domingo, 18 de agosto de 2013

Los Niños



Poner a los niños en el centro

 

  Eduardo de la Serna

 

 





La frase del Evangelio “dejen que los niños vengan a mí, no se lo impidan, porque de los que son como estos es el reino de Dios” (Marcos 10,14) puede ser leída de un modo romántico, con lo que se la sacaría del contexto bíblico y hablaría de ternura, de inocencia, de ingenuidad… No es eso lo que dice el texto: los niños son seres incompletos, para el mundo bíblico, que necesitan ser “enderezados”, incluso con rigor (Proverbios 13,24). El texto ha de entenderse en los clásicos ejemplos en los que la propuesta de Jesús invierte los valores tradicionales y pone en el centro precisamente los grupos despreciados: los pobres, las mujeres, los niños… Jesús quiere empezar la historia desde su reverso, por eso, la plenitud, la universalidad que él predica (en un primer momento sólo dentro de Israel), para ser precisamente universal, debe comenzar “abajo”. Los que no cuentan, los rechazados por la sociedad de su tiempo son los primeros para Jesús. Los niños son los que no tienen madurez, los que no tienen mérito, los ignorantes que no conocen la Ley, y para Jesús allí comienza el reino. Es que por sobre todo, se trata de gratuidad, de la iniciativa de Dios, del regalo que él quiere hacer a la humanidad.


Celebrar el día del niño en nuestra comunidad parroquial se va haciendo una tradición. Una tradición en la cantidad de chicos que vienen y disfrutan, y de jóvenes y adultos que colaboran. Hoy tuvimos unos 750 niños, se repartieron 100 litros de chocolate, factura, tortas fritas, galletitas, golosinas en abundancia que no sobraron, pero no faltaron. Pudimos regalarle a todos un juguete (todo esto con la colaboración de muchas donaciones, incluso oficiales –del Ministerio de Acción Social que donó 500 juguetes sin ningún cartel identificatorio) y ayudarlos a jugar, y disfrutar con la ayuda de muchísimos colaboradores: éramos más de 40 personas trabajando para los chicos. En una sociedad que inventa los “Día de…” para engrosar las arcas del Dios Mercado, que cambia las fechas de los “Días de…” según la conveniencia de la compra – venta, en la que todo se compra, todo se vende, poder celebrar y ver las caras de los chicos sonrientes, jugando, comiendo y disfrutando gratuitamente, nos permitió decir a los cuatro vientos que creemos en otro mundo posible, donde los chicos más pobres jueguen tanto y en los mismos lugares que los otros, que coman la misma comida, que se lleven los mismos regalos, y todo sin que nadie le pida nada, ni plata, ni “certificado de bautismo”, ni pertenencia eclesial o barrial. Todo chico estaba en el centro, todo chico estaba para ser atendido, para disfrutar. Hoy 750 chicos de San Francisco Solano se sintieron “parte”, vivos, celebrados. Y mucha gente lo hizo posible. Aun sin saberlo, ellos también dejaron “que los niños vengan a mí” y dejaron –al menos por un rato- que Dios reine en la gratuidad de la fiesta, en la sonrisa compartida y en los pobres reconocidos. ¡Gracias a los colaboradores, y gracias a los chicos por habernos permitido servirlos!


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