sábado, 23 de noviembre de 2013

(des)carrió



 (des)carrió

Eduardo de la Serna


Recuerdo hace muchos años haber acompañado a una amiga a una casa religiosa. Tenía que hablar con una de las monjitas y me pidió que la acompañe. No recuerdo ni la localidad ni la congregación religiosa, pero no viene al caso: lo que me llamó la atención en la casa era un interesante cuadro en la sala, de Lilita Carrió. No estaba ni estoy habituado a ver en casas religiosas ese tipo de manifestación política explícita. Imagino que las habrá, especialmente en nuestro tiempo mucho más politizado y militante (¡felizmente politizado y militante!) pero recuerdo que me llamó la atención. Para no confundir: yo tengo una foto de Evita en mi cuarto, pero no en el comedor… Pero este no es el punto. Simplemente lo es de partida. A partir de este momento empecé a notar decenas de religiosas y religiosos fascinados con la figura de Carrió. Conjugaba muchas características interesantes para encantar a la familia religiosa: era conversa, apasionada, transparente, progresista, lúcida, y denunciaba valientemente. La vida religiosa en particular ama esas cosas, especialmente aquella que se ve a sí misma como profética, la que quiere echar su suerte “con los pobres de la tierra”. Pero la política suele tener un imán muy poderoso y es fácil, muy fácil quedar pegados. Recuerdo la cantidad inmensa de jóvenes militantes de grupos cristianos que en los 70s quedaron pegados políticamente, y hasta recuerdo una tía muy querida que nunca entendió nada de las causas populares…. Y cuando un día decidió dar el paso, se hizo hincha de Boca y votó al peronismo: votó a Menem. Y cuando quedó a la vista todo lo antipopular del menemismo, su traición a los proyectos en favor de los pobres, mi tía nunca logró despegarse. Murió menemista. 

Ser “honesto” no es solamente no quedarse con dinero mal habido. Eso también lo es, por cierto. Pero también es más que eso: el término viene del latín, honestus y Cicerón –por ejemplo- lo usa para hablar de alguien “de conducta intachable”. Sin tacha. ¿Y qué pasa cuando uno –o una, en este caso- se ha pasado toda su vida reciente “tachando” todo aquello que dijo e hizo en su efímero paso por el progresismo? 

Como no recuerdo ni lugar ni grupo, desconozco si en la casa religiosa sigue habiendo esa tal foto; pero viendo algunas actitudes de religiosas y religiosos “progres” frente a la política, no me extrañaría. Mirando las interminables denuncias siempre vehementes, siempre huecas de la denunciadora serial, desde la supuesta complicidad del presidente de la corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, con el gobierno, al “pacto secreto” denunciado hoy por el tema del Código Civil, recuerdo que se jactaba en la campaña electoral que ella “había denunciado”, los otros no. ¡Como si alguna vez hubiera hecho algo distinto a denunciar! (y como si alguna vez alguna denuncia suya haya mostrado algo real… a menos que se crea que el programa de Jorge Lanata es real). Una abogada debería saber que denunciar es una cosa, probar es otra. ¡Muy otra!

Lamento que algún médico de presencia habitual en los medios y que diagnostica síndromes por TV no haga un diagnóstico de la extraña y compleja psiquis de Lilita Carrió. Daría para un programa entero, quizás en Discovery, porque no en Animal Planet. Pero como es amiga de la casa imagino que no habrá ese tal diagnóstico.

Pero me resulta muy llamativo lo que el Diccionario de la Real Academia dice del verbo “descarriar” (y dejo de lado el complejo problema lógico-metafísico de que “nada puede ser y no ser al mismo tiempo” porque Carrió y des-carrió parecen sinónimos). Allí propone las siguientes acepciones del verbo descarriar: (De des- y carro). 1. tr. Apartar a alguien del carril, echarlo fuera de él. 2. tr. Apartar del rebaño cierto número de reses. U. t. c. prnl. 3. prnl. Dicho de una persona: Separarse, apartarse o perderse de las demás con quienes iba en compañía o de las que la cuidaban y amparaban. 4. prnl. Apartarse de lo justo y razonable.
 
Alguien que se separa de todos los grupos donde estuvo, descarrió; alguien que aparta o echa fuera del carril a otro/s, descarrió; y alguien que se aparta de lo justo y razonable, descarrió. 

Y alguien que mira desde la altura de su soberbia al mundo entero, alguien que todo lo que los otros y otras hacen no es sospechado sino afirmado de corrupción y malicia, alguien que ha traicionado verbalmente todo lo que sostenía antes de ayer, alguien que sólo puede estar rodeada de sí misma, ese alguien sin dudas no tiene una “vida intachable”. Me dirán que los porteños la han votado, y ya he expresado mi intuición de que los porteños son –o creen ser- extraterrestres. Cuando un periodista de la Nación del grupo de los siete enanitos me invitó –por primo- a su casamiento, y me sentaron en la mesa de Carrió, me negué a hacerlo y fui a otra. Nunca imaginé la lucidez de mi intuición de entonces.


Foto tomada de http://tn.com.ar/politica/la-foto-de-carrio-escondiendose-de-anibal-f_415261

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