martes, 15 de abril de 2014

Comentario Triduo Pascual A

Triduo Pascual (17 a 20 de abril)

Las lecturas del Triduo Pascual son las mismas todos los años salvo el Evasngelio de la Vigilia por lo que para aquellos remitimos a lo ya dicho en
http://blogeduopp.blogspot.com.ar/2013/03/saber-reconocer-los-signos-devida-para.html




+ Evangelio según san Mateo     28, 1-10

Resumen: La presencia del ángel que interpreta el sepulcro vacío cambia totalmente la mirada de las testigas; la aparición a ellas del resucitado refuerza el encargo.

El texto evangélico del día, propio del año litúrgico, comienza con un nuevo día. Todos los evangelios coinciden en afirmar que se trata del “primer día de la semana” (literalmente dice “el primer después del sábado”), Mateo aclara, “al clarear”. El Evangelio presenta matices interesantes con respecto a Marcos. María Magdalena y “la otra María”, la (madre) de Santiago y José (27,56.61) van a “ver el sepulcro”, es decir, no van a ungir a Jesús (Mc 16,1; Lc 24,1) ya que la piedra de acceso era muy grande (27,60) y hay guardias puestos para cuidar (27,62-66) el sepulcro “sellado”. Nuevamente ocurre un terremoto (cf. 27,51), signo evidente de los tiempos escatológicos (Is 29,6; Ez 3,13; 37,7; 38,19 y Ap 6,12; 8,5; 11,13.19; 16,18) o de una decisiva intervención de Dios (Ex 19,18; Jue 5,5; 1 Re 19,11-12; Sal 18,8) confirmado con la presencia de un ángel del Señor, con aspecto fulgurante (v.3) que hace rodar la piedra para que las mujeres puedan constatar que la tumba está vacía. Así podrán dar testimonio de lo que han visto. El “ángel del Señor” fue protagonista de los primeros capítulos del Evangelio (1,20.24; 2,13.19) pero allí habla “en sueños”, aquí, más “visible”, y “sentado” (¿para enseñar?) en la piedra, habla a las mujeres. Conforme a lo que Jesús había dicho, el ángel confirma que lo verán en Galilea (v.7; cf. 26,32). La presencia de los guardias, también testigos del movimiento telúrico, que viene preparada de la escena conclusiva de la muerte, prepara la escena del soborno (28,11-15); como se ve, ante el mismo hecho, estos no han comprendido, sino que quedan “como muertos” ya que no reciben la interpretación del ángel (a la conmoción de la tierra –seismós- les sucede a los guardias una conmoción interior –eseisthêsan-). Pero –como el mismo dicho de los Sumos sacerdotes de que el cuerpo fue robado permite comprenderlo (28,13.15)- la tumba vacía es una visión ambigua; necesita del “ángel intérprete” para comprender su sentido; la importancia de la palabra del ángel queda confirmada con la frase “tomó la palabra,,, dijo”. Ante el mismo hecho y la misma visión, la reacción de los guardias y de las mujeres son claramente contrapuestas, y la razón viene dada precisamente por las palabras del ángel. Sin embargo, Mateo no finaliza la unidad como Marcos, donde las mujeres ante el dicho del “joven” (16,5) “dominadas de temblor y estupor no dijeron nada”. Aquí, al temor de Marcos, Mateo añade “y gran gozo” por lo que “corrieron a anunciar a sus discípulos” (v.8). El contraste entre “el Crucificado – el «Despertado» (por Dios) marca el sentido de la unidad.

Una nota sobre la resurrección. Jesús resucita y sale del sepulcro sellado y con la piedra puesta. El ángel y la piedra luego corrida tienen como objeto la comprensión de las mujeres. Mateo no está interesado en responder cómo salió Jesús del sepulcro, pero el hecho ya ha ocurrido (“no está aquí, ha resucitado”, v.6; en aoristo) pero nadie es testigo del acontecimiento de la resurrección. 

A esta escena Mateo añade otra (vv.9-10) que sólo se encuentra en su Evangelio (con una ligera semejanza a la aparición a María Magdalena en Jn 20,11-18, cf. v.17). En realidad, lo que Jesús dirá a las mujeres no difiere de lo dicho por el ángel con lo que se refuerza particularmente la importancia del encuentro que se realizará en Galilea. Las saluda con el clásico “alégrense” (típico saludo griego, cf. Lc 1,28; Sgo 1,1) con lo que refuerza la gran alegría de las mujeres a la que Mateo acaba de hacer referencia (v.8). Ellas, como es común ante (un hombre de) Dios (2 Re 4,27) se aferran a sus pies.

26:32
28:5.7
28:10



Mas después de mi resurrección,

iré delante de ustedes a Galilea».

No teman
Y ahora vayan enseguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos
e irá delante de ustedes a Galilea;
allí le verán
Ya se los he dicho».
Entonces les dice Jesús:
«No teman. Vayan, avisen a mis hermanos que




vayan a Galilea;
allí me verán».

En este encuentro con los once en Galilea –en Mateo- Jesús les encarga la misión universal, tarea para con la que contarán con la presencia permanente de Jesús en medio de ellos (28,18-20). Así como el ángel les encarga decir “a sus discípulos”, Jesús del encarga avisar “a mis hermanos”. El mensaje, en un primer momento es al pequeño grupo (no a todos) y en un monte específico de Galilea (v.16) (no en Jerusalén). Recién luego de esta aparición y su palabra de envío estarán llamados a “hacer discípulos a todas las gentes” (v.19).

Una nota sobre las mujeres en el sepulcro: en los Evangelios las mujeres (con la única exclusión de Lc 8,1-3) se encuentran siempre en el contexto de la última pascua (junto a la cruz, en la sepultura). Teniendo en cuenta la antropología cultural (ritos y lamentos), la psicología social (identidad y memoria colectiva) y elementos del folklore (la transmisión oral) resulta muy convincente entender que las mujeres que se reúnen junto a la tumba, para lamentar, hacer memoria, e incluso reivindicar y denunciar la situación en torno a “su muerto” cuya vida rememoran y recrean, repiten y comentan en torno a ellas es el ambiente adecuado para el surgimiento del anuncio e incluso el culto recreado de un modo nueva ante la experiencia de la resurrección. Es en este grupo de mujeres donde parece que debe encontrarse el inicio del culto y de transmisión de la tradición de Jesús a partir de la experiencia extraordinaria de encontrarse con aquel que “Dios ha resucitado”; la tumba ya no es el lugar del duelo sino del anuncio gozoso. Sin duda es particularmente contrastante este rol fundamental de las mujeres en el anuncio del Evangelio con el lugar restringido que poco tiempo después empezaron a tener en la Iglesia.


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