miércoles, 25 de septiembre de 2013

Cristina en la ONU



Brillante

Eduardo de la Serna



Quería escribir algo para pensar en “voz alta” sobre algunos temas que me parecían interesantes.

+ quería escribir sobre el “doble estándar” de la Justicia –que se niega a ser democrática- y tarda 22 años en empezar el juicio de Walter Bulacio (y sólo sobre su detención, no sobre su asesinato) mientras que se demoró tanto en el “caso Grassi”. Parece que para la gente cercana al poder la impunidad es un hábito, mientras que para la gente “de a pie”, la justicia puede esperar. Y me remito a la Ley de Medios.

+ quería escribir sobre los dichos de Hermes Binner de que los problemas de la provincia de Santa Fe son causados por Paraguayos, Bolivianos, Chaqueños e indígenas Tobas (a lo mejor no se haya enterado que “toba” es peyorativo, de allí que se auto-presenten como “qom”, pero sólo Insfrán es “malo” con ellos, así que lo dejamos pasar). Claro que eso es coherente con uno que dijo que hubiera votado a Capriles en Venezuela. Para los que no lo conocen, Binner es dizque “socialista”, y fue candidato a presidente por un “Frente Amplio Progresista”.

+ quería escribir sobre la actitud lamentable y patética del obispado de Morón que pareciera esperar un llamado telefónico del Espíritu Santo para reconocer la culpabilidad de Julio Cesar Grassi al que le sigue permitiendo celebrar misa “en privado” (¿qué posibilidad de algo distinto tiene en prisión?), y le cree más a un supuesto informe (¿se refiere al libro que la Conferencia Episcopal le encargó a un eminente abogado?) antes que a la sentencia de un juez, el tribunal de Casación, la Cámara y la Corte Suprema de la Provincia. ¿Quiénes son esas supuestas “fuerzas en las sombras” que han logrado vencer en tantas instancias judiciales? ¿No es más razonable pensar en otras “fuerzas en las sombras” que han logrado que a pesar de la sentencia siguiera en libertad y en presencia amenazante justo frente a la Fundación? ¿Será que el obispado no quiere quedar mal con sus benefactores?

Quería escribir sobre eso, y algunas cosas más, pero “Cristina no me dejó”. Escuché su discurso ante las Naciones Unidas y no puedo dejar de decir algo.

Para empezar, notando que en los diarios Clarín y La Nación pareciera que nada ocurrió. Cristina debe haber estado de compras en algún shopping de elite, porque no hay ni una palabra. Signo evidente de que fue brillante. Debo decir que lamenté que no hiciera alusión al espionaje de los EEUU en la región, no sé si por olvido o porque hablaron sobre el tema en la reunión previa con Dilma y le pareció suficiente. Pero decirle en la cara a todos los Jefes de Estado y Primeros Ministros que su preocupación por Siria es una mentira, que no es más muerte la muerte por armas químicas que la provocada por las balas, que “alguien” les vende esas balas, y esas armas. Que esos “alguien” no han firmado ningún tratado de derechos humanos, de proliferación nuclear, de justicia penal internacional… que ellos tiraron napalm en Vietnam y bombas atómicas en Japón, que además tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que hablan de derechos humanos y los violan en todo el mundo…

Recuerdo el orgullo como argentino que sentí en 1973 cuando el vice canciller Vásquez pronunció un discurso brillante y clarísimo en la OEA, y confieso que ayer sentí lo mismo. A lo mejor por eso Clarín prefiere hablar de las “calzas” de Cristina, o de Karina Olga, y por eso La Nación se dedica a las escuelas tomadas y las pintadas a una iglesia.  A lo mejor de ese modo pueden silenciar o ningunear. A lo mejor, como el obispado de Morón no quieran quedar mal con sus amos, los del Norte; a lo mejor no quieran que esa justicia antidemocrática de los vencedores de la Guerra quede en evidencia, a lo mejor se vendan como ligeramente progres pero sean de esos que desprecian a los pobres, y la culpa de todos los males provenga del “Tercer Mundo”. Pero eso sería volver a los temas de los que al final no escribí. Así que simplemente: ¡Gracias señora presidenta! ¡Muchas gracias!


Foto tomada de www.diariopanorama.com

martes, 24 de septiembre de 2013

Comentario 26C



Sólo reconociendo como hermanos a los pobres y los que sufren participaremos del banquete del reino
DOMINGO VIGESIMOSEXTO - "C"
29 de septiembre

Eduardo de la Serna



Lectura de la profecía de Amós     6, 1a. 4-7

Resumen: Amós anuncia duramente castigo a los habitantes de Samaría y de Sión que viven rodeados de lujos y placeres desentendidos del dolor de los miembros de su pueblo.

El profeta de la justicia comienza uno más de sus varios “ayes” (cf. 5,7.18; 6,1), éste construido a modo de paralelo sinonímico destacando a Sión y a Samaría. “Estar seguros” y “tener confianza” son sinónimos como en seguida lo diremos.

