primera (1-22) enmarcada por la comida-bebida,[18] comienza con
el clásico vocativo hermanos. Dentro
de esta, encontramos una homilía (1-13) y su aplicación concreta comenzada por
un nuevo vocativo: queridos (14-22),
y enmarcada por la palabra “copa” (16.21), y marcada por la koinônía (16 [2x].18.20), la segunda
(23-30) comenzando por un slogan corintio, y repitiendo a modo de inclusión “no
buscar su propio interés sino el de los demás” (24.33) con la conclusión
(10,31-11,1): eite oun (“por lo
tanto...”).
I. Respuesta a la carta de los corintios (perì dè) [8,1-13]
II. Apología paulina, apostolado y libertad
[9,1-27]
III. La comida de la comunidad [10,1-22]
a.
lo sucedido en el pasado, “hermanos” [10,1-13] (“en figura”)
b.
lo sucedido en la actualidad, “queridos” [10,14-22] (“comunión”)
IV. Conclusión a la carta de los corintios
[10,23-11,1] (“no buscar el propio interés”).
Claramente
Pablo empieza diciendo que aunque todos tengan ciencia, no todos tienen amor.
De hecho, la "hinchazón" de los corintios los lleva a olvidar al
hermano. Es más, en lugar de "edificar" la comunidad, afirma
irónicamente que "los edifican para
comer carne sacrificada a los ídolos" (oikodomêthêsetai eis to ta eidôlothyta esthiein, 8,10). El amor
edifica al hermano, los "hinchados", en cambio, los están edificando para caer (skándalon), para perderse, para el
pecado.[19] Por el "conocimiento (gnôsis)
se pierde el hermano por quien Cristo murió" (8,11). Creen no pecar por
comer pero de hecho pecan contra Cristo en el hermano ya que pecando contra el
hermano se peca contra Cristo (8,12).
Lógicamente,
aquí el pecado no es la idolatría en cuanto acción cultual sino hacer caer a
quienes creen que de hecho están dando culto a los ídolos; es un problema de
conciencia (syneidêsis, v.7).[20]
Pablo, intelectualmente, está de acuerdo con la ortodoxia de los
"fuertes", lo que les cuestiona es su praxis; él prefiere hacer suya
la praxis de los "débiles" (que parten de un principio con el que
Pablo está teóricamente en desacuerdo: están "acostumbrados hasta ahora al
ídolo", 8,7). Pero lo importante es edificar "al hermano por quien
Cristo murió".
Sin
embargo, Pablo vuelve sobre el mismo punto en las dos unidades que encontramos
en el cap. 10, y lo hace -en la primera- desde un enfoque aparentemente
distinto -este es uno de los puntos que ha llevado a muchos autores a suponer
en 1 Cor más de una carta; particularmente por la aparente diferencia entre 10,21 y 10,27, o entre 8,4 y 10,19.[21]
El tema sigue siendo la relación con los ídolos, pero lo hace en dos diferentes
párrafos.[22]
El
primer uso -primera sub-unidad- aparece en el contexto de una relectura del
Antiguo Testamento y los acontecimientos pasados del desierto. Pablo avanza su
"breve homilía", o midras [23] de a pares: "no codiciar como
codiciaron", "no fornicar como fornicaron", "no tentar como
tentaron"...; curiosamente el único que no tiene el par correspondiente es
el de la idolatría, ("no se hagan idólatras", v.7);[24] este punto se
encuentra entre la invitación a no codiciar (epithymeô, v.6) y no fornicar (porneuô,
v.8). Los que hacían todas estas cosas detestables que les merecieron la muerte
fueron los “padres”, los antiguos judíos (“el Israel según la carne”, v.18),
que a pesar de haber recibido en figura
(vv.6.11) la Cena
del Señor (v.3-4) y el Bautismo del Señor (v.2), eso no fue obstáculo a su
pecado, y la consecuencia fue la muerte. Lógicamente, el centro de atención de
la homilía de Pablo no son sus antepasados sino sus contemporáneos (v.11), los
cristianos destinatarios de la carta. La mano liberadora de Dios, y su
providencia en el desierto, no fueron obstáculo al pecado; lo mismo ocurre con
las cosas que hacen "hincharse" a los corintios: ellos deben recordar
que participar del mismo Bautismo y de la misma Cena no implica estar
definitivamente en comunión con Dios: Estamos ante una “exagerada confianza en
los sacramentos”,[25] la “unidad de la securitas
sacramental y pneumática”.[26] Por eso dice Pablo: “el que crea estar de pie,
cuide de no caer” (10,12) ¿en ese caso, eso no sería hacerse un ídolo?[27]
(cfr. 11,30). Nos parece válido afirmar que la “idolatría se trata de pretender
controlar a Dios”.[28]
La
referencia de Pablo a la idolatría viene acompañada de una cita bíblica (la
única explícita de la unidad).[29] Como es lógico por el contexto del éxodo, la
cita es del acontecimiento idolátrico del desierto: el becerro de oro. Pero
parece que dentro del mismo texto del becerro, se podrían haber elegido otras
citas más claras en referencia al rechazo de la idolatría, pero esta que Pablo
elige (Ex 32,6b) hace expresa referencia al "comer y beber" que es el punto en cuestión (por la referencia
“eucarística”, y la referencia a la comida de carne ofrecida a los ídolos), de
allí que la encontremos aquí.
En
cambio, el término "jugar" (en hebreo tshk; en griego paízô) se
presta a diversas interpretaciones ya que puede referir tanto a juegos sexuales
(como lo han interpretado muchos rabinos; de hecho, en Gn 26,8 el sentido del
término es evidentemente erótico), o a las danzas rituales (cfr. 1 Sam 18,7; 2
Sam 6,5.21; 1 Cr 13,8; 15,29; como lo interpreta Calvino).[30]
Lo
importante es que -y la cita bíblica viene a reafirmarlo- Pablo intenta hacer
en esta unidad una relectura midrásica del acontecimiento bíblico de la
idolatría del Pueblo de Dios; y esto es “figura” de lo que hoy parecen repetir
los cristianos en su vida práctica.
Las
siguientes referencias a los ídolos están en la segunda sub-unidad de este
capítulo; ahora más expresamente referido a la comida y la carne inmolada a los
ídolos del presente (v.19). El tema es la comida y la bebida, con lo que de la carne inmolada se pasa a un nuevo
contexto, más cercano a la
Eucaristía (la palabra "copa" se repite al
principio y al final de la unidad encerrándola en una inclusión, vv. 16.21). La
comida común nos hace entrar en unidad con el Señor al participar de la
"copa de bendición"; somos un cuerpo al entrar en comunión con el
cuerpo del Señor (como vimos, el tema eucarístico ya fue preparado "en
figura" en la sub-unidad anterior).[31]
La
comida de carne sacrificada a los ídolos tiene una doble dimensión: por una
parte los ídolos, en cuanto divinidades, no existen; pero sí existe la comida.
En cuanto “entidad” son “construcciones sociales” (para usar categorías
modernas y posmodernas)... de todos modos “la realidad de las construcciones
sociales significa que la idolatría envuelve participación comunitaria”.[32]
Entonces, ¿a quién se ha sacrificado? Si los ídolos no existen, lógicamente se
ha sacrificado a los demonios, que son los adversarios concretos del único Dios
[sólo aquí refiere el Apóstol a los "demonios" (daimoniois)][33]. Con esto, Pablo se acerca a la lectura judía que
identifica "ídolos" y "demonios".
