jueves, 29 de enero de 2015

Viajar, leer, aprender



Viajar, leer, aprender


Eduardo de la Serna




Leí una vez que “leer disminuye la ignorancia y viajar disminuye la intolerancia”, y debo decir que aunque estoy de acuerdo con las ideas subyacentes, especialmente que sostienen que ambas características son limitaciones humanas, por decir lo menos; pero me parece razonable añadir un “pero”, o una relativización de los dichos.


No se trata de “comerse las eses” como un pseudopolítico en campaña (para que mañana los pobres coman heces), ni de tener títulos de ingeniero, abogado o viajes de motonauta…

No se trata de “turismo” en lo de viajar, ni de leer guiones armados por especialistas en imágenes. Se trata de otra cosa, se trata de una actitud.


En lo personal, trato de viajar cuando me es posible. Viajar para conocer, para aprender. Deseo que un viaje “me deje huella”. Y especialmente amo conocer mi patria grande latinoamericana.


Y al ver uno mira, evalúa, compara (no para sentirse o decirse mejor o peor, sino para evaluar, ver posibilidades, conocer). Por ejemplo, al oír hasta el hartazgo hablar de la inseguridad (que es real, por cierto) mirar otras realidades, conocerlas y evaluarlas me hace relativizar nuestra información. Nuestra auto-percepción.


En este sentido quiero compartir dos pequeños elementos de mi viaje reciente (habría mucho más).


En la selva peruana hay un pueblo, Huánuco. Antiguamente era parte del tawantisuyo (mal llamado “imperio” inca). Pero por razones políticas los españoles cambiaron de lugar (es decir, hay un Huánuco antiguo y un nuevo Huánuco). En la nueva ciudad los esclavos negros fueron explotados y oprimidos, como en tantas partes teniendo casi como único “recreo” en el año la fiesta de la Navidad en la que bailaban y celebraban ese pequeño momento. Así surgió un “baile” que continúa hasta hoy a pesar que los afro descendientes ya no se encuentran en la región (me dicen que se trasladaron en general hacia el sur del país). El “baile de los negritos” me resultó un fenómeno fascinante y liberador de religiosidad popular. Hoy las “cuadrillas” bailan durante días para finalmente quitarse los vistosos sombreros ante el niño que les da la libertad y ponerse de rodillas.


Sin duda hay miles de cosas que se entremezclan con el hecho, pero es interesante notar el corazón liberador que encontramos en lo profundo de la religiosidad popular. Un hecho común en otras partes (el descenso del niño que es quitado de los pesebres para ser guardado hasta el próximo año desencadena el baile y toda la ciudad queda marcada por grupos y más grupos de “cuadrillas de negritos” que alegran con colores y música la ciudad y manifiestan que hay un niño recién nacido que permite fiesta y libertad.


En Chile la situación política siempre parece de circunstancial “empate” entre lo que se suele llamar la derecha y la izquierda (términos ambiguos ya que hay, para empezar, muchas “derechas” y muchas “izquierdas”). Sin duda, mucho de eso se debió a que Pinochet todavía es recordado con aprecio y valor por un número muy importante de la población. Seguramente – no es lo único, pero cuenta – porque en Chile los militares no “perdieron una guerra” como fue el caso de las Malvinas y la dictadura argentina. Podemos comparar muchos elementos entre una y otra dictadura, pero lo cierto es que nadie en su sano juicio homenajearía en Argentina a “mi general Videla” (y el despliegue de la justicia y los juicios es otro elemento fundamental de diferencia). De hecho hay docenas de elementos de la dictadura que no han sido desarticulados, una constitución por ejemplo; un aparato económico y hasta un pensamiento casi hegemónico. Los medios de comunicación hegemónicos, que ya critican desembozadamente a Michelle Bachelet son un buen elemento a tener en cuenta. La reconocida complicidad de El Mercurio con el golpe genocida a Salvador Allende no ha tenido una repercusión adecuada. Políticos, Medios, sindicatos (¡camioneros!), la Embajada yanky son buen elemento para no descuidar la actualidad argentina, y aprender a poner freno, límites o condena social (y judicial si la “justicia” se pusiera los pantalones) a los que quieren que volvamos a un modelo idéntico al generado por Martínez de Hoz y su lacayo militar en el gobierno, como el menemismo explícito de Scioli, Massa y Macri. 


Viajar y leer “puede” ayudar a ver, aprender, conocer, pensar. De eso se trata. Y espero saber transmitirlo.



Foto tomada de heraldo21.blogspot.com

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