Los versículos anteriores hablaban de los banquetes culturales: novillos cebados, canciones y salmodias, y la consecuencia es la deportación (5,21-27); en este caso hay elementos comunes (comen corderos y becerros, beben en copas [término usado casi exclusivamente en relación al Templo], salmodian como David, y también serán deportados). Incluso esta comida se da en el contexto de un sentimiento de seguridad. Estos dos términos, “seguridad” y “confianza” son términos que nos ponen en el marco de la idolatría. Siempre la clave radica en aquello en lo que se busca la seguridad o la confianza, y para el judío esto sólo debe ser puesto en Dios. No en otras cosas, como pueden ser los ejércitos, o las riquezas (ver Job 31,24), ni siquiera en las cosas de Dios (como en este caso es el monte sagrado, pero también es el éxodo [Am 9,7], el templo [Jer 7,1-15], el día de Yahvé [Am 5,18-20]…). Poner la confianza significa creer (idolátricamente) que por estar los habitantes en la ciudad de Dios (Samaría, para el norte; Sión, para el sur), estan seguros de todo ataque adversario ya que Dios no permitirá que sea destruida. La seguridad –como se ve- no está puesta en Dios. El sentimiento de que “Dios está con nosotros” no se da en un lugar, sino en la fidelidad a sus caminos (ver 5,14).

v.5: David (ver 2 Sam 23,1) no era conocido por inventar instrumentos; quizás se pueda leer “inventan (= improvisan) en instrumentos musicales”. 

Los ricos, de la “primera” de las naciones (v.1)  fueron los que usaron los “primeros perfumes” (v.6) y también serán los “primeros” en marchar a la deportación (v.7).

No se dice –en este caso- que los ricos sean injustos, ladrones o corruptos, lo que se afirma es que “se despreocupan de la miseria de José” (v.6), solo están preocupados por llevar una vida de lujo en muebles refinados, alimentos de calidad, buena música, bebida abundante y perfumes de primera calidad, pero “por eso” serán deportados. Amós es sumamente crítico del lujo de las clases ricas, sin embargo en ninguna parte el lujo está expresamente prohibido (aunque en 3,10 se había dicho que lo que acumulan es violencias). En ningún lado se dice que no se puede dormir en lechos de marfil, comer banquetes. El criterio fundamental es la solidaridad con los sufrimientos del pueblo, y la gravedad que significa desentenderse de sus sufrimientos mientras se lleva una vida de placer.


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo     6, 11-16

Resumen: En contraste con los falsos maestros y su búsqueda de riquezas, Timoteo es presentado como maestro ejemplar. Ha hecho una confesión pública que está invitado a mantener mostrando su riqueza en virtudes, lo cual debe manifestar hasta el final siguiendo el ejemplo de Pablo y de Cristo, de quién hace una confesión de fe explícita en contraste con la divinización de las autoridades imperiales o los ídolos, reconociéndolo con categorías divinas.


La llamada Carta a Timoteo es –como se sabe una carta “pastoral”. “Pablo” se dirige a Timoteo, un viejo colaborador para ayudarlo a “organizar” la/s comunidad/es que le fueron confiada/s. así lo orientará sobre los epíscopos (3,1-7), los diákonos (3,8-13), alertando contra los “falsos maestros”· (4,1-16), los presbíteros y presbíteras (5,1-25), los esclavos (6,1-2a), sobre la verdadera y falsa doctrina (6,2b-10)… Es decir: “Pablo” quiere dejar todo bien estructurado. Sin dudas esto es bien coherente con el cristianismo de la segunda o tercera generación. El reconocimiento de una “doctrina”, un “depósito” y de que hay maestros “falsos” es signo evidente de que ya ha “corrido mucha agua bajo el puente”. Dentro de estos consejos, encontramos también varios elementos personales (“espero ir pronto donde ti”, 3,14; “que nadie menosprecie tu juventud”, 4,12; “no bebas ya agua sola. Toma un poco de vino…”, 5,23), y referencias a la comunidad, particularmente frente a los ricos (indicio de que en las comunidades han aumentado los miembros con una cierta posición económica, cf. 5,17; 6,2.5-10.17-19) y frente a las mujeres, las cuales pasan a ocupar un lugar secundario (quizás con la excepción de las viudas, cf. 5,3-16), deben guardar silencio en público, indicio de que ya el tiempo ha pasado y la asimilación al modelo greco-romano de “la casa”, en la que el “amo de casa” (paterfamilias, oikodespotês) debe someter a todos los miembros, se estaba “organizando” y “estructurando” dejando ya bien atrás el discipulado de iguales que Jesús y Pablo habían desplegado. Después de esta serie de criterios organizativos, “Pablo” saluda a Timoteo con un último consejo:

Comienza dirigiéndose a él como “hombre de Dios” (v.11) y finaliza llamándolo por su nombre (v.20). En un primer momento referido a él mismo (vv.11-16) y luego cómo debe aconsejar a los ricos de la comunidad (vv.17-19) concluyendo con el cuidado del “depósito” (de la fe, v.20-21a). La liturgia de hoy nos presenta la primera parte de este saludo conclusivo, el dirigido a Timoteo.

La unidad comienza con “tú, en cambio” (zù dé) con lo que se pretende expresamente señalar que la actitud que debe mover a Timoteo es contraria a la de los falsos maestros de la que debe “huir”, que –en este caso- están guiados por “amor al dinero” (v.10) y la codicia (v.9) y que hacen “negocio” (v.5) con la piedad.  Lo que debe “enriquecer” al pastor, “en cambio”, son una serie de virtudes presentadas en un breve catálogo de virtudes, opuestas a los vicios de los maestros falsos (6,2c-5): justicia, piedad, fe, amor, aguante, dulzura. No deja de ser una ironía que mientras los falsos maestros quieren hacer negocio con la “piedad”, el autor aclara que la piedad misma es una riqueza (v.6) y a eso invita aquí a Timoteo; él es presentado a toda la comunidad eclesial como un modelo para los demás líderes.