El
tema ya había sido presentado en Dt 32,16-17.21 (texto al que Pablo está
aludiendo), y más tarde será releído por LXX [allí donde el TM de Sal 96,5
habla de dioses paganos (’elohi), la traducción griega habla de demonios (daimonia)]; cfr. Sal 105,37 (LXX); Is 65,3.11 (LXX); Bar 4,7; 1 Hen
19,1; Jub 1,11. Algunos autores proponen aquí una diferente lectura frente al
tema de la idolatría: los corintios una visión más cercana al judaísmo
helenista, una lectura “iluminada”, Pablo, en cambio, una más cercana a la
apocalíptica.[34]
Acá
es dónde presenta un tema típico del rechazo bíblico a la idolatría: los celos de Dios (v.22; cf. Ex 20,5; 34,14;
Dt 5,9; 6,14-15; etc.). El Dios que exige exclusividad no acepta ser
compartido; la mujer que Él ama (Israel) no puede andar tras otros dioses; eso
es prostitución -la imagen se hace más fuerte si el tema veterotestamentario
tiene su origen en la prostitución sagrada- e infidelidad. Toda esta unidad
-como dijimos- remite a Dt 32, hasta el punto que algunos piensan que 10,14-22
es “una suerte de midrás de Dt 32,15-31”.[35] Las semejanzas entre ambos textos
son evidentes: en el canto de Moisés hay alusiones a “la roca” (vv.15.18), al
pan y el vino (v.14), a los padres (v.17), los celos de Dios (parazêlô, v.21), los ídolos (‘blim / eidôlois, v.21), el kyrios
(v.19)[36]. Como se ve, y aunque no entremos en un completo análisis de la
perícopa, es evidente que parece haber una clara diferencia entre lo que Pablo
afirma en 8,1-13 y 10,23-30 con lo que sostiene en 10,1-22. Como hemos
señalado, algunos autores han propuesto que ambas pertenecen a diferentes
cartas -aunque no se entiende la diferencia si el autor es el mismo; de allí
que algunos (L. Cope)[37] propongan 10,1-22 como una adición post-paulina-, nosotros
hemos sostenido -como hemos dicho- la posibilidad de que la carta haya sido
compuesta en etapas, pero en ese caso, la objeción anterior se mantiene.[38]
Que Pablo tiene un lenguaje diferente al de los “ilustrados” es evidente, pero
no parece que esto resuelva la aparente contradicción.[39] Fee ha propuesto que
una es la actitud de Pablo frente a la carne comprada en los mercados y comida
en las casas, y otra muy diferente la que es comida en los templos;[40] Barrett
propone que se trata de dos grupos diferentes, el primero es mirado desde el
“ángulo de la gnosis”, mientras que el segundo interpreta incorrectamente los
sacramentos: “hemos sido bautizados, tomamos parte de la Cena del Señor, podemos hacer
lo que queremos y con impunidad”;[41] es aquí donde los midrasim de Ex y Dt
juegan un rol fundamental: los antiguos también murieron. H. von Soden afirma
que “Pablo está ahora en la situación (...) del sacramento real contra el
sacramento artificial, combate a los sacramentalistas con el sacramento, refuta
la superstición del sacramento con la fe en el sacramento”.[42] Barbaglio
propone que la diferencia de acento radica en que los fuertes no sólo lastiman
la conciencia de los débiles (cap. 8) sino que parecen querer imponer su comida
y la comen como signo de acción de gracias.[43] Como punto de partida es válido
lo que Thiselton afirma: “[l]a coherencia de estos capítulos y del argumento
paulino puede parecer vulnerable sólo si
los pasajes son movidos de su contexto, o si las variadas diferencias
circunstanciales entre los casos específicos bajo revisión son negadas”,[44]
pero no siempre es fácil reconocer el contexto, como las diversas propuestas
presentadas más arriba lo demuestran. ¿Qué rol juega en esta unidad la gnôsis?, ¿cómo se ha de entender la syneidêsis?, ¿y la koinônia?, ¿cómo precisar si los eidôlothytos son comidos en la propia casa, en casa de otros
(¿clientes?) o en el templo de los ídolos?, ¿qué tan importante es la
conformación sociológica de la comunidad?, ¿cuándo se podía comer carne?, ¿era
frecuente ser invitado a comer? y -más complicado aún- ¿las comidas
idolátricas, se daban en los mismos edificios donde se celebraba la Cena del Señor?[45]
Lo
que nos interesa en este momento es indicar que Pablo niega toda entidad a los
ídolos en cuanto divinidades -en ese sentido no hay problema en comer la carne
sacrificada- pero se enfrenta duramente con la idolatría (participar de los
cultos idolátricos es enfrentar a Dios con sus adversarios que no son dioses de
hecho sino demonios). Una cosa es comer la carne y otra diferente participar
del culto (latría). Hay que notar que la referencia a la "bebida" –que
refuerza el sentido eucarístico- relaciona la unidad anterior con lo que sigue
(los diferentes temas de asamblea y culto, cap. 11). No debemos descuidar,
además, que en el cap. 8 encontramos sólo un verbo en imperativo (v.9), uno
también en cap. 9 (v.24), y en cap. 10 encontramos 14 verbos en imperativo; ya
hemos señalado que en las estructuras ABA’ está última es más concreta y
precisa, más imperativo que indicativo. Una vez más los corintios viven como
antes de haber recibido a Cristo olvidando la novedad que esto supone, novedad
que se debe vivir -por el contexto- en referencia al hermano.
1 Cor 12-14
En
la siguiente unidad, el tema de la idolatría aparece sólo al principio y
aparentemente "desubicado". De hecho, muchos comentaristas, cuando
analizan esta unidad, optan por pasar casi "de largo" los primeros
versículos, aunque sean evidentemente la introducción de los caps- 12-14.[46]
Veamos la estructura de la unidad:
Pablo, nuevamente, responde una
nueva pregunta de la carta de los corintios (perì dè). No quiere que “ignoren” (agnoein, 12,1; 14,38). En cap. 15 comienza una nueva unidad en la
que Pablo reacciona por la información oral que ha recibido (cf. 15,12).
En cap. 12, la palabra “carismas”
forma una inclusión (vv.4.31). En 12,31 y 14,1 invita a “aspirar” (zêloô) los carismas/dones “mayores”
(12,31; 13,13). “Aspirar a la profecía” forma -a su vez- inclusión que enmarca
el cap. 14 (vv. 1.39). El amor, por otra parte es lexema dominante de todo el
cap. 13. De este modo, como se ve, los vv.1-3 del cap. 12 parecen aislados.
En
este caso la pregunta de los corintios es sobre "los espirituales" (estos
pueden ser los dones o las personas ya el término pneumatikôn puede ser masculino o neutro). La unidad tiene tres
partes muy marcadas: la primera (A, cap. 12) sobre la unidad en la diversidad,
y la diversidad en la unidad; es acá donde Pablo pone la semejanza del cuerpo
(común en la filosofía estoica) para expresar que nadie puede excluir a nadie,
ni sentirse excluido por nadie por tener o dejar de tener determinados
"carismas". De hecho, estos carismas tienen una "escala de
valores" que los corintios -o un grupo de ellos- ha deformado o invertido.
Frente a esto -probablemente incorporado en un segundo momento redaccional de
la carta a causa del agravamiento de los problemas-
Pablo propone un único criterio fundamental: la prioridad absoluta del Amor,
sin el cual no cuenta ningún carisma, aunque este se tenga en extremo. Esta
segunda parte (B, cap. 13) viene a marcar el eje de la unidad, y el corazón de
todo criterio de validación. La tercera parte vuelve a la "escala de
valores", pero en este caso la concreta y precisa centrado en dos
"carismas" particulares: la glosolalia (don de lenguas) y la profecía
(A’, cap. 14).
En este contexto, como se dijo, no
es fácil entender el papel que juegan los primeros tres versículos: ¿cuál es la
relación de todo esto con los "ídolos mudos"? ¿Quién puede afirmar
(si alguien lo afirma de hecho) "Jesús es anatema"? Lógicamente, si
esta pequeña parte es una introducción -y literariamente parece que lo es- debe
haber una relación entre esta y el resto. En este punto, los "ídolos
mudos" tienen su importancia; es evidente que los problemas que Pablo
enfrenta en esta unidad tienen que ver con la palabra (lenguas y profecía) y
los carismas que Pablo ve como principales, también: “primero apóstoles,
segundo profetas, tercero, maestros” (12,28). Hay consenso, por otra parte, en
que a la pregunta de los corintios por los “espirituales” Pablo la reformula
como “carismas” (lo que confirmaría que el término pneumatikôn debe entenderse como neutro).
Veamos,
para comenzar, la estructura de estos versículos: Pablo comienza con "en
cuanto a..." (peri. de.). Como dijimos, es la fórmula que se repite como respuesta a los
diferentes interrogantes formulados por los corintios en la carta a la que
Pablo hace referencia en 7,1. A una comunidad que da tanta importancia a tener
"conocimiento" [gnôsis (recordar
lo dicho en 8,1)], Pablo le escribe para que "no ignoren" (agnoein, v.1; cf. 14,38 que parece
formar inclusión). Les recuerda lo que sí "saben" (oidate, v.2): que cuando eran gentiles (ethnê) se dejaban arrastrar por los
ídolos. Entonces, para que tengan las cosas claras, "les da a
conocer" (gnôrizô, v.3) cuál es
el criterio con el que deben guiarse, para luego desarrollar el tema en los
caps. 12-14. Pero vayamos por partes.
Para empezar, Pablo presenta una
introducción con interesantes contrastes que es bueno precisar:
ignoren
|
saben
|
ídolos
|
espíritu
|
sin espíritu
|
con espíritu
|
Jesús anatema
|
Jesús Señor
|
Estos contrastes son importantes,
porque aluden a algo que ya hemos visto en los párrafos anteriores, y al que
deberemos volver: al antes y el hoy; los corintios no parecen haber comprendido
todo la que significa la novedad que trae Jesús, y siguen viviendo como
“antes”. Algo escatológico está en juego en el debate.
