martes, 23 de septiembre de 2014

Comentario 26A



Mejor que decir, es hacer…


DOMINGO VIGESIMOSEXTO - "A"
28 de septiembre

Eduardo de la Serna



Lectura de la profecía de Ezequiel     18, 24-28

Resumen: confrontando con la teoría de la retribución según la cual Dios pagaría en los hijos los pecados de los padres, el profeta insiste que la retribución de Dios será individual, aunque deja espacio para el cambio de actitud.

El profeta comienza con una crítica a un proverbio que parece habitual ya que también lo encontramos en Jeremía (31,29). En él se intenta transferir a los hijos la retribución por el pecado ya que la experiencia les indica que no siempre “al malo le va mal”. Sin embargo, ambos profetas son conscientes de la injusticia que esto encierra y afirman que Dios no está de acuerdo con ese dicho.

A continuación, Ezequiel señala una serie de párrafos casuísticos (vv.10.14.21.24.26.27) en este caso enmarcado por el cambio de actitud: del “justo” (vv.24.26) pero también del “malvado” (v.27). En ambos casos la “casa de Israel” afirma que “no es justo” el proceder del Señor, quien retóricamente repite la pregunta y pregunta: ¿no es más bien el proceder de ustedes el que no es justo?” (vv.25.29). 

El criterio es precisamente la retribución individual. Pero tanto el justo como el malvado pueden cambiar de actitud asumiendo la contraria, y esto será tenido en cuenta por Dios en el momento de retribuir a uno u a otro.


Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Filipos     2, 1-11


Resumen: Pablo invita a la comunidad a vivir en su seno de una manera que la debe caracterizar en su seno por la unidad y la humildad.

La segunda parte de esta lectura, el llamado “himno” fue recientemente comentada en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Comentaremos, entonces, sólo la primera parte (que es la lectura breve que se propone). Remitimos a ese sitio para completar el texto.

El texto comienza con un “si algo según” presentando cuatro condiciones que parecen suponer el verbo “vale”, o “cuenta”: si algo la exhortación, si algo la consolación amorosa, si algo la comunión del espíritu, si algo lo entrañable y compasivo… Son términos sumamente importantes, sin duda, y aluden al ámbito divino. Pablo invita a los filipenses a vivir de esta manera sublime. Y a estas cuatro características les propone cuatro invitaciones: un mismo sentir, un mismo amor, con-vivir y sentir (sentir en…). Todas aluden a la vida que Pablo espera en el seno de la comunidad. No sabemos si la situación al interno de la comunidad era de armonía (con lo que Pablo los invitaría a mantenerla) o de una cierta discordia (con lo que los exhorta a abandonarla). Lo cierto es que vivir de esa manera es algo que haría plena la alegría de Pablo.

Sabiendo que algunos por “rivalidad” (eritheia) predican el Evangelio allí donde Pablo se encuentra prisionero (1,17), les recuerda que nada hagan con rivalidad, y tampoco por vanagloria (kenodoxía; única vez en el NT). El término está conformado por dos palabras, kenos es lo vano, lo nulo, la nada (de allí la kenosis, el anonadamiento) y la doxa es la gloria. Ambos términos los encontraremos sueltos en el “himno”, pero en sentido contrapuesto ya que por su hacerse “nada” (ekenôsen) Dios le dio el nombre para la “gloria” (doxa) de Dios Padre. No se trata de buscar la vana-gloria sino saber que al hacerse nada, Dios recibe gloria al reconocer a su hijo Jesús. Esta kenodoxia (vanagloria) que se ha de evitar (v.3) tiene como contracara la humildad (tapeinófrosyne) que lleva a verse mutuamente a los otros como superiores a [por encima de] nosotros mismos; por lo que se ha de buscar “lo de los otros” antes que lo de “nosotros mismos”. Es en este contexto que propone el descenso de Cristo (kenosis) como algo que debe imitar la comunidad. Si la comunidad debía tener “un mismo sentir” y “sentir en” (fronéô) ahora se le recalca que debe tener los “sentimientos” (fronéô) de Cristo Jesús. Esto es lo que desarrollará a continuación en el himno.