Como los primeros profetas (Dt 33,1; Jue 13,6; 1 Sam 2,27; 9,6.10; 1 Re 12,22; 13,1-32; 17,18.24…) “Pablo” llama  Timoteo “hombre de Dios” con lo que alude a la presencia del espíritu de Dios en él; Timoteo, entonces, como Moisés, Samuel, David, Elías y Eliseo fue “llamado” (v.12) para conducir a su pueblo. El contraste entre “huir” y “perseguir” parece ubicarse en el marco de los dos caminos ante los que una persona está invitada a escoger.

combate el buen combate de la fe” es referencia a las dificultades que Pablo y los suyos –como Timoteo, su heredero- encuentran en la predicación del Evangelio (la idea del combate puede tener que ver con una batalla o también con la competencia deportiva). En 1 Tes 2,2 afirma que “tuvimos la valentía de predicarles el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas”, lo que reafirma en Fil 1,30 (los filipenses, como Pablo, sostienen un combate… en referencia a la prisión de Pablo y las dificultades de los destinatarios). El discípulo autor de Colosenses repite la misma idea (2,1) y otro discípulo, haciendo referencia a que se aproxima el final de la vida del Apóstol, la presenta como que “He combatido el buen combate, he concluido la carrera, he conservado la fe”. (2 Tim 4,7). El “combate”, en estos casos está ligado a la fe; ésta encuentra dificultades en el medio ambiente (recordar la imagen evangelizadora de “completo en mi cuerpo lo que falta a los sufrimientos de Cristo”, Col 1,24 que hemos comentado).

cuando confesaste la buena confesión ante muchos testigos” puede aludir al bautismo, aunque también es posible que aluda al momento en que recibió el encargo pastoral (cf. 1 Tim 4,14; 2 Tim 2,2), sea lo que fuere, Timoteo está llamado a que el significado de aquel acontecimiento continúe en el tiempo.

El texto literalmente podría traducirse de este modo: “te encomiendo ante Dios el vivificador de todo y Cristo Jesús el martirizado [martyrêsantos] ante Poncio Pilato en buena confesión [kalên homologían]”. “Pablo” encomienda a Timoteo ante Dios y ante Cristo Jesús. De ambos se afirma algo (vivificador, martirizado), pero de Cristo se acota que dio una “buena confesión”, que es lo que se acaba de mencionar que ha hecho Timoteo ante muchos testigos (kalên homologían… martýrôn]. El ejemplo de Cristo dando la vida es el ejemplo que debe guiar la vida del pastor Timoteo, que debe asemejarse con él, que ya ha dado una buena confesión de fe, pero en el combate cotidiano de la fe, sabe que el martirio es una posibilidad.

El mandato (entolê) no es el/los “mandamiento/s” como en las otras partes de la Biblia, sino el conjunto de ellos (cf. 2 Pe 3,2), el depósito (parathêkê, v.20), es todo lo que le ha sido transmitido por el Apóstol (1 Tim 6,29; 2 Tim 1,14) y él lo ha recibido de Cristo (1 Tim 1,11; 2 Tim 1,12).

La Manifestación (cf. Tit 2,11.13) lo lleva a mostrar sus sentimientos de alabanza a Dios. Esta “epifanía” solía referir a las manifestaciones divinas en el ambiente grecorromano, y los cristianos lo adoptaron contraculturalmente para referir al nacimiento de Jesús (2 Tim 1,10; Tit 2,11; 3,4) y también a la venida esperada (2 Tes 2,8; 1 Tim 5,14; 2 Tim 4,1.8; Tit 2,13; sólo en este sentido lo usa Pablo, mientras que las Pastorales lo amplían al nacimiento). Esta epifanía no parece que se espere de un momento a otro sino “a su debido tiempo” (6,15).

La doxología de vv.15-16 (ver 1,17; 3,16) remite a muchas manifestaciones del judaísmo helenista que aluden a la trascendencia de Dios y su superioridad sobre todo (pero aplicadas aquí a Cristo), marcado por el contexto crítico y polémico contra los ídolos y contra el culto imperial (como se vio en el texto dela semana pasada [2,2], una cosa es orar por las autoridades, y otra su divinización). Se trata de siete alabanzas dirigidas a Dios: feliz / bienaventurado (1,11), único soberano (cf. Sir 46,5; 2 Mac 12,15; 15,4.23; Lc 1,52), rey de reyes, señor de señores (ya comentamos el sentido de excelsitud que tiene el término acompañado de su plural, como en cantar de los cantares, vanidad de vanidades…; cf. Dt 10,17; Sal 136,3; Ez 26,7; Dn 2,37), único que posee inmortalidad (quizás usado críticamente ante el culto imperial), que habita en una luz inaccesible (1 Hen 14,15), a quien nadie puede ver (1,17; cf. Ex 23,20). Y –concluye el orante- a él pertenecen el honor y el poder (cf. 1 Pe 4,11; Ap 1,6; 1 Clem 20,12; 61,3; Did 9,4-10,15). Como es obvio en una doxología, concluye con el ¡Amén!


+ Evangelio según san Lucas     16, 19-31

Resumen: Jesús presenta una nueva parábola de dos personajes, en este caso un rico y un pobre. Como se ha dicho en otras partes del Evangelio, la situación de ambos cambiará, cosa que de hecho ocurre. Esta situación es consecuencia de la vida que han llevado. Y –en el caso del rico- consecuencia de no haber sabido reconocer a Lázaro, el pobre, como un hermano.

Después de las referencias a las riquezas que encontrábamos en el Evangelio de los domingos pasados, Lucas nos muestra a Jesús en debate con los fariseos, a los que el evangelista señala como “amigos del dinero” (16,14). Allí encontramos unos breves dichos sobre el corazón (v.15), sobre la violencia y el reino (v.16), sobre la ley (v.17), y sobre el matrimonio (v.18) finalizando con una parábola (vv.19-31) que es el Evangelio del día. Los textos anteriores son tomados del documento Q, salvo el primero, aunque tiene semejanzas, mientras que la parábola es exclusiva de Lucas. Se trata –como lo hemos dicho en otra ocasión- de una característica “parábola de dos personajes”, en este caso un pobre y un rico.