El
criterio que Pablo propone, en esta introducción es doble: uno positivo y otro
negativo ("con Espíritu", "sin Espíritu").
El
esquema de composición de la unidad es paralelo: (A) "nadie en espíritu
habla diciendo", (oudeis ev pneumati
theou lalôn legei) (A') "nadie puede decir… si no en espíritu" (oudeis dynatai eipein... ei mê en pneumati hagiô).
Lo
dicho en este paralelo se mueve entre dos extremos antitéticos: una agresión
(maldición) a Jesús: "Anatema (es) Jesús", y la primera confesión de
fe: "Señor (es) Jesús".
El
término "anatema" entendido como maldición
es usado solamente por Pablo en el Nuevo Testamento (Rom 9,3; 1 Cor 12,2;
16,22; Ga 1,8.9; cf. Hch 23,14; aunque hay un uso primitivo y con sentido
diferente en Lc 21,5). En este caso significa "hacer maldito" (hebr. herem, literalmente: poner sobre, sometido al
ámbito divino; en este caso para la destrucción). Es más grave que la
“excomunión” ya que esta expulsa de la comunidad de fe, en cambio aquella
entrega la cosa o persona anatematizada a la ira divina.
El
problema que aquí se presenta es si realmente existía en la comunidad alguien
que podía decir tal cosa. Algunos autores, particularmente aquellos que afirman
que Pablo enfrenta el gnosticismo que habría en Corinto, piensan que los
gnósticos -que afirman tener el espíritu- rechazan al Jesús terreno y sólo
reconocen al glorificado (por eso es a "Jesús" y no a
"Cristo" a quien anatematizan). Sin embargo, es de esperar que si
algunos dijeran tal cosa Pablo sería mucho más vehemente en la respuesta.[47]
El tema sobre el que parece estar centrada la cuestión es la confesión de fe
que aparece en la segunda parte del paralelo: "Jesús Señor" (kyrios). Esa es la confesión máxima y
primera para el Apóstol (cfr. Fil 2,11; Rm 10,9). Quien está unido al Espíritu
de Dios, ese reconoce a Jesús como Señor, en cambio lo rechazan quienes aún no
han recibido el espíritu, [48] los que todavía siguen a los ídolos. Son los que
desconocen el señorío de Jesús, los que lo "anatematizan"; de hecho,
el mismo Pablo "anatematiza" a los que no quieran al
"Señor" (1 Cor 16,22). De todas maneras, lo que nos interesa en este
momento es la relación de todo esto con los ídolos a los que se hace referencia
en el versículo anterior.
Esta
doble referencia al criterio negativo y positivo viene precedida por un
"por eso" (dio). Estos
criterios, por tanto, son consecuencia de lo anterior. La frase es confusa ya
que no parece terminada ("anacoluto"); literalmente dice: "saben
que cuando gentiles (ethnê) eran
hacia los ídolos mudos cuando (hôs an)
llevados (êgesthe) conducidos/arrastrados
(apagómenoi)"; como se ve, falta
-al menos- un verbo ("ser").
Más
allá de algunas cuestiones, lo importante para Pablo es recordarles algo que
"saben": su pasado, y la referencia es a los ídolos a los que se
califica como "mudos" en total sintonía con el Antiguo Testamento: ya
que "tienen boca y no hablan" (Sal 115,4-8; cfr. 1 Re 18,26-29; Is
46,7). [49] Y también la actitud de los corintios en el pasado hacia ellos:
"llevados", "conducidos" (ya en 6,11: “y así fueron algunos
de ustedes...”). Los cultos a los dioses paganos (ethnê) eran comunes en esta ciudad (Isis, Osiris, Dionisos,
Cibeles, Afrodita, Deméter...,[50] y no debe olvidarse el culto al emperador el
cual, expresamente, era llamado "señor"); ya lo había señalado Pablo:
"hay multitud de dioses y señores" (8,5). Muchos de estos cultos -que,
como vimos, Pablo considera "demonios"- se caracterizaban por los
trances, éxtasis, hablar en lenguas, y otros fenómenos por el estilo. Aquí está
el punto en cuestión: los mismos fenómenos se dan entre los cristianos de
Corinto. ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo juzgarlo? Pablo va a proponer un criterio: el
señorío de Cristo. El Apóstol no sale de la mente de su tiempo, y frente a esos
fenómenos -que hoy podemos analizar desde otra óptica-[51] se guía por el
criterio de la fe: si son de fuera de la comunidad cristiana ("lejos"),
no vienen del espíritu de Dios, vienen de los demonios (= ídolos) y pueden
llegar incluso a decir "Jesús es anatema"; si son de dentro de la
comunidad cristiana ("cerca") tienen su origen en el Espíritu de
Dios, y reconocen a Jesús como Señor. Pablo está proponiendo, como criterio, la
fe: las lenguas o cualquier otro "carisma" no son criterios de
validación, lo es, en cambio, la eclesialidad, la comunidad que confiesa a
Jesús como Señor. Pero ese criterio de fe no es verdadero si no se da dentro de
la unidad de la comunidad (imagen del cuerpo, cap. 12), y sobre todo si no es
capaz de vivir el amor (cap. 13). Recién después es posible mirar una escala de
valores que permita dar la importancia que estos carismas tienen (cap. 14).
[52]
Como
se ve, la introducción de esta unidad, no puede ser pasada por alto como lo
hacen algunos comentarios: es lo que da marco al texto. La idolatría explica,
en gran parte, el sentido de la unidad literaria. El criterio vuelve a ser
tener en cuenta al hermano, al despreciado, al débil (c.12) y su edificación
(c.14); de allí que exalte la profecía y -en la práctica- prohíba el don de
lenguas que sólo "edifica" -y parcialmente- a quien lo practica...
Lógicamente, la "introducción" tampoco puede entenderse separada del
texto que le da fundamento: el llamado "himno a la caridad" (c.13).
Pablo no entendería una confesión de fe ("Cristo Señor" = ortodoxia),
separada de una "confesión de vida" ("centralismo del amor"
= ortopraxis): "aunque tuviera una fe...".
Otras referencias
Para
avanzar más en esta búsqueda, parece pertinente, antes de leer otros textos
paulinos de la carta, preguntarnos por el sentido que tiene el término
“jactarse” (kaujaomai) en Pablo.[53]
Sin entrar específicamente en el tema de la idolatría, Sánchez Bosch [54] ha
mostrado la semejanza de las temáticas. Basta con mirar algunos de los aspectos
que destaca al referirse a la versión de los LXX como ‘gloria’ en cosas vanas:
la ‘gloria’ en la riqueza y el poder, la ‘gloria’ en la sabiduría, la ‘gloria’
en los ídolos... Al igual que “confiar” o “estar seguro”, “jactarse” no es malo
en sí mismo; la cuestión está allí donde se asienta la jactancia. Jactarse en
Dios, o en lo que Dios está obrando o permite su obra, ciertamente es afirmarse
en buenos cimientos; muy diferente es jactarse en las propias fuerzas, o en
otras cosas que de hecho son “necedad”. Pablo suele jactarse de su debilidad,
porque allí actúa la gracia de Dios, se jacta de las cosas en que su propia
vida se asemeja a la debilidad de la cruz, para que resalte aquello en lo que
es razonable afirmarse, poner la confianza: “El que se jacte, que se jacte en el Señor” (1 Cor 1,31; 2 Cor
10,17). Por el contrario, Pablo desautoriza toda búsqueda de seguridad, toda
jactancia en lo que no permite que Dios ocupe el primer lugar, lo que no sea la
gloria (doxa) de Dios, sean estas las
propias obras, la sabiduría, o incluso lo que deforma el recto-rostro de Dios, como los predicadores que constantemente
buscan desautorizar a Pablo y su evangelio. Como vimos, cuando ‘jactarse’ no es
en las cosas de Dios sino en las propias cosas, se asemeja a ‘hincharse’ que -lo dijimos- es propio de
los corintios, y es lo contrario de “edificar”.
Es importante destacar la jactancia como “des-mesura”
ya que esa es la temática que resalta Pablo en 2 Cor 10,12-18; la desmesura
[55] de mirarse a sí mismo, o a su propio apostolado: “el centro de las miradas
no es uno mismo, ni siquiera el apostolado: el centro es el Señor, y con él Pablo mira la edificación de los corintios”. [56]
Visto
este tema, miremos otras perícopas en las que Pablo destaca implícitamente la
idolatría de un modo implícito en 1 Cor.