+ Evangelio según san Mateo     21, 28-32

Resumen: con una parábola sencilla Mateo provoca a su auditorio a tomar conciencia que la obediencia al proyecto de Dios viene dada por los hechos y no por las palabras. Y esto queda reflejado en la actitud que frente a Jesús tomaron los desplazados sociales por un lado y la aristocracia por el otro.


Mateo presenta una parábola que sólo él transcribe, aunque se ha dicho que esta pareciera ser el “original” de la llamada del “hijo pródigo”, cosa bastante dudosa ya que en el texto de Lucas el contraste entre los dos personajes está dado por el padre y el hijo mayor, mientras que en este texto está dado por los hijos y su obediencia al pedido del padre.

Como parábola es muy simple, quizás la más sencilla de las que encontramos en el Evangelio. Sin embargo, hay una serie de elementos que parece interesante comentar para enriquecer nuestra comprensión del texto.

En primer lugar, Mateo la inserta entre la controversia por la autoridad de Jesús que le plantean los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo (21,23-27) y la parábola de los viñadores homicidas (21,33-46). En cierta manera rompe una lógica del texto de Marcos donde Jesús sí les dice “con qué autoridad” ha obrado, es decir, la del hijo (al que refiere la parábola de los viñadores, cf. Mc 12,6). Además, Mateo añade otra parábola al final de los viñadores (22,1-14) presentando una serie de tres, allí donde Marcos presentaba sólo una. Hay elementos en común entre estas dando la forma de una cierta unidad temática: entre la primera y la segunda el rechazo de las autoridades de la voluntad de Dios, o el envío de servidores en la segunda y la tercera, por ejemplo. Sin dudas la referencia a Juan, el Bautista que marcaba la pregunta de Jesús y la conciencia que los oyentes “no le creyeron” (v.25) parece atraer este texto (v.32).

Es interesante destacar que el padre de la parábola en nada se parece a un padre propio del patriarcalismo de su tiempo, la característica es que es “desobedecido” en ambos casos, sea por decirle sin dudar “no quiero” o sea por “no ir”. No es lo que se espera de un hijo que desobedezca a su padre.

Podemos señalar que –así como lo había destacado Mateo en otra parte, cf. 7,21-27 – la fidelidad a Dios no viene dada por la confesión explícita sino por la práctica (una suerte de ortopraxis por encima de la ortodoxia); puesto que lo que cuenta es la realización de la voluntad de Dios es evidente que la “hizo” el que si bien había dicho “no voy” finalmente fue. 

Un aspecto muy importante en el relato viene dado por el verbo “llegar antes” (proágousin), preceder. Preceder a alguien sin duda es un signo del mayor honor sobre los que vienen detrás. Preceder en el reino es signo del honor mayor, pero la ironía viene dada en el hecho de que para Jesús el esquema se ha invertido una vez más: los ancianos y los sumos sacerdotes estaban en lo más alto de la escala del honor social, mientras que las prostitutas y los publicanos eran lo más bajo, pero sin embargo estos tienen “precedencia” en el reino sobre aquellos. El motivo de esto viene dado porque “le creyeron” a Juan [el verbo se encuentra en aoristo, lo que remite a un momento concreto, es decir a la predicación de Juan y su presentación de Jesús, y su llamado a la conversión, 3,2.11]. 

Un elemento que suele ser pasado por alto parece importante de tener en cuenta: es sabido que Mateo siempre ha reemplazado el término “reino de Dios” que ha encontrado en Marcos por “reino de los cielos”. En este caso, “cielos” es la “morada de Dios”, una manera de aludir a Dios sin nombrarlo es para evitar chocar al auditorio ya que nombrar a Dios es algo que se ha de evitar entre los judíos. Sin embargo, es de destacar que en cuatro ocasiones [en algunos manuscritos se agrega 6,33] Mateo utiliza “reino de Dios”: una proveniente de Q (12,28), otra de Marcos (19,24) y dos propias de Mateo (una es nuestro texto, la otra es un versículo propio de Mateo en la parábola de los viñadores homicidas, v.43). Es muy probable que de este modo Mateo quiera resultar “chocante” ante su auditorio precisamente por algo que quiere resaltar de un modo muy claro. En este caso, es evidente que la inversión de los valores tradicionales como algo propio del reino es algo que Mateo quiere destacar claramente a su auditorio.

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