La parábola tiene una breve presentación de ambos personajes la cual concluye con la muerte de ambos.

Era un hombre rico
Y uno pobre, llamado Lázaro, echado junto a su portal,
y vestía de púrpura y lino,
lleno de llagas,
celebraba todos los días espléndidas fiestas.
deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Murió también el rico y fue sepultado.
Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham.

Es evidente que la presentación tiene como intención mostrar el contraste entre ambos; el rico viste casi como un rey (Jue 8,26; Sir 45,10; Est 1,6; 8,15), y “banquetea” (el término “eufrainô lo encontramos también en 12,19; 15,23-32 pero mientras allí se trata de banquetes ocasionales, aquí se afirma que este rico lo hacía “cada día”). El pobre, por otra parte, está en un marco de total desamparo e impureza, las llagas no atendidas, y la referencia a los perros lo señalan (Ex 22,31; 1 Re 21,19.24; Sal 22,17; Mt 15,26-27; Mc 7,27-28). Pero el sentido de la parábola viene a continuación. En ella encontramos un diálogo entre el rico y Abraham que tiene dos partes marcadas, la primera pidiendo que “envíe a Lázaro” a saciar su sed (v.24), la segunda, que “envíe a Lázaro” a casa de su padre para alertar a sus hermanos. En ambos casos la respuesta de Abraham es negativa, y en ambos casos el pobre juega un rol pasivo. 

Para empezar, veamos brevemente ambas partes:

En el “seno de Abraham” Lázaro recibe “consuelo” (v.25) mientras en el Hades el rico es “atormentado”. Y esa situación es consecuencia (“ahora”) de que se hayan invertido los papeles de lo que ocurrió “durante tu vida”.
En la segunda escena, el rico pretende alertar a sus cinco hermanos para que no caigan en la misma situación, pero Abraham les responde que de “oír a la ley y los profetas” no ocurriría eso. Ni un muerto resucitado los convencería si no han oído a “la ley y los profetas”.

Para comenzar, notemos que los dos personajes son judíos. El primero, el pobre, tiene nombre judío, Lázaro (abreviatura de Eleazar, “Dios ha ayudado”), el segundo –el rico- se dirige a Abraham como “padre” (cf. 1,73; 3,8; 13,16.28; 19,9), éste lo llama “hijo” y afirma que “tienen la Ley y los profetas”. Esto –como veremos- será fundamental a la hora de entender la parábola en su totalidad-. Por otra parte, en ningún momento se nos dice que el rico fuera injusto, o ladrón, o corrupto, ni que Lázaro fuera un hombre honrado, o bueno. Simplemente se trata de un rico y un pobre; y la situación de ambos se invierte luego de su muerte: el rico, que disfrutó, ahora es atormentado; el pobre que padeció males, ahora es consolado. En este sentido, es evidente que se trata de lo mismo que ocurre en la primera bienaventuranza y su correspondiente “malventuranza” de Lucas:

«Bienaventurados los pobres,
¡ay de ustedes, los ricos!,
porque de ustedes es el Reino de Dios. (6,20)
porque han recibido su consuelo. (6,24)

La característica, en ambos casos es que la situación va a cambiar, y en la parábola, de hecho ¡cambia! De hecho, lo que se afirma del rico en la bienaventuranza es que ha recibido su consuelo (paraklêsin) y el pobre Lázaro ahora es consolado (parakaleitai). No se ha de olvidar que esto Jesús lo dice a quienes el evangelio presenta como “amigos del dinero”.

Pero la parábola no se detiene aquí, sino que esta inversión de las situaciones es –como se dijo- su punto de partida. Cada pedido del rico que “envíe a Lázaro” desencadena la respuesta de Abraham explicativa de la situación: la primera es “hijo, recuerda”. La invitación a “recordar” (griego, mimnêskomai; en hebreo, zakar) es particularmente importante en Israel, especialmente en el contexto del tiempo del éxodo (Ex 2,24; 6,5; 20,8; Lev 26,42.45; Num 15,39.40; y particularmente en el Deuteronomio, 5,15; 7,18; 8,2.18; 9,7.27; 15,15; 16,3.12; 24,18.22; 25,17; 32,7). Recordar es hacer memoria activa de la intervención continua de dios en favor de su pueblo. Lucas insiste en esta idea en los textos con clara influencia veterotestamentaria 1,54 y 1,72, e incluso las mujeres son invitadas a “recordar” lo dicho por Jesús en Galilea sobre la resurrección (24,6.8) e incluso el “buen ladrón” le pide a Jesús que lo “recuerde” al llegar a su reino (23,42). 

Lo que el rico está invitado a recordar es que los bienes que disfrutó en la vida los “recibió” (apolambanô), término frecuente en Lucas. También lo repite el “buen ladrón” al decir que el castigo de los crucificados con Jesús es “merecido”, acorde al mal que hicieron (23,41). Pero es un recibir de alguien (apo es “de alguien”, lambanô es “recibir”). Lo que el rico recibió son “sus bienes” (agathá) en contraste con los “males” de Lázaro. La madre de Jesús cantó –con influencia del AT- que Dios “a los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada”. (1,53). El rico que quiere acumular su grano y sus “bienes” edificará graneros más amplios, y como tiene para muchos años se dedicará a descansar, comer, beber y banquetear (eufrainô, el mismo verbo usado por los banquetes del rico de la parábola, v. 19). Es bueno notar aquí que la única ver en toda la Biblia que aparece el femenino “discípula” (Hch 9,36) se dice de Tabitá, y lo que se aclara es que era “rica en buenas (agatôn) obras y limosnas”, sus “bienes” eran las obras. Por el contrario, lo que –en vida- recibió son “males”. La situación ahora (nyn) se ha invertido y es imposible volverla atrás.