1 Cor 1-4
Los
estudios sobre el tema de la sabiduría (sofia)
en la 1 Cor demuestran, con justicia, el lugar que el tema ocupa en el
enfrentamiento de Pablo y la comunidad, pero ponen el acento en intentar
caracterizar esta "sabiduría", o al supuesto partido que intenta
"hacerse fuerte" en ella; aunque los autores no se ponen de acuerdo a
la hora de delimitar el papel y características de los así llamados
"partidos" en que se encuentra dividida la comunidad (o una parte de
ella).
Algunos
autores niegan la existencia del partido "de Cristo"; otros relativizan
también la existencia del partido "de Kefas" (= Pedro); existiría,
según estos, solamente el partido de Apolo (G. Sellin) lo cual explicaría la
importancia del tema de la sabiduría en esta unidad. Para otros, sólo existe o
importa el partido de Cristo (W. Schmithals), que sería el grupo gnóstico, lo
cual también explicaría la importancia del "conocimiento". Para
otros, el partido principal con el que Pablo se enfrenta es el de Pedro (C. K. Barrett),
el partido judeocristiano; la unión Ley-Sabiduría habría influido en la
incorporación del tema sapiencial... o presentando dos grupos: Pablo-Apolo
frente a Pedro-“Cristo” (J. E. C. Schmidt [1797], M. D. Goulder).
Sin
embargo, creemos que el Apóstol, más que enfrentar un partido o una
"sabiduría", enfrenta la idolatría que eso supone: “que en favor de uno, no se hinche contra
otro” (4,6). Así se entiende mejor, creemos, la referencia a la Cruz como tema de escándalo,
y la referencia constante a la iniciativa divina como "mar de fondo"
de los capítulos 1-4. Sobre esto hemos trabajado en otra parte,[57] pero
veámoslo sintéticamente.
Las
divisiones en la comunidad no son una novedad. Toda la carta está marcada por
ellas: [58] no sólo los partidos (1-4) sino también las divisiones que causan
juicios de unos contra otros (6), los débiles y los fuertes (8-10), las
divisiones en la asamblea eucarística (11), los que se creen más o menos que
otros por poseer o no ciertos carismas (12-14); y a eso debemos agregar algunos
que parecen desvalorizar el matrimonio (7) y otros que niegan la resurrección
(15), además de cierta crisis moral que se ve en Corinto (5-6)... Esto nos
presenta una comunidad dividida, situación que persistirá muchos años después,
cuando Clemente Romano les escriba su conocida carta. Algunos autores pretenden
identificar estas divisiones presentando un criterio común a todas; por
ejemplo, quienes –como W. Schmithals- sostienen que podemos encontrar
gnosticismo en Corinto (generalmente identificado con el "partido de
Cristo") suponen que los gnósticos relativizan todo lo moral (5-6),
desprecian el matrimonio (7), descuidan a "los débiles" ya que todos
tenemos “gnosis” (8-10), son los "espirituales" (12-14), y niegan la
resurrección de los muertos (15). En ese caso, toda la carta estaría escrita
para enfrentarlos.
Nos
parece, sin embargo, que lo que Pablo enfrenta no es a tal o cual partido sino
el hecho de que los haya. Eso es lo que para él es intolerable. De allí que
recurra al tema de la cruz (lo mismo hará en 8,11: "tu hermano por quien
murió Cristo"), y al tema del Bautismo [59] (como hará en 12,13: "en
un solo Espíritu hemos sido todos bautizados para no formar más que un solo
cuerpo..."). Esto no significa que el tema de la sabiduría no haya sido
uno de los causantes de las divisiones, puede haber influido (y si así fuera,
no sería extraño que haya sido causada por el partido de Apolo). Pero toda
conclusión no pasa de conjetura y es dudoso armar un comentario sobre ellas.
Insistimos: Pablo no enfrenta a tal o cual partido, enfrenta que haya
divisiones a causa de “uno contra otro”.[60]
Dejemos,
entonces, hablar al texto: para comenzar, Pablo recurre al tema del Bautismo
(1,13b-17a), pasa luego al de la cruz (17b-25), para recién después tomar el
tema de la sabiduría (1,26-3,4; cfr. 1,22-25); otros temas como los misterios, el espíritu y la iniciativa divina aparecen como "mar de
fondo" que permiten iluminar con mayor claridad el contexto. Para no
extendernos en este punto señalemos simplemente que Pablo remarca con mucha
vehemencia que el punto de partida de todo esto es la iniciativa divina; Dios
es el que empieza, es el que llama y mueve. Aceptar esa iniciativa en nuestras
vidas es lo que nos hace verdaderamente sabios, una iniciativa que no es fácil
para los "judíos" o "griegos" ya que empieza en la cruz, que
es la verdadera "fuerza" y "sabiduría". Esta cruz es la
verdadera pedagogía de Dios, y se manifiesta tanto en la debilidad de Pablo
-apóstol "crucificado", 2,1-5- como en la debilidad de la comunidad -comunidad
"crucificada", 1,26-31-.[61] Si alguien, y en este caso los
corintios, pretende refugiarse, "hacerse fuerte" en algo diferente, o
si prodiga “cierta fascinatio eloquentiae”,[62]
está cayendo en una suerte idolatría, algo que Pablo no menciona pero que es la
raíz del tema: "buscar refugio" (en hebreo hs’', a veces
traducido al griego por elpizein,
esperar)[63] fuera de Dios, como (algunos) pretenden hacerlo con la sabiduría,
es idolatría. La sabiduría cristiana es crucificada, no se afirma en la capacidad,
la calidad retórica o las formas, sino en Dios mismo, en su iniciativa y en la
presencia de su espíritu; por eso es sabiduría en misterio (2,7). La presencia
"crucificada" de Pablo débil y tembloroso (2,1-5), de la comunidad
"crucificada", con pocos sabios o poderosos (1,26-31), el acento en
la “debilidad” (1,25.27; 2,3; 4,10) invita a poner la confianza en Dios, y sólo
en Él aunque parezca necio y débil (1,18-25). Confiar en la sabiduría de este o
aquel predicador -sea la de Apolo, sea gnóstica; sea éste el tema que causa las
divisiones o no- buscar seguridades en la sabiduría y no en Dios, en el
Crucificado y en su Espíritu, eso es idolatría. Y Pablo la enfrenta poniendo a
Dios en el centro.
1 Cor 11
En
la lectura del cap. 10 vimos que probablemente los corintios confiaran tanto en
su Bautismo y en la Cena
del Señor que ya por eso se creyeran salvados. La "pequeña homilía"
de 10,1-13 los había alertado sobre esto. Sin embargo, Pablo quiere señalar la
cuestión bien claramente. "Confiar" de esa manera en los sacramentos
es hacer de ellos un ídolo. Los israelitas murieron a pesar de ellos
(10,5.8.9.10), pero esto también ocurre entre los cristianos: "por eso hay
entre ustedes muchos enfermos, muchos débiles, y mueren no pocos" (11,30).
Por más "divina" que sea, una realidad puede ser idolatrada, y creer
que sólo por participar de la
Cena del Señor se está en comunión con Él, esto es un error:
"eso no es la Cena
del Señor" (11,20). "El que come y bebe sin discernir el Cuerpo -probablemente
eucarístico y eclesial- come y bebe su propio castigo" (11,29). Es
interesante notar la tensión entre el “propio”, de uno y el “todos”, eclesial
en esta unidad; como es habitual en Pablo, buscar el bien de “todos” es lo
propio de los hermanos.
En
otra parte hemos propuesto que usando un esquema mental semejante a nuestro
"Ver-Juzgar-Actuar", Pablo indica que hay divisiones en la
"Iglesia" (vv.18-22, ver),
que esto es algo que atenta contra lo que el mismo Señor ha dejado y Pablo ha
recibido por tradición y transmitido (vv.23-26, juzgar); "por tanto" (ôste), la comunidad debe vivir coherentemente con lo que su Señor espera de
ella [imperativos]; caso contrario, habrá hecho de las cosas más santas un
ídolo (vv. 27-34, actuar).[64] G. von
Rad afirma algo plenamente válido en este caso: "También los cristianos
corremos el peligro incesante de creer en mitos y adorar imágenes. No existe ni
una sola verdad de fe que no podamos manipular idolátricamente".[65] La
Cena del Señor, en este caso, parece ser una de ellas; especialmente a la luz
de lo dicho en 10,14-22.
