miércoles, 2 de abril de 2014

Animales, no!



¿Animales? ¡No!


Eduardo de la Serna



Más de una vez he dicho, y lo repito: no me convence que se califique de “animales” o como algún tipo de animal especial a las personas. Particularmente cuando se quiere descalificarlas. Y no me refiero a esto movido por mi amor a los animales –que lo tengo- sino porque creo que de ese modo desnaturalizamos y hasta excusamos a esas personas.

Una cosa es la metáfora o la imagen usada para ilustrar. Sin duda es algo figurativo, y tal animal o tal característica zoológica es usada comparativamente o ilustrativamente para aludir a alguien o una característica. Los elefantes tienen memoria, las águilas buena vista, los perros olfato… y aludir a esas cualidades en una persona son imágenes simplemente gráficas. Pero ¿qué pasa cuando se dice de alguien que es un chacal, o unos fondos son buitres, o que una persona o varias es o son bestias, o que en determinadas circunstancias, un grupo actuó “como animales”. Pues creo, simplemente, que en cierta manera de ese modo se exculpa un poco a esa/s persona/s. 

Hitler –vaya el ejemplo de “lo peor”- no era “una bestia”. Era un ser humano. Y como tal, capaz de amar, de sonreír, de disfrutar, de hacer sonreír, y de dar un abrazo. Lo abominable es, precisamente, que se trató de un ser humano. Un ser humano que seguramente tuvo momentos de humanidad. Imagino que habrá tenido amigos, habrá jugado con sus sobrinos (desconozco si los tuvo, simplemente imagino) y acariciado a su pastor alemán. Lo drástico, lo terrible es que un ser humano es capaz, precisamente, de inhumanidad; y en este caso, de la más cruel inhumanidad. Ya lo he dicho: un perro es incapaz de tener actitudes incaninas, un gato, incapaz de ingatunez, un ave incapaz de inavedades… (valgan los neologismos). Sólo el ser humano es capaz de inhumanidad. 

Frente a los casos, abominables y detestables de recientes linchamientos se ha escuchado decir “parecían animales” (dejo de lado y desprecio a los mediocres, oportunistas, que afirman comprenderlos, alentarlos, defenderlos desde la prensa o los sectores políticos). Y creo que hay que decir que ¡no! No parecían animales. Parecían humanos llegando al más detestable grado de inhumanidad. Los animales no son libres de decidir hacer esto a cambio de aquello, un león no es capaz de comer pasto en lugar de una cebra en nombre de la paz, los animales no son libres, el ser humano sí. Y por eso lo que han hecho es grave. No es grave que un pez grande se coma al pez chico, o un guepardo a una gacela, es “la ley de la selva”. Los seres humanos tenemos otras leyes. 

Se escucha hablar de “estado ausente” o de “justicia por mano propia”, y –como se dijo- los que buscan votos marquetineramente con el apoyo de diarios escritos en tinta manchada en sangre, y sus medios audiovisuales, hablan de que “el que las hace las paga”, que a “cada delito un castigo”, de “bala a los delincuentes”, de “uno menos”, de “mano dura”… Nada de eso parece animal. No es pensable un coro de pirañas celebrando una comida, ni aplausos de los lobos de la jauría a aquel que cazó un reno. Los linchamientos y sus reacciones favorables no son animales… ni se le aproximan. Ni siquiera figurativamente… El ser humano es capaz de homicidio. Y de homicidios agravados. El ser humano es capaz de asesinar a su hermano mientras otros lo celebran, y otros votan a los que aplauden o alientan. Solo el ser humano es capaz de inhumanidad. Y de estupidez.


foto tomada de www.fotolog.com

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