Es para evitar esto a sus hermanos que nuevamente el rico se dirige a su “padre Abraham”.  Nuevamente le pide que “envíe a Lázaro”. Lo que pretende es un “testimonio” (es diamartýromai, es decir “testimonio (martýromai) a través de (dià)…”; única vez en los evangelios, aunque frecuente en Hechos, x9 siendo en general “testimonio de Jesús”). Lo que pretende el rico es que “a través de Lázaro” llegue a sus hermanos el testimonio de la situación que está viviendo. Y nuevamente Abraham se niega. El Hades es calificado de “lugar de tormentos” (vv.23.28) y en v.24 se habla de “angustia en esa llama”. El Hades es el lugar de los muertos (Hch 2,27.31; Ap 1,18; 6,8; 20,13.14), traduce el hebreo Sheol (cf. Sal 15,10; Qo 9,10; ver Gen 37,35; 42,38…), y por eso está en contraste con el “cielo” (cf. Mt 11,23 / Lc 10,15). Esto ha hecho pensar en categorías “cielo-infierno” pero esto es más que lo que la parábola pretende. El “seno de Abraham” es algo desconocido en la literatura judía (se encuentra en algunos textos posteriores, pero no es evidente que no estén influenciados por este texto). Es probable que recuerde la idea característica judía de “descansar con sus padres” (cf. Gen 49,33; Num 27,13; Dt 32,50; Jue 2,10; 1 Re 1,21; 2,10; 11,21…). El “seno” es el lugar de preferencia (como el Hijo único de Dios está en el seno del Padre, Jn 1,18 o el discípulo amado en el seno de Jesús, 13,23). Se trata, entonces, de un lugar de honor que ocuparán los pobres, como el lugar preferencial y de intimidad que se prepara para los huéspedes de honor en los banquetes. El cambio al plural (ustedes, nosotros, v.26) invita a los lectores de la “parábola de dos personajes” a identificarse en sus actitudes con alguno de ellos.

La negativa de Abraham se centra en que “tienen” y deben “oír” a “Moisés y los profetas”. Esto, como se sabe es un modo de referir a “toda la Biblia hebrea” (2 Mac 15,9; prólogo del Sirácida vv.2 y 24; Mt 5,15; 7,12; 11,13; 22,40; Lc 16,16; 24,27.44; Jn 1,45; Hch 13,15; 24,14; 26,22; 28,23; Rom 3,21). Sin dudas, aquí hay una clave de interpretación de toda la parábola ya que es evidente que el rico no ha oído a Moisés y los profetas, y por eso se encuentra en ese lugar. La pregunta es ¿qué les dice la “ley y los profetas” a los judíos que éste no ha escuchado?  La actitud frente a los pobres es algo característico de Israel (ver Ex 22,21-22; 23,9; Lev 19,9-10; 19,33; 23,22; Dt 10,13-19; 14,28-29; 16,9-15; 24,17-18; 26,12-15; Am 2,6-8; Os 12,7-9; Mi 3,1-3; Sof 3,1-3; Mal 3,5; Is 5,7-10; 30,12; 58,3; Jer 5,25-29; 9,4-6). A modo sintético, veamos Deuteronomio 15,1-11 que nos da la clave (señalamos sólo unos versículos que ayudan a la comprensión de esto, y resaltamos las palabras clave):


«  4 Cierto que no debería haber ningún pobre junto a ti, porque Yahveh te otorgará su bendición en la tierra que Yahveh tu Dios te da en herencia para que la poseas, 5 pero sólo si escuchas de verdad la voz de Yahveh tu Dios cuidando de poner en práctica todos estos mandamientos que yo te prescribo hoy. (…) 7 Si hay junto a ti algún pobre de entre tus hermanos, en alguna de las ciudades de tu tierra que Yahveh tu Dios te da, no endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre, 8 sino que le abrirás tu mano y le prestarás lo que necesite para remediar su indigencia. (…) 10 Cuando le des algo, se lo has de dar de buena gana, que por esta acción te bendecirá Yahveh, tu Dios en todas tus obras y en todas tus empresas. 11 Pues no faltarán pobres en esta tierra; por eso te doy yo este mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra. (Dt 15,1-11)


Lo que Moisés le dice a todo judío es que el judío pobre es su hermano, y ciertamente no es de ese modo como el rico se ha comportado con Lázaro. Insistimos, no es que haya obtenido sus riquezas con injusticia, no se dice que fuera perverso, sólo se dice que no trató a Lázaro como un hermano. Y esto mismo es lo que continúa aunque la situación se haya invertido. Lázaro no parece contar para él, y dos veces le pide a Abraham que “lo envíe” como si se tratara de un sirviente. “Escuchar” –como se ha dicho- es fundamental en Lucas (cf. 5,1.15; 6,17.27.47-49; 7,29; 8,8-15.18.21; 9,35; 10,16; 11,28; 14,35; 19,48; 21,38; Hch 2,22.37; 3,22.23; 4,4; 7,2; 15,7; 18,8) y ha de entenderse como sinónimo de “obedecer”. Que se “conviertan” (v.30; cf. 10,13; 11,32; 13,3-5; 15,7-10) es –sin quererlo, de parte del rico- un reconocimiento de lo que no ha hecho, de que no ha “escuchado”.