Como
hemos visto hasta aquí, las diversas unidades que conforman la 1 Cor están -con
mucha frecuencia- inspiradas o marcadas por el tema de la idolatría. La
confianza en la sabiduría humana (1-4) lleva a los corintios a olvidar la
iniciativa divina que "va por otro lado", que propone una sabiduría
diferente, crucificada. La vida que llevan muchas veces los cristianos, o al
menos muchos miembros de la comunidad, recuerda la vida que llevaban en tiempos
de servicio a los ídolos y no es expresión de los nuevos tiempos inaugurados
por el Señor (5-6). Comer la carne inmolada a los ídolos no es pecado, lo que
sí lo es, es atentar contra el hermano que, por ser débil -en el conocimiento-,
cree estar pecando. De hecho, si bien es verdad que no existen los ídolos -en
cuanto divinidades-, no es menos cierto que sí existe la idolatría, y eso es
seguir a los demonios. Y la idolatría puede ser, incluso, confiar, manipular
idolátricamente las cosas de Dios y olvidar al hermano "por quien murió
Cristo" (8-10). Por otro lado, los cristianos, están frecuentemente frente
a la tentación de re-caer en la idolatría (5-6; 10; 11), y, por lo tanto,
olvidar lo debido al único Dios. Hay muchas cosas en las que "estar en
Cristo" supone para el cristiano una novedad absoluta y otras muchas cosas
que no se diferencian de las vividas en la etapa anterior, como algunas
manifestaciones religiosas (lenguas); pero hay un criterio de validación:
descubrir en el/la otro/a un/a hermano/a, saberse miembros de un mismo cuerpo,
tener una fe común (12-14), pero sin olvidar que "los miembros del cuerpo
que tenemos por más débiles, son indispensables" (12,22) y que todo el
cuerpo sufre cuando sufre una parte (12,26). Jesús trae a la humanidad una
novedad absoluta: una nueva alianza, un nuevo Adán, un nuevo eón; todos los
cristianos, por estar "en Cristo" están ya in-corporados a esta novedad; lo que no significa que vivan
coherentemente con ella como debieran (indicativo e imperativo); es evidente
que los corintios no lo hacen. Por eso Pablo elige tantas veces calificarlos de
"niños" (3,1; cf. 13,11; 14,20), "carnales" (3,1.3),
alimentados a "leche" (3,2) ya que "viven a lo humano" (cfr
3,1-4). Vivir como en tiempo de ídolos, sea por dar culto, sea por no sacar
todas las consecuencias que Cristo trae a las vidas de la comunidad, sea por
descuidar al hermano/a o por no poner la confianza en Dios sino en sí mismos (jactados
en lo que no es Dios, hinchados) o en terceros (Pablo, Apolo, sacramentos mal
entendidos...) la cuestión es que la idolatría aparece como mar de fondo, como
expresión de una vida que no ha cambiado. Pablo extrae al máximo las
consecuencias de la fe y pretende lo mismo de los suyos. La fe no debe sólo
proclamarse (ortodoxia), sino vivirse (ortopraxis), caso contrario, se está
cerca de los ídolos, se está en la era terminada con Cristo sin haber entrado
realmente en la nueva a la que ingresamos por la fe y el bautismo.
Hagamos un breve
paréntesis sobre lo que solemos llamar la “escatología” paulina. Es un dato ya
adquirido que Pablo reconoce un “ya” y un “todavía no”. [66] Ya desde H. Sasse
se reconoce que Pablo tiene en cuenta la doctrina judía de los “dos eones”.
[67] Con razón A. Men afirma que Pablo “fue el primero en entender que había
dos promesas presentes en los eventos evangélicos: la promesa concerniente a la Teofanía y la promesa
concerniente al Mesías. Pero esta teofanía no fue la última; sólo abre la nueva
Era Mesiánica (‘olam habba’ en
terminología rabínica)”.[68] J. D. G. Dunn prefiere hablar de la concepción
judía de “sucesivas eras” –concordamos con él- y destaca que la “era mesiánica”
–que con la venida de Cristo debe modificarse, ya que ha venido, pero volverá-
muestra que “el climax escatológico no está completo”, el acontecimiento de la
cruz y la resurrección (de Cristo) no es el punto final, sino el punto medio
del esquema escatológico. [69] Ya R. Schnackenburg había hablado de la vida
cristiana como una “existencia entre dos tiempos”: “Los cristianos han pasado ya
el umbral de la salvación”, [70] lo que funda lo que se ha llamado “tensión
entre el indicativo y el imperativo”. [71] Lo importante en nuestro caso, es
que los corintios, de mayoritario pasado pagano (ethnê), a pesar de haber recibido el espíritu en el Bautismo, que
nos hace hermanos, a pesar de estar en un tiempo nuevo del que no se vuelve
atrás, viven como en ese tiempo en el que se dejaban conducir (an êgesthe apagomenoi, 12,2) por los ídolos.
Con
lo que hemos señalado hasta aquí hemos pretendido, simplemente, mostrar que el
tema de la idolatría está muy presente para Pablo a la hora de escribir su
carta: tanto los paganos como los judíos han vivido actitudes que los hermanos corren el riesgo de volver a
vivir. Estas actitudes nos permiten tener en cuenta que Pablo ve en la
idolatría un adversario de Dios y un adversario de la comunidad cristiana, que
atenta contra la vida dedicada a glorificar a Dios y atenta contra los hermanos/as
provocando la división y la muerte. Por eso es culto a los demonios.
Algunos elementos para una lectura actual
de la carta
Señalábamos
al comenzar, el problema del ateísmo y la idolatría. Sin embargo, a veces no
son tan distantes, como lo plantea el siguiente texto: “La religión no es sólo
la gran oportunidad, sino también la gran amenaza para el hombre. Porque es la
cuestión del absoluto la que se plantea, toda humanización y reificación del
absoluto puede llevar a las más terribles consecuencias, ya que entonces el
grupo, el sistema, la organización, se erigen también en absolutos, y, faltos
de toda humanidad, hacen el mal puro y simple de todo lo que se les oponga. Por
el mismo hecho de la naturaleza humana, toda figuración tiende necesariamente a
reducir y a humanizar falsamente a Dios; por eso es indispensable que del lado
de la figuración exista igualmente la gran contra-corriente de la purificación
que asegure en todo momento la ‘superación’ de la figura y, en último término
la divinización de Dios”.[72]
Sabemos
bien que en América Latina la situación que vivimos es causada, no es
"culpa del azar" o de la desidia de los pobres que se niegan a
trabajar; es causada y los responsables tienen nombre y apellido: son los
ídolos (y los idólatras). Los ídolos de la muerte, adversarios del Dios de la
vida: el dólar ("In God We Trust" = "este es el
dios en el que creemos" lee V. Codina);[73] el mercado (con sus fiestas, sacerdotes y templos); el oro y la plata ante los que Job no se
postra, ni ha hecho su confianza (Job 31,24 como indica G. Gutiérrez);[74] el Nuevo Orden Mundial... Lo que agrava la
situación es que muchos de los que se postran ante estos ídolos "se llaman
hermanos". A semejanza de lo que los Obispos Latinoamericanos llamaron
"ateísmo práctico" (DP 546) no es, en estos casos, más que "idolatría
práctica"... Como los "rostros sufrientes" de Puebla (DP 32-39;
SD 178-179; DA 65, 416 [402], 425 [406]), [75] también hoy deberíamos alargar
los "catálogos de vicios"... También hoy, muchos que creen no pecar
(son "ortodoxos") ya que no pecan en su doctrina, pecan, sin embargo,
"contra Cristo" haciendo caer a sus hermanos. Muchos que creen que
por participar de la fe y de los sacramentos de la Iglesia ya están salvados,
olvidando lo que le ocurrió "en figura" al "Israel según la
carne".
Y
las víctimas son siempre las mismas,
"los débiles", aquellos "por quien Cristo murió", aquellos
a quienes "se debe tener en mayor estima"... El hermano es el criterio de validación de nuestra fidelidad.
Curiosamente, algunos que se llaman seguidores del "Dios de la vida"
terminan siendo seguidores de los "ídolos/demonios de la muerte". Es
el mismo hermano caído al borde del camino que nos interpela y cuestiona, como
“Iglesia samaritana” (DA 27)[76] desde la sangre derramada de nuestros
mártires, desde su muerte acelerada en la pobreza, desnutrición y enfermedades,
desde su inocencia quebrada en la calle, en la violencia... ¡Y los victimarios
"se llaman hermanos"!
Permítasenos
terminar este trabajo con una interesante cita de J. Sobrino en un reportaje:
"Honradamente, yo he de decir que,
si yo leo la primera Carta a los Corintios, un texto que me impacta muchísimo,
y voy al Mozote, la realidad del Mozote, las cruces reales del Mozote, me hacen
entender mucho mejor al Pablo que estaba enojado con los carismáticos
alienados. Además, la realidad del Mozote no me hace ignorar a Cristo
crucificado del que habla Pablo; al contrario". [77]
Notas:
1.- E. de la Serna , “La idolatría: una clave de interpretación de 1 Corintios. La
militancia de la fe y sus adversarios”, RIBLA
20 (1995) 131-147.
