miércoles, 5 de marzo de 2014

La violencia



Violencia

Eduardo de la Serna


El tema frecuentemente emergente de la llamada “inseguridad” me parece que amerita una breve reflexión en este caso con la intención de aclarar o –al menos- distinguir para entender, para mensurar y, eventualmente, apaciguar.

La fuerte repercusión que la miniserie “Escobar, el patrón del mal” tiene en Argentina ayuda a entender qué entendemos por “violencia” e “inseguridad”. Las bombas, por ejemplo, en supermercados o aviones no eran entonces algo impensado. Todavía hoy el aeropuerto de Bogotá es insoportable en las medidas de seguridad, y todavía hoy cuando se entra en un shopping o supermercado con estacionamiento subterráneo se debe abrir el baúl del auto para que un perro labrador pueda detectar eventuales explosivos (por insoportable no deja de ser razonable, obviamente). Esa sensación de inseguridad sigue reflejada en grandes rotweilers con bozales enormes de los guardias privados que patrullan la ciudad, los retenes del ejército en las calles (aunque en este caso se deba más a la sensación de guerra interna a causa de las guerrillas de las FARC y el ELN), las camionetas blindadas, etc…

Esto me sirve sencillamente de “disparador” (valga la ironía) para lo que sigue.



Diferentes tipos de violencia



  • ·         La violencia doméstica es violencia
  • ·         Los accidentes y muertes de tránsito evitables son violencia
  • ·         La muerte de niños por hambre es violencia
  • ·     Los niños soldados son violencia
  • ·         El maltrato o abuso laboral es violencia
  • ·         El abuso de menores y la pederastia es violencia
  • ·         La exposición opulenta de autos, casas, ropas lujosas a los ojos de los pobres es violencia
  • ·         Las colas interminables para conseguir trabajo o un turno en el hospital es violencia
  • ·         La desigualdad es violencia
  • ·         El robo o asalto callejero es violencia
  • ·         La guerra es violencia
  • ·         Las minas antipersonales son violencia
  • ·         El tráfico de personas, en especial de niñas y niños, es violencia
  • ·         El trabajo esclavo es violencia
  • ·         La trata de personas es violencia
  • ·         El arrebato callejero es violencia
  • ·         La desocupación es violencia
  • ·         El robo de autos es violencia
  • ·         El tráfico de drogas es violencia
  • ·         El secuestro es violencia
  • ·         El insulto es violencia
  • ·         El machismo es violencia
  • ·         La desaparición forzada es violencia
  • ·      La venganza es violencia
  • ·         La represión es violencia
  • ·         El racismo y la discriminación son violencia
  • ·         La migración forzosa es violencia
  • ·         El genocidio es violencia
  • ·         El asesinato es violencia


Y se podría seguir… la violencia tiene muchas caras. Demasiadas. Cuando se habla críticamente de la violencia o de la inseguridad, ¿se habla de todo esto? ¿O –por el contrario- se limita a unos pocos de estos ítems? Y si es así, como parece… ¿quién determina qué ítems tener en cuenta y cuáles no?

La violencia parece constitutiva del ser humano. Ya desde Caín. Una buena reflexión teológica, pastoral y liberadora puede verse en la carta pastoral de mons. Oscar A. Romero en El Salvador el 6 de agosto de 1978, Fiesta de la Transfiguración del Señor donde señala seis tipos diferentes de violencia, Carta que recomendamos leer. Algo semejante ya había ocurrido antes de la asamblea de Medellín (1968) cuando el grupo de curas del Tercer Mundo, recién gestado envió una carta a los obispos que se reunirían con un número muy importante de firmas a las que se añadieron muchísimos de América Latina pidiendo que no se condene un solo tipo de violencia sin tener en cuenta la violencia institucionalizada que la genera. El tema es importante y la respuesta no la darán los Medios de Comunicación Social que esconden algunos y destacan otros tipos, sin duda defendiendo sus propios intereses. Tampoco la darán los poderosos, que tantas veces (¿siempre?) son gestores de la violencia primera. Un ejemplo de ambos puede ser la demonización del narcotráfico “hasta que” un narcotraficante es “amigo”. Eso ocurrió cuando Álvaro Uribe pudo ser candidato a la presidencia de Colombia. Allí todos olvidaron que figuraba entre los narcotraficantes señalados expresamente por la DEA (“Narcotraficante Nº 82”) y pasó a ser “bueno”. Su combate acérrimo a las FARC parece más que ideológico (que también) una búsqueda de eliminar competencia. Lo que nos recuerda los dichos de Kissinger sobre Pinochet, cuando criticaba la dictadura de Fidel Castro y le dijeron que Pinochet también era un hijo de puta y dijo, “Sí, pero es nuestro hijo de puta”. 

La violencia en Argentina


La situación de violencia es innegable, y no se aclara ni soluciona con datos estadísticos. Quien ha padecido alguno de los puntos señalado más arriba –o algunos más de los tantos que faltan- ha quedado más o menos marcado por él. Pero a la hora de buscar soluciones, no tiene sentido mirar precisamente el malestar de las víctimas, o de los que son incentivados o motivados por los MCS. La reciente promesa de Massa de hacer una consulta popular sobre la reforma del Código Penal, además de ignorante, demagógica, ilegal y mentirosa es ciertamente falaz. Difícilmente los participantes en esa eventual consulta leerán (y de hacerlo no todos entenderán) un código Penal que por eso tiene tantos y muy serios comentadores. No lo leerán como el mismo Massa ha demostrado no haberlo leído. La violencia tiene una serie de elementos que ameritarían un abordaje multidisciplinar: sociológico, antropológico, psicológico, político, educativo, económico, por ejemplo. Si es evidente –por ejemplo- que ciertos índices de violencia disminuyen notablemente cuando hay trabajo, o con la educación, no será un código o la represión la que solucionará el tema. Es análogo a aquello que el gran sanitarista decía: "el éxito de la política de salud, son los hospitales vacíos” (Ramón Carrillo). El éxito de una política de seguridad son las cárceles vacías, mal que le pese a Granados, Duhalde, Massa, Casal, Scioli y Macri, por ejemplo… No es abriendo nuevas cárceles sino nuevas fábricas que habrá más seguridad. No es saturando las calles de policías o de cámaras sino de maestros (bien pagos, por cierto). Pero todo esto sólo da respuesta a ciertos puntos de la violencia, y quedan miles todavía sin abordar. A menos que se considere –por ejemplo- que la violencia doméstica no lo es. Una vez le escuché decir a un señor que él les había pegado siempre con palos y cintos a sus hijos porque así lo habían tratado a él. “Mucho después me di cuenta que así no era la cosa”, en este caso se dio cuenta en un retiro popular. Y allí mismo lo dijo a los asistentes entre los que me contaba. Sin duda las violencias son cientos y otros cientos son las soluciones. Pero no es negando, no es disimulando o tapando que se encontrará la solución. No sea cosa que sin ver, o porque no nos lo muestran los que defienden a “sus violentos amigos” terminemos mañana votando a los que llevarán agua para su molino y terminemos víctimas de más violencia. El 2001 está muy cerca, por ejemplo Conocer la violencia y mirarla de frente es el primer paso. Buscar ayuda, o confrontarla será el segundo. Y evitar que crezca el espiral de la violencia será lo fundamental. De eso se trata la vida.


foto tomada de  www.ultra.com.mx

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