Los “amigos del dinero” no parecen enterarse de esta fraternidad que Dios quiere instaurar en Israel y que el reino de Dios predicado por Jesús quiere confirmar (de hecho se “burlan” de Jesús por enseñar estas cosas, 16,14). No se trata de tratar como “hermanos” a los que son como uno, a los religiosos (como los fariseos) sino de todo aquel que es de verdad hermano (por eso la parábola de dos personajes). Y si “siempre habrá pobres entre ustedes”, se trata precisamente para que “siempre” –los que quieren “escuchar a Moisés y los profetas”- sepan que tienen un compromiso de compasión con los pobres que están junto a nosotros (es irónico que pida “compasión” a su padre Abraham –v.24- quien no la tuvo con su hermano Lázaro). Y que Dios “siempre” toma partido por el pobre y él (y ella), y nuestra actitud hacia ellos, son el test de fidelidad a la fraternidad que Moisés y los profetas proponen y Jesús confirma.  Así lo afirma el Talmud: “quien cierra sus ojos a uno en necesidad es considerado como uno que sirve a los ídolos” (Bat 10.a)

Una pequeña nota: nunca en las parábolas de Jesús, un personaje recibe un nombre. Sin embargo, en este caso el pobre recibe el nombre de Lázaro (quizás esto haya llevado a que algunos manuscritos dieran también nombre al rico [Neues], o que algunas Biblias lo hagan en sus títulos [Epulón]). No deja de ser desafiante que justo sea un pobre el que para Jesús tenga nombre, especialmente teniendo en cuenta que en nuestras sociedades los pobres siempre son anónimos, o estigmatizados. Para Jesús el pobre es persona humana, es sujeto, y –por si fuera poco- es una persona de la que afirma que “Dios lo ayuda” (como se dijo, eso significa el nombre Lázaro).


Foto tomada de http://ricos-y-pobres.blogspot.com.ar/

sábado, 21 de septiembre de 2013

Derechos Humanos

Un aporte bíblico para pensar los Derechos Humanos

                                                                                                                               Eduardo de la Serna







 
Es difícil negar que en algunas cosas, quizás en muchas, la Iglesia católica romana “llegó tarde”. Llegó tarde al “movimiento ecuménico”, llegó tarde a los modernos estudios bíblicos, llegó tarde al encuentro fructífero con la “modernidad”. Pero es justo reconocer también, que –a pesar que nunca faltan los grupos que intentan siempre volver atrás, y más atrás- una vez que la Iglesia “llega”, suele hacerlo asumiendo y haciendo suyo el nuevo “lugar”. Y los hace suyos con dedicación y convicción. Nadie cuestionaría hoy esos pasos que la Iglesia ha dado. Algo semejante ha ocurrido también con los “derechos humanos”, o la democracia.

Basta hacer memoria de actitudes y declaraciones históricas de la Iglesia argentina para ver esas diferentes concepciones, actitudes y teologías. Y las contemporáneas.

El concilio Vaticano II, concretamente, que abrió las puertas de la Iglesia para un encuentro con el mundo moderno, tuvo palabras claras sobre la tortura, la guerra, la obediencia debida, la solidaridad, los bienes al servicio de todos, la limitación de la propiedad privada, la discriminación, las dictaduras, las desigualdades sociales o económicas… (Constitución sobre la Iglesia en el Mundo contemporáneo, Gaudium et Spes). Y luego de esto siguieron decenas de nuevos documentos eclesiales internacionales, regionales o locales en este mismo sentido.

Por supuesto que sería un anacronismo pretender hablar de los derechos humanos en la Biblia, o en los teólogos tradicionales de la historia de la Iglesia. La terminología es moderna. En el Imperio romano, por ejemplo, la tortura era algo razonable, aceptado y válido para un juicio. Los tormentos hasta la muerte eran habituales –salvo para ciudadanos romanos- y métodos creados por los persas, como la cruz, fueron refinados y mejorados (sic). El poder omnímodo del rey –en tiempos anteriores, o en los casos en que Roma lo concedía a sus clientes- permitía cualquier instrumento, ¡y cualquier ley! Un rey era tenido por justo, o bueno, cuando sus leyes eran equilibradas, sensatas, y miraban el bien de los súbditos; pero –precisamente por serlo- podía hacer y practicar exactamente lo contrario. En lenguaje contemporáneo se afirmaría que tenía “la suma del poder público” y podía, por tanto, gobernar a su antojo. Es cierto que en tiempos más antiguos, muchos reyes eran a su vez vasallos de otros reyes más poderosos (Egipto, Babilonia, Asiria, por ejemplo), pero eso no hace sino reafirmar lo que se está señalando. Basta ver la arqueología asiria, los instrumentos de tortura, las maquinarias al servicio del terror, el dominio por el pánico, las caravanas de cautivos para darse una idea de esto. Y –sumemos a lo dicho- las poblaciones enteras cautivas, sojuzgadas o esclavizadas. Es en este contexto histórico cultural en el que surge la Biblia, aplicando –pocas veces- o padeciendo –las más- este mismo clima. Señalo esto para que quede claro que en un ambiente en el que todo esto era tenido por “normal”, era razonable que no se escribiera críticamente sobre ello. Por supuesto, lo que se esperaba era que la llamada “ley del Talión”, que había sido originada en el Código de Hammurabi (rey babilónico que codificó las leyes de su reinado en 1760 a.C.), se aplicara, o Dios –como vengador de sangre (Go’el)- la aplicará él mismo. Un ejemplo de esto puede verse –a modo ilustrativo- en el Salmo:

Acuérdate, Yahveh, contra los hijos de Edom, del día de Jerusalén, cuando ellos decían: ¡Arrasen, arrásenla hasta sus cimientos! ¡Hija de Babel, devastadora, feliz quien te devuelva el mal que nos hiciste, feliz quien agarre y estrelle contra la roca a tus pequeños! (Salmo 137,7-9)