2.-
L. H. Rivas, “La integración de la
exégesis en la reflexión teológica”, Teología
84 (2004)117-134, 125-126.
3.- G. Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas, Salamanca, Sígueme, 1973,
22-41. En esta obra (análogamente a lo que ocurre en el documento de Medellín)
todavía no desarrolla Gutiérrez el tema de la idolatría (cf. 243-265), como lo
hará en muchas obras sucesivas. El tema parece haber comenzado a trabajarse
intensamente después de estos trabajos.
4.-
Cf. C. Fabro, “El fin de la
religión según D. Bonhöffer”, en Cavanna-
Cottier (et al.), La fe hoy,
Madrid, Palabra, 1968, 47-59
5.- J. L. Segundo, Nuestra idea de Dios, Buenos Aires, Lohlé, 1970: “... nuestra
reflexión comienza interesándose mucho más en la antítesis -aparentemente fuera
de moda- fe-idolatría que en la
-aparentemente actual- fe-ateísmo”,
18.
6.-
Cfr. especialmente Puebla 480-506 (es de notar que mientras la idea de la
idolatría en Puebla se encuentra 28 veces, en Aparecida la encontramos 6 veces
y sólo una en Santo Domingo).
7.- Curiosamente, el artículo “idol/idolatry” de E. M. Curtis (en The Anchor Bible Dictionary, New York, Doubleday, 1992, III,
376-381) limita la idolatría al tema de las imágenes; cf. H. Hübner, eidôlon (etc), EDNT I, 386-388; pueden
verse los diferentes términos hebreos que LXX traduce por eidôlon en Büschel,
TDNT II, 377.
8.- J.
L. Sicre, Los dioses olvidados, Madrid, Cristiandad,
1979; ib., Profetismo en Israel,
Navarra, Verbo Divino, 1992, 367-385.
9.- E. de la Serna , “Los orígenes de 1 Corintios”, Bib 72 (1991) 192-216.
10.-
En realidad, el catálogo de vicios parece el mismo que se va ampliando cada vez
más.
11.-
La estrecha relación entre los vicios sexuales y la idolatría, y su relación
con la estructura y el argumento de 1 Cor ha sido recientemente destacado por R. E. Ciampa - B. S. Rosner, “The
Structure and Argument of 1 Corinthians: A Biblical/Jewish Approach”, NTS 52 (2006) 205-218.
12.-
Usamos el término en un sentido análogo al de “ateísmo práctico”, que es una
realidad propia del mundo bíblico: A los “necios” (del Sal 14,1) “se les
atribuye un ateísmo práctico: “para los antiguos, Dios se impone con una
evidencia tal que no requiere ninguna demostración, es más, su negación teórica
es un absurdo filosófico”; ese escepticismo práctico tiene consecuencias
ético-sociales, “la indiferencia religiosa desemboca de inmediato en
indiferencia moral”, G. Ravasi, Il libro dei Salmi. Commento e
attualizzazione, Volume Iº (1-50), Bologna, EDB, 1985, 266.263.
13.-
G. Barbaglio habla de “los
restaurantes albergados en el interior de los templos”, La teología de San Pablo, Salamanca, Secretariado Trinitario, 2005,
80-81.
14.-
Entra en el terreno meramente hipotético preguntarnos si Pablo aludió al tema
de la carne inmolada a los ídolos en su carta “primera” (cf. 1 Cor 5,9) y en la
carta de los Corintios los “fuertes” le responden dejando su opinión; cf. G. Sellin, “1 Korinther 5-6 und der
‘Vorbrief’ nach Korinth”, NTS 37
(1991) 549-551 (en 554 reconstruye las 3 cartas que cree ver en la actual 1
Corintios).
15.-
La situación ciertamente es de contraste entre los de “conciencia débil” (8,7)
y otros, a los que Pablo no especifica. Puesto que en Rom 14-15 el tema es
planteado como “débiles”-“fuertes”, se ha identificado ambos grupos de ambas
cartas. Hoy, muchos prefieren evitar el término “fuertes” ya que no lo
encontramos en 1 Cor en este contexto; por ejemplo, C. K. Barrett, que en su comentario hablaba de “fuertes” (La prima lettera ai corinti. Testo e
commento, Bologna, EDB, 1979,
244), prefiere evitarlo en “Eidôlothyta
Once More”, en C. K. Barrett, On Paul. Essays on His Life, Work and Influence in the Early
Church, London -New York , T & T
Clark, 2003, 29-30. Pero
existe la posibilidad que Pablo reserve el término “fuertes” para la conclusión
ironizando con ellos: “¿Acaso somos más fuertes que Dios?” (10,22). Mucho se ha
trabajado en el intento de identificar a estos “fuertes” y débiles, pero no es
el caso en este trabajo intentar precisar esta cuestión.
16.-
Cf. J. Murphy-O’Connor,
“Interpolations in 1 Corinthians”, CBQ
48 (1986) 92 n.40; recientemente J.
Fotopoulos, “Arguments Concerning Food Offered to Idols: Corinthian
Quotations and Pauline Refutations in a Rhetorical Partitio (1 Corinthians 8:1-9)”, CBQ 67 (2005) 611-631 (aunque parece un poco exagerada la
reconstrucción de los dichos corintios).
17.-
Sobre la relación entre hincharse, jactarse y gloriarse, cf. E. de la Serna , “La justificación por la fe. Una
mirada teológica del trabajo paulino”, RevistB
68 (2006) 110-111.
18.-
La idea de “comida” es lexema dominante en toda la unidad 8-10; en 8,7.8
[2x].10.13 se refiere a la carne inmolada a los ídolos; en 9,4.7 [2x] el tema
es otro: ser mantenido por la comunidad; en 10,3.7.18.25.27.28.31 los primeros
remiten al AT, y los restantes a la carne inmolada a los ídolos. Pero el
término “bebida” es casi exclusivo de esta parte en toda la unidad: 9,4 (que
como dijimos está usado en un sentido bien diferente); 10,4 [2x].7.21.31, y se
repite 7 veces en la perícopa 11,17-34 en sentido eucarístico.
19.-
Cf. M. Thrall, “The Meaning of oikodoméô in Relation to the Concept syneídêsis (1 Cor 8,10)”, en F. L. Cross, Studia Evangelica IV, (TU 102), Berlin, Akademie Verlag, 1968,
468-472; aunque la autora lo lee a la luz de Gal 2,18 y los escrúpulos los ve
como “legales”; y no ve como irónico el término edificar en v.10.
20.-
Sobre la importancia de la syneidêsis
en la unidad, además del art. de Maurer,
synoida, syneidêsis, TDNT 7, 898-919,
es clásico R. A. Horsley,
“Consciousness and Freedom among the Corinthians: 1 Corinthians 8-10", CBQ 40 (1978) 574-589 (prefiere traducir
syneidêsis por “consciousness” en lugar de “conscience”)
y P. W. Gooch, “«Conscience» in 1
Corinthians 8 and 10” ,
NTS 33 (1987) 244-254 (hace una
distinción entre diferentes “conciencias”); matizado por D. B. Martin, The Corinthian Body, Michigan, Yale University Press, 1995, 179-182
(Pablo “no tiene una teoría firme sobre la syneidesis”,
el término es introducido por los corintios) y relativizado por G. W. Dawes, “The Danger of Idolatry:
First Corinthians 8,7-13” ,
CBQ 58 (1996) 93-97 ya que sostiene
que el problema no es la conciencia sino lisa y llanamente (simpliciter) la “idolatría” (86).
21.- Para W. Schmithals, la conexión entre 10,1-22 y 10,23 es
“simplemente imposible”, Gnosticism in
Corinth: An Investigation of the Letters to the Corinthians, Nashville,
Abingdon press, 19712, 93.
22.- Diferentes párrafos que otros
estudiosos interpretan como un añadido, como un paréntesis en el tema que viene
desarrollando, o como diferentes etapas de redacción.
23.-
Un estudio de la unidad puede verse en J.
C. Inostroza, Moisés e Israel en
el desierto. El midrás paulino de 1 Cor 10,1-13, Salamanca, Publicaciones
Universidad Pontificia de Salamanca, 2000; “Breve homilía” la llama C. Senft, La première épitre de saint Paul aux Corinthiens, (CNT 2ème
serie VII), Neuchâtel - Paris, Delachaux & Niestlé, 1979, 128.
24.-
Es interesante, en este caso, que el texto, en su forma verbal [imperativo
presente] puede interpretarse como "dejen de ser idólatras". Sí dirá
luego: “huyan de la idolatría” (10,13; en 6,18 dijo “huyan de la impureza”).
