domingo, 6 de octubre de 2013

Fundamentalismos, slogans y clichés



Fundamentalismos, slogans y clichés

Eduardo de la Serna



Días atrás, conversando con un amigo le comentaba que me sentía incapaz de dar respuesta a un fundamentalista. No solamente porque estos no suelen tener preguntas, sino certezas, sino porque además pareciera que éste habla de perros cuando el tema de conversación es la contaminación ambiental. Precisamente porque no tiene nada que ver, y sale un tema totalmente ajeno es que me resulta imposible dar respuesta o plantear algo. No porque no me interesen los perros, por cierto, sino porque el tema es la contaminación ambiental. Sin duda que eso no significa –de ninguna manera- que yo tenga razón, el tema no es ese sino los argumentos.

Precisamente por no tener preguntas, los fundamentalistas tienen clichés, slogans y ese es su horizonte. Si uno está hablando del “calentamiento global” y le responden que un perro que se “calienta rápido es el rottweiler” no veo modo de seguir la conversación.

Y esto ocurre en el día a día en las conversaciones de temas religiosos o políticos. Y es evidente. Aparecen citas bíblicas sacadas de contexto para “combatir” los argumentos  del otro, se recurren a clichés que buscan “defender” sin siquiera buscar entender lo que se ha dicho. Pienso –por ejemplo- en los grupos católicos que “defienden” al Papa arrojando al otro una cita bíblica tipo “tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”, o algún principio teológico mal comprendido, “lo eligió el Espíritu Santo”, (lo mismo puede decirse de ciertos grupos evangélicos, pero me parece sensato mirar primero la “propia casa”). Me ha pasado –a veces- leer o escuchar comentarios críticos de cosas que he escrito y quedarme con la sensación de que no leyeron siquiera lo dicho; simplemente miraron una frase y “contraatacan” con slogans.

Y me parece que lo mismo ocurre en campos políticos. Donde aparecen los clichés tipo “la plata de los jubilados”, o “todos los políticos son corruptos”, o que Fulano o Mengana son esto o aquello sin más referencia que otro slogan o show televisivo. 

Recuerdo la ironía de Carlos Barragán en el inolvidable programa radial con Castelo cuando hacía la parodia de una campaña política y el “Partido de Izquierda Revolucionaria Argentina” se enfrentaba con el “Partido Argentino de Revolución de Izquierda” y estos a su vez confrontaban con el “Partido Revolucionario de Izquierda Argentina”; o la también ironía de la película “la Vida de Brian” en la que los grupos revolucionarios estaban enfrentados con los romanos, pero más todavía con el grupo revolucionario de al lado. Ver esa preocupante obsesión de los fundamentalistas por la supuesta ortodoxia que llevó a que el MIR fuera activo responsable en la caída de Allende y el golpe de Pinochet, o ver a sectores de la izquierda argentina con la Sociedad Rural me resulta indicio preocupante del “triunfo de los slogans” por sobre los argumentos. 

Charlando una vez con el gran teólogo catalán José Ignacio González Faus sobre las homeopáticas divisiones que caracterizan a la izquierda me decía –hablando de esto, precisamente- “¿cuándo aprenderán algunos grupos a no ocuparse tanto de la ortodoxia en bien de la ortopraxis?” (creo que fueron sus palabras). Y no es muy difícil ver una vez más grupos antagónicos que terminan oponiéndose a pasos concretos, a logros grandes o parciales, y terminan favoreciendo a los Pinochet de turno en nombre de algún rottweiler; y usando el slogan de la incondicional defensa de los empobrecidos sean funcionales al sloganista Massa, al cliché de Clarín o al intento de “la Embajada” de romper la incipiente unidad latinoamericana.

Foto tomada de http://www.taringa.net/posts/info/14237682/Que-es-el-fundamentalismo.html

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