Lo que allí se desea, ante un enemigo poderoso, es que Yahvé Dios aplique sobre Babilonia el “ojo por ojo”. Sobre esto señalemos que se trata de que un rey justo como Hammurabi, o un Dios justo, como el Dios de Israel, lo que pretende es –precisamente- evitar los excesos y no dejar lugar a la venganza. El criterio es que “si te quitan un ojo, quites un ojo, y no los dos”; es decir, no dar cabida a excesos como los de Lámek, por ejemplo:

Y dijo Lámek a sus mujeres: «Adá y Sillá, oígan mi voz; mujeres de Lámek, escuchen mi palabra: Yo maté a un hombre por una herida que me hizo y a un muchacho por un moretón que recibí. Caín será vengado siete veces, mas Lámek lo será setenta y siete» (Génesis 4,23-24)

En el Nuevo Testamento la situación no es muy diferente. El imperio de turno es Roma, que no se caracteriza por la compasión y la misericordia. Sin embargo, hay tanto en uno como el otro testamento una serie de elementos contraculturales que nos permiten ir desplegando una serie de criterios. Veamos algunos ejemplos:

Sería anacrónico pensar que Pablo podría cuestionar un sistema como la esclavitud (que dicho sea de paso, y salvo situaciones extremas como los enviados a las minas o las galeras, no tenía la dimensión de dramaticidad que tuvo la esclavitud afro en América). Sin embargo, hay dos textos de Pablo donde hay criterios que –vistos a futuro- nos dan elementos para la acción:

¿Eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes. Aunque si puedes hacerte libre, aprovecha la oportunidad. Pues el que recibió la llamada del Señor siendo esclavo, es un liberto del Señor; igualmente, el que era libre cuando recibió la llamada, es un esclavo de Cristo. ¡Han sido bien comprados! No se hagan esclavos de los hombres. (1 Corintios 7,21-23)

Pablo estaba respondiendo una consulta que los corintios le habían formulado, y su criterio es que el creyente debe aprovechar al máximo la situación en la que se encuentra para vivir su fe; sin embargo, si este es esclavo, le dice que no deje pasar la oportunidad –si la tuviera- de liberarse.

Por otro lado, a un discípulo, Filemón, le afirma algo que va más allá. Este tenía un esclavo, Onésimo, que le había robado y se había escapado. Pablo lo ha encontrado –probablemente en Éfeso- y sabe que la situación de Onésimo sería terrible si fuera capturado ya que un esclavo fugado perdía todo posible beneficio. Pablo sale de garante (e incluso firma un “pagaré” [v.19] ante eventuales deudas) y le recomienda a Filemón que trate a Onésimo “como un hermano querido” (v.16). Este criterio de la fraternidad pasa a ser un criterio superador de los propios derechos, comportarse ante el otro como un verdadero hermano.

Esto ya lo muestra Jesús en el anuncio y concreción del reino de Dios. Este reino es “Dios que reina”, y Dios reina en la fraternidad y sororidad de todos. El anuncio de Jesús se presenta como anuncio universal, y para que esa universalidad sea real debe comenzar “desde abajo”. Es por eso que las mujeres son reconocidas como iguales, los niños tenidos como personas (los niños eran tenidos como seres incompletos hasta tanto llegaran a la adultez), los pobres puestos en el centro, los despreciados y desvalorados sociales tenidos como verdaderos hermanos. Las comidas de Jesús con “publicanos y pecadores” revelan que el reino –que es visto como un banquete- no es como los banquetes sociales en los que la jerarquización quedaba de manifiesto y había primeros y últimos, comida y bebida de primera o de segunda según los lugares en la mesa, sino que Jesús elige expresamente mostrarse como “amigo de publicanos y pecadores”, que se aloja o come “con ellos” hasta el punto que un biblista llegó a afirmar que “a Jesús lo mataron por como comía” (Robert J. Karris). Las mesas integradoras de Jesús revelan que solamente empezando por los últimos el anuncio del reino puede llegar a todos, aunque esto signifique que algunos se auto-excluyan ya que no aceptan comer –para no quedar públicamente estigmatizados- con los que no son como uno. Es por eso que un rico no puede entrar al reino del mismo modo que un camello no puede pasar por el ojo de una aguja, por su incapacidad de reconocer a los pobres como hermanos y hermanas, y como más valiosos que sus bienes.

Podríamos señalar más elementos aún: el imperio romano se caracteriza por su esquema vertical en cuya cima está el Emperador. Las relaciones patrón – cliente son relaciones que garantizan la estabilidad entre superiores e inferiores, mientras la “amistad” es la que caracteriza las relaciones entre iguales. La magnificencia del Emperador se manifiesta como “gracia” ante sus súbditos, pero esta es –a su vez- manifestación de su superioridad, que es la que patentiza su honor y su autoridad. El Emperador, hijo de Dios (= Julio César) es “señor y dios” –desde Augusto, hijo adoptivo de Julio César, en adelante-, salvador de la patria, garante de la “pax”. Las “asambleas” de los ciudadanos garantizan con ofrendas y “orden y seguridad” el “statu quo”. Los triunfos militares del poderoso ejército o el nacimiento del sucesor del emperador son proclamados como “buena noticia” en el “mundo” entero. Esta pax romana es exigida por los gobernadores, o los reyes clientes –junto con el pago de los impuestos correspondientes- y severamente sancionada cuando no se cumple. La cruz es una amenaza siempre latente para subversivos o no-humanos (como los esclavos).