Hay que notar la semejanza entre estos
párrafos: no sólo se indica que se debe “huir” de tal vicio, sino que ambos
repiten el mismo “slogan” corintio: “todo me es lícito”, además, la idolatría
en v.7 es seguida de porneúô (término
clave en cap. 5-6), y la relación se profundiza si “divertirse” tiene
connotaciones sexuales, o si “fornicar” tiene connotaciones idolátricas, o las
prostitutas de 6,12-20 fueran prostitutas sagradas. Ciampa-Rosner, “The Structure and Argument” han señalado la
matriz judía de ambos vicios y cómo
deben entenderse unidos para comprender el carácter judío de esta carta y su
estructura: “es reconocido que en el antiguo pensamiento judío y cristiano, los
Gentiles son considerados particularmente por dos vicios aberrantes:
inmoralidad sexual e idolatría”, 207.
25.-
Barrett, “Eidòlothyta Once
More”, 34 n.7.
26.- H.
Conzelmann, 1 Corinthians, Philadelphia, Fortress
Press, 1975, 168; y cita como ejemplo variante 1QS 3,4: “todo el que rehúse
entrar en alianza de Dios (…) su conocimiento, su fuerza y su riqueza no
entrarán en el consejo de la comunidad (…) No quedará limpio por las
expiaciones, ni será purificado por las aguas lustrales…”
27.-
Por si hiciera falta, repetimos que el ídolo no estaría dado por la violación
al primer mandamiento, sino del segundo: manipular a Dios, o las cosas de Dios
(como el bautismo o la eucaristía, en este caso); serían “sacramentalistas
persuadidos que el bautismo y la cena del Señor los garantizan de modo mágico,
salvaguardándolos de todo peligro de caída y liberándolos del empeño ético”, Barbaglio, 1 Cor, 465. Notar en las últimas citas los usos de los términos
“seguridad” y “confianza” que hemos caracterizado como propios de la idolatría.
28.- B. Malina – J. J. Pilch, Social-Science Commentary on the Letters of Paul, Minneapolis, Fortress
Press, 2006, 100.
29.- Aunque
cf. R. B. Hays, “The Conversión of
the Imagination: Scripture and Eschatologie in 1 Corinthians”, NTS 45 (1999) 391-412 destaca los textos
no “explícitos”.
30.- De todos modos, los tres pasajes
donde la connotación es sexual llevan preposición. En este caso la referencia
parece ser a la danza, Bartelmus, “tshq / shq”, TDOT XIV, 64; Malina-Pilch, Social-Science Commentary 101, lo interpretan
como sexual.
31.-
Sobre los diferentes posibles sentidos de koinônía
en esta unidad, y la propuesta de interpretarlo como comunión con Cristo y también con los participantes de
la mesa, cf. G. Barbaglio, La prima lettera ai corinzi. Introduzione, versione e
commento, Bologna, (SOC 16) EDB, 1996, 480-483.
32.-
A. C. Thiselton, The First Epistle
to the Corinthians, Michigan-Cambridge, (NIGTC) Eerdmans, 2000, 773-774.
33.- El término hebreo shre aquí y en Sal 106,37 es traducido por daimoníois. “[E]l término original
acádico designa a los guardianes fantásticos de los templos, estatuas
intimidatorias de animales polimorfos, los dos autores bíblicos que recogen el
término le dan un sentido peyorativo para designar burlonamente las divinidades
extranjeras”, L. Alonso - C. Carniti,
Salmos II, Navarra,Verbo Divino,
1993, 1336. Es posible coincidir con Bruce que para Pablo los demonios no son
entidades personales sino personificación de fuerzas (¿analógicamente al
pecado?) que ejercen su influencia sobre la humanidad (citado por Thiselton, 1 Cor, 775); cf. R. F.
Collins, First Corinthians,
Minnesota, (SP 7) Liturgical Press, 1999, 380-381.
34.-
R. A. Horsley, “Gnosis in Corinth: 1 Corinthians 8,1-6” , NTS 27 (1981) 50; repite la misma idea en 1 Corinthians, Nashville, Abingdom Press, 1998, 141.
35.- Así A. T. Hanson, citado por Thiselton,
1 Cor, 778.
36.-
Aunque en Dt kyrios designa a Dios y
en 1 Cor 10,21.22 designa evidentemente a Cristo, como ha señalado R. H. Bell, Provoked to Jealousy, citado por Thiselton,
1 Cor, 778.
37.- L. Cope. “First Corinthians 8-10:
Continuity or Contradiction?”, citado por Barbaglio
375 n. 10 (donde presenta brevemente las razones de esta posición).
38.-
Algunos autores (Murphy-O’Connor, Collins, Barbaglio) proponen para 8-10 un
esquema A B A’ donde A.A’ presenta la actitud más complaciente con la comida
inmolada a los ídolos (aunque A’ es más concreto y preciso), y B una postura
más crítica. Pero no todos coinciden en dónde comienza y termina B (Barbaglio:
10,1-22; Murphy-O’Connor: 9,1-10,22; Collins 10,1-22; cap. 9 es una disgresión
retórica). En general, en este esquema parecería razonable excluir el cap. 9,
como en cierto modo hace Collins. Nosotros hemos preferido suponer que Pablo
añade 9,1-10,22 en un segundo momento (a raíz del agravamiento de la situación,
del que es informado oralmente; también Hurd coincide que 10,1-22 es comunicado
oralmente a Pablo y por eso es más vehemente). Proponer un añadido (paulino) no
excluye el esquema ABA’ ya que B también parece añadido en 1 Cor 12-14, donde
12 y 14 conforman A y A’ respectivamente y 13 (B) parece añadido, como diremos.
39.-
Tampoco parece resolverla la propuesta de Fotopoulos,
“Arguments Concerning Food Offered to Idols” de reconstruir, partiendo de la
retórica, los dichos corintios, y -de allí- el desarrollo del discurso.
40.-
G. Fee, The First Epistle to the
Corinthians Michigan, (NICNT) Eerdmans, 1991, 470-471.
41.-
Barrett, “Eidôlothyta Once
More”, 33.
42.-
H. von Soden, Urchristentum und
Geschichte I, Tübingen, 1951, 269, citado por Barrett, “Eidôlothyta
Once More”, 34.
43.- Barbaglio, 1 Cor, 490; ya hemos señalado que la unidad 10,1-22 presenta
claramente una relación crítica entre la comida idolátrica y la eucaristía,
tema ausente en 8,1-13; 10,23-11,1.
44.- Thiselton, 1 Cor, 608-609 (subrayado en el texto).
45.-
Es clásica la opinión, fundamentalmente sostenida por J. Murphy-O’Connor que el lugar de las cenas eucarísticas es
la casa (cf. St.Paul’s Corinth: Texts and
Archaeology, Minnesota, Liturigal Press, 20023, 178-185); sin
embargo, también desde una perspectiva arqueológica, D. H. Horrell, “Domestic Space and Christian Meetings at Corinth:
Imagining New Contexts and the Building East of the Theatre”, NTS 50 (2004) 349-369 propone la calle
oriental del teatro (aunque el autor señala claramente que es sólo posible,
“pero por numerosas razones parece que debe considerarse seriamente” (369), C. Gil, “Conflictos entre el espacio
doméstico y público en la Ekklesía en
Corinto”, EstBib 64 (2006) 517-526,
propone los locales de alquiler, aunque Murphy-O’Connor,
Paul, A Critical Life, Oxford, Claredon
Press, 1996, 169 –al hablar de Efeso- sostiene que son muy costosos; pero esto
no parece ser el problema en Corinto.
46.-
Por ejemplo, A. Descamps, afirma:
“No se ve exactamente su lugar en relación a todo lo que sigue. Dejamos esta
introducción a un lado, porque en cierta manera se puede aislar con respecto a
lo que continúa en el capítulo”, “El bautismo, fundamento de la unidad
cristiana”, RevistB 69 (2007) 31-64,
51 (orig. 1971).
47.-
Sin embargo, no debemos olvidar que en un texto –con reminiscencias quizá
autobiográficas- Pablo dice que Jesús se hizo él mismo “maldición” por nosotros
(Gal 3,13), cf. M. Hengel, The Pre-Christian Paul,
London-Philadelphia, SCM Press-Trinity Press International, 1991, 83-84.
48.-
¿O los que actúan como si no lo hubieran recibido? En 3,1 Pablo les dice que
“no pude hablarles como espirituales sino como a carnales”. ¿Se refiere al mismo grupo, como propone J.
Painter, “Paul and the pneumatikoí, at Corinth”, en M. D. Hooker - S. G. Wilson, Paul and Paulinism. Essays in
honour of C. K. Barrett, London, SPCK,
1982, 237-250?