El cristianismo de los orígenes, encabezado por Pablo, subvirtió esos esquemas proponiendo contraculturalmente una sociedad alternativa. El “hijo de Dios” es Jesús, cuya muerte y resurrección constituyen la “buena noticia” (= Evangelio) por excelencia. Él es el verdadero dador de “paz” y de “gracia”. Las “asambleas” (ekklesiai) son comunidades horizontales para las cuales “ya no hay” judío ni griego, esclavo ni libre, varón y mujer, ya que todos son uno (Gálatas 3,28); comunidades que proclaman la exaltación de Jesús no en su poder sino en su humildad. Hasta tal punto es subversivo este mensaje que se anuncia que la plena reconciliación viene dada por un "crucificado".

Los ejemplos bíblicos podrían multiplicarse. Pero señalemos solamente uno más. Con el paso del tiempo, las comunidades cristianas se fueron ampliando en cantidad y diversidad social y cultural. No es evidente –como se pensó en un tiempo- que las comunidades de los primeros cristianos fueran uniformemente grupos socialmente despreciadas, llenas de pobres y esclavos. Aunque sin duda los había, y –dependiendo cada lugar o región- es probable que en muchos lados fueran la amplia mayoría, casi excluyente. Pero cuando empieza a haber gente socialmente más acomodada, las comunidades comienzan a señalar criterios de vida adaptados a esta novedad. Si antes resultaba evidente que un rico no podía salvarse, ahora se empieza a señalar que podría hacerlo siempre y cuando comparta esos bienes con los más pobres (con lo cual, dejaría de ser rico, obviamente). El Evangelio de Lucas, por ejemplo señala la importancia que la comunidad da a la limosna (entendida como bienes compartidos), el autor de la carta a los colosenses afirma que “la avaricia es idolatría” y el autor de la carta primera a Timoteo que “la raíz de todos los males es el amor al dinero”. La relación de las comunidades con los bienes económicos y con los hermanos/as, establece un nuevo modo de relación que no necesitó señalarse en un primer momento, seguramente por ser pocos y –además- con un escaso número de adinerados. Compartir los bienes, tener en cuenta al otro/a como verdaderos hermanos/as sigue siendo el criterio desde Jesús a Pablo y en los nuevos tiempos.

Y acá seguramente podemos establecer un criterio de base para nuestros días, el criterio de la fraternidad y sororidad.

El reconocimiento del otro/a como verdadero hermano/a es sin duda la base de cualquier planteo que quiera nacer del Evangelio. Podemos preguntarnos si un determinado sistema político, por ejemplo, alienta la fraternidad; si un modelo económico, se nutre de la fraternidad. Y podríamos replicar esto en todos los niveles, sociales, políticos, sindicales, eclesiales, morales, internacionales, ecológicos, interpersonales… No hace falta mirar demasiado “lejos” para dar respuestas. ¿Acaso la tortura, la desaparición forzada, la mentira, el modelo económico excluyente, los hijos entregados desde el cautiverio a familias falsas, los monopolios hegemónicos, el genocidio podrían pensarse desde la fraternidad / sororidad? ¿Qué se asemeja más a un mundo de hermanos, una cooperativa o un monopolio? Un sistema laboral que explota, mal paga, desocupa, ¿puede llamarse fraterno / sororal?

Sin duda que esto puede preguntarse en los más diversos órdenes de la vida. Una persona podrá interrogarse sobre si es o no, se comporta o no como hermano de los que entran en relación con él. Pero esto también se aplica a los órdenes sociales y políticos. Sin duda, si un país, en sus leyes, su (in)justicia, su trato o mal trato se mira a sí mismo, también puede mirarse en clave “fraternidad”, y –desde una mirada cristiana- preguntarse o cuestionarse sobre esto. Hablar de los “derechos humanos”, tanto de la primera como de la última generación puede pensarse en esta clave. Incluso los “derechos ecológicos” que no necesitamos mirarlos desde una perspectiva antropocéntrica (y utilitarista, en este caso) para ello; basta con recordar la maravillosa expresión de Francisco de Asís, “la hermana, madre tierra” para saber que la fraternidad / sororidad debería pensarse en todos los niveles.

Finalicemos con una nota teológica: la “cruz” era un refinado instrumento de tortura que incluía mucho más además de la sola muerte del condenado. Era deshonor, tortura, era ejemplificador (los cuerpos expuestos por días con las indicaciones visibles de la condena), era manifestación de la dominación y el imperio. En este sentido, no podemos ignorar que nuestro mundo está lleno de “crucificados”. Para que haya cruz debe haber crucificadores, violencia, exposición pública. Pero la cruz tiene una doble cara: desde Pilato y Roma, es injusticia y violencia, desde Jesús es salvación y solidaridad. La vida y la muerte son las dos caras de la cruz. Y son las dos caras de los crucificados. En cuanto injusticia y violencia, los cristianos deben sentirse exigidos a “bajar de la cruz a los (pueblos) crucificados”. La cruz es pecado, y los crucificadores son expresión del “pecado del mundo”. Pero por otro lado, la cruz es solidaridad, es entrega de la propia vida –y por eso salvación- como lo manifiestan y expresan simbólicamente los mártires de nuestros pueblos latinoamericanos. Pero esto es así según desde dónde se mire. Desde Roma es violencia, desde Cristo es Paz, desde Roma es muerte, desde Cristo es vida. Desde Roma es opresión y desde Cristo, liberación. Ante las violaciones a los derechos humanos, ante los nuevos crucificados, podemos mirar desde Roma, o desde Jesús, podemos crucificar o trabajar para “bajar de la cruz a nuestros hermanos”.


Publicado en el Boletín informativo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Confederación General del Trabajo (año 1 Nº 2), septiembre de 2013. [http://www.uoma.org.ar/Boletin/bcs.html#articulo1 ]

dibujo tomado de www.docstoc.com