49.- Pareciera que nos
encontramos ante una sinécdoque, los textos judíos presentan a los ídolos como
mudos, ciegos, sordos, inmóviles y muertos… la referencia a la mudez en este
párrafo, parece justificarse por la centralidad de la palabra en toda la
unidad: como dijimos los carismas principales son de la palabra (apóstoles,
profetas, maestros), los carismas que Pablo analiza en c.14 tienen que ver con
la palabra (lenguas y profecía); es algo analógico a la referencia a la boca de los profetas (cf. Is 6,5.7; Jer
1,9; Ez 2,8.3).
50.-
Cf. C. Gil, “La casa amenazada. Conflicto
de modelos familiares en 1 Co”, EstBib
63 (2005) 43-63.
51.- Cf. G. Theissen, Psychological
aspects of Pauline Theology, Philadelphia, Fortress press, 1987, 267-341.
52.- Ya habíamos terminado este trabajo
cuando L. H. Rivas publicó Pablo y la Iglesia. Ensayo sobre “las
eclesiologías” paulinas, Buenos Aires, Claretiana, 2008; en pp. 83-98, y
117-156 encontramos la referencia al Cuerpo y a los carismas.
53.-
El término es de uso casi exclusivamente paulino (sólo 2 veces en Sgo 1,9;
4,16), lo encontramos en Gal (x2), una vez en Fil y Ef, 5 veces en Rom, 6 en 1
Cor y 20 veces en 2 Cor.
54.- J. Sánchez Bosch, “Gloriarse” según san Pablo. Sentido y teología de kaujaomai, Roma-Barcelona, Analecta Biblica 40, 1970). Como
puede verse fácilmente en una concordancia, el término es casi exclusivamente
paulino en el NT (2 veces en Santiago, 1 en Ef y 34 veces en las cartas
seguramente paulinas).
55.-
Señalamos el tema de la “des-mesura” en 2 Cor 10,12-18, ya que tanto la idea de
la “medida” (5x) como de la “norma” (3x) son lexemas que resaltan en esta
unidad (“no nos jactaremos desmesuradamente”, 10,13). Es interesante, también,
destacar el aspecto idolátrico de la “desmesura” como lo ha señalado J. S. Croatto en Gen 3: Crear y amar en libertad. Estudio de Génesis
2:4 - 3:24, Buenos Aires, La
Aurora , 1986, 178. 181. 185. 209. 213. 226.
56.- E. de la Serna , “Segunda carta a los corintios”, en
A. Levoratti (dir.) Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo
Testamento, Navarra, Verbo Divino, 2003, 886.
57.-
“La iniciativa divina en 1 Cor”, RevistB
51 (1989) 39-44.
58.-
Esto es lo que ha llevado a M. Mitchell a destacar que la meta de Pablo en la
carta es conducir la Iglesia
a la unidad, pero Ciampa-Rosner
sostienen que esto “es poner ‘el carro delante del caballo’. La gran meta de
Pablo no es la unidad, sino la santificación de los Gentiles creyentes de modo
que glorifiquen a Dios. Como lo muestra Rom 15,5-6, la unidad no es la meta,
sino el prerrequisito para ‘glorificar a Dios con una mente y voz’. En 1
Corintios Pablo enfrenta el faccionalismo corintio en orden a clarificar el
camino para su objetivo principal”, “The Structure and Argument”, 214. No es
distinto lo que hace tiempo opinaba J.
Dupont, “Reflexiones de San Pablo para una Iglesia dividida”, RevistB 69 (2007) 175-188 (orig. 1976).
59.-
Destaca el tema del Bautismo y la unidad, el citado artículo de A. Descamps, “El bautismo, fundamento de
la unidad cristiana”, en 32-42 se refiere a 1,13-16; en 42-49 a 10,2 y en 49-55 a 12,12-13.
60.-
Coincidimos con G. Barbaglio: “No
hay tono personalista en la defensa de su predicación; en última instancia se
trata de defender lo genuino del evangelio centrado en la cruz de Cristo y
objeto de su apología (…) aun enredado en personalismos de tipo sectario,
sabiendo que el «partido» de Apolo es su adversario dialéctico”, La
Teología de San
Pablo, 52-53.
61.-
Cf. E. de la Serna , “El pueblo
crucificado. Aspectos bíblicos”, Proyecto
33 (1999) [en Homenaje a Ignacio Ellacuría] 115-141 (part. 130-132).
62.- Barbaglio, La Teología de San Pablo, 54.
63.- Hay ocasiones en que lo opuesto de buscar
refugio en el Señor es “idolatría” (cf. Sal 16,1.4; Is 57,12-13a; cf. Gamberoni, “hs’”, TDOT V, 74; “Los LXX y el NT recogen
el contenido de hsh por medio de
diversos términos, pero tienden hacia una comprensión espiritual: pepoithénai, «confiar»; elpizein, «esperar»...” E. Gerstenberger, “hs’ Refugiarse”, DTMAT I,
864.
64.-
“¿Ver-Juzgar-Actuar en San Pablo?”, RevistB
52 (1990) 85-98.
65.- G. von Rad, Die Wirklichkeit Gottes, en Gottes
Wirken in Israel 148, citado por Sicre,
Los dioses olvidados, 179.
66.-
Es clásico el trabajo de A. T. Lincoln,
Paradiso ora e non ancora. Cielo
e prospectiva escatologica nel pensiero di Paolo, Brescia, Paideia editrice, 1985 (orig. 1981).
67.- Sasse, “aiôn – aiônios”, TDNT I
197-209 (esp. 204-207); cf. ib. “kosmos”,
TDNT III, 892-894.
68.- A. Men, “The Messianic Eschatology of St. Paul
in Connexion with the Primitive Preaching of the Gospel”, en L’Apôtre Paul: personnalité, style et
conception du ministère, A. Vanhoye (ed.), BETL 73, Leuven, Leuven University,
1986, 322-323.
69.- J. D. G. Dunn, The Theology of Paul the Apostle, Edimburgh, T&T Clark, 1998,
463-464.
70.- R.
Schnackenburg,
“Entre dos tiempos: Existencia cristiana en este mundo según san Pablo”, en R. Schnackenburg, Existencia cristiana según el Nuevo Testamento, Navarra, Verbo
Divino, 1973, 207-233, 227.
71.-
Muchos autores sostienen que la ética paulina está expresada en la tensión
indicativo-imperativo: R. Bultmann,
“el Indicativo crea (begründet) el
Imperativo”, Theologie des Neuen
Testaments, Tübingen, J. C. B. Mohr, 1958, 335; W. Schrage aclara que esto debe entenderse como “una fórmula
abreviada para significar las promesas salvíficas cumplidas y las
recomendaciones orientadas a la acción”, Ética
del Nuevo Testamento, Salamanca, Sígueme, 1987, 200; Dunn, The Teology of Paul, 626-631, la presenta con la fórmula “ya que…
entonces”. En cambio U. Schnelle
ve este esquema como limitado, y piensa que debe integrarse dentro de un
esquema mayor: “transformación y participación”, Apostle Paul. His Life and Theology, Michigan, Baker Academic,
2005, 548.
72.- J. Ratzinger, “El ateísmo”, en Cavanna, Cottier et al., La fe hoy, Madrid, Palabra, 1968, 65.
73.- V. Codina “Dios de vida, dioses de
muerte”, en Parábolas de la mina y el
lago, Salamanca, Sígueme, 1990) 53.
74.- G. Gutiérrez, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente.
Una reflexión sobre el libro de Job, Lima, CEP, 1986, 111-112; cf. Ib. Dios o el oro en las Indias, Salamanca, Sígueme,
1990.
75.-
En la numeración del Documento de Aparecida ponemos entre corchetes la nueva
numeración producida luego de los retoques oficiales
al documento auténtico aprobado por los obispos.
76.-
La idea de “Iglesia samaritana”, como “otra
nota” de la Iglesia
pertenece a J. Sobrino, “La Iglesia samaritana y el
principio-misericordia”, en J. Sobrino, El
principio misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados,
Santander, Sal Terrae, 1992, 31-45; anteriormente había presentado las “cuatro
notas” tradicionales en relación a la Iglesia de los pobres en Resurrección de la
verdadera Iglesia. Los pobres, lugar teológico de la eclesiología, Santander, Sal
Terrae, 1984, 115-142.
77.- J. Sobrino, "Es trágico, pero es
bello morir como Jesús", Actualidad
Pastoral 23/184 (1990) 179
Artículo
publicado originalmente en V. M. Fernández -
C. M. Galli (eds.) “Testigos… y servidores de la palabra” Lc 1,2. Homenaje a
Luis Heriberto Rivas, San Benito, Buenos Aires 2008, 111-134
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